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Capítulo 28. La Isla Maldita.

"Dejé toxinas por todas partes y me transformé en el factor más letal y mortífero para la raza humana, tan adverso como el magma que sepulta y cementa latentemente el corazón de un volcán."

Sacudiendo mi cuerpo en la empinada caída me acerqué a un remolino de humo rojo que me absorbía, el humo giraba rápidamente mientras emitía potentes ondas de calor que quemaban mis piernas. Después de traspasarlo fue como caer sobre un rustico pavimento en donde quedé acostado por un segundo, y en un santiamén estaba de pie en el medio de un inmenso lugar apoderado de penumbras y flamas.

Había una oscura y siniestra energía que me provocaba una pesada carga sobre la espalda, los desgarradores gritos de llantos y sufrimientos sonaban al igual que un alarido perruno, sollozos ahogados y lamentaciones retumbantes que hacían el bullicio, a su vez, caían poderosos relámpagos y tormentas de fuegos en el horizonte. Estando de pie en una zona plana podía estar alejado de los monstruos que hacían clamar a muchos dolientes, ¿Por qué están desnudos? Cada persona estaba desnuda y de rodillas con inmensas cadenas sobre sus cuellos y entre sus manos, a una determinada distancia había una montaña de personas empujándose, peleándose y golpeándose para llegar a la cima, pero en aquella cima estaba un altísimo hombre musculoso de piel chamuscada con cuernos saliendo de su cabeza.

Me eché atrás lentamente y me topé con un par de hombres cuyos rostros se iluminaban con la candela de los cuerpos enardecidos, ¡Hades el soberano de los tenebrosos infiernos, y Balam el Rey de cuarenta legiones demoniacas! Quienes sostenían un cetro de oro de dos puntas cada uno.

– ¡Hace tiempo sin vernos! –Rugió la ruda voz de Balam–, bienvenido seas al infierno.

– ¡No temas, muchachos! –Dijo Hades con una voz extrañamente desentonada–, todavía no estás listo para albergar en el infernal inframundo.

– ¿Por qué estoy aquí? –Grazné–, No estuve listo para morir aún.

Balam dejó soltar una tos áspera y expulsó humo de su nariz, los ojos de Balam brillaban con un extremo odio penetrante.

– Sé por todo lo que has pasado desde el primer segundo que arribaste a Núremberg, –replicó Balam–, tú eres un chico complicado y despistado, creo que eso pudo haber sido la razón por la cual tus verdugos arremetieron contra ti.

– ¿Por qué lo dices? –Pregunté eludiendo mis nervios–, me dejaste caer... En aquel tiempo creí que de verdad hablabas en serio, al salir de las catacumbas mi vida se destruyó después de ser crucificado, ¿En dónde estabas tú? Pensé que no permitirías el desplome que tuve en el mes de octubre, ¡Pasaron meses, y tú me dejaste en la sufriente soledad del desierto!

– Sólo quería ver lo lejos que podrías llegar... Y, –resopló Balam–, sé lo fuerte que has sido todo este tiempo en el que me aseguré de que hice lo correcto en elegirte.

– ¡Estás aquí porque queremos que vayas a Sodoma, será tu próxima misión! –Exclamó Hades estentóreamente–.

– ¿Sodoma, por qué? –Pregunté titubeado–.

– ¡Allí encontrarás la fortuna que te prometí, tú riqueza! –Respondió Balam con azorado–, ¿O ya no la quieres?

– ¡No, no intentes tentarme otra vez! –Negué con la cabeza–.

– Estás en una prueba, –replicó Hades–, hemos pensado que no estás en la capacidad para poder ser un monarca.

– ¡Te falta la maldad que necesitamos! –Protestó Balam–, ha de no aprobar la prueba sería posible dejemos de buscarte.

– ¿Y cómo podré ir a Sodoma si estoy muerto? –Bramé–.

– ¡Ve a Sodoma, allí estará la fortuna que Balam te ofreció por tu alma y tu valor! –Rugió Hades–.

– Ahora todo parecerá haber sido un sueño, –dijo Balam–, despertarás con dudas y confusiones que seguro bloqueen tu mente.

– ¡Bien! –Afirmé con la cabeza–.

Los infernales se dieron la vuelta y desaparecieron misteriosamente entre las tinieblas, yo seguía confundido por algunos detalles que quise preguntarles antes de que desparecieran, pero, en un parpadeo ya no estaban allí. Repentinamente, el silencio se apoderó del infierno con la aparición de un colosal agujero de fuego en el suelo, una fuerte atracción me haló y me tragó en un túnel oscuro que me trasladó a otro lugar inesperado; muchas imágenes se vinieron a mi mente durante el viaje, eran recuerdos fugaces que me fulminaron la conciencia con inesperados momentos lucidos. ¿Estaba regresando a la vida? Todo parecía como si estuviese recuperando la memoria de ambas vidas perdidas.

3 días después...

¿Qué es este lugar? Desperté en un inmenso palacio en el que había fogatas, candelabros e indios cercándome mientras yacía en el suelo, con la vista nublada me levantaba quejumbroso y vacilado escrudiñando mi cuerpo para revisar las heridas que ya no sentía, ¿Quién me puso esta ropa? ×PenséØ Tenía la indumentaria de un Rey medieval, en el interior tenía puesta varias capas de prendas coloridas y por encima una lujosa túnica de color azul real. En el momento que mi vista pudo despejarse solté una mirada de sobresalto, estaba en el centro de un espacioso palacio que se constituía de lámparas, jarrones de oro y decorativos excéntricos, en donde había cientos de indios con taparrabos y otros desnudos, al ponerme de pie sentí mareos consecutivos combinados con fatiga y debilidad, ¿Quién es esa mujer? ×Me pregunté al observar a una mujer vestida de reina sentada en un tronoØ, piel morena y contextura robusta, ella sostenía un cetro cubierto de gemas y colores en su mano derecha, tenía un frondoso vestido turquesa y llevaba puesta sobre su cabeza una corona plateada.

Entre los indios estaban aquellos humanoides que vi el otro día cuando llegué a la isla, parecían verse más normales que la otra vez. La mujer se levantó de su trono y bajó las escaleras del palacio, con los dedos se sostuvo el vestido y se acercó hasta mí.

– Hola, Jericco. –Dijo la Reina lanzándome una sonrisa–.

– ¿Quién eres, cómo sabes mi nombre? –Pregunté deslumbrado–.

– Todos sabemos quién eres, –contestó refinadamente tendiéndome la mano–soy Ranavalona I la Reina de esta paradisiaca isla separada de mis enemigos, muchos me llaman tirana y déspota, pero no soy lo que es Orión... ¡Oh! –Dijo acordándose de algo–, seguro que no lo has notado, te hemos salvado de la tragedia que por poco te mata, puedes mirarte con el reflejo de las gemas de mi cetro.

Ranavalona levantó su cetro y permitió que mirase en él.

– ¡Oh, vaya!... –Vociferé petrificado al ver que mi cara sanó–, ¿Qué hicieron con mi rostro?

– La magia lo puede todo, –respondió ella cortésmente–, estas aquí por una razón... Sé que ya conociste la sociedad secreta de magos, nigromantes, alquimistas y brujas que estaban en las catacumbas de Memphis.

Le devolví su cetro y ella lo recibió con firmeza, hice un gesto con mi boca de incomodidad al notar que ella estaba al tanto de mi vida.

– Hmmm... Claro, fue hace algunos meses que estuve allá, –concordé–, creo que todos murieron cuando las catacumbas fueron intervenidas por Orión.

Ranavalona me esquivó la mirada y se dio la vuelta, miró a la puerta del palacio y parecía ocultar algo con su misterio.

– ¡Las catacumbas fueron detonadas por cientos de explosivos!, –exclamó resentida–, muchos perdieron sus vidas cuando los escombros los aplastaron, otros murieron quemados y asfixiados...

Un fuerte sentimiento me atragantó, pensé en las buenas personas que me recibieron en aquella noche antes de ser arrestado.

– ¡Lo sabía, los inquisidores estaban preparando algo funesto contra ellos! –Rugí afligido–, ellos me quitaron a dos personas que amé con todo mi corazón.

– Te quiero presentar a un grupo de personas que han estado esperando por este momento en mucho tiempo, –repuso ella parpadeando con coquetería– ¡Abran la puerta!

– ¿A mí?, –pregunté extrañado–.

Era inaudito saber que un grupo de personas querían verme, siempre crecí sin recibir amor o el apoyo de alguien.

– ¡Así mismo! –Exclamó con mucha emoción–.

Cuatro indígenas de la tribu corrieron a la puerta del palacio y la abrieron. En el palacio entró una gran cantidad de personas, muchos rostros de ellos se me hicieron conocidos, pero no podía reconocerlos al instante, ¿Dónde he visto a esas personas? ×Me preguntaba mientras observaba a la genteØ, ¡Oh, no puedo creerlo! ×Estallé con una risa ahogadaØ ¡Eran los sobrevivientes de Memphis! ¡Todos ellos fueron quienes me glorificaron cuando arribé en el aquelarre!

– ¡Larga vida, larga vida, larga vida, larga vida! –Gritaban ferozmente con aplausos y chiflidos–.

Me topé con la mirada de Ranavalona y compartimos una sonrisa de alegría.

– ¡Esto es un sueño! –Exclamé boquiabierto y sonriente–¿Cómo pudieron escapar de los lobos hambrientos?

Petrificado de la emoción me acerqué a ellos con ímpetu y de inmediato extendí mis brazos para abrazarlos, realmente no podía seguir esperando para hablarles de todo lo que viví en aquellos largos meses. Todas las personas se juntaron en un gran montón y me levantaron mientras seguían gritando ¡Larga vida! Yo estaba atragantado de la felicidad mientras las personas me hacían brincar, era increíblemente fantástico saber que todos habíamos superado el mismo suplicio del año anterior, las personas me bajaron cuidadosamente y Ranavalona se acercó a mí para decirme algo.

– Por mucho tiempo viví odiando y liquidando brujas, –habló Ranavalona en voz alta dirigiéndose a todos–, asesinando a muchos inocentes que probablemente no tenían la culpa de ser víctimas de la iglesia. ¡Pero si de algo no me arrepiento, es de haber asesinado a cientos de cristianos! Porque fueron ellos los que se encargaron de separar a nuestro mundo.

Todos aplaudieron ante las palabras de la Reina y fue allí cuando tomé la palabra.

– ¡Es nuestro momento para acabar con la iglesia y el imperio de Orión! –Contesté enseguida–, los cleros son el mayor fraude que ha podido existir. ¡Se valieron de la imagen de una mujer asesinada por muchos siglos, con el único fin de intimidar a los pueblos más pobres y desolados! ¡Es hora de hacer justicia!

– ¡Y en pleno mes de mayo, quiero notificarles que la guerra comenzará el 6 junio del 1514! –Anunció Ranavalona con firmeza–, vamos a intervenir a Memphis y Núremberg para destruir a esos inmundos paganos.

Ranavalona tenía grandes tropas de indios que estaban entrenados para las guerras sangrientas.

– ¿Cómo podremos prepararnos para ello? –Interrumpí–.

– ¡No se preocupen! –Exclamó ella–, mis tropas serán quienes lucharán por la libertad de nuestro espíritu. Ahora quiero que le den una fuerte bienvenida a la mujer que me ayudó a cambiar, esta gran heroína me permitió ver el otro lado de la vida para saber lo corta que es nuestra historia, ¡¡Ella es Roxette!!

– ¡¡Por todos los cielos!! –Grité conmocionado con un alto salto de emoción–.

Era lo que menos esperaba para mí, no podía creer que Roxette estaba con vida y la justicia de desaparecer el reino de Orión estaba cada vez más cerca. Corrí rápidamente hacia Roxette y ella me recibió con los brazos tendidos, fue medio año sin verla en el que pensé que nunca más podría verla de nuevo.

– ¡¡Ohhhhhhhhhh, Jericco!! –Resopló ella abrazarme–, todo este tiempo pensé que habías muerto en aquella cruz.

– ¿Cómo hiciste para escapar del patíbulo? –Grité vacilado–, por suerte tuve la dicha de ser salvado por un precioso ángel que también murió en manos de nuestro verdugo.

– Tú poder me salvo, tu gran espíritu cuidó de los que se escondían en las catacumbas de Memphis, eres el nuevo Rey de Pléyades, ¡Pero ya no importa, olvidemos todo el dolor que sentimos! –Replicó Roxette– no pensemos más en el pasado y disfrutemos de este prodigioso milagro. Todos estos meses estuve aquí para alejarme del mundo, un día después de la crucifixión regresé a Memphis para saber si habías sobrevivido, pero, había una inmensa soledad que me hizo creer que estabas muerto y, pensé que te había perdido para siempre.

Roxette soltó un llanto destrozado y se apoyó en mis brazos, Ranavalona se acercó a nosotros y puso su mano sobre mi hombro con una tenue caricia.

– Ya todo está bien, –musité con la voz quejumbrosa–, ya nada podrá pasarnos porque estamos a salvo en esta isla y en cualquier otra parte de Pléyades. ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando estábamos clavados en la cruz? Mientras reíamos y llorábamos sin sentido alguno.

– Todo estará bien... ¡Sí! –Dijo ella pensativa al recordar–, estaremos juntos para todo lo que pueda venir de ahora en adelante.

Las personas estaban animosas y juiciosas, cuando vieron nuestra escena emocional rugieron con gritos y resonaron aplausos. Roxette los observó con afecto y esquivó la mirada con una sonrisa para encontrarse con Ranavalona, Roxette hizo un gesto de amabilidad y sujetó la mano de Ranavalona para luego apretar la mía al mismo tiempo.

– Oyeee, –me dirigí a Ranavalona con un susurro–.

Ranavalona volteó la cara y me miró fijamente con atención.

– Dime, –dijo Ranavalona–, ¿Necesitas algo ahora?

– ¿Podemos hablar a solas? –Pregunté discretamente–.

– ¡Por supuesto! –respondió Ranavalona afablemente–, sígueme, vamos al salón.

Ranavalona soltó la mano de Roxette y se dirigió al salón de su palacio, Roxette se sintió sugestiva y quiso saber lo que hablaba con Ranavalona.

– ¿Qué sucede? –Preguntó Roxette con curiosidad–, ¡Ni se te ocurra tramar algo sin invitarme!

– ¡Ven! –le respondí mientras seguía Ranavalona–, será mejor que estés presente.

– ¡Espérame! –exclamó Roxette caminando detrás de mí–.

Me detuve a esperarla hasta que sujetó mi brazo derecho y caminamos al salón. En aquella zona del palacio Ranavalona conservaba pinturas y esculturas de arte renacentista, tal cual cómo: El cuadro del nacimiento de Venus por Sandro Botticelli, otro cuadro conocido como El Nacimiento de Adán por Miguel Ángel, El Hombre de Vitruvio por Leonardo da Vinci, además de esculturas famosas que irradiaban belleza autentica como Madonna de Brujas, otra escultura de Miguel Ángel. Al igual que otras obras artísticas en el museo del palacio.

– ¡Wow, que estupenda galería de arte! –Dije admirado–, hmmm, bueno. Necesito ir a Sodoma próximamente, tengo una misión por hacer y creo que ese sería el punto final para regresar a Núremberg.

– ¿Qué es lo piensas hacer en Sodoma? –Preguntó Ranavalona lanzando una mirada de confusión–.

Ranavalona miró a Roxette vacilada y Roxette estalló en risas.

– ¿Acaso tendrás un encuentro sexual? –Dijo Roxette sarcásticamente–, ¡Jajaja!

Ranavalona detonó una fuerte carcajada y me golpeó el hombro.

– ¡Invítanos! –exclamó Ranavalona–, en Sodoma podrías encontrar lo que busques para entretenerte.

– ¡¡Noooo!! –bramé constriñendo el ceño–, me refiero a que visitaré el castillo abandonado de Balam para culminar una faceta de mi vida, sé que Sodoma está cerca de Núremberg y podría ser mi trampolín al triunfo.

– La verdad es que sería una muy buena idea, –comentó Ranavalona–, a partir de ahora mis tropas te entrenaran para prepararte de lo que pueda sucederte en Sodoma.

– Me parece genial, –asentí con la cabeza–, pero, ¿En cuánto tiempo podré estar listo para irme a Sodoma?

– ¡Agosto! –Exclamó Ranavalona claramente–, serán 3 meses de entrenamiento constante, la guerra comenzará en junio y terminará a finales de agosto.

– Yo podría acompañarte a Sodoma, –dijo Roxette sonriente–, si pelearás con alguien yo también lo haré por ti.

– ¡Sí, sería más que divertido! –Respondí–, aunque podría ser peligroso y no quiero arriesgarte para perderte de nuevo.

– ¡Deja lo negativo! –Increpó Roxette–, ¿Por qué crees que entrenaré contigo todo este tiempo?

– Bueno... Quizás tenga razón, –repuse–, ¿Sabes nadar?

– ¿Por qué debe saber nadar? –Preguntó Ranavalona–.

– Pues...Para cruzar el mar de Pólux, –respondí–, será complicado naufragar otra vez.

– ¡Idiotaaaaa! –Exclamó Roxette irónicamente–, para ello nos iremos en un bote que Ranavalona podrá facilitarnos, ¿No es así?

Roxette direccionó su mirada hacia Ranavalona y arqueó una ceja.

– ¡Es obvio! –concertó Ranavalona soltando una risa–, uno de mis choferes podría llevarlos a las orillas de Sodoma.

– ¡Oh, será mucho mejor! –Exclamé con un resoplido–, yo mismo devoraré a mis enemigos cuando regrese a Núremberg.

– ¿Cómo piensas hacerlo? –Preguntó Ranavalona–, debes ser astuto e inteligente para dar tu primer ataque.

– Primero atentaré contra la vida de los más vulnerables y dejaré de último a los inexpugnables, –respondí apretujando la dentadura y constriñendo la cara–, no perderé la oportunidad de asesinar a esos malditos bastardos.

– También regresaré a Núremberg, –coincidió Roxette–, no irás solo para ese pueblo sin mi presencia.

Ranavalona nos observó confundida y abstraída, pero a la vez preocupada.

– Oigan, –dijo Ranavalona–, pueden contar con mi apoyo para el uso de protección o traslado, pero, por favor cuídense porque la guerra será fuerte.

– No te preocupes, querida, –dijo Roxette–, esto apenas está por comenzar.

– ¡Comencemos el entrenamiento! –Exclamé competente–.

Roxette sonrió con picardía y guiñó su ojo cuando miró a Ranavalona, había mucha tensión cuando el suspenso remató nuestra paciencia. Durante todo el mes de mayo nos preparamos en defensa personal, la tribu nos enseñó a usar armas y a pelear contra rivales de todos los tamaños; llegó junio y la guerra comenzó cuando las tropas de Ranavalona atacaron a Memphis, el ejército cristiano de Núremberg intentó en muchas ocasiones traspasar las barreras de la isla para intervenir.

A mediados de junio muchos militares cristianos invadieron las zonas acuáticas de la Isla del Fuego, estaban rodeándola con barcos mientras pretendían el secuestro de Ranavalona y adueñarse de sus tierras. El hijo de Ranavalona estaba en Núremberg pidiéndole ayuda a Orión para acabar con el reinado de su madre, Ranavalona estaba triunfando en su colonia mientras que más de 150.000 personas morían en su imperio, muchos la veían como la reina genocida de Pléyades. 

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