━HEART TO HEART
❝ DE CORAZÓN A CORAZÓN ❞
❝ you don't have to say you love me,
i just wanna tell you somethin'
lately you've been on my mind ❞
adore you | harry styles
A PESAR DE HABER SIDO UNA MISIÓN BASTANTE CAÓTICA, el viaje de Astrid a la Tierra había conseguido un rotundo éxito. El collar que sus padres biológicos le habían dado cuando la entregaron a la familia Stark sí resultó ser la llave secreta para poder activar el Conquelion. Ahora, con ella segura con la reina, estaban un paso más adelante de Lorleen; sin aquella llave no podría usar el pilar, pero el primer objetivo era impedir su mera llegada a él.
El día paso volando y el que transcurrió después de aquel fue completamente utilizado para entrenamiento. Erathor no dejaba de sacudirse de vez en cuando y esto indicaba una sola cosa: El planeta estaba volviendo a su lugar en el Yggdrasil y esto dejaría la entrada liberada para que la diosa de la muerte arremetiera con todo lo que tenía.
Era algo inevitable; sabían que iba a suceder, por eso debían estar listos para pelear ya que era la única opción que quedaba.
Sólo había un ínfimo detalle: No sabían como.
O en realidad, ella no sabía como.
Desde que había llegado a Erathor se le había dicho a Magna que ella era la salvadora de aquel mundo, la profecía cumplida y la única persona destinada para derrotar a Lorleen. Un poco de peso sobre sus hombros ¿No? Pero a pesar de oír esa frase una y otra vez por todo aquel tiempo...Aún no sabía como hacerlo y para variar nadie le había dicho.
La verdad era que nadie sabía.
Erathor había estado esperando ese momento por décadas y ahora estaban a punto de enfrentar su más grande gloria, pero si fallaban podía ser su más grande perdición. Todo recaía en Magna y sólo en ella...Y ese era el problema.
La incertidumbre que la diosa tenía crecía a cada segundo, y ahora que el conflicto estaba a sus puertas lo hacía muchísimo más. El mundo entero confiaba en que ella arreglaría las cosas pero sinceramente ni ella se estaba teniendo mucha fe a ese punto de la batalla. Era como si fuera a boxear con guantes de cocina, como si lo único único tuviera en medio de una balacera fuera una navaja, como si se estuviera ahogando con un peso en sus pies que la arrastraba sin detenerse hasta el fondo.
Realmente no sabía qué hacer.
Sí, tenía su inmensa y poderosa magia, pero no sabía si eso iba a ser suficiente. Lorleen ya la había vencido una vez contra todo su poder y sabía que ahora la bruja volvería más cargada que nunca.
¿Por qué rayos la respuesta no estaba escrita en algún sagrado rollo de papel? ¿O en la piedra de una montaña? ¿O por último en algún lugar lejano? Ni siquiera eso tenía; no tenía nada y estaba comenzando a pensar que no encontraría la respuesta y terminaría fallándole a todo un mundo y en consecuencia al resto del Yggdrasil.
Y se le estaba agotando el tiempo.
Astrid soltó un largo suspiro cuando se detuvo en frente de una enorme pared de piedra. En ella se apreciaba una especie de reloj de arena que marcaba el tiempo restante para la reincorporación de Erathor al árbol de los mundos, y por ende este también dictaba lo que les quedaba para la llegada de Lorleen.
A aquel reloj le quedaban pocos granos para acabarse.
Miles de pensamientos negativos se apoderaron de ella y trató de sacarlos de su mente en un acto sin triunfo. Estaba atacada por todo aquello y nada en ese momento podía ayudarla.
La noche había caído y tan sólo unos minutos antes ella había terminado un duro entrenamiento con Renha y su madre para el futuro combate. ¡Já! Como si ella no supiera pelear o como si eso fuera a bastar para vencer a una bruja todopoderosa.
Stark estaba cansada, tanto física como emocionalmente. Arrastró sus pies sin fuerzas hasta un balcón de piedra que dejaba deslumbrar el precioso paisaje nocturno de Erathor. Todo era tan hermoso. Quién diría que en unas horas podría ver su gloria...O su ruina. Astrid temía que ella fuera causante de que ocurriera la segunda.
Pasó sus manos una y otra vez sobre el confuso y extraño traje de entrenamiento erat que su progenitora le había entregado ya que se sentía un poco incómoda. La rara armadura que dejaba sus hombros, brazos y piernas al descubierto la había sofocado por una tarde entera sin descanso alguno. Y para colmo, aún tenía el peso de su corona de diamantes sobre su cabeza ya que, por alguna razón, la habían hecho usarla todo el día.
Como si eso fuera a ayudar...
Rendida con aquella vestidura la princesa apoyó ambas palmas de sus manos en la piedra pulida que creaba el balcón y llenó sus pulmones con todo el aire que pudo. Al menos eso se sintió bien, pero no evitó que una rebelde lágrima resbalara silenciosamente por su mejilla.
Bufó por aquel acto incosniente y la secó cuánto antes. De todas las personas en Erathor ella era la última que en ese preciso instante no podía verse débil.
—¿Disfrutando la vista?
Oh.
Oh que alivio fue para la diosa escuchar esa tersa y conocida voz que acarició sus oídos con la calma y la afabilidad que en ese instante necesitaba desesperadamente.
Ella esbozó una pequeña pero cansada sonrisa y se volteó a ver al recién llegado diciendo:
—Sí, espero que calme todos mis males pero hasta el momento no ha funcionado.
Steve soltó una suave risa y caminó los pasos restantes que le quedaban para estar frente a la castaña.
—Luces cansada ¿Está todo bien? —examinó su rostro.
Suspiró con pesadez; no le podía mentir a éĺ—No, la verdad es que no...Estoy muy agotada, he estado entrenando durante todo el día.
—Ya veo.
—Pero es más un cansancio emocional —se volteó para quedar frente a él.
—¿Por qué?
—Porque tengo demasiado peso sobre mis hombros, Steve. No queda absolutamente nada para que Lorleen llegue. Puede ser hoy, mañana, en un par de horas o en un par de días y yo... —sintió que el aire se le acababa—. No sé como detenerla.
—Astrid, tú eres la persona más poderosa en este lugar, si alguien sabe como detenerla eres tú.
—Pues no lo sé —su voz fue un poco más dura— y todo el mundo espera que lo sepa y confían ciegamente en mí pero creo que estoy a punto de fallarles.
Ella habló tan rápido que tuvo que tomarse un segundo para exhalar.
—No te estoy mintiendo cuando te digo que realmente no sé como vencer a Lorleen. Lo único que sé es que debo hacerlo; soy la profecía y nací para eso pero...Siento que si me presento en el campo de batalla frente a ella...Quedaré inmóvil...Y me va a matar.
—De acuerdo —al rubio no le estaba gustando lo injusta que Stark estaba siendo consigo misma y la detuvo tomándola por los hombros—. Te pregunto algo, cuando escapaste de Rusia en aquella misión hace años ¿Sabías cómo ibas a hacerlo?
Frunció un poco el ceño—Eh...No.
—Pero de todas maneras lo hiciste. Y cuando tuviste que calentar aquel pilar en Chile a la temperatura más alta ¿Sabías cómo?
—Definitivamente no —negó con la cabeza.
—Y cuando tomaste la decisión de derrotar a Kurse tú sola de la manera más heróica que yo he visto —ella sonrió— ¿Lo sabías también? ¿Lo tenías preparado de antemano?
Se tomó un segundo antes de responder—Pues no.
—Exacto —el agarre en sus hombros ahora fue más suave, más cercano—. Muy pocas veces has sabido exactamente cómo terminará una batalla pero de todas maneras la terminas...Simplemente lo sabes y siempre lo has logrado.
—Pero esto es diferente, se supone que debería saberlo —alegó.
—As, hasta las más sagradas profecías pueden cambiarse —ella quedó helada ante la respuesta—. Tú llegaste aquí para cambiarlo todo, incluso la manera en la que derrotarás a Lorleen. Pero si hay algo de lo que sí tengo certeza es de que lo harás.
Vaya, eso era realmente lo que la castaña necesitaba escuchar.
Aquellas palabras habían tocado la parte más sensible de su ser y tuvo que morderse el interior de la mejilla para no ponerse a llorar.
—Y...¿Y si no lo hago? —dijo con voz titubeante—. Miles de millones de personas van a morir; todos ellos están sobre mis hombros ahora.
—Escúchame —ahora sus manos atraparon su rostro— no lo harán ¿De acuerdo? No morirán; nadie morirá, yo confío en que tú puedes hacerlo.
—Pero Lorleen...
—Lorleen estará muerta cuando se enfrente contigo —interrumpió—. Astrid, tú eres la persona más intrépida y valiente que he conocido en toda mi vida.
—Steve...
—He visto tu valor, tu coraje, tu tenacidad y tu resistencia ante situaciones igual o similares a esta. Eres eso y mucho más. Te amo y yo...
Al darse cuenta de las palabras que habían salido de su boca Steve se detuvo en seco causando un silencio entre ellos que pareció eterno.
Estaba hablando muy rápido para poder calmarla, sí, pero también estaba hablando con la verdad de su corazón...Y todo salió a la luz.
Astrid abrió los ojos cómo platos—¿Qué dijiste?
Rogers se había quedado pasmado y le fue muy difícil reaccionar al primer instante.
La castaña estaba desesperada por su silencio y tomó sus manos que estaban sosteniendo su cara—Steve.
El Primer Vengador soltó un largo suspiro estando completamente rendido ante la belleza de la mujer que tenía frente a él. Ya no iba a ocultar lo que sentía, lo había hecho por mucho tiempo y era momento de cortar esa cadena.
Afirmó su agarre—Astrid yo te amo —la erat sintió que todo el cuerpo le temblaba—, te he amado por años.
Una nerviosa pero gozosa sonrisa comenzó a aparecer en los labios de la mujer.
—Y quizás es el momento más crítico para decírtelo pero creo que no aguantaba más con esto dentro de mí. Te amo y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida, porque tú no sólo naciste para cambiar este mundo...Sino también el mío.
Magna no aguantó otro segundo más y tomó al hombre por el cuello para acercarlo a ella y besarlo con una inmensa necesidad. Steve sujetó firmemente su cintura mientras le seguía la corriente como si no quisera dejarla ir; como si estuviera asustado de que sus palabras la hicieran huir.
Pero aquello era lo último que Astrid quería hacer en ese momento.
Sólo quería estar con él.
Con el hombre que ella amaba.
—Yo también te amo —susurraba ella mientras le besaba—, en serio te amo.
Al oírla Rogers se separó para asegurarse de que realmente había oído eso.
—Astrid...
—Sé que cuando te conocí te odié un poco, lo lamento —ambos rieron—, pero terminaste siendo mi Hitache...El hombre perteneciente de mi corazón —no se aguantó y tuvo que besarlo otra vez—. Steve, cada parte de mí te ama...Cada parte
—Dios, no sabes cuánto me alegra oír eso. Por un segundo creí que no lo oiría.
La castaña se separó del beso y lo miró con los ojos entrecerrados—¿En serio? ¿Después de lo que he demostrado todo este tiempo? ¿Incluso luego de lo que acabo de decir? ¿Acaso eso no fue suficiente? ¿Quieres oírlo otra vez?
—Sí, por favor —cerró los ojos esperándolo.
—Te amo —lo volvió a besar con una sonrisa—, te amo tanto.
Su sesión de besos continuó y en cada roce de sus labios decidieron expresarse lo mucho que de amaban. Habían pasado años reteniendo lo que sentían y ahora eran por fin libres de sentir.
Los besos comenzaron a adquirir otro ritmo y se volvieron más pesados y más deseados. Astrid se separó por unos segundos y con sus ojos ambos se dijeron todo. La princesa miró a todos lados asegurándose de que nadie los viera y tomó al hombre de la mano para luego comenzar a correr con él hacia su habitación.
No sabían si alguien estaba deambulando por ahí; realmente esperaban que así no fuera, pero honestamente dejaron de preocuparse de eso cuando sólo se trataba de ellos dos y la ferviente llama que estaba ardiendo dentro de ellos.
Cuando llegaron a los aposentos reales el sonido de la puerta cerrándose hizo eco en la habitación y Astrid se quedó apoyada unos segundos sobre ella mientras su mirada se negaba a apartarse del hombre frente a ella. ¿Qué más daba a ese punto? Sólo quería estar con él y con nadie más que él.
Se le abalanzó y continuó besándolo agradeciendo que Rogers le estaba siguiendo la corriente al mismo ritmo y al parecer con la misma necesidad que ella.
Con cuidado ella comenzó a caminar guiándolo hasta la cama en donde ligeramente lo empujó para que se sentara a la orilla de esta. Posteriormente Astrid se sentó sobre él para continuar aquello que definitivamente no querían que acabara.
Jamás se habían sentido de esa manera, con aquel ferviente deseo de estar entre los brazos del otro, sintiendo como aquella línea de tensión que los había sujetado por años ahora estaba por cortarse finalmente. Los besos no cesaron su ritmo y Steve no dejó de sujetar la cabeza de la diosa mientras sus dedos se perdían en las hebras de su castaño cabello.
Entonces un sonido se escuchó.
La corona de Astrid cayó.
La corona de Erathor cayó de su cabeza.
Y a ninguno le importó.
Aquel accesorio que era una de las cosas más importantes y solemnes del planeta se resbaló de la cabellera de la mujer y cayó al suelo. La estructura de oro y diamantes no se rompió pero sí marcó un hito de las prioridades que la mujer tenía en ese momento.
No era el oro, las joyas, los castillos, las riquezas o la importancia en el reino.
Era sólo Steve.
Sus lenguas se abrieron paso entre sus bocas para comenzar a jugar entre ellas y Stark se tomó el atrevimiento de tomar la camiseta blanca del Capitán desde sus bordes para luego jalarla hacia arriba y quitársela de una buena vez, dejando el torso del hombre descubierto. El beso se retomó y las manos de Astrid no dejaron de acariciar su abdomen ahora sí con una completa libertad que había estado esperando gozar desde hace tiempo.
Se hicieron hacia atrás para quedar recostados en el colchón y Rogers comenzó la misión de quitarle el traje a la diosa. No obstante, estaba siendo un poco complicado ya que desconocía ese tipo de vestimenta extraño en su totalidad.
La castaña soltó una suave risa cuando lo vio batallar en busca de algún cierre—No encontrarás nada como en la Tierra, déjamelo a mí.
Ella había aprendido —aunque aún le costaba— a quitarse aquella ropa, pero en cuestión de segundos soltó un raro botón que ahora permitía el suave desliz del traje cuando el hombre quisiera.
—Te lo agradezco —sonrió él para luego volver a atraerla a su cuerpo y seguir besándola.
Ahora le fue más que sencillo poder quitarle aquella ropa. La vestidura se deslizó entre los dedos del Capitán como si fuera una suave seda que se arrastraba sobre la suave piel de la mujer. Ella se levantó un poco para que ésta pudiera salir del paso completamente y así sólo quedar en ropa en interior —y sí, esa sí era ropa interior de la Tierra—
No sabían quién de había estremecido más. O Astrid por sentir los dedos del rubio recorriendo toda su piel, o Steve por darse cuenta que dicha piel era inmensamente tersa, cálida y con un dulce olor femenino que sacudió todos sus sentidos.
El Capitán enganchó sus piernas en las caderas de la castaña y tomó el impulso para girar sobre el colchón y así quedar él sobre la mujer. Sus manos se fueron hacia su espalda durante los besos hasta que logró encontrar el broche del sostén que pocos segundos después ya había volado lejos en algún rincón de la habitación, dejando así el busto de Astrid completamente expuesto ante él.
Stark tomó por la nuca al hombre y lo guió para que el movimiento de sus labios siguiera en su cuello y no se detuviera hasta el punto que él deseara. Un ahogado suspiró se escuchó por parte de la mujer al sentir el cosquilleo que aquel roce le causaba y todo fue acrecentando cuando los labios del rubio comenzaron a bajar y bajar hasta que atrapó uno de sus pechos en su boca.
Bien, ahí todo el silencio que la diosa había estado manteniendo se fue. Un quejido salió de su boca y tuvo que morderse el interior de la mejilla para intentar no hacer más ruido o alguien a los alrededores la podia oír.
Después de un rato sus labios se volvieron a unir dejándolos a ambos con una sensación de querer más y más; una sensación que no parecía detenerse con nada.
En medio de los besos Astrid no pudo evitar sonreír y esto fue captado por el hombre.
—¿Qué? —cuestionó mientras la besaba.
—¿Qué de qué? —respondió aún sonriente—. ¿Acaso no puedo estar feliz por tener finalmente al hombre que amo sobre mí? —los besos no se detuvieron—. ¿...Por fin de esta manera?
—Ah sí ¿Eh?
—¿O qué? ¿Acaso tú no lo estabas esperando?
La respuesta del rubio no se escuchó inmediatamente ya que no era capaz de ponerlo en palabras y sólo se limitó a canalizar sus impulsos sobre los labios de la mujer.
—Oye — al notar su silencio ella atrapó su mandíbula con una de sus manos—, mírame a los ojos y dime que no estabas esperando por esto.
Sus miradas se encontraron y recién allí notaron que era la primera vez que lucían de esa manera; deseosas. Los cansados suspiros de Steve impactaron suavemente sobre la boca de la mujer y su respuesta llegó no con palabras sino con sólo las señales de su azulada mirada que luego se escondieron en el cuello de Astrid para seguir besándola en aquella zona.
Ella rió—Ah sí, lo supuse...Te descubrí.
La mano de Stark viajó cautelosamente por el marcado abdomen de Rogers hasta encontrar el cinturón de su pantalón y con una habilidad que sólo ella tenía lo desabrochó y le quitó el pantalón. El rubio no quiso esperar más y él mismo terminó por quitarse la ropa que le restaba mientras Astrid hacía lo mismo con la última prenda que quedaba sobre su cuerpo.
Ya con Steve nuevamente sobre ella la castaña abrió sus piernas con el fin de darle el paso al hombre para que finalmente rompieran la inmensa tensión y las ganas que se habían aguantado por tanto tiempo.
Ambos soltaron un gemido cuando Rogers comenzó a moverse dentro de ella. Astrid se aferró firmemente a la espalda del hombre y el placer era tanto que podía asegurar que mañana el hombre tendría sus uñas marcadas en aquella zona. Cerró los ojos y sus párpados llegaron a doler con la fuerza que los cerraba. Todo pareció congelarse en ese único momento y no había nada más que importaba.
La diosa tuvo que buscar desesperadamente los labios del Capitán o seguiría haciendo ruido, y cuando los halló se dio cuenta de que él estaba en la misma situación que ella.
—Te amo —susurró el hombre sobre su húmeda boca.
—Y yo a ti —contestó de la misma manera—. Sigue moviéndote, Rogers.
Una sonrisa apareció en su boca—Como ordene, majestad.
El hombre siguió embistiendo causándole a la mujer una explosión de emociones que no estaba siendo capaz de contener. Ese momento era suyo y de nadie más. La luna que se asomaba por el balcón y ellos mismos eran los únicos de lo que sucedía allí y así se quedaría.
De repente todo comenzó a volverse negro y el cosquilleo en el abdomen de Astrid se hizo cada vez más grande. El clímax de aquel íntimo momento agitó sus sensibles terminaciones nerviosas y lo mismo hizo con Steve haciéndolos sacudirse y exhalar audiblemente el aire que habían estado reteniendo cuando el placer terminó por comérselos vivos.
Se separaron en el momento correcto y sus cuerpos laxos quedaron tendidos sobre el colchón. Astrid besó el pecho del hombre sobre el que había quedado apoyada y una sonrisa de oreja a oreja decoró su rostro.
—Puedo sentir esa sonrisa —susurró el rubio acariciando su cabeza y quitando los sudados castaños cabellos que se habían adherido a su delicado rostro.
Sus pechos no dejaban de subir y bajar por el agotamiento de una actividad tan demandante como aquella y por la inmensa adrenalina que eso les había causado. Aún así la castaña tomó fuerza para levantarse un poco y verlo a los ojos.
—¿Qué? ¿Ya te cansaste?
—¿De ti? Nunca —negó él.
Su sonrisa se hizo más grande—Bien.
Se impulsó con sus piernas para poder estar nuevamente sobre el rubio y una vez sentada lo miró con una juguetona expresión.
Rogers la observó con los ojos abiertos como platos—¿Q-Qué estás haciendo?
—Oh Capitán, ¿Sólo a usted le gusta tener el control? —chasqueó la lengua mientras lentamente se agachaba hasta llegar a su oreja. Una vez allí le susurró—: Es tiempo de que sepas como es que yo lo tenga.
Un ahogado y entrecortado suspiro abandonó los labios de Steve cuando aquella frase finalizó y posteriormente comenzó a sentir el movimiento de Astrid sobre él.
La noche era joven y podrían seguir complaciendo los carnales deseos del otro por interminables horas. Pero en ese instante había algo mucho más grande que ellos dos juntos en juego...
El Hitache de su amor se había activado, la magia de éste ahora se había unido al árbol del Yggdrasil y no podían permitir que algo lo estropeara.
Oh...Pero aquel recorrido no había acabado...Aún quedaban cosas por venir.
AJA, LAS ATRAPÉ COCHINAS JAJXJDK ya pero bueno ME ENCANTA CUANDO SE CORTA LA TENSIÓN SEXUAL AAAAAAA
buenas buenas estamos de vuelta y cada vez más cerca del finaaaal. qué les pareció? les leo <333
tenía este capitulo planeado desde el inicio de la fic y me emociona muchísimo poder subirlo al fin, los amo mucho a mis papás 😭🤍
40 votos para actualización ✨
en fin, nos vemos a la próxima!!
nat
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