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007; 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐘


PERFECT CHANGE — Jaden Walton.

006; ¡FIESTA!


ERA POR LA TARDE, ACABABA de terminar la tarea que habían mandado aquel día. Únicamente me quedaba por hacer la tarea de Historia de EEUU, que se suponía que me la iba a dejar Jaden.

Hey, Mads. Vente a mi casa sobre las 17:00 y quédate a dormir :).— me escribió Jayla por chat. —Además, Jaden me ha dicho que te tiene que dar algo sobre unos apuntes.

Yo sonreí, el moreno se había acordado de lo que me había dicho hoy en clase.

Holaaa. Está bien, sobre las cinco me paso :)).le escribí yo de vuelta.

Bajé las escaleras y me adentré en el salón.

—Hola, Lily, ¿cómo te fue en el trabajo?— le pregunté sentándome en el sofá con ella.

Ella me sonrió. —Me fue bastante bien, cielo. Y a ti, ¿cómo te fue el instituto?

—¡Muy bien! La verdad es que muy bien.— era primera vez que era sincera respecto al instituto.

—Me alegro mucho.— me sonrió.

Yo carraspee antes de hablar. —Oye, Lily. ¿Puedo if esta tarde a casa de los Walton y quedarme allí a dormir?

—¡Claro! — exclamó ella asintiendo.

—¡Genial!

Respiré antes de comenzar a tocar la puerta. Di tres toques, ¿se habrían enterado? ¿Toqué demasiado fuerte? Relájate, Maddie.

Varios segundos después la puerta fue abierta por un moreno que vestía con una camiseta gris y unos pantalones cortos negros.

—Hey, nueva.— me saludó Jaden moviendo su cabeza. —Jayla me dijo que vendrías.

—Hola.— saludé de vuelta.

—Pasa.— me dijo mientras me dejaba paso. —Jayla llegará dentro de un par de horas, ahora mismo estoy yo solo. Mientras la esperas te dejo mis apuntes de la historia de EEUU, ¿has traído tu cuaderno?

—Ajá, lo llevo en la mochila.— respondí refiriéndome a la que colgaba de mi hombro.

—Genial.

Ambos fuimos a la gran mesa que yacía en medio del espacioso salón. Su casa era de un tono minimalista, era muy bonita.

—Me encanta vuestra casa.— comenté amable.

Él sonrió de lado. —Gracias, me alegra que te guste.

Saqué mi cuaderno y mi estuche. Este último lo abrí y comencé a sacar lápices de colores, subrayadores, etc.

—¿Vas a escribir apuntes o a colorearlos?— bromeó Jaden señalándolos.

Yo reí. —No, es que si no tienen colores luego no se me quedan en la cabeza a la hora de estudiar.

—Oh, eso es raro.— ambos reímos ante el comentario del moreno.

—Por cierto, tus padres saben que venía, ¿no? No vaya a ser que lleguen y esté yo aquí.— le pregunté algo tímida.

Él asintió. —Sí, no te preocupes. De todas maneras les caíste bien a mis padres el otro dia.

—Ah, ¿sí?— debo decir que aquello me hizo muy feliz.

Él asintió mientras abría su cuaderno, yo imité su acción.

—Me alegro mucho por eso.

—Tu caligrafía es muy bonita.— trató de ser amable el moreno.

Yo sonreí tímida, mi vista no pudo cesar de la impecable caligrafía del moreno.

—¿Estás de broma? La tuya es... perfecta.— le contesté mientras él encogía sus hombros. —La caligrafía de mi abuelo era muy parecida a la tuya.

—¿En serio?— preguntó interesado.

Yo asentí. —Ajá.

Pasaron varios minutos mientras yo me preparaba. Sí, yo necesitaba unos minutos para colocar todo a mi gusto, si no, no podía empezar.

—¿Has terminado ya?— preguntó Jaden co  su cabeza apoyada en su mano.

Yo moví el último lápiz para que quedase recto. —Listo, ahora sí.

—Qué locura. Bueno, está bien, empecemos. El tema básicamente trata de los quince primeros presidentes de EEUU, y un poco de las vidas de cada uno.

Yo asentí. —Oh, eso es fácil.

—¿Cómo?— preguntó confundido mirándome.

—Los quince primeros presidentes de EEUU. Me los sé.

—¿Te los sabes? Joder, si yo con suerte sabía quien era George Washington.

Yo sonreí divertida. —Ese fue el primero, desde 1789 hasta 1797.

Él asintió asombrado. —¿Y... sabes quién fue el segundo?

—Sí, fue John Adams, desde 1797 hasta 1801.

Él asintió de nuevo mientras me miraba como si yo fuese una loca. —¿El... décimo presidente? ¿Sabes quién fue?

Yo pensé durante unos segundos hasta que ya sabía la respuesta. —Fue John Tyler, desde 1841 hasta 1845.

—¿¡Por qué sabes tú eso!?— preguntó sin creérselo.

—Es cultura general.— respondí confundida. —¿No?

—No, por Dios.— rió Jaden. —Eso es ser demasiado raro, Madeleine.

Yo reí ante su comentario. —¡Hey! ¿¡Me estas y llamando rara!?

—Obviamente.

Ambos reímos juntos. Su risa era muy linda, debía decirlo.

—Bueno, ahora solo falta la biografía de los quince presidentes. Eso no lo sabes, ¿no? Porque si es que sí es cuando ya te echo de mi casa.— comentó divertido.

Yo negué riéndome de nuevo. —No, no, la biografía no me la sé.

—Menos mal.

Yo sonreí tímida. —Oye, ¿tú entiendes a la profesora Country?

—Sí, claro. Tú no, ¿verdad?— me preguntó mirándome.

Yo negué.

—Eso es por su acento, seguro. Creo que era de Gales, si no me equivoco. Por eso tiene ese acento tan... podrido.— dijo él.

—¿Podrido? ¿Qué quieres decir? ¿Qué significa eso?— pregunté divertida.

Él sonrió dejando ver sus brackets grises.

—Que es muy raro.

—Oh, eso es verdad.

Me encontraba durmiendo con Jayla en su cama, eran como... las 3 de la mañana.

Mi cuerpo se encontraba bañado de sudor, mi respiración agitada, mientras imágenes de aquello venían a mi cabeza.

Me desperté agonizando. Dirigí mi vista a Jayla, quien dormía plácidamente como si nada ocurriese. La cabeza me iba a estallar, me dolía demasiado; las manos y las piernas me temblaban.

Me levanté de la cama cuidadosamente y me acerqué a las escaleras. Las tuve que bajar agarrándome fuertemente al barandal.

Entré en la cocina y agarré un vaso para servirme agua. Necesitaba tranquilizarme, esto me pasaba demasiadas veces ya. Aquello pasó, debería superarlo.

¿Estás bien? Te ves... mal.— una voz ronca mañanera se hizo presente en el marco de la puerta.

Jaden llevaba puesto una camiseta de tirantes negra y unos pantalones de cuadros rojos. Tenía las manos en los bolsillos y se dejaba caer en la puerta.

—Sí, estoy bien.— respondí insegura.

Aunque Jaden se hubiese portado muy bien conmigo hoy, no podía olvidar todo lo que me había dicho durante estos últimos tres días.

—Estas llorando, te debe ocurrir algo.— comentó obvio.

Yo negué. —No, no te preocupes.

—Vamos, Madeleine, puedes contármelo.— me dijo brindándome seguridad y confianza.

Maddie, no caigas, no caigas. No te fíes, deja que siga demostrando que se merece tu confianza. Invéntate algo.

Es solo que echo de menos a mi hermana.— le dije sobándome la nariz mientras dejaba el vaso en el fregadero.

—¿A tu hermana? ¿Tienes una hermana?

Yo asentí. —Sí, una. Se llama Allison.

—¿Cuántos años tiene?— trataba de sacarme conversación.

Cada vez que me hablaba me notaba más relajada y menos agobiada con la pesadilla. Hablar con Jaden era bastante curativo, jajaja.

—Tiene 9.

—Mh, se acerca a Max.— respondió el haciéndome sonreír.

—Sí, es cierto. Solo se llevan dos años.

Pasaron varios segundos de silencio, un silencio muy cómodo por parte de ambos.

—Ayer...— empecé a decir llamando la atención del moreno. —me llamó mi padre. Mi madre lleva días en la cama sin levantarse.

Su semblante cambió a uno preocupado. —¿Y eso?

—No lo sé.

—Me parece que te vi andando en el pasillo del instituto mientras hablabas por teléfono. Que yo estaba saliendo de una clase con mi prima Ellie.— dijo el recordando.

—¿Tu prima?— pregunté confundida.

Él asintió. —Sí, mi prima Ellie. Ayer fuimos a la clase de Mr. Miller para robarle los exámenes de hoy de mates, para que no los hiciera. Y triunfamos.

Imbécil, era su prima. Y tú pensaste lo peor. Payasa, que eres una payasa.

¿No la conoces?— me preguntó transportándome a la realidad.

Yo negué.

—Entonces te la tendré que presentar.— contestó el sacándome una sonrisa.

Yo asentí. —Sí, sería genial.

—¿Te encuentras mejor?— me preguntó.

—Sí, muchas gracias.— le conteste con una sonrisa suave.

—No es nada.

Hoy era Homecoming. Para quien no lo sepa consistía en una fiesta en la que se daba una especie de bienvenida a los nuevos estudiantes que ingresaban aquel curso. Por ejemplo, yo.

—¿Estás nerviosa?— me preguntó Jayla.

Nos estábamos arreglando en mi casa. Ella no iba, pues ya no estaba en el instituto estudiando.

Me había comprado un vestido corto, porque los vestidos que se solían llevar a Homecoming eran cortos, y para Prom, largos. Hablando de Prom, desgraciadamente, al irme en 1º de bachiller no me tocaba a mí ese año, me correspondía en 2º de bachiller, el cual ya estaría en España de vuelta.

Mi vestido era negro, y era bastante sencillo. Era sin mangas y con un escote en forma de V, mientras que de largo me llegaba por en medio de los muslos.

De peinado, costosamente me dejé el pelo al natural, rizado; solo que hice como un especie de semirrecogido. Y por último, me puse mi amado rímel y pintalabios rojos.

—Tía.— me llamó Jayla. —Vas genial.

Yo le sonreí sincera. —¿De verdad? Hace mucho tiempo que no me pongo vestidos.

—Te lo prometo, vas genial.

—Gracias, Jay.— le agradecí tímidamente.

Jayla minutos después acabó yéndose a su casa, para ver cómo iba su hermano. Lily y Matt me acercaron al instituto; la fiesta daba lugar en el gimnasio de la institución, el cual era inimaginablemente espacioso.

Tiempo después, la fiesta dio comienzo, habían puesto una especie de barra, donde podías pedir cualquier clase de bebida que desearás. Había un DJ que obviamente se encargaba de la música, que por cierto, no estaba nada mal.

La gente iba llegando, cada vez más; pero en contra de mi voluntad, yo solo quería que entrase una persona por aquella puerta.

—¿Desea tomar algo, señorita?— me preguntó una voz detrás mía.

Se me olvidó mencionar que me encontraba sentada en la barra; no iba a bailar, ni de broma. Hace años que no lo hago.

—Sí, ¿podrías ponerme un zumo de naranja, por favor?— el camarero asintió algo confundido por mi petición.

Yo no bebo alcohol.

Un grupo que conocía bastante bien entró por la puerta, todos iban muy elegantes, hasta que mi vista se fijó en uno solo. Jaden iba vestido con una camisa blanca, y un traje de chaqueta negro, más uñas deportivas blancas que supongo que eran de su gemelo. Iba muy bien.

El joven siguió de largo sin haberme visto, para reunirse con otro grupo de chavales, entre ellos chavalas también. No podía negar que me dieron algo de celos al verle hablando con las féminas, pero a ver, era normal que tuviese amigas.

—Tome.— me avisó el camarero depositando mi zumo al lado mía.

—Muchas gracias.— agradecí con una sonrisa mientras le daba un sorbo.

Uy, sabe algo raro.

Tras varios minutos en los que degusté mi zumo, sentí como comenzaba a sentir una especie de mareo y bombardeo en mi cabeza. Mierda, ¿qué me estaba ocurriendo?

Mi vista cayó en un joven, de unos 18 años, que guiñaba el ojo con el camarero que me había puesto el zumo. Todo empeoró cuando se giró hacia mí y comenzó a escanearme.

—Hey, ¿no bailas?— me preguntó acercándose demasiado a mí.

Di unos pasos atrás levemente. —No, no.

—¿Y eso? Eres tímida, ¿no?— preguntó con una maliciosa sonrisa.

Yo negué con la cabeza. —Déjame en paz.

—Vamos, yo conozco un sitio más privado que este.— me agarró del brazo y comenzó a jalarme en su dirección.

Sentí pánico al imaginar a dónde podría llegar la situación. —¡No, suéltame!

La música estaba demasiado alta, ni siquiera lis que estaban a mi alrededor oían como gritaba pidiendo ayuda.

—Vamos, no me hagas llevarte por las malas.— dijo algo cabreado.

—¡Que no! ¡Que me sueltes!— exclamé fuerte. —¡Ayuda! ¡Ayuda!

—Suéltala.— una voz se hizo presente a nuestro lado.

Era Jaden, y no venía solo, venía con los 8 restantes del equipo de béisbol.

—Vamos, compañero...— empezó a decir cuando el moreno lo interrumpió.

—¡Que la sueltes!— exclamó cabreado acercándose peligrosamente al adulto.

El tío me soltó por fin, haciéndome tambalear por culpa del mareo, y se marchó rápidamente.

En otro caso hubiera dicho que aquello pareció de película, pero lo único que hacía era darle gracias a Dios.

¿Estás bien?— me preguntó poniéndome una mano en el hombro mientras me miraba de arriba a abajo en busca de algún hematoma o herida.

Yo asentí con un dolor de cabeza punzante. Los amigos de Jaden se veían preocupados honestamente, no sabía que pensar de nada, estaba tan confundida con todo.

—Vale, no te ves nada bien. Salgamos afuera para que te de el aire.

Jaden me acompañó y nos sentamos en un escalón. Ambos estábamos en silencio, yo me movía involuntariamente, y no sabía por qué.

—¿Qué te ocurre?— preguntó mirándome. —¿Estás borracha o qué te pasa?

—No... no puede ser.— negué. —Solo tome un zumo de naranja.

Jaden pensó unos segundos hasta que pareció ocurrírsele algo. —Madeleine, ¿cabría la posibilidad de... que te hubieran drogado?

—Podría ser.— dije. Llegué a un momento en el que ya no tenía control de mis palabras.

—Mierda.— se quejó el. —Llamaré a Javon y Jayla.

Yo negué inmediatamente. —No, Jaden. No te preocupes, estoy bien... se me pasará.

—¿Estás loca? Te llevaremos a casa.— respondió Jaden mientras hablaba con Javon por teléfono.

Cuando termino decidí hablar de nuevo.

—Te he fastidiado el Homecoming.— le comenté mirándole triste. —Lo siento mucho, Jaden.

Él negó rotundamente. —No, claro que no lo has hecho. No digas eso. Además... vienes muy guapa.

Yo sonreí tímida mientras ladeaba mi dolorosa cabeza.

—Gracias... tú también te ves muy bien.— le halagué de la misma forma.

Él carraspeó antes de hablar. —Oye, Madeleine, ¿puedo preguntarte algo?

—Sí, claro.— respondí segura.

—¿Qué fue lo que soñaste que te hizo llorar?— preguntó refiriéndose a hoy.

Yo tragué duro tratando de no hacer lo mismo. —El accidente.

—¿Cuál accidente?

—Uno que sufrí con 12 años, y desde entonces no bailo ni hago nada de lo que me gustaba hacer.— le respondí costosa mirando al frente.

Él asintió algo preocupado. —¿Por ello no quería inscribirte en el concurso de baile contemporáneo?

—Ajá, yo solía hacerlo antes del accidente. Y era una de las mejores.— le respondí.

Él dudoso de hacerlo o no, se acercó algo más a mí, y pasó su brazo por encima de mis hombros atrayéndolo a él. Deje caer mi cabeza en su hombro mientras cerraba los ojos sintiendo paz. Respiraba su colonia, que por cierto, olía a cara.

Jayla pitó con el coche indicándonos que subiéramos, el moreno me ayudó a hacerlo.

—¡Joder! ¿¡Qué le ha pasado!?— preguntó Jayla preocupada.

Javon iba de copiloto, mirándome también preocupado; mientras que Jaden se sentó atrás conmigo. Yo iba tumbada y con mi cabeza en sus piernas apoyada.

—Un desgraciado la drogo y casi se aprovecha de ella.— respondió Jaden mirándome.

—¡Joder!

Yo me quejé. —No llevarme a mi casa, como la agencia de entere que estoy drogada me mandarán a España de nuevo. Les da igual que no haya tomado drogas o que me las hayan echado al vaso, eso les da igual.

—Está bien, tengo una idea.— dijo Jayla. —Dormirá en casa conmigo, y yo llamaré a Lily para decírselo.

—Vale, perfecto.— respondió Jaden asintiendo.

En todo el trayecto de vuelta a casa, en cada bache o curva que había sentía la mano de Jaden posarse en mis costillas aguantándome para que no me cayese al suelo. No podía ponerme el cinturón.

Finalmente, acabé durmiendo en la cama de Jayla con aquella, hasta que por fin el efecto de las drogas cesó.

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