~Treinta y uno'💚
✞
Después de platicar seriamente del tema con Edward sobre qué no debía pelear de nuevo con sus compañeros, el omega decidió esperar a que sus demás hijos salieran de la escuela y así poder ir a casa todos juntos.
Louis se sintió sorprendido mezclado con un sentimiento de nostalgia, al ver a James subir al auto con la rosa blanca detrás de su oreja, con sus mejillas totalmente sonrojadas y su aroma dulce fuerte, mezclado con los nervios y llenando el lugar, no sin antes dedicarle una mirada con algo de rencor a su hermano.
Sus hijas alfas también se vieron sorprendidas con aquel detalle, pero Katie fue la única que dijo algo al respecto.
- ¿Quién te dió eso? - preguntó la alfa mayor, mirando la rosa fijamente, sintiendo su lado protector saliendo a flote.
- Oh no. Tú no. - negó James rodando los ojos, ignorando a su hermana, fijando su vista en la ventana del auto, haciendo un pequeño puchero como el que hacía Louis.
- Kat, deja a tu hermano. - sentenció el omega mayor, queriendo apoyar a su hijo, comprendiendo lo que podía estar sintiendo ahora, teniendo un hermano y hermanas alfas protectores.
- Pero alguien le dió la rosa, mami. - exclamó Olivia en su lugar, algo desorientada aún, señalando la flor que estaba en el cabello del chico.
- Lo sé, puedo verla. - asintió Louis.
- Eso significa cortejo. Papá se va a morir. - dijo Katie en respuesta, frunciendo el ceño de la misma manera que lo hacía Harry.
Louis quería reírse en ese momento de lo similares que eran sus cachorros a ellos mismos.
- De papá me encargaré yo. - suspiró el castaño. - Ahora, dejen a su hermano James en paz. - sentenció antes de encender el motor del auto.
El omega menor suspiró tranquilo, mordiendo su labio inferior en todo el camino a casa, sintiendo el corazón latirle con fuerza en su pecho y el sentir las miradas de sus hermanas alfas no ayudaba en absoluto a sus nervios.
- Yo hablaré con su padre, no ustedes. ¿De acuerdo? - comenzó a hablar el castaño llegando a casa. - Vayan a su habitación, no tienen por qué temerse en esto. Y tendré una conversación muy sería con ustedes cuatro después. - dijo mirando en específico a Edward. - Déjenme solo con James. - ordenó, recibiendo un asentimiento de cabeza de las alfas y su hijo menor antes de que bajaran del auto.
- Mami. - murmuró el omega nervioso, sin mirar a su padre, no sabiendo qué decir, una vez que se quedaron solos.
- Cariño, entiendo como te sientes. - habló el castaño, girándose para mirar a su pequeño. - Es una linda flor. - comentó con una sonrisa, mirando como su hijo se sonrojaba aún más de ser posible. - Pero apenas tienes catorce años, amor. Aún eres muy joven para tener novio o un cortejo. - dijo lo más suave que pudo.
- Yo no respondí al cortejo. - respondió James penoso. - No tuve la oportunidad de hacerlo, con la pelea se lo llevaron a la dirección junto con Edward y no pude decirle nada. Solo me puse la rosa en la cabeza, para que no se maltratará. - explicó sincero.
- Está bien. - asintió Louis con una tierna sonrisa, que hizo sentir al omega más tranquilo. - Puedes salir con él, cariño, si eso quieres. Pero para el cortejo es muy pronto, pueden salir y conocerse un poco. Y cuando tú decidas que estés listo darás ese paso, no antes. No te sientas presionado de aceptarlo ahora. ¿De acuerdo? - preguntó.
- ¿Salir como amigos? - respondió James con sus mejillas rojas, que hacían que sus ojos azules resalten más.
- Puede que sea más que amigos, quizás algo así como... citas. Pero no más, por ahora. - aclaró Louis alegremente.
James asintió comprendiendo eso.
- ¿Qué pasa con papá? - cuestionó.
- Posiblemente se desmaye, pero estará bien. - aseguró el omega mayor, junto risa alegre. - Yo hablaré con él. - agregó notando como su hijo se sentía mejor de escuchar eso.
- Gracias, mami. - respondió el chico estirándose para abrazar al omega.
- Vamos. - dijo Louis dándole un beso en la frente al pequeño, antes de que bajaran del auto.
Harry estaba sentado en el sofá principal de la sala, con su computadora portátil, cuando su omega e hijo entraron a la casa, frunciendo el ceño al ver la rosa detrás de la oreja del omega menor, sabiendo lo que significaba eso.
- ¿Qué...? - comenzó a hablar el rizado, sintiendo como su alfa comenzaba a alterarse, por lo que estaba imaginándose.
"Cálmate, alfa" ordenó su omega.
- Ve a tu habitación, cariño. - pidió el castaño, animando a su hijo.
- ¿Qué significa la... la rosa? - habló el alfa alterándose un poco.
- Vamos a hablar, amor. - dijo Louis tomando la mano de su pareja, para ir a su habitación y hablar tranquilos.
"Dime que no es lo que pienso, omega. Por favor", dijo su alfa entre alterado y angustiado.
- Amor, tienes que tranquilizarte. - habló Louis con una pequeña risa, encontrando divertida la situación.
- No es lo que pienso, ¿Verdad? - dijo Harry sin calmarse en absoluto.
Louis rió con evidente alegría, cerrando la puerta de la habitación.
- Cielo, lamentablemente para ti. Si es lo que piensas. - informó el omega, mirando con diversión como su alfa comenzaba casi a hiperventilarse.
"No pueden cortejar a su nuestro cachorro, omega" comentó su alfa de inmediato.
- Siento que voy a desmayarme. - comentó Harry, sentándose en la cama, con el latido de su corazón acelerado en su pecho.
Louis rió en voz alta.
- Él es muy joven. Apenas tuvo su celo. No puede tener un cortejo ahora. - habló el rizado nerviosamente.
- Tú me cortejaste poco tiempo después de mi celo. - recordó Louis sin borrar su sonrisa burlona, buscando molestar a su pareja.
- Es diferente. - gruñó el alfa.
- Solo porqué James es mucho menor y es tu hijo. - aclaró el omega.
- Tiene catorce, Lou. - bufó Harry. - No lo permito, no dejaré que un alfa se acerque a mi hijo omega. - declaró firmemente.
- Dios mío, Harry. - rió Louis, negando con su cabeza. - No puedes negarle a tu hijo salir con alguien. - negó con diversión.
- Él es muy joven y los alfas son estúpidos, van a lastimarlo. Y no quiero eso. - se defendió Harry.
- ¿Hablas desde tu experiencia, amor? - cuestionó Louis con una de sus cejas elevada.
- No es divertido, cielo. - susurró el rizado, frunciendo el ceño.
- Pero tienes razón. - habló Louis, acercándose a su alfa. - Pero que te rompan el corazón es un proceso natural que todos los adolescentes pasan, no tienes de qué preocuparte. Además, ya hablé con él, no va a tener su cortejo ahora, pero puede salir con él. - aclaró, enredando sus dedos en los rizos de su alfa.
Harry gruñó, sin que su alfa estuviera muy de acuerdo con eso.
- Pero sí lo hace llorar, ese alfa va a sufrir mucho. - sentenció, abrazando de la cintura a su omega.
- Tienes suerte de que Niall no pensará lo mismo. - comentó Louis riendo alegremente.
- Esto te divierte mucho, omega. - dijo el rizado, apretando la cadera del castaño.
- Un poco, si. - asintió Louis sin borrar su sonrisa. - Nuestro cachorro estará bien, amor. Mientras que su hermano no se siga metiendo en su vida. - agregó el omega.
- Edward. - murmuró Harry con una sonrisa. - ¿En serio tengo que castigarlo? - preguntó el alfa, queriendo evadir la responsabilidad de eso.
- Lo haré yo. - suspiró Louis, sabiendo que su alfa no lo haría.
- Te amo. - dijo el ojiverde aliviado, besando el vientre de su omega, antes de alzar la mirada para ver a los ojos a su pareja. - Eres mucho mejor padre que yo. - suspiró completamente enamorado.
- Tú eres un excelente padre, mi alfa hermoso. - respondió el castaño besando su frente. - Ire hablar con Ed. - agregó con un suspiro.
Harry se levantó con una sonrisa, tomando el rostro de su omega entre sus manos y lo beso.
- Vaya que tuve suerte, de que aceptaras que yo fuera tu alfa. - suspiró el rizado con una sonrisa, marcando los hoyuelos en sus mejillas.
- Eres un cursi, amor. - respondió Louis besándolo de nuevo, antes de salir de la habitación.
[...]
Quizás Louis fue algo duro con Edward, porque el pequeño ni siquiera lo miró o habló a la hora de la comida y se sentía una tensión en el lugar que tan solo se hizo más ligero con el sonido de la televisión y las risas casuales de el alfa mayor y de las chicas.
- Quizás fui muy duro con él. - murmuró Louis, una vez que todos sus hijos terminaron de comer y se fueron.
- Solo lo castigaste. Es normal que esté enojado. - animó Harry dándole un corto beso en la mejilla a su omega.
- Claro, tú quedas como el padre bueno con ellos. - bufó Louis con una sonrisa.
- Mami. - habló Katie, sonando nerviosa detrás de sus padres.
- ¿Qué pasa, cariño? - preguntó Louis.
- Mañana es el cumpleaños de Valeria y quería saber si puedo quedarme en su casa a dormir. - dijo con algo de pena.
Harry comenzó a toser, sintiendo como si se hubiera ahogado en ese preciso momento.
- Oh, paren. Están creciendo muy rápido. - exclamó el alfa preocupado.
Louis rió y rodó los ojos, no creyendo en lo que acababa de decir su alfa.
- Katie, no creo que sea buena idea. - admitió el castaño.
- Antes podía hacerlo. - respondió la chica con un puchero en sus labios.
- Lo sé, cariño, pero antes era algo diferente. ¿Lo entiendes? - dijo Louis tratando de no ser duro con la chica.
- Pero es su cumpleaños. - reprochó Katie.
- Ella puede quedarse aquí. Lo siento, amor, pero no confío en la madre de Valeria para que las cuide. - confesó el ojiazul.
- Si, ella no es la persona más agradable. - comentó Harry sintiendo los celos de su alfa en su pecho.
- Está bien. Como sea. - bufó la mayor antes de darse la vuelta e irse, no estando muy contenta con la decisión de sus padres.
- Genial. Dos de cuatro están molestos conmigo. - bufó Louis sintiéndose mal por eso.
- No te preocupes, cielo. Hablaré con Edward y Katie te ama más que nada, lo superará. - habló el rizado, dándole un beso antes de dirigirse a la habitación de los niños.
Louis sonrió en grande, siguiendo con la mirada a su alfa.
Harry tocó la puerta de los chicos, sintiendo algo extraño al ver la vela y la rosa del lado de la habitación de James.
- Hola, papá. - habló el omega nervioso.
- Hola, pequeño. - respondió Harry con una sonrisa, notando que su hijo estaba nervioso de verlo. - ¿Puedes dejarme solo con tu hermano? - pidió amablemente.
- Si, yo... iré a bañarme. - asintió el omega saliendo de la habitación.
Edward se sintió incómodo, poniéndose nervioso, pensando que ahora su padre también iba a regañarlo por lo que había pasado.
- Hola, campeón. - habló Harry sentándose a la de su hijo en la cama.
- ¿Tú también vas a castigarme? - cuestionó el chico, haciendo un mueca con sus labios.
- No, creo que lo que te dijo papá Louis es suficiente. - respondió suavemente, pasando su brazo por los hombros del más pequeño. - ¿Estás consciente de que está bien que te hayan castigado? - preguntó, tratando de animar al chico.
- Yo pensé que lo estaba defendiendo. No creí que estuviera mal. - se defendió Edward con un puchero.
- Bien. - suspiró el rizado, dándole un apretón en el hombro al más joven, en forma de apoyo. - Siendo sinceros, yo hubiera hecho lo mismo. - admitió el alfa. - Entiendo por qué lo hiciste. - agregó.
- ¿Tú te peleaste alguna vez? - cuestionó Edward curioso.
- Vaya, que si me peleé. - exclamó Harry en un suspiro, seguido de una risa nerviosa.
- ¿Por mamá? - preguntó realmente interesado.
- Si, por él. - asintió con una gran sonrisa en su rostro.
- ¿Ganaste?, ¿Verdad? - dijo el chico curioso.
- Claro. - comenzó a reír el rizado.
- ¿Fue con el señor que nos encontramos en el super el otro día?, él que alteró a mami.
- Si. - gruñó Harry recordando eso, sintiendo como su alfa se ponía un poco alterado por eso.
- ¿Qué fue lo que le hizo? - siguió cuestionando.
Harry respiró profundamente, soltando un suspiro.
- Es algo que papá les contará después, cuando esté listo. - respondió con sinceridad. - Es algo que no me corresponde a mí decirles. - agregó.
- Así que... ganaste. - comentó Edward, queriendo cambiar el tema de la conversación.
Harry rió de nuevo, con su ronca risa combinándose con la suave de su hijo.
- ¿Y tú qué tal? - cuestionó el mayor, llevando su mano a los rizos del pequeño.
Edward pareció meditar un poco su respuesta, antes de volver a sonreír en grande al igual que su padre mayor, marcándose un hoyuelo en una de sus mejillas.
- Si, yo igual gane. - dijo con seguridad, inflando su pecho al igual que el alfa mayor. - ¡Le gane a un alfa, papá! - exclamó orgulloso y alegre.
- Bien. - asintió el rizado. - Pero qué mamá no te escuche tan orgulloso de eso. - advirtió. - Pero yo también estoy orgulloso de ti. - agregó con un sonrisa, guiñandole un ojo al pequeño.
- Él también va a castigarte si te oye diciendo eso. - comentó Edward riendo.
- Lo sé, no se lo digas. - respondió rápidamente el rizado, dejando de reír.
Edward tan solo rió en alto, después de eso.
- ¿Y cómo estuvo el castigo?, ¿Fue muy cruel contigo? - preguntó.
- Sin videojuegos y salir a jugar por una semana. - suspiró Edward algo apagado.
- No estuvo tan mal. - suspiró Harry. - Eres un buen chico, Ed. Y papá lo sabe, por eso no fue duro contigo, lo sabes, ¿Verdad? - preguntó con cariño.
- Por supuesto. Entiendo porque estoy castigado. No estoy enojado con él, estoy enojado conmigo por no saber como controlar mis impulsos. - explicó sinceramente.
- Créeme que lo entiendo, soy el alfa más impulsivo de este mundo. - habló el rizado con honestidad.
- Pero, papá te ama de todos modos. - respondió el chico con ilusión.
- Si, tuve suerte de que el omega más hermoso se enamorará de este alfa estúpido. - admitió con una brillante sonrisa y sus ojos verdes brillantes.
Edward sonrió igual, amando la forma en la que sus padres se aman.
- Lo haces bien, papá. Eres el mejor alfa que conozco. - confesó el joven.
- Si, he cambiado. Mejorando con el tiempo. Soy la mejor versión de mi, por papá y por ustedes. - confesó Harry con un suspiro.
- Si eres el mejor, papá. - respondió Edward abrazandolo.
Harry sonrió en grande, abrazando a su cachorro más pequeño y besando su frente, sintiendo que realmente había hecho la mejor vida y familia que alguna vez se pudo imaginar junto a su omega.
✞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro