𝐕. 𝐄steban 𝐊ukuriczka
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ex de verdad ; ha*ash
𝐄𝐒𝐓𝐄𝐁𝐀𝐍 𝐊𝐔𝐊𝐔𝐑𝐈𝐂𝐙𝐊𝐀
«Por favor, ayúdame, me estás haciendo sufrir demasiado y ya no sé qué más hacer...»
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LAS MAÑANAS frías solían ser sus favoritas, despertar y tener un pretexto para no quitarse la pijama en todo el día, envuelta en sudaderas, y después acurrucarse en el pecho de su novio, era tal vez su parte preferida.
Claro, cuando tenía un novio.
Y aquella mañana era fría como hacía mucho no lo era, la diferencia era que esta vez estaba sola, preparándose su café y su desayuno al mismo tiempo. En otros tiempos, su novio le habría preparado las cosas e incluso se los hubiera llevado a la cama para que ella no pasara frío.
Pero una vez más se levantó siendo víctima de los recuerdos, con un lado de la cama vacío totalmente limpio. Nadie se había quedado ahí en año y medio.
Denisse sabía que debía superar esa parte de su vida, pero... ¿Cómo lo hacía?
Si una constante en su vida había sido la toxicidad en sus relaciones, parecía que ella buscaba al peor candidato posible y con él se emparejaba. Había tenido todo tipo de novios, desde esos que solo te dicen que no les parece tu vestimenta, hasta uno que casi la había matado a golpes.
Tal vez era ella quien buscaba un ambiente similar a lo vivido en casa desde pequeña, pero no quería recordar eso.
Y así habían sido todos... Al menos hasta Esteban. Él... Esteban Kukuriczka había sido la mejor persona que pudo conocer, y lo más gracioso es que todo había iniciado, de hecho, por un café.
Aquella mañana en el café todo iba bien, había tenido suerte de que en todo el día no había tenido que soportar a ningún cliente molesto, y no había muchas personas.
Ella preparaba cuidadosamente la vitrina con postres nuevos a la espera de más clientes, era la dueña del lugar pero amaba atender a las personas.
—Buenos días —saludó un chico al otro lado del cristal de la vitrina, se había agachado al notar que la dependienta estaba casi por dentro del mostrador. Sus ojos eran hipnotizantes, y el contacto visual aunado a la torpeza de Denisse fueron entonces los culpables del golpe que se dio en la cabeza dentro de la vitrina al intentar salir. El chico soltó una risita y cuando ella salió, preguntó: —¿Estás bien?
La risita del chico lo había vuelto tal vez el doble de atractivo, y aún más ahora que ella podía distinguir por completo su rostro. Era largo y afilado, su nariz era larga pero puntiaguda, hacía contraste con sus finos labios. Todo acompañado (y resaltado sobre todo) por un desordenado cabello castaño que hacía juego con las pecas que se extendían a lo largo y ancho de sus mejillas.
Denisse nunca había visto a alguien tan atractivo, así que solo se quedó quieta mientras asentía débilmente con la cabeza, olvidando por completo lo que debía decir cada vez que algún cliente entraba.
—¿Te puedo pedir un americano sin azúcar, por favor? —pidió el chico dándole una sonrisa amable.
Denisse asintió velozmente y tomó un vaso junto al marcador. —¿A qué nombre? —preguntó.
—Esteban —respondió aún con una sonrisa —Ah, y una torta de limón individual, por favor...
La chica volvió a asentir y comenzó el pedido. —Ese chico es re lindo —dijo Sofía mirando por encima de su hombro. —Y no para de mirarte...
Denisse se sonrojó fuertemente continuando su trabajo. —Cállate...
—Pedile el número, tonta —le dijo su amiga codeándola —A menos de que él te lo pida primero
—Sofía, volvé a trabajar, por favor, me haces más falta en la barra —ordenó dándole una mala mirada.
—Uy, volvió la faceta de jefa —dijo la chica riéndose mientras obedecía a su superior.
Denisse llamó al chico que se acercó a ella con una amable sonrisa de nuevo. A Sofía le pareció divertida la expresión de su jefa, y para molestar, puso en el reproductor de música Enchanted de Taylor Swift. Denisse volteó a ver a la chica y le dio una mala mirada. Esteban le agradeció y le pagó antes de irse.
—Ay, empezó a sonar Enchanted —canturreó Sofía burlándose de su amiga.
—Basta —riñó molesta.
A la mañana siguiente, Esteban volvió a aparecer, igual que las siguientes dos semanas.
—Che, el pibe lindo no deja de venir aquí y quiere que lo antiendas vos —advirtió Sofía llegando al lado de la chica.
Denisse miró sobre su hombro al chico que estaba sentado en una de las mesas mirando su teléfono. Sonrío al verlo tan distraído, sí que era lindo.
—Buenos días —saludó Denisse acercándose al lado de Esteban.
—Hola —respondió con una sonrisa amable.
—¿Lo mismo de siempre? —preguntó la chica con la misma sonrisa.
Esteban asintió y Denisse dio la vuelta para comenzar con el pedido.
Al menos hasta que sintió una mano aprisionar su muñeca.
—Disculpa, no soy mucho de pedir estas cosas —murmuró Esteban levantándose de su lugar. Denisse le dirigió una mirada confundida. —Pero es que te he visto desde hace un par de semanas, sos muy... Linda —murmuró con el rostro sonrojado, cosa que le pareció de lo más dulce a la chica. —Y quería saber si vos... Podías... No sé... ¿Pasarme tu número o algo así? —sus palabras salían entrecortadas, producto del nerviosismo.
A partir de entonces, Esteban se había vuelto lo más preciado de su vida. Le había enseñado que el amor podía ser dulce, comprensivo y atento. Que el amor era más que solo "enamorarse".
Pero las cosas habían cambiando.
Esteban era actor, recibía papeles de obras muy seguido. Al menos hasta que un día, decidió hacer una audición para una película sobre los sobrevivientes de los Andes.
Esa película lo había cambiado todo en la vida de ambos.
Tras desayunar aquella mañana, se dirigió al café donde trabajaba. Últimamente aquel lugar era más bien un mal recuerdo.
—¿Qué te pasa? —preguntó Sofía al verla llegar más cansada de lo normal.
—Nada —murmuró Denisse comenzando a prepararse un café.
—¿Es por Esteban? —volvió a preguntar mientras acomodaba la barra.
—Hoy hace un año que... No lo veo —musitó recargandose en el refrigerador —, tenía la esperanza de que un día lo volvería a ver pero... Creo que no
Sofía le dio unas palmaditas en la espalda a su amiga y continuó con su labor.
Tal vez habría sido un día normal, uno más en el que se habría deprimido cómodamente en su trabajo, ocultando bajo la sonrisa obligatoria qué tenía que presentar a los clientes.
Al menos eso creyó hasta que una figura alta cruzó el umbral de la puerta.
—Che... —llamó Sofía, mirando fijamente la puerta —Andate a la bodega, necesito que me traigas unos...
Antes de que Sofía pudiera decir algo más, una tercera voz se hizo presente en la conversación, llamando la atención de Denisse...
Levantó la vista, encontrándose con los ojos que creyó perdidos.
Esteban le sonrío con naturalidad, como si a él no le costara volverla a ver.
La realidad era otra, él estaba deseoso de volver a verla después de todo ese tiempo, incluso se había dado a la tarea de volver a buscar aquel café y llegar a la hora que ella estaba ahí.
Las cosas en el local no habían cambiado nada, seguía siendo aquel lugar cálido que recordaba, con la atención amable de los empleados. Lo único que era distinto era la cantidad de clientes, eran muchísimos más de lo que recordaba.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Denisse, sorprendida por la presencia del chico en el lugar.
—Nada, yo solo pasaba por aquí, estoy de vacaciones y quería pasear un poco —explicó Esteban con una sonrisa que era incapaz de siquiera intentar ocultar.
—¿Americano sin azúcar y torta de limón? —preguntó Denisse bajando la mirada para ver sus manos, estas temblaban mientras intentaba tomar un vaso para comenzar el pedido.
—Pero si seguís conociéndome como si no hubiese pasado el tiempo, Deny —dijo Esteban, regalándole una nueva sonrisa.
—Antes venías todos los jueves, y después me hacías llevarte a la casa todos los días, claro que sé que querés —respondió la chica soltando una risita nerviosa.
—Salís en media hora, ¿no? —preguntó el hombre mirándola detenidamente, a lo que Denisse solo asintió —¿Podés tomarte un café conmigo? Para ponernos al día y eso...
Solo había sido un año lo que no se habían visto, pero Esteban no había cambiado lo más mínimo, seguía teniendo una sonrisa dulce y una mirada nerviosa cuando preguntaba las cosas.
Denisse no supo que responder, solo lo miró detenidamente durante los siguientes segundos. Esteban también la observaba, había extrañado tanto aquellos ojos tan expresivos, la extrañaba a ella.
—Sí, está bien —murmuró Denisse volviendo a bajar la mirada a sus manos.
Algo dentro de ella rogaba porque esa media hora no terminara jamás, pues sabía que podía quebrarse frente a él, al final siempre había sido así ¿Por qué no pasaría ahora que se encontraba frágil por su regreso?
Pero al contrario de lo que ella esperaba, los treinta minutos pasaron incluso más rápido de lo usual. Se dio la vuelta y ahí estaba Esteban, esperando pacientemente con el teléfono en mano y una expresión tranquila. ¿Cómo podía estar tan pacífico? ¿La había olvidado? ¿Ella misma esperaba algo de aquella plática? ¿Él la esperaba para burlarse? No, eso no era propio del Esteban Kukuriczka que ella conocía...
Todos esos pensamientos la atacaron mientras tomaba su camino hacia la mesa donde Esteban se encontraba con el pedido en sus manos. Se sentó junto a él, quien solo guardó el celular en su bolsillo y la miró con una sonrisa.
—¿Cómo estás? —preguntó enderezándose para mirarla.
—Bien, bien... ¿Y vos? —respondió Denisse jugando nerviosamente con sus propios dedos.
Esteban la miró sin saber qué responder. ¿Cómo le decía que después de todo ese tiempo seguía totalmente enamorado de ella? ¿Cómo le explicaba que a pesar de las distancias no había podido parar de pensar en ella?
—Bien —se limitó a responder.
Durante los siguientes minutos se quedaron en completo silencio, totalmente incómodos sin saber qué más decirse.
—Y... ¿Cómo te fue en las grabaciones? —preguntó la chica sin mirar a Esteban.
Él comenzó a soltarse un poco más, contándole todo lo vivido durante el año ausente. Para ella era increíble volver a verlo y escuchar todo lo que tenía que contarle, pero eso no quitaba que la sonrisa emocionada de Esteban le removiera recuerdos y sentimientos que ella creía olvidados en el cajón más profundo de su ser.
—Disculpen, es que ya vamos a cerrar —intervino Sofía después de un rato. Denisse alzó la mirada hacia el reloj que marcaba las ocho y treinta de la noche.
Esteban asintió y sacó su cartera para pagar, pero algo dentro de Denisse que seguía viviendo en el pasado, la obligó a poner su mano sobre la de Esteban.
—Dejalo así, la casa invita, por los viejos tiempos —dijo Denisse, mirando primero a Esteban y después a Sofía quien solo asintió. —Entonces creo que... Ya me voy —murmuró levantándose de la mesa.
—Te acompaño —dijo Esteban, levantándose tan rápido como pudo para acercarse a ella, quien solo pudo asentir.
La noche era fría y entonces Denisse recordó que no llevaba suéter, así que solo pudo abrazarse a sí misma esperando que el calor regresara a ella. Al menos hasta que notó un peso más sobre sus hombros, Esteban le había colocado su campera aprovechando para rodear sus hombros con el brazo.
¿Por qué le hacía esto? ¿Por qué no hacía lo que un ex de verdad y la trataba mal para que fuese más sencillo para ella el poder odiarlo y así olvidarlo de una buena vez? ¿Es que no veía la fragilidad que cubría el pasado junto a él?
—¿Por qué volviste, Esteban? —preguntó finalmente después de unos cuantos metros recorridos —Creí que no volvería a verte
Esteban bajó la mirada, no sabía como explicarse. —Terminaron las grabaciones, y quería regresar...
—¿Y por qué fuiste a mi cafetería? Mira, no es que no quiera verte ni que no me alegre que hayas vuelto pero... Por favor, ayúdame, me estás haciendo sufrir demasiado y ya no sé qué más hacer... Y si seguís siendo así de lindo, no puedo hacer nada... Para mí fuiste alguien muy importante, pero terminamos y no puedo olvidarte, esto me está dañando mucho —explicó Denisse sin mirarlo mientras pateaba una piedrita.
Aquello Esteban lo sintió como una puñalada en el corazón, su confesión le había caído como un cubo de agua helada. No supo qué más decir, solo caminaron durante los siguientes minutos hasta llegar a la casa de la chica. Denisse iba a despedirse, pero Esteban no podía aceptar que ella cruzara el umbral de esa puerta y perderla para siempre.
Esteban se debatió unos segundos mientras ella buscaba la llave para abrir la puerta. Pero es que no podía dejarla ir. Tomó la mano de la chica tirando de ella para acercarla a su cuerpo.
—Yo no quería que termináramos, vos diste la idea y yo accedí porque no quería dañarte más —murmuró cerca de sus labios mientras subía su mano libre hacia el rostro de la chica.
—Pero vos no querías una relación a distancia —musitó Denisse, paseando su vista de los labios a los ojos de Esteban.
—Tampoco me diste más opción... Podíamos solucionarlo, Denny —habló Esteban recargando su frente en la de la chica.
—Esteban, no tenés derecho a reclamarme, fue decisión de ambos y vos jamás me diste opción más que esa —susurró la chica, dejando que un par de lágrimas se escurrieran por sus mejillas.
—¿Y estoy enamorado de vos todavía? ¿Y si te dijera que durante todo este año solo pude pensar en vos? —preguntó el hombre, pasando ambas manos hacia la cintura de la chica.
—No sabría si creerte —murmuró Denisse —¿Por qué no podés ser malo? ¿Por qué no podés tratarme mal y hacer cualquier boludez para ayudarme a odiarte?
—Porque no mereces ser tratada así —respondió Esteban, sin poder separarse un solo milímetro de ella. Tampoco era que quisiera hacerlo.
—Ayúdame, Esteban, pensá en mí, en lo duro que ha sido tener que olvidarte y no poder hacerlo porque seguís siendo el lindo chico que conocí... Ayúdame a olvidarte, eres el peor de los amores, jamás me has dado una sola razón para poder odiarte —susurró la chica, permitiendo que aún algunas lágrimas corrieran libremente sobre sus mejillas.
El corazón de ambos estaba siendo estrujado por una máquina que no tenía piedad. A ella le dolía su recuerdo, pero a él le dolía ser el causante de su malestar.
—¿Y si no quiero que me olvides? —preguntó Esteban, separándose ligeramente de ella para poder verla a los ojos —¿Y si quiero volver con vos? Denisse, yo no pude dejar de pensarte ese año, eras lo único que podía pensar mientras estaba allá... Solo quería poder volver para verte a vos...
Denisse lo miró detenidamente. Sus ojos decían que aquello era verdad, algo en su mirada le hacía creerle, pero ella solo podía observarlo, esperando que dijera algo más.
Pero si algo sabía Esteban era que una acción vale más que mil palabras, así que solo volvió a acunar su rostro entre sus manos para finalmente después de un año, volver a sentir los labios de la chica. Aquel beso inocente intentaba demostrar todo el amor que seguía guardado en el pecho y que golpeaba con toda la fuerza para poder salir y demostrárselo. También esperaba encontrar en aquel beso que ella también seguía queriéndolo de la misma manera que él lo hacía.
Denisse no tardó en demostrarle también lo mucho que lo había extrañado, solo pudo acercarse más a él profundizando el beso al enredar sus dedos en el cabello de Esteban, deseando que aquello no terminara nunca, estaba tan necesitada por volver a sentirlo cerca. Ahora estaban por fin ahí, cerca uno del otro, finalmente aquella distancia se había terminado.
—Entonces... —murmuró Esteban después de separarse por la falta de oxígeno —¿Podríamos volver a intentarlo? Prometo ya no irme...
Denisse sonrió entre las lágrimas y la conmoción, volvió a dejar un beso sobre los labios de Esteban, terminando por asentir.
Ahora que lo veía más claramente, él no merecía ser solo uno más de sus ex que terminaban olvidados en el cajón de los olvidos, y ahora ahí estaban de nuevo siendo más felices que nunca.
Holaaa 💕
¿Cómo están? ¿Qué les pareció el shot de hoy?
Ayer se me olvidó subirlo jaja pero ya está aquí, porque por si no lo han notado, suelo actualizar martes y sábado, así que esperen el siguiente pronto ;)
En fin, espero que les haya gustado y nos vemos el sábado :)
FÁTIMA FUERA 🤍
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