Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo VIII

Kurutta.

Hace un mes conocí a una chica linda. Su carne es rosada y sus cachetes se ruborizan cada vez que me dirijo a ella.

Aquel día la invité a cenar, claro, teniendo preparados todos los utensilios para desollar.

Cuando llegó serví las entradas.

Ella parecía encantada con mis brochetas. Tal vez haga algunas más con su carne.

La charla fluyó como la sangre lo hacía hacia sus mejillas cada vez que le lanzaba un comentario coqueto. Aquello me provocó ganas de morder sus mejillas regordetas. Se miraba deliciosa.

Cuando ya no pude contenerme más, me lancé sobre ella.

Una de sus manos me sostuvo el mentón con la obstinada insistencia de darme un golpe, aunque lo único que lograba hacer era que mi cabeza retorciera con brusquedad. La saliva se desperdigó de mis labios hacia sus dedos, escurriéndose con agilidad por su brazo derecho al tiempo que ella exclamaba insultos y gritos escandalosos llenos de pánico, con esa mueca de asco y repulsión en el rostro.

Está bien que esté asustada, a diferencia de las prácticas culinarias tradicionales, para la gente como yo. La presa sabe mejor cuando está asustada.

Apreté su cuello sin dificultad y ella dejó escapar un quejido de asfixia entrecerrando los ojos. Sus labios se entreabrieron para decir algo incomprensible, pero yo era incapaz de soltarla, no podía dejar ir la oportunidad de atrapar a una más. En especial a esa, tuve que hacer un increíble esfuerzo para mezclarme entre su círculo de amigos, hacerla venir sola y, ¿todo para qué?, para degustar de un festín digno de un monarca o un dios.

Su carne, con esas tonalidades sonrosadas y tiernas, era perfecta para lo que yo deseaba hacer. Tenía planes precisos para cada parte de su cuerpo, anhelaba saborear de él como un amante oscuro que tan solo espera el momento justo de dar su estocada. Palpar cada centímetro de su piel, lamer esas extremidades suculentas, coger entre mis manos sus muslos anchos y su abdomen que se tambaleaba ligeramente de arriba abajo al compás de mis enérgicas fuerzas sobre sus senos; oh Dios, amaba esos turgentes y redondos músculos llenos de tierna y deliciosa carne.

Me sentía como un amante. Violento y salvaje. Empuñando mi cuchillo predilecto de hoja rígida, abusaba de mi víctima incrustadolo una y otra vez en su carne virgen y pulcra, desollando cada palmo de su cuerpo, almacenando para mi la sangre que caía sobre mis zapatos.

Me fascina degustar del delicioso aroma que desprende como incienso aquel cuerpo recién cortado, el último aliento de vida que conmociona cada parte de mi cuerpo, ese perfume que me guía a los confines más sublimes del paraíso: mi droga y mi estímulo.

Procuro siempre amar a mi preciosa víctima, intentando al extremo respetar su delicada piel, acariciarla con suavidad al tiempo que la hoja de mi cuchillo arrebata de sus rostros los últimos vestigios de lo que un día fue un ser humano.

Aunque, al final, lo único que queda de ellos es una masa amorfa y bizarra.

Es como si, con cada gota de sangre, se les escurrieran sus últimos sentidos, como si destilara hasta su propia alma, los sentimientos, los miedos y temores, hasta que la vida que les arrebato queda estampada en el suelo.

Como un mosaico.

Al terminar de relajar aquella preciosa carne, puse los restos que no usaría en una caja y los metí a la gran hielera de la cocina, tomé más o menos una libra de aquella jugosa carne y la puse en una bolsa.

Podía pasar perfectamente por una libra de carne de res.

Sonreí.

Ciertamente sabría delicioso.

Era una pena que gran parte de esta estaría destinada a parar en la cafetería de la estación de policía.

Narrador omnisciente 

Amaya miró a Ryu con desdén, no sólo porque era el hijo de un homicida sino que también la había humillado frente a toda la clase durante los entrenamientos de combate, saliendo vencedor de todos sus encuentros.

—¿No creen que es demasiado sospechoso que Honma sea tan bueno en todo? —preguntó Amaya, Izumi la miró con extrañeza.

—No realmente, él es uno de esos a los que llaman "genios" —Contestó Tokoyami, metiendo una cucharada de arroz a su boca—. Por cierto, él pidió que no cortaran su apellido, no le gusta que solo le digan Honma.

Amaya se encogió de hombros.

—No me importa, es muy extraño que todo lo haga de una forma tan exasperantemente perfecta, seguramente fue entrenado por los villanos —agregó, mirando como Ryu mantenía su vista en su comida mientras masticaba felizmente con una sonrisa—. Es tan feliz que es molesto y, sobre lo último, no me importa. No es como si fuera a escucharme.

La burla de Amaya hizo que muchos la miraran con el ceño fruncido.

—Iida, ese comentario está totalmente fuera de lugar —dijo Azula, mirando mal a la de cabellos azules.

Amaya se había dado cuenta de ello, ni siquiera sabía porque lo había dicho, pero era demasiado orgullosa como para aceptar que se había equivocado al hablar sobre la condición de Ryu de aquella manera.

—De todas maneras, es exasperante que no tenga que trabajar duro para que las cosas le salgan bien.

Aquel comentario molestó a Natsume.

—¿Y tú qué sabes? Ni siquiera te has molestado en conocerlo, solo lo juzgas por quien es su padre y no por quien es él —dijo, molesto—. Ryu no solo es "el hijo de Kotaro Honma", esa no es su esencia, así que espero que te abstengas de esos comentarios si no puedes separar al padre del hijo. Los errores de Kotaro Honma no son responsabilidad de Ryu. ¿Acaso no sabías que es por eso que permite que todos lo llamen por su nombre?

Aquel comentario descolocó a Amaya.

—Además, desmeritar su esfuerzo solo porque es un genio...—intervino Izumi—, decir que un genio no tuvo que esforzarse no solo es una falta de respeto sino que también es admitir la derrota, ¿acaso no has visto a Ryu cada mañana en el bosque perfeccionando sus técnicas? ¿no lo has visto entrenar más que todos casi al punto de que sus piernas no pueden con su propio peso?

Izumi sintió ganas de llorar por la impotencia, le dolía que Ryu fuera juzgado de una manera tan dura sin que lo conocieran previamente.

—Ryu es genial, yo jamás podría entrenar tan duro al punto de casi no poder caminar —agregó Nino, poniendo su mano sobre el hombro de su hermano para calmarlo—, no deberías desmeritar su esfuerzo. Seguro a ti no te gustaría que dijeran lo mismo de ti.

—Saben, no estoy segura de que el hecho de ser un genio sea el problema de Iida —agregó con Akane Naomasa con una expresión seria—, mi novia es una genio y, sin embargo, Iida nunca la ha atacado de esta manera tan absurda. Estoy segura de que el problema de Iida es que precisamente Ryu es un genio.

Azula le dio una mirada de desaprobación a Amaya, quien se sintió terrible al ver como todos se ponían en su contra, ella miró a Ryu, quien amplió su sonrisa con su mirada fija en su plato mientras cenaba.

—¡Esto es lo que él quiere!, que todos estén en mi contra, miren como está sonriendo.

—¡Ya basta, Iida! —exclamó Azula—. ¿Acaso no ves que está comiendo?, ni siquiera nos está mirando, no puede leer nuestros labios, además ni siquiera ha dicho una sola palabra desde que comenzó a comer. No seas ridícula y déjalo en paz.

Amaya, con los ojos llorosos, cerró los puños y se retiró del comedor.

Ryu levantó la mirada, manteniendo su sonrisa, observando como todos estaban tensos.

—¿Qué sucede?¿Están cansados por el entrenamiento de hoy? —preguntó con inocencia—. Puedo prepararles un rico postre si eso ayuda a subirles el ánimo.

Todos sonrieron, observando a Ryu con ternura, ¿Cómo era posible que alguien pensara que aquel joven angelical sería capaz de hacer algo malo?

Izumi no podía dejar de pensar en Ryu gracias a que había empatizado con él gracias a la situación que se había presentado durante la cena.

Izumi estaba orgullosa de sí misma. Se estaba esforzando mucho en cumplir sus sueños, sin embargo, sabía que muchos de sus compañeros pensaba que todos sus méritos eran a causa de su padre.

Era constantemente comparada con el actual símbolo de la paz y aquello la exasperaba en cierto punto. Por ello creía que ella y Ryu estaban casi en la misma situación.

Por ello, curiosa por conocer más sobre el padre del chico que le gustaba, Izumi se aventuró a buscar en el expediente público de Kotaro Honma.

En su juventud, Kotaro había sido un estudiante estrella con abundantes talentos y un coeficiente intelectual admirable que le ayudó a ocultar su verdadera y perturbadora naturaleza. Aunque algunos lo llamaban como "Kurutta", su nombre de villano, Kotaro era más conocido como el demonio de zafiro —gracias al color de sus ojos los cuales brillaban con piedras preciosas—, asesinó a más de ochenta personas en una década. Pobres los seres humanos que tuvieron el infortunio de cruzarse en su camino y convertirse en sus víctimas.

Periódicos y noticias internacionales lo describían como el mismísimo diablo oculto bajo las pieles de un hombre apuesto, pero extremadamente narcisista y manipulador que ha logrado engatusar a cada persona que ha tratado de sacarle información.

Aquel villano ahora residía en una instalación externa en tártaro de extrema seguridad, construida exclusivamente para él. Cada piso, cada pasillo, cada habitación. Absolutamente todo el edificio estaba repleto de guardias que no dudarían en hacerle frente si intentaba escapar. Aunque en seis años no ha tenido ni la más mínima intención de hacerlo.

De hecho, muchos comentaban que parecía disfrutar su estadía en aquella prisión personalizada.

Izumi, intrigada por la apariencia del hombre, se aventuró a buscar imágenes, sin embargo, la mayoría de estas, por alguna razón, estaban censuradas. La única pista de su apariencia que pudo encontrar fue el video de su arresto.

La pecosa tragó duro, observando a un hombre de cabellos negros, alto, con sus ojos vendados y las manos esposados, caminando relajadamente mientras sonreía.

—Dios mío, no le he visto bien la cara pero esto es muy atractivo —susurró para sí misma, acercándose más a la pantalla del computador, repitiendo el video un par de veces más.

Luego de un rato más, entre búsqueda y búsqueda, Izumi logró encontrar una imagen de Kotaro Honma sosteniendo su cartel de identificación como criminal el día de su ingreso a tártaro, sacando la lengua mientras tenía el rostro algo inexpresivo.

Rápidamente la muchacha quedó boquiabierta.

A tropezones, la chica corrió hacia su puerta, abriéndola rápidamente y corriendo hacia los dormitorios masculinos, rogando que Ryu tuviera la puerta abierta.

Cuando sus súplicas fueron escuchadas y logró adentrarse al dormitorio de Ryu, él la miró con confusión mientras ella lo miraba con la respiración algo agitada.

—Ryu..., hola, ¿podrías mostrarme alguna imagen de tu padre?

Ryu asintió, confundido, tomando su teléfono y encendiendo este, mostrándole a Izumi su fondo de pantalla, siendo este una foto de su padre sosteniéndolo cuando él aún era un bebé.

A Izumi casi se le va la respiración al ver aquella foto, porque en aquella pantalla se encontraba el hombre más hermoso que había visto en su vida.

En Kotaro todo irradiaba gracia, sensualidad y fluidez. El pelo negro, corto, brillaba como las plumas de un cuervo, y destacaba su piel pálida y los ojos tan azules que parecían una laguna cristalina, incluso contra la luz del sol. En ese momento brillaban inexpresivos, mirando a la cámara.

Su vestimenta —totalmente negra, refinada—, le quedaba bien ajustada al cuerpo y no ocultaba en absoluto su perfección. Como si la noche misma lo hubiese moldeado.

La mirada de Izumi pasó de la foto hacia Ryu y viceversa.

Ryu era muy parecido a su padre. Aquello hizo que no pudiera evitar emocionarse ante la posibilidad de que Ryu se viera así en unos años.

Si ahora ya era hermoso no quería ni imaginar como lo seria en unos años.

—Ahora tiene el cabello más largo —susurró Ryu—. Solo nos permiten verlo una vez al año, si quieres podría llevarte, lo visitaremos a principios de invierno.

Izumi estuvo por aceptar, sin embargo, rápidamente negó con la cabeza. Si aquel hombre había tenido ese efecto en ella con sólo una foto no quería saber qué efecto podría tener el tenerlo frente a frente.

Ryu apretó el teléfono ante la negativa de Izumi, sonriendo amablemente.

Lo que Izumi no sabía era que, de todas maneras, terminaría por encontrarse con aquel hombre de fatal belleza y terrible reputación.

Ya empezamos a hablar de Papi Kotaro.

jiji.

Espero les haya gustado mucho el capitulo de hoy, no olviden votar y sobre todo comentar.

leerles me anima a seguir escribiendo <3

Gracias por leer 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro