020; 𝐑𝐎𝐋𝐋𝐄𝐘'𝐒
PERFECT CHANGE — Jaden Walton.
020; ¡ROLLEY'S!
DESPERTÉ CON UNA sonrisa, ignorando por completo la alarma de Abraham Mateo que tenía puesta, al acordarme que anoche había besado al joven más guapo del mundo en mi balcón bajo la lluvia, y en EEUU. ¿Podía ser más perfecto?
Me levanté de la cama y me vestí rápidamente, estaba ansiosa por verle hoy en el instituto. Agarré mi maleta y varios apuntes del examen que tenía hoy los llevaba aparte.
—Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras?— me preguntó una rubia al llegar a la cocina.
—Muy bien, Lily.— dije con una amplia sonrisa.
—Uy, ¿hay algo de lo que no me haya enterado?— rió ligeramente mientras me observaba.
Sonreí de lado haciéndome la tonta. —No sé, puede tal vez...
—Oh, vamos, cuéntamelo.
—Está bien.— dije con voz aguda moviendo mis manos. —Anoche Jaden escaló por mi balcón, me pidió perdón por cómo se había estado portando conmigo... ¡se declaró y me besó!
Ambas chillamos como unas locas al yo contarlo.
—¡Toma ya! ¡No me lo puedo creer!
—¡Yo tampoco!— exclamé devuelta. —Fue tan romántico, Lily. Bajo la lluvia, los dos besándonos en el balcón.
—Ay, qué bonito. Te dije que hablando se solucionaban las cosas, ¿viste?
Asentí con la cabeza dándole toda la razón. —Sí, es cierto. Tus consejos siempre ayudan.
Ella me sonrió, y por casualidad alguna miré mi reloj.
—Hostia, llego tarde.— mezclé mi lengua materna con el inglés. —Hasta después, Lily.
—Hasta después, cariño. ¡Ten cuidado!
Salí por la puerta de mi casa y di un vistazo rápido a la casa de los Walton, la cual estaba cerrada. No habían salido aún.
Me giré para empezar a andar hacia el instituto, cuando la voz de un moreno que conocía bastante bien me frenó.
—Eh, nueva.— me saludó con una sonrisa estando apoyado en su moto de brazos cruzados. —¿Te llevo?
—Mh, no me gustan las motos.— respondí con una sonrisa ladeada acercándome a él.
El joven arrugó su rostro. —¿A quién no le gustan las motos?
—A mí.— nos dimos un corto beso mientras sonreíamos. —Pero prefiero ir en moto antes que ir andando, la verdad. Hoy hace frío.
—Entonces, todo está dicho.— me ofreció un casco que ya tenía preparado. —Toma, póntelo.
Llegamos al instituto en cuestión de minutos, y muchas personas ya tenían sus miradas clavadas en nosotros.
A Jaden pareció llamarle la atención algo que yo llevaba sujeto en mis manos.
—¿De qué son los apuntes?— preguntó mirándolos.
Se los entregué para que el mismo lo viese. —El examen de hoy, historia de EEUU.
—Oh, sí, cierto. ¿Te lo sabes? ¿Vas preparada?
—Sí, me lo sé perfecto.— respondí arrogante.
Me sorprendí al ver cómo el moreno unió nuestras manos al estar apunto de entrar al instituto, todo el mundo nos iba a ver así.
—Hoy tengo partido, ¿lo sabes?— me preguntó mirándome e ignorando al resto de sujetos que tenían sus miradas puestas en nosotros y en nuestras manos unidas.
—Sí, de 5 a 7 y media, ¿verdad?— sonreí.
—Vaya, sí que eres mi fan, ¿no?
—Puede ser...
—¿Vendrás?— pregunto interesado. —Vamos, dime que sí.
—Si tanto quieres, pues iré.— bromeé suavemente mientras veía sus facciones faciales.
Rió ligeramente hasta que lamió sus labios a punto de decir algo que lo ponía bastante nervioso.
—Oye, Madeleine, he pensado algo.— me anunció sin poder mirarme.
—Dime.
—¿Te gustaría cenar conmigo esta noche en Rolley's?
Me sorprendí ante su idea, noté como mi corazón aumentaba el ritmo de los latidos.
Rolley's era una especie de restaurante de comida rápida en el que en el centro había una gran pista de patinaje. La gente iba, comía, y luego patinaba.
—¿Me estás pidiendo una cita?— le di una mirada maliciosa.
—Puede ser que sí.— me imitó por mi anterior contestación.
—Mh... me lo tendré que pensar. Tengo la agenda muy apretada.
Bromeé con unas carcajadas mientras lo observaba.
—Oh, en ese caso espero que puedas hacerme un hueco. Estoy extremadamente desesperado por llevarte a cenar a Rolley's.
—Entiendo.— traté de ocultar una risa de niña cursi profundamente enamorada. —Y, ¿sobre qué hora estaríamos hablando?
—Podría pasar a recogerte sobre las ocho y media, si en ese instante tienes un hueco...— siguió bromeando el moreno.
Fingí pensar unos segundos hasta que llegamos a la puerta de la clase, donde en minutos realizaríamos un difícil examen.
—Me parece que sí, creo que tengo un hueco para ti y esa cita.
—Bien, en ese caso me alegro.— soltamos nuestras manos para dirigirnos q nuestros sitios de clase. —Suerte, nueva.
—Suerte para ti también, Jad.
—Hace muchísimo calor.— se quejó Daelo sentado encima de las piernas de su madre.
—Es cierto, cariño.— le dio la razón.
—No me quiero imaginar el calor que deben estar pasando con los trajes.— comenté observando al equipo de Jaden jugar.
La familia del moreno asintieron dándome la razón, por lo que no pude evitar sentirme especial.
—Me voy a acercar a la barra, que desde aquí no veo casi nada.— dije divertida levantándome de mi asiento y acercándome a donde había dicho.
Era el mismo sitio donde yo le entregué el Nestea a Jaden unas semanas atrás. Hablando del rey de Roma, al moreno le tocaba justo batear y tratar de hacer una carrera.
—¡Vamos, Jaden!— grite animándolo, los nervios me consumían.
A pesar de no poder ver su cara en detalle debido a la lejanía, el moreno sonrió al escuchar aquel comentario.
—¡Eso, bro, puedes hacerlo!— gritó Javon a mi lado sobresaltándome. —Perdón, me emocioné.
Reí divertida ante el pelinegro. —No te preocupes, Jav.
La pelota fue lanzada fuertemente en dirección a Jaden; y justo cuando todo el mundo daba por fallida aquella pelota, el moreno la bateó con todas sus ganas.
Aquella fue respondida y lanzada de nuevo muy lejos, y así dándole tiempo a Jaden de correr a las bases.
—¡Vamos, Jaden, vamos!— aplaudí mientras saltaba.
El joven no perdía ni un segundo, corría como si de plumas se tratase, era bastante veloz.
El instituto de Buford lo animaba histérico, esta final era muy importante y obviamente queríamos ganarla.
—¡Ole!— grité perdiendo los estribos al ver como Jaden apuntaba una carrera para su equipo, lo había conseguido.
—¡Eso es, eso es!
—¡Bien hecho, Jdub!— gritó Jayla eufórica.
El moreno se giró hacia el público y con sus manos formó la letra M con una amplia sonrisa mientras me miraba.
Lo había hecho de nuevo, me había dedicado una carrera.
Jaden corrió hacia donde estábamos y llegó hasta mí, plantándome un beso en los labios sin yo esperármelo, y delante de todos.
Al separarnos, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.
—Te quiero.— le dije con una sonrisa mientras lo miraba alejarse.
—Yo más.— exclamó para que lo escuchase.
Jaden me iba a recoger en menos de una hora, y aún no sabía si lo que me había puesto estaba bien.
—¿Estás preparada?— preguntó Lily desde el final de las escaleras.
—¿Podrías venir?— le pedí algo nerviosa.
Escuché los pasos de la adulta subir las escaleras a velocidad normal.
Antes de entrar llamó a la puerta. —Voy a entrar, Mads.— avisó.
—Sí, sí.
Una vez dentro, la rubia observó el conjunto que me había puesto. Este consistía en unos pantalones largos y estrechos grises, y un top con escote negro; para luego finalizar con unos botines negros.
—¿Es muy... básico para una cita?— pregunté algo insegura viendo frente al espejo.
—No, qué va. Vas muy bien.— me halagó Lily con una sonrisa.
—Y, ¿qué me hago en el pelo? ¿Me lo plancho?— cuestioné de nuevo dudosa.
Ella pensó durante unos segundos hasta tener una idea. —¿Por qué no te lo dejas rizada y te haces un semirrecogido? Ese tipo de peinado queda muy bien siempre.
—Sí, es una genial idea.— fui a por el cepillo de pelo y a por una goma.
—¿Quieres que te peine yo?— me preguntó la adulta recordándome instantáneamente a mi madre y a cómo ella me solía peinar siempre.
—Claro, si no es molestia.— acepté sonriéndole.
Ella negó suave con su cabeza. —Por supuesto que no, ven aquí.
—Gracias.
Al final, me quedó el pelo precioso peinado, y es raro que yo diga eso. Me maquillé poniéndome un pinta labios rojo y rímel, únicamente eso.
Ya estaba preparada; joder, iba a tener una cita con Jaden Walton, de quien estaba enamorada hacía meses mientras lo observaba por una pantalla. Qué cambios da la vida.
—¿Nerviosa?— carcajeó Lily mientras me veía balancear mis piernas.
—No te imaginas cuánto.
—Solo relájate, ya verás como todo saldrá bien, lo presiento.
Sonreí ante su comentario. —Eso me tranquiliza bastante.
Varios pitidos de un coche sonaron afuera de casa, haciéndome enloquecer.
—Mierda, es Jaden. ¿Qué hago, Lily?
—Mh... ¿ir, subirte en su coche e iros a cenar?— respondió algo confusa por mi acción.
—Cierto.— agarré mi bolso y salí rápidamente de casa.
La rubia salió detrás de mi casi corriendo.
—¡Eh, tened cuidado, por favor!— nos gritó mientras me adentraba en el coche.
—¡No te preocupes, Lily!— exclamó de vuelta Jaden para luego mirarme. —Hola, nueva.
—Hola.— sonreí para darle un corto beso. —¿Cómo te encuentras después de tu grandiosa victoria en la final?
—Pf, como siempre. Aunque estoy nervioso.
Arrugué mi rostro mostrando confusión. —¿Nervioso? ¿Por qué?
—Tengo una cita ahora, y espero no cagarla como siempre suelo hacer.
Sonreí involuntariamente ante su comentario, provocándome ternura.
—Oh, entiendo. Bueno, estoy segura de que no la cagarás, así que estate tranquilo.
—Mh, ¿y tú no estás nerviosa?
—Me estoy muriendo ahora mismo de los nervios, literalmente. Así que mejor no preguntes.— reí ligeramente, haciéndolo reír a él también.
—Vaya, así que estamos los dos nerviosos, ¿eh?
—Parece ser que sí.
Pasamos unos minutos en silencio cómodamente; a veces miraba el paisaje que había a través de la ventanilla del coche, o incluso observaba las facciones faciales del moreno, cada día estaba más convencida de que aquellas eran simplemente perfectas.
—¿Qué tanto me ves?— rió algo tímido.
—Lo guapo que eres.— respondí yo sin ni siquiera dudarlo.
Él se sorprendió ante mi comentario y pronto plantó una sonrisa en su rostro. —Vaya, gracias. Fuiste muy directa.
Ladeé mi cabeza como respuesta.
—Mh, tú también eres muy guapa.— soltó asintiendo él mismo.
—Oh, lo sé.— dije arrogante bromeando, para luego reírme. —Gracias.
El moreno negó carcajeando mientras trataba de no quitarle ojo a la carretera, hasta que por fin llegamos al lugar.
—Listo, llegamos.— anunció parando el coche después de haberlo aparcado.
Me estiré disimulandamente. —Por fin, creía que me quedaría pegada al sillón.
—Exagerada, si sólo hemos estado 20 minutos.— rodó los ojos para salir del coche.
Lo seguí hasta la puerta del "restaurante", el cual por fuera era increíblemente llamativo. ¿Saben los restaurantes de comida rápida en EEUU que salen en series? Que son muy coloridas y grandes. Pues este era igual, solo que con una gran pista de patinaje
—Dios, es increíble.— halagué asombrada. —En España es algo raro encontrarte este tipo de establecimientos, pero aquí es muy típico, ¿no?
El joven asintió. —Aquí en EEUU es muy normal comer comida rápida; quiero decir, es muy frecuente hacerlo.
—Entiendo.
—Bueno, ¿nos sentamos?— preguntó cambiando de tema.
Sonreí mirándolo. —Claro.
Tras varios minutos leyendo una y otra vez la carta, seguía sin poder decidirme.
—¿Ya lo sabes?— el joven tenía su cabeza apoyada en su brazo flexionado, y suspiró al verme negar. —Dios, Madeleine, nos vamos a quedar aquí a dormir como sigas así.
—Ay, es que hay muchas cosas.— me excusé. —Me gusta todo y no sé qué pedir.
—¿Te digo algo que de pequeño siempre me pedía aquí?
—¿El qué?— pregunté curiosa.
—Una hamburguesa de pollo, con doble de queso y salsa barbacoa.
Pensé durante unos segundos. —Debo decir que eso suena realmente bien.
—Te aseguro que te gustará. ¿Quieres que te pida eso?— preguntó haciéndome asentir. —Ugh, por fin.
Rodé mis ojos divertida mientras lo veía llamar a la camarera para que nos atendiese.
—¿Ya saben lo que van a tomar?— preguntó agarrando un boli.
—Ajá. De beber sería un Nestea y un Coca - Cola, por favor.— pidió.
La camarera asintió con su cabeza, y al terminar de escribir volvió a preguntar.
—Perfecto, ¿sabéis ya la comida?
—Sí.— afirmó el moreno. —Para ella sería una hamburguesa con doble de queso y salsa barbacoa.
—Y salsa barbacoa...— terminaba de apuntar. —¿Qué más?
—Yo no tengo mucha hambre; tomaré una hamburguesa completa gigante con salsa barbacoa y mostaza, patatas gigantes, una docena de aros de cebolla y un helado de chocolate.
Lo miré asombrada, y cuando la camarera se retiró comencé a reír.
—Menos mal que no tenías mucha hambre.— bromeé mientras miraba mi móvil.
—Cierto, si no me dejo aquí mis ahorros.— rió sin gracia el moreno.
—La cuenta la podríamos dividir entre los dos.— propuse encogiendo mis hombros con una sonrisa.
Él negó instantáneamente. —No, no, pagaré yo.
—¿Por qué?— cuestioné arrugando mi rostro.
—Porque sí, es como una ley.— respondió. —Quiero decir, es como una ley que el hombre tenga que pagar en la cita.
—Eso es una tontería, Jad.— reí ligeramente. —La pagaremos a medias.
El moreno volvió a negar convencido. —Que no, de verdad.
La camarera llegó dejándonos los platos con la comida, y mis pupilas no tardaron en dilatarse ante ellos.
—Voy a explotar.— situé mi mano en mi estómago después de haber terminado de comer.
—Yo igual.— suspiró el moreno quejoso. —No recordaba que las hamburguesas aquí fueran así de grandes.
Reí ante su comentario. —Definitivamente, eso debería ser una advertencia antes de venir aquí.
—Pues sí.— me dio la razón desviando su mirada a un puesto de patines. —Oye, ¿te apetece patinar en la pista?
—Ugh, no sabes cuánto.— respondí emocionada.
El moreno sonrió. —Bien, voy a pagar entonces.
Agarró su cartera de la mesa dispuesto a levantarse cuando llamé su atención.
—Espera, voy contigo.— anuncié repitiendo su acción de levantarme y ponerme a su lado.
—Madeleine, te dije que la cuenta la pago yo.— rodó sus ojos pareciendo molesto.
Negué con mi cabeza. —No, la pagaremos a medias. Lo de que el hombre es quien paga en la cita es una tontería.
—No es una tontería.— contraatacó.
Lo que yo no sabía era que su padre, DJ, le había explicado que así fue como había conquistado a Jessica. Ambos fueron a Rolley's a cenar una noche y luego a patinar, y DJ se aseguró de pagar. Por ello, Jaden quería hacer exactamente lo mismo.
—Sí es una tontería.— volví a decir. —Lo más justo es que paguemos una mitad cada uno.
—Pero yo tengo dinero suficiente.
Sonreí mirándolo con ternura. —Lo sé, Jaden. Pero me sentiré mal, por favor.
Se mantuvo varios segundos en silencio debatiendo en su mente si debía decirme que sí o no.
—De verdad, insisto. Además, ¿sabías que esa forma de pensar es machista?— sonreí cruzándome de brazos.
—Está bien.— terminó aceptando el moreno dándose la vuelta. —Pero solo es para que veas que no soy machista.
—Ya sabía que no, mi rey.
Celebré disimuladamente detrás de él mientras nos dirigíamos al cajero. Cuando pagamos la mitad cada uno de la cuenta, el joven dio un vistazo rápido a lo que venía siendo la amplia pista de patinaje.
—Oye, ¿no íbamos a patinar?— preguntó recordando y esperando mi respuesta.
Realmente me hacía ilusión, por lo que enseguida asentí con una sonrisa.
—Oh, me encantaría.
—Entonces, vamos a por los patines.
Me condujo a una especie de casetita donde un hombre, con millones de pares de patines en una enorme bolsa, estaba allí.
—¿Queréis patines?— en su cara de reflejaba todo lo contrario a alegría.
—Sí, por favor.— contestó Jaden algo nervioso al notar la actitud del adulto.
Este nos dio un rápido vistazo de arriba abajo provocándonos incomodidad a ambos.
—Mh, decidme vuestras tallas, no soy adivino.— escupió irónico.
—Un par del 37 y otro del 39, por favor.— pidió el moreno.
El hombre se giró y enseguida nos entregó los patines.
—¿Alguna cosa más?— arrastraba las palabras cada vez más.
¿Saben del personaje llamado Fezco de una serie de HBO Max? Aquella que se llama Euphoria; pues este tipo hablaba igual que el pelirrojo.
—No, eso es todo.
—Bien, tenéis dos horas máximo de uso.— advirtió.
—Gracias.— finalizamos ambos yéndonos hacia la pista.
El rostro de Jaden se tornó algo serio, cosa que me tomó desprevenida.
—¿Estás bien?— apoyé mi mano en su hombro mirándole. —Claramente, es una pregunta torna.
—Qué tipo tan desagradable.— puso una mueca de desagrado ante el comentario.
Intenté ser razonable mientras me ponía los patines. —Debe ser duro también tener que trabajar cara al público, debe cansar tener que tratar con todo tipo de personas.
—Eso es cierto.— me dio la razón levantándose del banco al terminar de ponerse los patines.
—¿Vamos?— le extendí mi mano algo temblorosa por la emoción y los nervios que sentía.
El joven asintió y me dio la mano, para luego tratar de andar y llegar hasta la pista.
—¿Es un buen momento para decir que nunca he patinado?— me agarré divertida a Jaden tratando de ser lo más cuidadosa posible.
—¿Es un buen momento para decirte que yo tampoco?— rió tambaleándose. —Joder, qué difícil es esto.
—Sí, en vídeos y competiciones se ve mucho más fácil.
—Sí.— trató de agarrarme al ver como casi me caía varias veces.— Venga, podemos hacerlo.
Negué empezando a asustarme por la caída que se avecinaba. —Me voy a comer el suelo.
—No, ya verás cómo no.— se quejó ligeramente al notar cómo forzaba el agarre a él cada vez más.
—Perdón.
Pasaron varios segundos en los que pude mantener el equilibrio, y por lo que me solté del moreno para patinar sola.
—¡Mira, Jaden, lo estoy haciendo!— exclamé casi eufórica.
Su expresión cambió a emoción pura. —¡Sí, lo estás haciendo!
Respiré agitadamente varias veces, hasta que mis vellos se erizaron al notar como volvía a perder el equilibrio.
—¡Jaden!— grité agarrándome a él.
Todo paso bastante rápido, de un momento a otro mi espalda golpeó el duro suelo de la pista de patinaje; pero no solo yo, una figura a mi lado también cayó, pero esta pudo sostenerse sobre sus manos y rodillas.
—Joder, ¿estás bien, Madeleine?— se acercó a mí enseguida, quedando arriba de mí.
Me mantuve unos segundos en silencio observando su bello rostro, y luego reí. Sí, a pesar del dolor de espalda, reí como nunca, haciendo que él moreno riese también.
—Te has dado tremendo golpe.— dijo. —¿Segura que estás bien?
—Sí.— asentí tratando de recomponerme sin aún moverme.
—Oye.— me llamó. —Yo... quería preguntarte algo.
Esperé con ansias lo que iba a decir, y no entendí por qué noté como mi corazón "se despertaba".
—Dime.
Lamió sus labios con ansiedad aún estando arriba de mí.
—¿Querrías... ser mi novia?— paró enseguida moviendo su cabeza corrigiéndose. —Perdón, quiero decir, ¿me darías el privilegio de ser tu novio?
¿Saben de esos momentos en los que las cosas cursis te parecen horrendas, pero cuando te ocurren a ti son maravillosas? Pues justo era aquel momento.
—Jaden,— sonreí con ternura poniendo mi mano en su caliente mejilla. —claro que quiero ser tu novia.
El moreno suspiró quedándose tranquilo y sonrió como nunca lo había hecho.
—Me haces muy feliz, Madeleine.— me dijo con una sonrisa triste.
—Tú a mí también, Jad.— respondí. —Ven aquí.
Y ambos nos fundimos en un largo beso demostrando todos nuestros sentimientos que teníamos desde hacía meses atrás, estando aún tirados en aquella pista de patinaje conocido como "Rolley's". Y donde mismo que Jessica y DJ se habían conocido y donde mismo se hicieron novios; lo que no sabían, es que todo fue de la misma forma...
NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro