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❝KiraraMirai866❞

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❀ՏͲϴᎡᎽ ᏔᎡᏆͲͲᎬΝ ᏴᎽ:  KiraraMirai866
❥ᏟᎪͲᎬᏀϴᎡᏆ́Ꭺ: 𝐈𝐑𝐈𝐒

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LAS LÁGRIMAS DE LILITH
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Lilith es una chica extremadamente normal, de ojos negros, cabello oscuro, rasgos comunes. Nada en ella resaltaba, solo su nombre, el cual le llevó a soñar siempre con ser la reina de seres demoníacos, la madre del mal.

Tenía una vida aburrida, tan rutinaria que decidió abandonarla por un mundo de fantasías. El que siempre le acompañó en sus más profundos sueños. Un día se acostó en su cama y quedó dormida dejándose llevar por los deseos más profundos de su corazón.

(...)

Despierta sentada en un trono de oro con detalles hermosos en lenguas antiguas que nunca estudió pero que por algún motivo entendía. A su lado está un hombre de aproximadamente 1.80 metros de alto, de piel en extremo pálida y ojos rojos. Colmillos asomaban disimuladamente de sus carnosos labios de tonalidades rosas.

La joven de veinte años se vio anonadada por la presencia de su compañero, sin embargo, sus ojos se dirigen a la rodilla del hombre. Sí, su rodilla, esta se encuentra en el suelo, perfectamente apoyada, en seña de respeto.

— Bienvenida de vuelta, mi ama —pronuncia con su hermosa y seductora boca. Es el prototipo exacto de nuestra pequeña Lilith, como si lo hubiera creado ella misma.

—¿Ama? —dice ella viendo sus manos, en estas hay largas uñas negras y su piel ahora tiene el mismo tono que la del hombre. —No soy tu ama...

—Señora, ¿Algo le preocupa? Desde esta mañana ha estado extraña —agrega el sirviente con notoria preocupación.

—No, yo me encuentro bien, eso creo ¿Puedo saber dónde estoy?

La joven recorre con la mirada cada detalle de aquel castillo medieval en extremo lujoso. Toda ventana está cubierta por cortinas rojas y bordadas en dorados detalles, el Sol no es bienvenido. Las puertas están adornadas con rostros de demonios y las manijas son las manos de estos por la naturaleza de su tallado.

—Está en el corazón del reino de la magia; es nuestra reina y señora ahora. La victoria fue nuestra, logramos la retirada de los ángeles de la tierra. Dios abandonó el mundo y ahora es lugar de las criaturas mágicas creadas por usted; puede ostentar con orgullo el título de la madre de todos los demonios, reina del mundo de las luces y sueños —argumenta el hombre, lleno de emoción; no, de admiración. 

—¿Reina de todos los demonios? ¡Tráeme un espejo, rápido! —Dice parándose de golpe tras la noticia.

De la nada, una nube gris cubre dos metros de la habitación y salen cuatro sirvientas con alas de un verde claro y ropas hechas de pétalos enormes de rosas cocidas con crines de unicornio. Sus cabellos son blancos como las nubes. Es un cuarteto realmente bello. El cristal del espejo estaba rodeado por plantas. La servidumbre del bosque se acerca a ella sin que sus pies tuvieran la necesidad de tocar el suelo y dejan el objeto pedido delante de su señora. En sus rostros se nota cierto rubor por estar en esta privilegiada situación.

Lilith no entendía nada pero algo en sus venas le invitaba a aceptar todo cuanto veía en aquella habitación. Se acerca al espejo y se observa en este; no puede creer lo que ve. Una mujer de cabellos negros, justo como los que ya poseía, sin embargo, sus ojos eran de una tonalidad escarlata a la par que el maquillaje que daba vida a sus finos labios. El vestido negro marcaba unas curvas que llevarían a la locura a cualquier hombre, algo típico de un súcubo, pero no cualquiera, sino la reina de toda la magia.

—¿Sucede algo, mi señora?

—No, todo es perfecto, sumamente perfecto —Esas palabras salen del fondo de su corazón, es feliz —¿Podemos dar una caminata por el reino, señor…?

—Mi nombre es Hellfort, Vincent Hellfort, mi ama. Y con gusto seré su acompañante —Se nota el respeto a sus palabras y cierta melancolía ante el hecho de que Lilith no se acuerde de él.

Ambos salen de la habitación y a pesar de él haber hecho la invitación ella va delante y cada vez más lento para ser alcanzada.

—Camina a mi lado, no quiero ir sola —Su voz fue creada para sonar fuerte a pesar de que su naturaleza era muy pacífica; nunca había dominado nada, ni su propia vida.

—Será un honor —El hombre se coloca a su lado y le lleva a las afueras del castillo. En este hay un salón blanco con cuatro puertas hermosas —¿Cuál desea visitar primero? Hay cuatro zonas principales y son estas: el territorio de agua de las sirenas y demás seres marinos —La puerta es azul con una mujer vestida con ropajes griegos, sosteniendo una jarra de la que mágicamente brota agua haciéndola salir de la segunda dimensión como un río en miniatura. —La zona del bosque, en esta otra hallará el área de las hadas y seres de la naturaleza; es un lugar hermoso pero sigue sin ser mi favorito —En la puerta se ve una elfa rezando y de sus ojos asoman lágrimas de savia. —Esta otra es la de las montañas aladas, este territorio es habitado por todas esas criaturas que prefieren hacer de las nubes su hogar. En lo particular no se mezclan mucho con otras razas —La puerta luce un blanco perla y desprende una corriente de aire bastante fría e inquietante. —La última es de donde provengo, El jardín de la flores muertas, la zona de oscuridad donde habitan los hombres lobos, los vampiros y todas esas criaturas que fueron creadas por la imaginación del hombre ante la necesidad de tener algo fantasioso a lo que temer —Dice con orgullo y señala la estructura de madera en la que están dos alas de murciélago con un lobo humanoide en el centro.

—Esa, quiero ir a la última, siempre soñé con ellos, desde joven.

Vincent le miró con cierta sospecha pero igual accedió sin dudar en responder.
—Sus deseos son órdenes; iremos al jardín de flores muertas, mi ama —Coloca la mano en la puerta y la sangre corre por sus dedos hasta caer al suelo; ante esto, desaparece la madera dejando un hueco oscuro al frente —Vamos, mi señora —le extiende la mano y Lilith la toma dando paso a que sus mejillas sean invadidas por un fuerte rubor, siente cierta atracción hacia su creación perfecta.

El pasillo es oscuro en su totalidad, lo único que se hacía real ahí era el sonido de los pasos de la pareja mientras avanzaba. Sin embargo, todo toma color de golpe y se hacen en un jardín de flores azules hermosas, abiertas en su totalidad. Lastimosamente, cuando el cuerpo de Vincent roza estas, se marchitan, la clara maldición de los vampiros, ladrones de vida.

—Lo lamento, mi señora, no puedo evitar dañar así la naturaleza, sin embargo, es hermoso ¿No? —Señala el cielo con la mirada instando a Lilith a hacer lo mismo. Sobre ellos orbitan dos hermosas lunas llenas, una de color rojo brillante y otra magenta azulada como el acónito.

—Amo este mundo...Es lo que siempre soñé —Las gotas caen por su mejilla, lágrimas de sangre, por su naturaleza no muerta.

—Perdóneme mi señora, le he llevado al sufrimiento ¡Qué gran crimen he cometido! —Materializa una espada de hielo y se la coloca en el cuello para atacar este y terminar con su vida.

—¡No! No hagas eso, no me ofendiste, solo estoy feliz —Sostiene la espada por el filo evitando que se haga daño, sin embargo, ella es desconocedora de la fuerza de su nuevo cuerpo y acaba por fraccionarla en pedazos sin apenas esfuerzo —La rompí... —Sus ojos se dirigen a los trozos en el suelo y luego a la empuñadura en la mano del hombre.

—Ama ¿Usted ha perdido sus recuerdos? Si fuera así, prometo no contar nada, en su nombre haré mi promesa —Desintegra en polvo helado lo que queda de la espada.

