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━LIFE

"so what if i am,
so what if i am more than you can see?"

like that | bea miller

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EL RITUAL DE PELEA había sido un rotundo éxito. Magna había defendido quién era limpiamente, ganando aquel encuentro que por un momento pensó imposible de ganar.

Ahora venía la celebración. Erathor adoraba festejar los triunfos y rituales  y por eso las autoridades se habían reunido en el palacio una vez más para celebrar a su princesa.

Sólo estaban aguardando a que Eir y su hija hicieran aparición, ya que la segunda debía arreglarse y asearse después de la batalla.

Alrek también estaba ahí, muy bien vestido pero un poco adolorido por su derrota.

Él ya no era el mejor guerrero de Erathor...Era Magna.

El grupo de superhéroes también aguardaba ahí; un poco menos incómodos que la última vez, ya que se le había explicado a los presentes que eran acompañantes de la princesa provenientes de Midgard, y Thor; el príncipe de Asgard.

Los soldados que custodiaban las grandes puertas se pusieron firmes y sujetaron los seguros de las mismas para poder abrirlas, y así darles paso a sus primeras autoridades.

Eir y Magna ingresaron al lugar siendo recibidas con sus respectivas reverencias.

La reina llevaba un elegante vestido color dorado, mientras que la chica
lucía a la perfección un vestido rojo con escote rectangular que llegaba un poco más arriba de su ombligo, junto con unos accesorios dorados que rodeaban sus brazos y su cabello; incluida su tiara.

La belleza de la chica dejó sin habla a la mayoría de los presentes.

—Estamos aquí una vez más para festejar otro ritual cumplido— miró a la chica— Ya no hay ningún rastro de duda de que mi hija es nuestra profecía cumplida, mi heredera y su princesa. Y hoy festejamos su triunfo en frente de todo Erathor.

Los asistentes elevaron sus copas y vitorearon aquellas palabras. Y así, se dio inicio a la celebración.

Fue un festejo mucho más relajado que el de ayer. Había gente bebiendo y riendo a gusto, libres en su celebración. 

Todos se acercaron a la castaña para felicitarla, honrarla e inclinarse ante ella. Si antes era una autoridad, ahora había logrado elevar ese puesto mucho más arriba.

Astrid estaba logrando sumergirse mucho más y mucho mejor en aquel mundo. Ya se llevaba bien con varios dignatarios teniendo charlas incluso con risas.

Ya no se sentía como una extranjera, se sentía más en casa.

—Definitivamente esa es mi nieta— le dijo Ordea sacándola de la muchedumbre para felicitarla—Me hace muy feliz que hayas demostrado tu verdadero poder.

Sonrió ampliamente— Literal no puedo dejar de sonreír— ambas soltaron risas.

—Y qué linda te ves— comentó Fidina llegando a ellas— No le digas a la reina, pero eres la erat más hermosa a la que he tenido que vestir.

—Me veo así porque tengo una diseñadora increíble— le guiñó un ojo.

Luego la mirada de la joven se fue hacia atrás, donde estaba el grupo de sus amigos riendo y festejando. Ella sonrió de lado y se dispuso a ir hacia ellos.

—Si me disculpan...— dijo hacia ambas mujeres en frente suyo para luego poder retirarse.

Cuando estuvieron solas Fidina le susurró a Ordea:

—Es asombrosa, qué ganas de haberla conocido antes— y rieron.

Magna caminó entre la gente hasta llegar a su anhelado grupo, el cual al verla sonrió.

—¿A qué debemos tan grande honor?—dijo Bartom haciendo una extraña reverencia.

—Nos honra con su presencia, majestad— siguió Nat.

—¿En serio debemos arrodillarnos?— cuestionó Bruce.

Cada uno de sus comentarios hizo que la castaña soltara una risa.

—Sólo a ustedes les perdonaría no reverenciar— guardó silencio— Maldición, lo logré— susurró con emoción y se acercó más a ellos.

Su hermano la recibió con brazos abiertos en un cariñoso abrazo, mientras el resto la felicitaba.

—Qué orgullo nos das— besó su cabeza y ella sonrió.

La chica apoyó su cabeza en el hombro de Tony y vio como detrás de él se encontraba un sonriente Steve que no apartaba sus ojos de la castaña.

Astrid sonrió y le guiñó un ojo para luego separarse de ellos.

—En serio lamento haber tornado nuestra misión en esto— les dijo— Pero...Es lo que debía encontrar y lo hice.

—Astrid, nosotros teníamos una misión con las criaturas—habló Thor—Pero una más grande estaba aguardando por ti y esa era la profecía.

Ella asintió— Qué bien se siente haber cumplido.

—¿Y ahora...?— se atrevió a preguntar el millonario— ¿Qué harás?

Tony esperaba que la chica le diera la respuesta que él quería, lo relacionado a su permanencia allí.

—Bueno, esperar el momento para hablar con mi madre sobre las criaturas— rascó su nuca— No podemos seguir jugando con la paciencia de Ross.

—Ya le hemos informado nuestro estado, tal y como él quería— se escuchó a Steve— Así que al menos está tranquilo.

—Ya deseo ver su cara cuando vea en lo que te has convertido— dijo Natasha con una sonrisa juguetona y todos rieron.

—Oh créeme, yo también— mencionó la aludida.

