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5. Quitando gnomos en el jardín.

Molly solía permitir que los chicos hicieran lo que les viniera en gana, sin embargo, cuando los gnomos llegaban al jardín todos debían ir en contra de esa tradicional invasión pues destruían la huerta debido a sus travesuras.

—No entiendo porqué siempre llegan los gnomos a tu casa —declaró Harry, colocándose las gafas después de haberlas limpiado con su polera —. Siempre será un misterio para mi.

Antes de que Ron pudiera contestar, Hermione ya se encontraba contestando.

—Se debe a que los gnomos son criaturas migratorias que van avanzando según los climas, ellos quieren vivir eternamente en los climas de verano o primaverales buscando flores y frutos —señaló —Y Devon tiene un clima delicioso en la mayoría de estas épocas, no suele llover tanto en verano como en otras partes de Inglaterra.

Ron levantó las cejas y frunció los labios con diversión.

—Ahí tienes la respuesta Harry. Pero esto es muy aburrido —rezongó—. Todos los veranos hay que hacerlo y es un desperdicio de tiempo.

—Ron deja de quejarte— terció Hermione— ¿Qué más te da? No tienes que hacer nada durante las vacaciones, ni que estuvieras cansado después de tener que trabajar.

—No me molestes, Hermione. Lo dices porque te encantan esas criaturas y no toleras que las maltratemos. Estás obsesionada con ellos igual que con los elfos.

—Pues tienen derecho a estar tranquilos. Ya verás que apenas saquemos a los primeros, los otros los seguirán de inmediato hacia las colinas.

—¡Chicos a comer!— gritó la señora Weasley desde el primer piso.

Hermione terminó de secarse el cabello con la toalla y la dejó colgada antes de bajar a desayunar. Había tenido un sueño reparador la noche anterior y se sentía con energía.

—Buenos días ¿Necesita ayuda, señora Weasley?

—No, cariño. Siéntate, siéntate. Los huevos están por salir.

La bruja observó la mesa y se sentó junto a Ginny quien ya estaba instalada.

La amistad de ambas brujas había despegado en el momento en que la pelirroja se dio cuenta de que Hermione no tenía el mínimo interés en Harry, antes solían conversar cordialmente, la amistad entre ellas era inminente, por lo que la castaña no dudó en aclararle sus sentimientos sobre su mejor amigo. Ginny siempre había estado algo obsesionada con Harry, desde que era una niña, por lo que Hermione no quería malos entendidos.

—¿Qué tal?

—Pues mamá está muy entusiasmada en darnos desayuno el día de hoy para que terminemos lo más pronto posible con los gnomos de jardín— manifestó Ginny desde su silla.

—No seas mal hablada— contestó Molly—Hermione, cariño ¿Me ayudas con las cucharas? Olvidé colocarlas en la mesa.

—No te preocupes, mamá. Yo lo hago.

Ese era Fred, quien había bajado las escaleras junto al resto de los chicos. Miró a Hermione y le guiñó un ojo como solía hacerlo.

—¿Dónde está papá? —preguntó Ron.

—Pues fue a comprar cigarrillos—respondió George, desatando las risas de los demás, consiguiendo también que Molly le golpeara con uno de los paños de cocina.

—Pues coman, coman— siseó Molly sentándose en la cabecera de la mesa —Tu padre se fue temprano al trabajo, Ronald.

—¡Era de esperarse! No quería ayudar con el jardín— replicó el pelirrojo.

—Ya basta, come tu desayuno —le regaño su madre —No has hecho nada durante las vacaciones, deja de ser tan holgazán.

La conversación cotidiana se dio de inmediato entre los chicos Weasley, llegando a las risas, los comentarios sobre algunos compañeros de Hogwarts y temas polémicos, pues todos eran bastante buenos para conversar.

Hermione reía debido a las ocurrencias de sus amigos, Harry había quedado frente a ella y Fred a su lado, pero la conversación grupal había primado en esa comida. Tenía ganas de escribir a sus padres antes de ir a realizar las labores pendientes que tenía para ese día, por lo que desayunaría un poco más rápido que en otras ocasiones para tener algo de privacidad.

Cogió dos panqueques de los que Molly había hecho y acercó a su cuerpo el dulce de leche. Siempre había disfrutado de los manjares, era una persona que prefería los aperitivos dulces antes que los salados, por lo que comer panqueques era de sus mayores placeres.

—Señora Weasley está delicioso este dulce de leche—dijo tras dar el primer bocado—¿Lo ha hecho usted?

—Sí cariño, me alegro que te haya gustado.

—Pues está muy sabroso. Tiene que darme en algún momento la receta.

—Tenlo por seguro, querida. Es más, la próxima vez podrías prepararlo tú misma. 

Hermione continuó dando mascadas a sus panqueques, disfrutando del rico sabor que tenían, además es té olía particularmente bien. Buscó servilletas para poder limpiar su rostro, pues sentía pizcas de manjar en las comisuras de sus labios.

—Fred, ¿Podrías acercarme una servilleta, por favor?— preguntó mirándole de medio lado. 

Él la observó y sonrió cuando intercambiaron miradas, percatándose que en una de sus comisuras tenía dulce de leche, sin pensar en lo que hacía y evidentemente, olvidando de que se encontraban junto a sus familiares, Fred dirigió su dedo pulgar hacia el rostro de Hermione, limpiando el exceso de dulce de la cara de la bruja; sintiéndo la suave piel de la chica en la yema de sus dedos.

En la mesa todos se quedaron observando con diversas expresiones, Molly con asombro al igual que Harry, Ginny y George plantaron una sonrisa pícara en sus caras y fue inevitable no sonreír ampliamente al ver el comportamiento que estaba teniendo su hermano, por su parte Ronld, frunció un poco el ceño al ver el acercamiento entre ambos magos, sintiendo una punzada de incomodidad que no pudo canalizar en ese instante.

—Ella no quería tus sucios dedos, ímbecil— siseó Ginny cuando notó la expresión contrariada y algo nerviosa de su amiga—, toma Herms.

—Gracias— respondió la castaña de forma escueta, dejando de mirar a Fred rápidamente antes de que todos comenzaran a molestarles.

Por un segundo, su corazón empezó a latir muy rápido, tenía la idea de que sus amigos podían sentir lo desbocado que se encontró por un momento, tomó la taza de té con la mayor tranquilidad que pudo fingir y bebió dos tragos largos, simulando que nada había pasado y que nadie se había percatado. 

No esperaba que su cuerpo reaccionara así ante la cercanía de Fred, sobretodo porque ella tenía muy claro de que ese comportamiento particular era algo natural en él, casi como respirar. Él tenía esos desplantes coquetos y despreocupados con sus cercanos, era jovial, salvaje, divertido y algo atrevido, por ende, nadie sospecharía de nada sobre su comportamiento, pero si pensarían cosas sobre ella y el notorio nerviosismo que el toque de Fred había despertado en ella, quien se sintió expuesta y muy expresiva. 

—Permiso— se excusó—, necesito escribir a mis padres antes de ir al jardín. Todo estaba delicioso, señora Weasley. Muchas gracias— dijo aclarándose la garganta, tomando su taza y platillo, yendo a la cocina para lavar la loza y después subir rauda hacia la habitación de Ginny. 

¿Qué había sido esa extraña cercanía por parte de Fred? 

Quizás la pregunta no era era. 

Quizás debería preguntarse a sí misma porque estaba tan sobresaltada por su roce, si ella sabía a la perfección que no podía ser nada más que simple cordialidad. Comenzó a rebuscar en su maleta pergamino y pluma para disponerse a escribir mientras intentaba no hacer de lo sucedido un tema de interés. Se reprendió a sí misma y no le daría lugar a las confusiones en su mente, ya le había pasado anteriormente con Ronald y nada había sucedido bien hasta ahora, pues haber tenido sentimientos por él no había hecho más que causarle frustraciones y vivir de ilusiones que había reprimido su actuar por querer agradarle en todo.

No quería arruinar su amistad con Fred por malinterpretar sus gestos de amistad, por lo que rápidamente se dispuso a escribir a su madre para sacar esas descabelladas ideas de su mente.

Después de unos minutos bajó las escaleras para salir al jardín y ayudar con las labores.

—Hermione ¿podrías llevar el jugo y vasos para que tengan para beber?

—Claro—respondió a la señora Weasley—¿Dónde quiere que revise si es que hay gnomos?

—Si puedes revisa detrás del desván y después donde se encuentra el huerto tras la casa—mencionó la bruja mayor—, pídele ayuda a alguno de los chicos si es que llegase a haber mucho trabajo.

Asintió y se dirigió hacia el sitio indicado, cogiendo un tarro con polvo de azúcar, pues a los gnomos les encantaba. En realidad aquellas criaturas no eran peligrosas, pero había que desterrarlas de inmediato, tenían las malas creencias de que si lograban hacer un tunel entre los arbustos en determinado sitio, este ya les pertenecía, sin importar que ya estuviese habitado.

Hermione sintió el picor del sol sobre su piel, dejó el recipiente con azúcar a un lado, se hizo  una coleta alta para controlar sus rizos y así estar cómoda. Fue meticulosa en la tarea y a medida que aparecían los gnomos ella mencionaba la frase característica para que estos salieran de sus madrigueras y fueran avanzando hacia otros terrenos. 

Al entrar al huerto se percató que algunos ya habían hecho festines con las frutas y verduras que allí solía plantar Molly, por lo que tuvo que ser cuidadosa y arreglar un poco las fechorías que aquellas criaturas habían realizado, ensimismándose completamente, pues estaba abstraída por la tarea, ajena a los ojos de Fred quien la estaba observando más allá mientras tomaba un poco de limonada. 

En su mente, las cosas también habían estado un poco mareadas durante esa mañana. Su cuerpo le había traicionado por completo y actuó por impulso durante el desayuno, tocando a Hermione sin pensar, sus manos habían actuado con voluntad propia antes de que su cerebro le dijera que eso era impropio y traspasar los límites que seguro la bruja quería mantener; no había sido un roce del todo inapropiado, pero sí con algo de excesiva confianza. Jamás había sido su intención incomodar a su amiga y tal vez lo correcto era decirle que lo sentía.

¿Pero porqué estaba tan complicado con acercarse cuando siempre había sido todo muy natural?

Se convenció a sí mismo que no quería afrontar que estuviera enojado con él por lo que hizo en la mesa, Hermione se levantó rápidamente y después no tuvo oportunidad de tantear el terreno y saber si es que algo le había incomodado. Pero de pronto se percató que había estado buscándola con la mirada cuando se hallaba con George sacando las poblaciones de gnomos.

Hasta que la vio y algo le remeció el interior. 

Hace tiempo que no tenía ese tipo de pensamientos por una chica.

Observó que lucía una polera de tirantes burdeo bajo una jardinera de mezclilla que hacía notar su piel algo bronceada por el sol del verano, llevaba un moño alto que dejaba ver su cuello y su nuca; por lo que mostraba más piel de lo que solía hacer. Fred se quedó mirando concentrado, sus gestos y porque no decirlo, su cuerpo. Jamás se había detenido a pensar pausadamente lo atractiva que era Hermione, pues no era su principal cualidad.

Pero dejando de lado lo estúpido que se sintió, fue consciente de lo mucho y lo repentino que ella le estaba pareciendo atractiva en todo sentido, tanto que era incapaz de concentrarse, parpadeó unas cuantas veces más y volvió a su tarea. No quería malviajar su mente con esas ideas, después de todo ellos eran amigos y hasta donde entendía, a Hermione le gustaba Ron, por lo que no quería involucrarse más allá en temas que podían conflictuar sus reales intereses en ese momento, el que era abrir su tienda lo antes posible junto a su gemelo. 

—¿Quieres más limonada?—Harry interrumpió sus indecentes pensamientos acerca de la piel de Hermione al ofrecerle más jugo. 

—Claro, lo siento no te había escuchado.

Harry sonrió y sin que los demás se percataran desvió su mirada en dirección a donde Fred tenía los suyos. 

Prescisamente, él tenía sus ojos en Hermione.

El mago se alejó del grupo para ir donde su amiga, que hasta el momento no había entablado palabras con nadie durante la tarde. 

Él no era ningún tonto y se había dado cuenta del mucho tiempo que ahora ellos estaban pasando juntos. 

Le llevó un vaso de limonada a su amiga y se quedó junto a ella. 

—Hey, quiero preguntarte algo. 

—¿Qué pasa?—inquirió la castaña, sediente y sintiendo el sudor en su piel.

—¿Sabes que le gustas a Fred? ¿No es así?

La cara de Hermione se volvió un poema.

—Oh, por tu reacción al parecer él no te es indiferente tampoco.

Hermione le miró con pavor.

—¿Qué demonios, Harry?

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