—Sí, algo pasó y no recuerdo nada, absolutamente nada, solo mi nombre, y conocerte —Lilith lo duda pero decide aceptar su pedido y decir la verdad

—Pudo ser a causa de su lucha contra los ángeles, fue un choque muy fuerte para usted, al final terminó dirigiendo toda la batalla; pronto volverán, mi ama —Agacha su cabeza.

—Confiaré en ello —¿Cómo decirle que venía de otro mundo? ¿Que su Lilith debía ser otra?

Mientras hablan, un lobo moribundo se acerca a ellos dejando escapar quejidos por el dolor. El rastro de sangre mancha el impecable color azul de las rosas.

—Señora... —Se arrastra hasta los pies de Lilith y se deja reposar ahí —Hay un problema en el bosque.

Vincent hace retroceder a Lilith y se interpone — ¿Qué sucede, perro sarnoso? —Nunca se llevaron bien sus razas como para mantener un teatro cordial real fuera de los acuerdos de no agresión.

—Los vampiros, están atacando el campamento de las Caléndulas naranjas —Un tipo de flor que posee este color.

—Imposible, mi raza no haría algo tan estúpido como eso, más si rompe el acuerdo de paz entre territorios.

—¿Acuerdo de paz? —Pregunta Lilith.

—Mi señora, hace cien años, incluso antes de usted llegar al trono absoluto, nosotros las criaturas de la noche teníamos incontables luchas internas, pero todo eso terminó cuando la ama Lilith apareció y delimitó tres terrenos para: brujas, lobos y vampiros. Los tres grandes clanes de todas las historias mágicas. Logró evitar que sus hijos se hicieran más daño —Plantea llevándose la mano al pecho.

—¿Eso quiere decir que están incumpliendo mis propias reglas? —Levanta una ceja demostrando molestia. Hay algo en este mundo que le parece bastante curioso y es el hecho de que lo había soñado incontables veces.

—Así es, mi ama —Responde el can moribundo, sin permiso —Debe castigar a los vampiros...Merecen algo peor que la muerte.

—Me ocuparé de esto, pero preferiría que no se metan ni hablen sin mi permiso, o los decapitaré —Marca su falta de respeto optando por un tono frío luego de entender la situación, un mundo mágico, el que siempre soñó y creó.

Vincent por su parte se arrodilla y sus ojos muertos se llenaron de brillo, adoraba cuando ella hacía amenazas —Perdóneme, mi señora.

El lobo no puede mantenerse en pie ni le queda mucho tiempo de vida pero Lilith extiende la mano y una esfera de sangre cubre todo el cuerpo de la criatura. Nadie podría ver lo que pasa en el interior pero de a poco todos sus tejidos se reconstruyeron a la perfección.

El lobo es capaz de reincorporarse recuperando su altura de dos metros, pero luego cambia su forma de a la de un humano. Sus cabellos eran naranjas; sus ojos, verdes como la propia naturaleza más viva y un cuerpo ejercitado a la par que cubierto de cicatrices que demuestran un arduo entrenamiento.

—Gracias señora, pensé que sería mi último día.

—Agradécemelo llevándome al campamento de las brujas —Por dentro disfrutaba casa segundo de ese hombre desnudo pero respondía con la mayor serenidad —Es hora de que sean castigadas.

—¿Pero…las brujas? Ellas no tienen que ver en esto... —Como sí de un rayo se tratara el lobo no pudo continuar hablando ya que la vieja espada de hielo ahora estaba entre sus dientes  tras un rápido movimiento de Vincent.

—No cuestiones las decisiones de nuestra ama, sus motivos tendrá —Su mirada es fría, si fuera posible lo hubiera decapitado ahí mismo.

—Recientemente adquirí el poder de ver el futuro... Es todo —dijo ella con una sonrisa radiante sin perder el glamour; llevó un dedo a sus labios, conocía a la perfección cómo era cada clan; aún más sus tres favoritos. —Vamos —No corrigió en ningún momento la acción de su guardia.

La dama no recordaba un pasado pero sí sus deseos y entendió el funcionamiento de ese mundo, era justo lo que ella quería. Con conocimiento de su magia, o la que quería que esta fuera, creó un portal delante de ellos que daba a la base de las brujas, un pantano lleno de cadáveres humanos colgados en los árboles y plantas de acónito entrelazadas a collares de ajo.

Sus acompañantes son afectados automáticamente por la presencia de estos objetos orgánicos, debilitando su cuerpo.

—Justo como lo imaginé —comienza a caminar por el pantano como si el agua fuera sólida, nunca mojó sus zapatos —Caminen —les dice a la par que hace levitar fuera del terreno de los árboles los objetos que les afectan.

—Gracias, mi señora —Dijo el vampiro recuperando su estabilidad.

—Esto es vergonzoso... Dos veces ayudado en un día —El canino sigue desnudo junto a ellos, es natural para esos seres que viven en forma de lobo, la ropa solo estorbaría a la hora de la metamorfosis.

—Según mis recuerdos, delante estará el campamento principal, deben tener varios cuerpos humanos y estarán usando magia negra para crear nuevos vampiros y atacar a los lobos para forzar a estos dos clanes a destruirse mutuamente.

— Por eso me dan asco... —Susurra Vincent acercándose a su señora.

—Entonces debemos apurarnos, mi manada quería hacer un contraataque al amanecer, cuando los vampiros son más débiles.

—Estúpido, a este bosque jamás llega la luz del Sol —Repuso el vampiro ante su enemigo natural.

—Te equivocas Vincent, este bosque sí tiene la entrada de luz solar, solo que es la magia de las brujas la que lo mantiene en eterna oscuridad...Si ellas ayudan a los lobos entonces pueden hacer ese ataque. Parece que desde las sombras están  los dos bandos cooperando —dice Lilith con cierta frialdad y desliza la mano por la mejilla del hombre para luego sonreír.

—Tenemos que apurarnos entonces. Malditas brujas ¡Las mataré a todas! —La mano en su mejilla le toma el rostro de forma brusca.

–No, no las matarás, una raza menos en este bosque afectará el equilibrio, así que no quiero agresiones, déjenme esto a mí. Tú, lobo —Llama la atención del exhibicionista.

—Me llamó Kurt, señora —Objeta el ante sus palabras y bufo — ¿Qué desea?

—Que notifiques a tu clan antes de hacer una locura —Indica calmadamente —Estás perdiendo el tiempo — Le entrega una hoja con letras de sangre y su sello estampado en ella —Esto será suficiente.

—Iré lo más rápido que pueda, mi señora —Coloca el pergamino en la boca y luego adopta su forma de lobo para abandonar el sitio a la mayor velocidad que puede.

Luego de marcharse, la mujer sigue avanzando por el bosque hacia la base de la brujas. Mientras se acerca pueden advertir diferentes rosas en blanco y negro como si guiarán hasta allá.

Un altar con un cadáver está en el camino. Se puede ver aún el rosa en la piel del hombre muerto pero lo más escalofriante es la anciana de manos venosas y rostro lleno de arrugas que se encuentra profesando un ritual de palabras extrañas sobre el muerto.

—Di antiqui hanc carnem vivificant et animabus vescuntur —Son las palabras que salen de su boca pero se queda muda de repente por obra de Lilith.

—Crear criaturas, el mayor pecado que alguien puede cometer…y aún más en mi presencia —Apunta la reina y madre de los monstruos —como inicio para una guerra en mi reino.

—Lilith...¿Qué hace aquí? —La anciana retrocede —Usted no debería estar aquí.

—¿Crees que algo puede escaparse de mi ojo? —En realidad solo fue una simple coincidencia que ella llegara a ese terreno por un paseo.

Vincent va donde la anciana y la toma por el cuello alzándola en el aire. Esta no opone resistencia —Solo dígalo mi ama y le romperé el pescuezo.

—Espere...esto no es culpa mía...Se lo puedo explicar —Murmura la anciana a duras penas por la presión en su cuello.

—Habla, anciana —Sus palabras salen con suma calma —Vincent, no hay necesidad.

El hombre le suelta con grandes niveles de recelo, no sin antes dejar una marca y pequeño hilo de sangre provocado por sus garras. —Habla rápido, anciana.

—Gracias, mi señora —La anciana pasa sus manos por su cuello —Esto es necesario...Son cada vez más las víctimas de los vampiros y ataques de lobos. Tengo, y estoy en el deber, de proteger a mi gente.

—¿A costa de la vida de otras razas? —La voz resuma autoridad.

—A costa de lo que sea... —La cabeza de la mujer sale volando por los aires por la acción del vampiro, sus segundos antes de la muerte cerebral le hacen observar la escena desde el suelo, decapitada.

—Perdone, mi ama. Nadie tiene derecho a hablarle de esa forma —Expone serio.

—Acabas de matar a nuestra principal pista...Vincent —Su voz suena molesta y aumenta de forma considerable la gravedad en el área haciendo que el vampiro caiga al suelo para luego caminar sobre él poniendo su pie en su espalda —No vuelvas a hacer nada sin mi permiso —revive a la bruja.

—¿Qué pasó?... Juraría qué morí —Mira al vampiro con rabia.

—Te traje de entre los muertos, bruja. Espero que deshagas los planes que tienes sobre tus vecinos o yo misma me encargaré de eliminar a tu clan. Claramente les daré un castigo a ellos también por atacar vuestro campamento en busca de comida —Deja escapar un aire innecesario que había en sus pulmones y mira a los árboles —Las otras chicas de tu aquelarre pueden dejar de esconderse, mis ojos ven a través de la magia ilusoria.

Hay unas doce chicas más con las mismas ropas que la anciana, pero más jóvenes, alrededor de ellos, observando la escena, listas para atacar de ser necesario. Sin embargo, una de ellas se encuentra congelada en su totalidad, osó atacar a Lilith en silencio cuando el corte fue hecho así que el vampiro la ejecutó también. 

—Vincent, nos vamos. Es hora de solucionar el problema de comida de los vampiros —Espera a que su sirviente se levante.

—Perdóneme, señora —Se alza y mantiene la cabeza abajo, apenado. A ojos de las brujas simplemente se desvanecen.

Cuando son tele transportados a los callejones del barrio “La Sangre” ella procede a arreglar su corbata y acariciar la mejilla del hombre —Mi fiel Vincent...Bien hecho —Pronuncia ante su iniciativa de cortar el cuello de la mujer y darle la oportunidad de mostrar sus capacidades.

—Tantos años a su lado me ha permitido saber qué desea...Mi ama, o eso creo —Su voz denota satisfacción.

—Te ganaste una recompensa... —Lleva sus labios a los de él para sellar su buen comportamiento en un beso pasional que dura varios segundos. Sin embargo la chica es inexperta en esto fuera de su confianza natural dada por su raza actual de demonio, por lo que el hombre inmediatamente toma la iniciativa y la sostiene por la cadera acercando sus cuerpos.

Las mejillas de la joven arden en rojo y se despega del beso visiblemente nerviosa —Vamos...Vin.

El hombre está en extremo feliz de esa oportunidad de su señora —Sí, mi ama, haré lo que ordene —Le gana en experiencia por mucho, al final en el mundo real solo era una marginada que rezaba por huir.

—Debemos ver...Al jefe de ganado...Es posible que los humanos estén escaseando en vuestras reservas...O sea simple instinto de caza. Como sea...Si no dejan de hacerlo, tomaré medidas —No era capaz de mirarle a los ojos, ese choque con su inexperiencia real la dejó expuesta —Vamos rápido —comienza caminar dejando el sonido de los tacones en los adoquines de la ciudad con ambientación en la nocturna época victoriana.

—Puedo llevarla a los corrales de humanos pero no creo que sea un lugar para mi señora —Dice él, guiándole.

—He visto cosas peores, no será lo más perturbador.

Va a su lado hasta llegar a algo parecido a un corral para cerdos pero en su lugar estaban habían humanos, realmente era algo desagradable de ver. Todo está limpio a excepción de esos cien espacios para “la crianza del ganado”. ¿Fuera del raciocinio, qué diferencia a los humanos de otros animales?