Una animada charla se armó en medio de aquel grupo. Astrid deseaba pasar tiempo con ellos ya que había tenido muy poco desde que llegó.

Si había algo que siempre la iba a animar...Eran ellos.

Bebieron y rieron, e incluso en ocasiones algún erat llegaba a acompañarles; tenían curiosidad de conocer a tan animado grupo.

Sin embargo, también habían otros que no estaban muy de acuerdo con la permanencia de ellos allí.

—Majestad...— Herjolf; la cabeza del Consejo Real, se le acercó a la reina— ¿Qué sabemos de...Este extraño grupo?— los apuntó.

—Son amigos de mi hija— dijo ella con simpleza— Todos de Midgard y Thor; el hijo de Odín— el hombre formó una o en su boca— La ayudaron a llegar aquí y cuidaron mucho de ella cuando vivió en la Tierra.

—Eso suena maravilloso...Pero...— tosió— Son extranjeros...No confiaría mucho en ellos.

—Magna lo hace— le miró firmemente— Le debo mucho a este grupo y lo menos que puedo hacer por ellos es ayudarlos también.

Herjolf sonrió, pero falsamente. Él seguía sin estar de acuerdo con la estadía del grupo de Vengadores.

Mientras tanto el equipo seguía celebrando y charlando animadamente; por fin teniendo un tiempo de compartir juntos.

—Eso suena loco— rió Tony— O sea que...¿A ti también te aparecerá una corona con cuernos?— todos se unieron a las risas.

Astrid les había contado lo loco que fue ver la gran corona de su madre aparecer en el petitorio de clemencia.

—No lo creo— respondió ella— Los únicos cuernos que tengo son los que me puso mi ex cuando me engañó.

Aquel comentario desató grandes carcajadas de parte del grupo, tantas que les llegó a doler el estómago y otros presentes se dieron cuenta de eso.

—No puedo creer que hayas dicho eso— se rió Wanda.

—Bueno, es mejor reírse que sufrir por lo sucedido— continuó Barton.

—Lo lamento, lo lamento— rió la princesa— Me salió natural. Pero fuera de juego, fue algo impresionante ver aquello— de refirió a la corona.

Siguieron riendo y charlando hasta que una nueva presencia se acercó a ellos aclarando su garganta.

Todos se giraron y quedaron en silencio al ver quién era.

—Lamento interrumpir su alegre conversación...— era Alrek— Pero me gustaría charlar con la princesa un momento.

Astrid se quedó helada por unos segundos pero terminó asintiendo. Caminó junto al comandante bajo la atenta mirada de sus amigos.

Llegaron hasta un balcón con vista a la nocturna ciudad— la noche ya había caído— y la chica fue la primera en hablar.

—Te ves un poco malherido— trató de no reír.

—Fue un día agotador, alteza— respondió. Se le podían ver algunos moretones en el rostro y que tenía el brazo algo herido, por la forma en que lo recogía.

—Sí, concuerdo con eso— bebió de su copa— Nunca había tenido una pelea tan dura como esa...Y he tenido muchas.

—Fue una gran batalla— la miró— Y me siento honrado de que usted haya sido la primera en lograr derrotarme.

Astrid rió— Para mí fue un placer...Y ¿Quisieras no tratarme de usted? Me siento un poco incómoda que algunos lo hagan.

—Usted es mi superior— de excusó él—Princesa del reino.

—Lo sé, pero a mí no me molesta que me traten de — sonrío de lado.

Alrek pareció meditar las palabras de la joven en frente suyo y terminó asintiendo.

—De acuerdo.

—Tómalo como una orden Real— rieron.

—La cumpliré con gusto. Me alegró haber conocido a la gran profecía y poder...Tener una cómoda conversación con ella.

—Sí, creo que tomamos confianza desde que te pateé el trasero— tomó de su copa y rió.

El castaño cambió su expresión y su ceño se frunció.

—¿Disculpa?

Ella hizo un sonido apretando sus dientes.

—Oh, lo siento— se llevó una mano a la frente avergonzada— Expresiones de la Tierra— él hizo una mueca en signo de haber entendido— Quiere decir que te derroté.

—Oh, ya veo— suspiró— Y te felicito...Magna— sonrió al oír el tuteo
—Nunca había visto a alguien que peleara como tú, eres completamente admirable

La chica sonrió un poco avergonzada ante tan adorable elogio.

—En serio te lo agradezco— le miró—
Sólo espero ser aquello que nací para ser...No quiero fallarle a nadie...Menos a mí misma.

—Lo harás— sonrió— Y de hecho ya lo estás haciendo.

Se quedaron en silencio unos segundos mientras el ruido de la fiesta se oía de fondo. Pero no pudo continuar más allá ya que un hombre llegó hacia Alrek.

—Comandante— le llamó— Tenemos temas que discutir.

El castaño asintió y se dirigió a la chica.

—Ha sido un honor...Alteza— sonrió y aquello contagió a la mujer. Hizo una reverencia y se retiró de allí.

Cuando Astrid quedó sola se dedicó a apreciar la hermosa vista nocturna que tenía en frente. Antorchas de fuego eran elevadas por toda la ciudad, creando un camino de luz que rodeaba todo Erathor.

Giró su muñeca y miró la marca erat que ahora había allí. Con sus dedos la tocó y ma acarició, sintiendo como eso ahora era parte de ella.

Pensó en todo lo que había vivido en los últimos días, había sido tan poco tiempo y tantos sucesos consecutivos.

Ahora no estaba muy segura de qué sería de ella ¿Debía quedarse? ¿Podía irse? ¿Tendría más responsabilidades? No lo sabía. Lo que sí sabía era que habían cosas que tendría que enfrentar.

Pero aún así dentro de ella tenía el sentimiento de que algo le faltaba.

—¿Interrumpo alguna meditación Real?

Magna sonrió sin voltearse ya que logró identificar aquella voz al instante.

—No, para nada— respondió y el dueño de la voz se puso a su lado.

Steve le sonrió y le extendió una copa, ya que la de ella se había acabado y la castaña entendió a qué iba todo eso.

—La tomé por mi cuenta— dijo mientras ella la tomaba— Ganaste, así que invitas la cerveza.

—Qué bueno que gané— ambos bebieron al mismo tiempo con una sonrisa en sus rostros.

—Felicidades— le dijo el rubio— Sabía que podrías hacerlo; te luciste.

—Gracias— se encogió de hombros— No tienes idea de cómo me he ganado el respeto de los erats con esto.

—No lo dudo. Le probaste a todos quién eres.

Al oír aquello de parte de Rogers la castaña hizo una leve mueca.

—¿Te confieso algo? Ya estoy cansada de esa frase. Yo no tengo nada que probarle a nadie...Fue...Sólo un ritual.

—Entiendo— asintió— Y tienes razón, sólo debes probarte a ti misma.

Sonrió—Estoy satisfecha con esa parte.

—Y te encontraste a ti misma— bebió de su vaso

Astrid meditó unos segundos y estuvo dispuesta a abrirse sobre ese tema con em rubio a su lado.

—¿Entonces por qué siento que no lo he hecho?

Rogers frunció el ceño y se volteó a verla con atención.

—Estas últimas horas he...— suspiró— Sentido que algo falta, que hay algo que aún no sé o que debo alcanzar...La verdad no sé como explicarlo— soltó una risa nasal— No quiero formular cuestionamientos. Quizás sólo estoy...Creando una falsa película en mi mente y no es nada en realidad.

—Tienes todo el derecho de sentirte así. Todo esto es nuevo y recién empiezas a comprenderlo— chasqueó la lengua— Pero, estoy seguro de que podrás aclarar todas tus dudas, cuento con ello.

Una sonrisa de lado se formó en la boca de la princesa.

—Gracias— le miró a los ojos.

Nuevamente— y como ya era de costumbre— se quedaron en silencio mirándose el uno al otro. Ya no era algo incómodo, era algo normal, tranquilo y agradable.

—Oye...— la suave voz de la chica rompió el silencio— No te había dicho lo bien que se te ve la ropa erat— rió.

Aquello al inicio fue en tono de burla, ya que sí se veía distinto. Pero en el fondo la castaña reconocía lo bien que se veía.

Rogers también se dignó a soltar una risa pero luego miró los ojos de la chica para poder decirle con sinceridad:

—Y yo no te había comentado lo hermosa que luces esta noche.

El corazón de Astrid se aceleró y trató de reprimir una sonrisa, pero fue imposible. Se giró para ver al rubio a su lado para entregarle aquella sonrisa, ya que era por él y para él.

Estiró lentamente su mano para con disimulo alcanzar la de él. Pero cuando hizo contacto una leve descarga los envolvió a los dos, obligándolos a apartar sus manos y mirarlas.

Se observaron con confusión y con ganas de saber que había sido eso.

—Eh...— la castaña tragó saliva— Deben ser mis poderes volviendo. Como los tuve reprimidos por el combate, ahora todo está volviendo a la normalidad— sonrió y Steve formó una o en sus labios.

—Ya entiendo— tocó su propia mano—No hay cuidado.

Lamentablemente su momento volvió a ser interrumpido ya que alguien se había acercado y había aclarado su garganta.

—Majestad— era Herjolf haciendo una reverencia— Lamento interrumpir sus asuntos pero hay temas que debemos discutir.

Ella frunció el ceño pero terminó asintiendo.

—Por supuesto— se giró a Steve— El deber me llama— sonrió.

—Suerte— le dijo de la misma manera.

Luego la castaña se retiró de allí en compañía del líder del Real Consejo, el cuál le echó una mirada no muy agradable al rubio. No confiaba en él ni en ninguno de los amigos de la joven, así que aprovechó aquella excusa para separar a Astrid de ellos.

—Princesa, ya que el ritual ha finalizado tenemos muchas cosas que discutir— ella asintió— Sus labores ya deben dar inicio y sugiero que iniciemos mañana mismo.

Abrió los ojos— ¿Ma...Mañana?

—Precisamente— sonrió de lado— Las escuelas de Erathor la aguardan para poder presentarse ante los educadores y niños. La Asamblea del Pueblo también tiene ganas de compartir con usted. Posteriormente nosotros como Consejo Real queremos tiempo para discutir cosas del reino...— la castaña quería detenerlo, pero era imposible; seguía hablando— Hay que alistar los preparativos para la fiesta del Gerf, visitar hogares necesitados, a los mercaderes. Oh, y muy importante, no puede faltar una visita al ejército.

—Herjolf...

—Fidina; la sastre Real se hospedará en el palacio unos días para poder tener todas sus vestimentas a su alcance; una princesa debe mantenerse siempre elegante. Tenemos inauguraciones de nuevos centros comunitarios...

—Herjolf...

—...Hay que visitar el puerto, además de la llegada de un nuevo barco para ellos. Y a eso le sumo la espera de un nuevo campo de sembrado para los agricultores...

—¡Herjolf!— esta vez la voz de la chica salió un poco más dura, aunque en un susurro, y con eso logró callar al hombre.

Él quedó bastante sorprendido ante el acto.

—Lo lamento— se disculpó la chica llevando sus manos juntas al rostro— En serio te agradezco mucho el que sepas y me recuerdes todo lo que tengo que hacer— él asintió— Pero creo que vas muy rápido, debemos priorizar y ordenar todo, no soltar las cosas como una bomba.

—Me disculpo si fui muy agresivo— dijo con las manos en su espalda— Pero ahora usted debe afrontar sus deberes reales, yo sólo cumplo con hacérselos saber.

Astrid cerró los ojos y soltó un suspiro. Se sintió un poco agobiada.

—Y déjala Herjolf— una voz femenina se escuchó a sus espaldas— La princesa ya entendió tu punto, no la sobrecargues.

Ellos se voltearon y se encontraron con Renha, la general. La rubia hizo una reverencia al encontrarse en frente de Magna.

—Es mi deber recordarle a la realeza lo que tiene que hacer; no podemos dejar que algo se nos escape— respondió.

—Lo sé, pero las decisiones no te corresponden— miró a Astrid— La princesa discutirá contigo los horarios y las actividades.

Él asintió— De acuerdo. Otra vez lamento si me sobrepasé, alteza.

—No, no, no— puso sus manos al frente— Tranquilo. Todo lo que dijiste estuvo bien, sólo...Debemos ordenarlo.

—Y lo haremos— sonrió de lado pero pareció un mueca— Si me disculpan...— hizo una reverencia y se marchó.

Una vez que él estuvo lejos la castaña soltó el aire retenido en sus pulmones.

—Rayos ¿Qué le sucede? Sentía que iba a morir.

Renha rió— Herjolf es así, también lo es con la reina. Es un hombre demasiado estructurado y tradicional; no deja que nada se le escape.

—Eso ya lo noté— se llevó una mano al pecho— Gracias, por cierto.

—Siempre para servirle, majestad— se inclinó un poco con una sonrisa— Sólo no deje que Herjolf la consuma; usted es la autoridad, tiene derecho a ponerlo en su lugar.

Magna soltó una cansada risa la cuál terminó contagiando a la general.

—Si me disculpas...Necesito algo de aire— habló la cataña con una pequeña mueca— Ha sido un día largo.

—Por supuesto— asintió Renha.

Astrid sonrió de lado y caminó hacia las afueras del salón; no muy lejos para no causar problemas. Apoyó sus manos en los barandales de piedra y respiró lentamente, llenando sus pulmones del limpio aire erat.

En efecto, la chica estaba cansada. El combate había sido durísimo y a penas había tenido tiempo para descansar y recomponerse. Además tenía muchas cosas por hacer y el hecho de que Herjolf se las recordase la había dejado mucho peor.

Aún estaba decidiendo qué hacer con su vida y el resto ya le tenía escrito como debía actuar.

Una parte de ella quería quedarse para seguir averiguando sobre ella, para estar allí y gozar la vida que nunca tuvo. Pero había otra que se preguntaba si iba a regresar a la Tierra algún día, con su hermano y sus amigos. Ellos no se quedarían en Erathor; eso era evidente, y le daba temor que llegase el momento de tomar una decisión.

Sacudió su cabeza y decidió no pensar en eso por el momento; no quería seguir bombardeando su mente con cosas que aún no tenía certeza de que iban a suceder.

Suspiró y giró sobre sus talones para poder regresar a la fiesta— la cuál ya estaba terminando— y no llamar la atención con su repentina desaparición. Comenzó a caminar pero algo la detuvo.

Sintió como algo o alguien la jalaba bruscamente del brazo, alejándola de la puerta y trayéndola hacia sí.

Ella ahogó un grito en su garganta al sentir aquello y ver de qué se trataba.

Era una mujer, o al menos eso parecía. Tenía apariencia similar a un espectro o un fantasma, pero no sabía con certeza, ya que la había tomado del brazo sin problemas.

—Princesa...Ya no queda mucho tiempo— murmuró con una extraña voz asustando a la chica— La oscuridad comenzará a tomar su lugar y la luz la deberá opacar. La muerte sin tregua buscará y la vida la deberá derrotar.

—¿Qué? ¿De qué habla?

—No hay tiempo que perder. Ella está más cerca de lo que creemos.

Y sin más que decir el espectro desapareció, como si se hubiera desvanecido en el aire.

Astrid quedó estática en su lugar, palideció por unos instantes y sintió su cuerpo temblar. Apoyó su cuerpo en una pared y trató de asimilar lo que había sucedido.

No sabía que había sido eso, o lo que podía significar.

—Oh maldición— suspiró llevándose una mano a la boca.

Miró a todos lados y buscó al espectro, si es que se dignaba en mostrarse otra vez. Pero no hubo nada, ella estaba sola.

Empezó a cuestionarse si aquello había sido real o sólo un producto de su imaginacion; que ya estaba desvariando por todo el cansancio que tenía.

Pero lo sintió tan...Potente, que aquella frase se había quedado estancada en su mente.

Con mucho nerviosismo volvió a ingresar al salón para buscar a la única persona que podría darle respuestas: Su madre.

Caminó a través del salón como su estuviera bastante perdida. Su mirada vagaba por el lugar y los presentes y sus torpes pasos la hacían tropezar.

Una vez que identificó a la rubia se le acercó rápidamente.

—Madre, madre— la llamó y ella se giró—Tengo que...Hablar contigo.

—¿Está todo bien?— preguntó con preocupación.

—Eh...No lo sé— tomó su cabeza en sus manos— Es algo muy raro y tengo que hablarlo contigo...Necesito respuestas.

Miró a todos lados— De acuerdo; sígueme.

Ambas eminencias salieron del salón que ya casi estaba vacío para dirigirse al lugar que la mayor tenía en mente.

Caminaron un par de minutos más hasta llegar a lo que parecía una bóveda dorada. Eir puso su mano sobre la puerta y está se abrió de inmediato, dejando el paso libre para ambas mujeres. La castaña miró eso con admiración y siguió a la reina hasta el interior.

Todo era color dorado y las paredes— al igual que algunas exteriores— tenían muchas pinturas y garabatos.

—Este es mi lugar privado— explicó la reina— Atiendo reuniones, guardo algunos tesoros...Y a veces sólo vengo a descansar— miró a la chica— Ahora...Dime que es lo que tanto de aflige.

La castaña cerró los ojos y soltó un suspiro. El sólo recordar lo que había sucedido hace un rato le causó un escalofrío.

—Fue...En serio no sé coml explicarlo—cubrió au rostro— Mamá ¿Hay algo que no me estás diciendo?

Eir abrió los ojos como platos ante aquella sorpresa.

—¿De qué hablas?

—¿Hay algo sobre mí que aún no me dices?— se le acercó.

Eir mantuvo la mirada firme junto a la de su hija y terminó soltando un suspiro.

—¿Qué fue lo que sucedió, Magna?

La aludida tomó aire para poder contar su experiencia de hace rato.

—Salí a tomar aire unos segundos— explicó— Y...Estaba por volver cuando algo...Me arrastró— la rubia abrió los ojos— Era como un fantasma o un espectro y...Me tomó del brazo diciendo una frase que se quedó pegada en mi cabeza...

La tomó suavemente por los hombros—¿Qué frase?

La chica cerró los ojos y trató de recordarla. Luego de un suspiro dijo:

La oscuridad comenzará a tomar su lugar y la luz la deberá opacar. La muerte sin tregua buscará y la vida la deberá derrotar.

El rostro de la reina palideció y se separó lentamente de su hija.

—No sé qué quiso decir pero al parecer iba dirigido hacia mí— continuó la princesa— Dijo que debía darme prisa, no tenía tiempo que perder.

Eir se volteó luego de unos segundos pasando sus manos por su cara.

—Por los dioses...— miró al techo— No puede ser.

—Mamá...— la chica se acercó— ¿Qué está pasando? ¿Qué no estás diciéndome?

La rubia se mantuvo en silencio una vez más, un dolor en su corazón y en su garganta le impidieron hablar.

—Por favor— suplicó la chica con voz más firme— Madre, no soy fan de las mentiras, así que si me estas ocultando algo me iré de aquí y...

—Calma— la detuvo poniendo sus manos sobre ella— Sí, tienes razón...Hay algo que debes saber.

La castaña pareció quedarse sin aire, fue como un retorcijón en el estómago.

—Espera ¿Qué? ¿Es cierto? ¿Hay algo que no me has dicho?

Asintió—Pero no porque quisiera mentirte, te lo juro. No te lo había dicho porque pensé que faltaba para ese momento...Y no quería agobiarte o preocuparte más de la cuenta

—¿Ese momento? ¿De qué estás hablando? Por favor explícate— rogó.

Eir suspiró y tomó una de las antorchas que iluminaban el lugar y con ella tocó una de las paredes. Y tal como había sucedido días anteriores las pinturas comenzaron a moverse.

—Hay que ir al inicio— dijo Eir.

Las figuras giraron y formaron un planeta, y la chica pudo entender que era Erathor.

—Antes de que tú nacieras la familia Real pasó un momento muy difícil, el cuál marcó un hito en toda nuestra historia...Aunque lo tratáramos de olvidar— agachó la vista— Mi madre, en ese tiempo la reina, tuvo dos hijas...Yo...Y tu tía...Mi hermana.

Astrid palideció y sintió un nudo en la garganta.

—¿Mi...?— tragó saliva— ¿Mi tía?

La imagen de una mujer pelinaranja apareció en la pared.

Asintió—Lorleen, mi hermana, era una mujer muy perspicaz, inteligente y persuasiva. Tenía el don de siempre hacerte ceder a lo que ella quería— rió con nostalgia— Y eso fue sólo un punto de impulso para lo que vino después.

—¿Qué...Qué le sucedió?— se atrevió a preguntar.

La reina agachó la cabeza nuevamente, se notaba que era un tema que le dolía.

—El deseo de poder...La cegó.

La figura de Lorleen se tiñó de negro en la ilustración.

—Ella sabía que una vez que nuestra madre partiera yo ascendería al trono por ser la mayor...Y eso a ella no le gustó para nada— negó— Ella anhelaba gobernar, sentarse en un trono y dirigir a otros...Pero eso no le correspondía. Además, su corazón no estaba hecho para eso; estaba dañado por todos los malos deseos que tenía.

La imagen de Lorleen desapareció y una secuencia de manos vino en su lugar, cosa que confundió a la chica.

—Había...Un conjuro, una especie de hechizo forjado en los inicios de Erathor. Este estaba cargado con toda la energía de el sol que nos engendró y le daba la posibilidad al que lo hiciera de...Volverse sumamente poderoso.

Las manos en la pintura se movieron; parecía una secuencia.

—Lo llamábamos...El Penta-Gion.

El nombre resonó una y otra vez en la mente de la chica.

—¿Es ese?— preguntó señalando la pared y la reina asintió. Se trataba de la secuencia de realización del hechizo.

La chica ladeó su cabeza y comenzó a poner sus manos en posición, como si quisiera repetirlo.

—¡No!— Eir la detuvo rápidamente y cubrió sus manos con las suyas— ¡Ni siquiera lo pienses!

La menor se sobresaltó y su expresión fue de temor puro.

—Lo lamento, lo lamento— puso sus manos a la defensiva— ¿Tan malo es?

Eir suspiró y cerró los ojos para apuntar la pintura y como está cambiaba.

—El Penta-Gion fue lo que consumió a tu tía.

La figura de Lorleen volvió a aparecer, pero esta vez irradiaba una liz oscura.

—Descubrió lo del hechizo y se dispuso a recrearlo...Ignorando el hecho de que nadie nunca lo había logrado. Los que antes lo intentaron quedaron hechos cenizas, consumidos por el fuego o simplemente con enfermedades que al poco tiempo acabaron con sus vidas...Pero a ella no le interesó, sólo deseaba el poder.

La bruma oscura que rodeaba a la pelinaranja se expandió por la pared.

—¿Y qué pasó?— cuestionó Magna.

—Lo realizó...Sacudiendo a todo Erathor y lo logró.

La castaña abrió los ojos de par en par al oír aquello y contuvo el aire de sus pulmones.

—Sin embargo, no fue tal y como ella esperó. Su corazón estaba tan oscuro y dañado que el Penta-Gion se alimentó de aquello...Convirtiéndola en un ser de oscuridad, poderoso, pero mucho peor de lo que pensó.

La preocupación comenzó a invadir a Astrid, empezando a unir todos Los cabos sueltos.

—Se transformó en la diosa de la oscuridad y la muerte.

Aquello hizo a la menor tragar saliva. Los títulos de todos en ese lugar eran muy altos, pero este...Había sido el mayor.

—Todas las otras amenazas y seres terribles fueron entrenados por ella...Kurse, Malekith, Hela, incluso el hermano de Thor; Loki...Todos ellos aprendieron de ella, la maldad original— cerró los ojos— La muerte.

La figura de Lorleen apareció y un paisaje erat llegó.

—Yo quería a mi hermana...A pesar de su corazón lleno de maldad— miró a su hija— Porque era mi familia, y siempre esperé que pudiera restaurar su alma.

Eir agachó la cabeza con tristeza y la imagen a cambió a otra que sacudió a ambas.

—Pero fue imposible.

Lorleen aparecía siendo retenida en una especie de jaula muy extraña, gritando y luchando por su vida.

—Su sed de dominio sobrepasó los límites, y ya no sólo buscaba gobernar Erathor...Sino que a todo el Yggdrasil— hizo una pausa— Ahí entendí que ya no podía hacer más por mi hermana...Estaba perdida— levantó la antorcha y señaló la pared— Por eso todos los regentes a lo largo del árbol se reunieron para poder desterrarla...Ya que acabar con ella fue imposible.

—¿Y lo lograron?

—Sí— la castaña soltó un suspiro de alivio— Pero no permanentemente— el alivio desapareció.

La chica hizo una mueca. Creyó que todo estaba bien pero al parecer no era el fin.

—Tal magnitud de poder y de oscuridad era imposible de retener por tanto tiempo, y eso Lorleen lo sabía. Así que cuando fue exiliada...Predijo que llegaría el día en que alguien surgiría para poder vencerla. Y ese día ella comenzaría a renacer, teniendo una segunda oportunidad.

—Eso es muy malo— murmuró Astrid.

—Terrible— suspiró y en las imágenes se apreció su figura siendo echada de Erathor— Pensamos que eso nunca pasaría; era imposible que hubiera alguien más poderoso que ella...Así que nos quedamos tranquilos.

Eir hizo una pausa para tomar valor y las imágenes cambiaron, ahora lo que se veía era una bebé.

—Hasta que naciste tú.

Astrid se quedó sin habla, estupefacta pasando su mirada de la pared a su madre y viceversa. Había sido un intenso golpe.

—¿Qué...?

—Cuando naciste y vimos que estabas llena de la energía de nuestro sol creador supimos que eras la elegida.

—No, no, aguarda...— puso sus manos al frente— Mi profecía era sobre volver a Erathor.

—Y restaurar todo lo corrompido— la castaña ahogó un quejido— Al tú volver a Erathor nuestro lugar en el Yggdrasil estará de vuelta...Y eso implica también nuestra visibilidad y su posibilidad para ingresar a nuestro mundo.

—Ay no— se llevó las manos a la boca.

—El espectro que viste se llama Illidun, son ancestros que llevan mensajes a lo largo de todo el universo...Y llegó el tuyo, hija.

—Por eso me dijo esa frase— murmuró— Porque yo debo vencer a la oscuridad...Yo debo vencer a Lorleen— cerró los ojos— Maldición, aquí vamos otra vez.

Años antes a ella le había correspondido ser la elegida para derrotar a Kurse; la única capaz. Y hoy se estaba enterando que había alguien mucho más poderoso esperando por ella: la diosa de la oscuridad y la muerte.

—Ahora puedo ver que el día está más cerca de lo que creí— las pinturas dejaron de moverse— Y es tiempo de que te prepares.

Eir comenzó a caminar pero la castaña se mantuvo en su lugar, bastante confundida y con muchas dudas.

—Pero eso es imposible— la rubia se volteó— Yo no puedo hacerlo, no tengo la capacidad. Es imposible vencer a una diosa de tal magnitud.

La reina sonrió lentamente de lado y dejó la antorcha en su lugar, para luego poder acercarse a su hija y tomarla de las manos.

—Supe que podrías hacerlo cuando naciste...Y supe que podrías hacerlo cuando regresaste— levantó las manos de ella— Todo está en ti.

—Conozco bien mis habilidades y estoy muy segura de que no servirán de mucho.

—Oh créeme que sí— sonrió— Cuando me enseñaste tu magia y el control de los elementos básicos de toda existencia todo me quedó más claro.

—Pero es sólo eso, mamá. No es una súper arma.

—Cielo...— con su mano acarició su mejilla— Aquello es sólo una base para lo que realmente controlas.

Magna frunció el ceño confundida. Si antes estaba perdida ahora había quedado peor.

La rubia se separó de ella y comenzó a caminar, la joven le siguió bastante perdida en sus pensamientos.

—He oído de infinitas teorías que dicen que no son sólo cuatro los elementos básicos...Y creo que tienen razón— se detuvo y la miró— Son cinco.

—¿Disculpa?— cuestionó estupefacta.

—Y esos son la base de tu poder...De todo lo que puedes hacer. No lo olvides, sólo una base.

—Mamá, sigo bastante perdida ¿Quisieras ir ya al grano?

Eir suspiró y siguieron caminando hasta llegar a una pared que le llamó mucho la atención a la castaña. Había una pintura que constaba de un círculo, figuras representativas de los cuatro elementos estaban rodeándolo y al centro había un círculo más pequeño color dorado.

—No es algo que te falte...Es algo que siempre estuvo en ti y ahora lo debes sacar a la luz— dijo la reina.

La chica observó el mural tratando de descifrar de qué se trataba todo aquello. Estaba muy nerviosa y ansiosa.

—Hija...— la tomó de las manos otra vez— Hay una sola manera de combatir la muerte...Y esa es con la vida.

Los ojos de Astrid se abrieron de par en par al oírla, su corazón tomó un ritmo desenfrenado y se soltó de las manos de su madre. Incluso se sintió un poco mareada ante tan fuerte revelación.

—¿Qué...?— murmuró en un susurro.

Eir tomó aire— Los elementos que has atesorado todo este tiempo terminan en una sola cosa: La Vida...Control de la vida.

Astrid se llevó las manos a la cabeza, como si ya no quisiera seguir escuchando.

—No, no, no, no. Debe ser una broma— se movió en su lugar— Eso es imposible.

—No lo es.

—Te dije que conozco mis habilidades, yo no...— movió sus manos—...Hago eso.

—Sí, pero tenías debates internos con una voz en tu cabeza ¿No es así? La vida luchaba dentro de ti.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo sé porque todo este tiempo fuera yo fui la voz en tu cabeza que te ayudaba a decidir que hacer.

La castaña palideció.

¿Hoy es el día de las revelaciones o qué?— pensó la chica

—¿Es una broma?— susurró en un hilo de voz.

—No podía acercarme a ti o ver tu rostro...Sólo sentía parte de tu esencia en algún lugar del universo— se acercó— Yo fui quién te ayudó en la toma de varias decisiones.

—Pero...— su respiración estaba agitada— Carajo, ya no sé qué decir o pensar.

—Hija, no puedes negarlo...— tomó su rostro— Eso está en ti, el resto del entorno reacciona a ti y a tu control de ella.

Al oír eso algo vino a la cabeza de la chica, algo que podía ser capaz de aclarar sus dudas.

Cuando conoció a Visión tocó la gema de la mente; una singularidad demasiado especial y le dio una especie de descarga que la dejó afectada. En Asgard tocó el Setgon y este también la hizo pasar un mal rato. Y si se ponía a pensar más a fondo, cuando ayudó a Steve a salir del canal del cuartel de la CIA en Berlín él tenía una cortada que mágicamente despareció cuando pasó su dedo encima.

Y al darse cuenta de todo eso la castaña ahogó el aire en sus pulmones.

—No puede ser...— se llevó una mano a la frente— Creo que puede ser verdad.

Es verdad— corrigió su madre— El entorno reacciona a ti porque está bajo tu control. Todo lo que haces es vida.

El rostro de la joven seguía marcado por esa expresión estupefacta y no la podía cambiar, seguía en la misma situación.

Eir le hizo una seña con la cabeza para que la siguiera y la chica obedeció, confundida, pero lo hizo.

Caminaron hasta llegar a otra puerta, la cual se abrió por el contacto con la mano de la reina, y esta las llevó a lo que parecía ser un pequeño jardín.

Astrid miró todo a su alrededor con curiosidad.

—Lorleen sabe que tú existes, sabe que en algún momento ibas a volver y que ese es su momento para atacar— siguió la reina— Pero lo que ella no sabe es cuál es tu verdadero poder.

La rubia señaló al frente donde un árbol se erguía a unos metros de distancia. La castaña frunció el ceño y miró a su madre en busca de respuestas.

—Pruébate a ti misma— dijo— Aplica tus poderes con el árbol a medida que te vaya diciendo.

La chica asintió lentamente pero un poco desorientada, sólo se limitó a seguir las órdenes de su madre.

—Fuego.

Astrid encendió sus manos y creó una llamarada que luego lanzó hacia el árbol. Este no tardó en ser consumido por el abrasador calor.

—Agua.

Nuevamente juntó sus manos para formar una esfera de agua, la cual se iba haciendo más grande a medida que se acercaba al árbol.

Cuando estuvo sobre él la castaña la dejó caer y el fuego se apagó, quedando el árbol casi hecho cenizas.

—Aire.

Llenó sus pulmones de aire y sopló hacia el árbol debilitado, cuyos restos no tardaron en esfumarse a medida que el viento lo golpeaba.

Al final sólo quedó el suelo bastante maltratado.

—Tierra.

Alzó sus manos y el suelo comenzó a regenerarse, a volverse fértil y bueno, como si nada hubiera pasado allí.

—Y...Vida.

Magna se giró a ver a su madre. No sabía que hacer, no sabía como aplicar esa parte de ella en ese momento.

—Haz lo que sientas que hay que hacer— le dijo— Tú tienes el control.

Ella volvió a girarse para ver el suelo, dónde el árbol había estado segundos antes. Se acercó lentamente para quedar más cerca y se agachó. De la nada sintió dentro de ella qué era lo que debía hacer.

Los siguientes segundos fueron decisivos y nerviosos. Todo otro ruido del exterior desapareció para la chica; sólo era ella...Y su deber.

Estiró una de sus manos y la puso en la tierra, la acarició; la sintió entre sus dedos, para luego cerrar sus ojos y simplemente darle la orden a su mente.

Al principio no ocurrió nada, pero cuando el suelo empezó a sacudirse lo entendió todo.

Lo que empezó como una pequeña raíz saliente empezó a convertirse en una rama, luego un pequeño árbol y luego fue creciendo y creciendo hasta llegar a ser lo que era antes.

Astrid miraba lo que estaba haciendo a medida que sucedía, estaba impresionada y orgullosa. Una pequeña lágrima de emoción cayó por su rostro al ver la magnitud de sus acciones.

Sus ojos estrellaban un color dorado intenso, ya no era un simple chispazo, ahora era en completa expresión.

Cuando finalizó se puso de pie y admiró el árbol que ella había creado. Se llevó las manos a la boca y una sonrisa de oreja a oreja se plasmó allí.

Eir estaba igual de emocionada y orgullosa al ver que su hija estaba lista para convertirse en quien debía ser. Se acercó al árbol y tomó una fruta que colgaba de una de las ramas. Se la enseñó a Magna y ella sonrió sincreer lo que había logrado.

—Yo...— tomó la fruta y su voz salió temblorosa— No lo puedo creer.

El árbol era alto y hermoso, mucho más admirable que el anterior que allí había. Y todo aquello había sido fruto de la castaña, ella lo había hecho.

Las infinitas posibilidades de descubrir aquella habilidad oculta en ella la hacían temblar. Era algo sobrenatural y fuera de la comprensión de muchos.

Era algo distinto...Era algo poderoso.

La reina puso una mano sobre el hombro de la chica y juntas miraron aquel árbol, admiradas por lo sucedido.

Sería una vivencia que nunca olvidarían, en especial la menor.

Entonces Eir le dijo:

—Hija...Tú eres la diosa de la vida.

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gif by WhereWeAreMovie2014





















AAAAAAAAAAAAAH

ADIVINEN QUIÉN TERMINÓ DE ESCRIBIR ESTO TEMBLANDO

QUÉ EMOCIÓN, POR FIN TENEMOS LA GRAN REVELACIÓN

uf, me cansé

ANYWAY, llegó la revelación que les había comentado!! qué les pareció?
foeeeerte verdad?

ahora que será de la bb magna? ahora que se entera que tiene una tía malvada wkfkwkf

ya lo averiguaremos señores

30 votos para siguiente capítulo

ya nos estaremos viendoooo♡

UH Y DE PASO LES DIGO QUE TENGO FICS DE SEBASTIAN STAN Y CHRIS EVANS

eso, fin del spam uwu

los AMOOOOO

nat

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