—Llama al jefe de esto —Ordena ella tratando de no ver o hacer caso a su vieja raza, ya no quiere pertenecer a ellos y había luchado contra dioses y ángeles para que los abandonaran.

—¡Señora! —Llega una mujer de alrededor de un metro y medio que notoriamente es vampira — ¿Qué la trae por aquí, mi ama?

—La caza de brujas —Dice directamente y la sangre de la pequeña mujer se congela en el acto, bueno, más de lo que ya estaba.

—No señora, no hacemos nada como eso —Rebate de manera apresurada.

–Mientes —Agrega de forma suave —Puedo leer mentiras, niña –Esa forma de llamarla es curiosa ante el hecho de que “esa persona bajita” había vivido más de quinientos años.

—¡Perdóneme! —Se arrodilla —Es que la sangre de brujas...es más cara y deliciosa —Sus colmillos se asoman de forma involuntaria.

—Reúne lo más rápido que puedas a todos los trabajadores que han participado en ese contrabando o te aseguro que morirás de la forma más dolorosa y lenta posible —Señala a un corral donde había una mujer mal expuesta como los demás —Ni saben esconder sus fechorías. Dejaron expuesta a una bruja —Sus palabras parecen estacas de hielo.

—¡Inmediatamente! —La chica va corriendo a localizar a todos los trabajadores, unos quince, y son colocados frente a ella. —Están todos, mi ama —Se encuentran asustados ante lo que podía pasar.

—Seré clara, no quiero más choques ente los diferentes clanes —Crea quince estacas de madera de dos metros —Cuando vuelva a pasar algo así —Hace levitar al primer hombre y lo empala sin piedad —Se repetirá esto...Y creo —Hizo lo mismo con el segundo —que no —lo repitió con el tercero —les va —con el cuarto —a gustar —con el quinto.

Todos los hombres que quedaban conscientes en esa sala se llenaron de terror ante lo despiadada que podía ser su reina pero Vincent estaba fascinado por el nivel al que llegaba para imponer su poder y la paz, amaba esa crueldad.

—Dejé vivos a diez, la próxima vez serán cero. No, espero que no haya próxima vez —Todos se arrodillan y responden, bajo el miedo, un "Sí" al unísono.
—Perfecto...Y tú, la administradora —La hace sentir un dolor mayor a haber muerto y sido torturada unas cien veces —Te dejaré vivir porque espero —La toma por la mejilla y clava sus uñas en estas —Que no lo repetirás de nuevo, o será peor —Sonríe de forma cínica.

—L-lo... L-lo... —Las palabras no logan salir de su boca. Cuando su rostro es liberado sus piernas se doblegan y cae al suelo abrazando su propio cuerpo.

Lilith se dispone a marcharse y fue detenida por la pregunta de su compañero —¿Mi ama, no dejará ir a la bruja?

—No, su mente ya está perdida, no sirve de nada ayudarle...Mátale —Sigue caminando mientras su sirviente lleva a cabo la orden.

Por mucho que quisieran ayudarla ya estaba muerta por dentro.

De vuelta en el jardín de rosas azules se toparon con el compañero lobo que al verlos recuperó su forma humana—Mi señora —se arrodilló, era algo menos formal verlo hacer esto sin nada de ropa y con su miembro expuesto.

—Kurt, ¿Qué lograste? —Pregunta ella revisando las flores muertas a los pies de Vincent.

—Logré detenerlos, pero ahora quieren atacar a las brujas, creen que son una amenaza.

—Todos son una amenaza en el fondo —Deja escapar otro falso suspiro — ¿Tendré que ocuparme de ellos también?

—No, no debe, yo veré la forma —Dice el lobo tratando de conservar su orgullo, aunque también eran territoriales en cuanto a su manada y tierras.

—Eres un inútil que ni eso puede hacer —Escupe Vincent despectivamente.

—Cállate, estúpido muerto —Gruñe enseñando los colmillos.

—Me harán perder la paciencia —Agrega Lilith dando pequeños toques con su dedo en el brazo tras cruzarlos.

—Perdone —Dicen al unísono.

—Kurt, llévate esto —Por sus mejillas comienzan a caer lágrimas de sangre que son cristalizadas y vueltas gemas preciosas de color rojo brillante.

—Mi señora...No debo aceptarlo —dice el lobo, molesto por ver a una dama llorar.

—Estas dos lágrimas contienen todo lo que vi hoy, si se las muestras a los tuyos debes de poder controlarlos a través del  miedo...Y si te tragas la segunda ejecutarás en mi nombre al traidor que ha estado cazando brujas en las noches de luna llena...

—¿Cómo lo sabe? —Sacó los colmillos.

—Es fácil de suponer...También espero que dejes de hacerlo tú —Agrega, siguiendo sus sueños.

—Perdón. El hecho de que sea tan piadosa de perdonarme la vida me impedirá volver a tomar ese camino —Sin embargo, el lobo miente.

—Puedes marcharte —Le mira fríamente.

—Sí —Adopta su forma de bestia y parte con las dos lágrimas hacia su manada.

—¿Por qué fuiste tan permisiva con los lobos? No es propio de ti. Incluso mataste a cinco de mi raza.

—Me decepcionas... Vincent —Se voltea con una rosa marchita entre los dedos hacia su compañero —Soy la reina de los demonios...Si realmente hay una manada de lobos que cazan brujas, verán morir a Kurt de la peor manera posible solo por mi lágrima, mandando un mensaje de miedo —Camina hacia él y se recuesta en su pecho —La paz en mi reino la mantendré a cualquier costo —Levanta la vista hacia el rostro del vampiro.

—Oh... Mi ama, perdóneme, no debí dudar de usted —Está avergonzado de sus propias palabras —Es por excelencia la reina de los demonios y criaturas —La acerca por la cintura dejándose llevar por su deseo, uno que no poseían los vampiros así que entendió que lo estaba implantando en su cuerpo su acompañante.
—Vamos a casa... A mi castillo, quiero una noche de paz —se inclina y vuelve a besarlo pero esta vez de forma rápida.
—Será un honor asistirla, mi reina.

(...)

Una puerta enorme cae delante de ellos. Tiene la forma real de Lilith, su forma humana sin mucho que destacar. La mujer mira hacia allí, preocupada, el miedo invade su cuerpo. De pronto todo a su alrededor desaparece: El jardín de flores azules y marchitas, también Vincent.

— ¿Qué es esto? No... ¡Devuélveme todo! —Grita desesperada.

Se empezaron a escuchar los gritos de los doctores:

—¡Sube el voltaje!

—¡La perdemos! ¡Sus constantes vitales están muertas!

—¡Lleva ya cuarenta segundos así!

Dicen el conjunto de personas de blanco que la atienden. Junto a sus voces está el sonido constante de la máquina, esta se detiene y recupera el de un corazón normal latiendo.

—Constantes vitales estables —Dice uno de ellos salvándole la vida y la chica abre los ojos observando la sala.

Es un salón de emergencias de un hospital, todo es blanco y las personas también visten así. La luz del techo aún daña su pupila. El estómago y brazos le dolían como el demonio. En ese momento recuerda todo...Había sufrido un paro por sobredosis.

—¡Idiota! Eres una maldita inútil —Su madre da golpes en la cama molesta y un doctor la separa —¡Maldita niña que no hace nada bien, siempre nos das problemas!

—Cálmese, señora —Dice el médico que la alejaba.

Los ojos de la joven no hicieron caso a sus gritos, era algo que siempre escuchó, sus regaños y las palabras de nunca ser suficiente, por eso trataba de huir a esos mundos de fantasía donde era alguien. La chica mira el techo de nuevo, le da igual que la luz dañara sus retinas, solo la observa fijamente recordando cada segundo siendo una reina, esos segundos en los que estuvo muerta. Lilith deja caer sus parpados por el dolor, y termina dejando salir dos lágrimas silenciosas a cada lado de su mejilla, no había sangre en ellas.

"Mi segundo intento falló, Vincent, pero cada vez que entro en paro puedo volver junto a ti. Por favor, espérame, tu reina algún día volverá"

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