DO NOT CLOSE YOUR EYES
Abrió el grifo del agua fría, inclinó un poco la cabeza hasta que sus manos la taparon con agua en ellas.
-¿Qué es un fantasma? -se dijo, todavía algo aturdida por las pastillas.
Mirando el agua correr, escucho:
-Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto que parece por momentos vivo aún,un sentimiento, suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma, eso soy yo. -ella levantó la mirada al espejo enfrente, para ver quién demonios hablaba.
Entonces no dió un paso más, no movió otro músculo, algo pasó, él pasó. Y asustada salió disparada como un tren bala, hacia la salida del baño. Cerrando la puerta detrás de ella, se quedó paralizada. En ese instante la puerta de su habitación se abrió de golpe, y de allí entró su padre.
(...)
-Esa casa no debe ser habitada. Nadie ha podido vivir en ella, no quiere que la habite nadie allí. -dijo una niña menor de no más de siete años. Con sus ojos clavados en ese recinto viejo.
Sus palabras están clavadas como estacas en mí mente, resonando una y otra vez como una canción en repetición, es la primera noche de muchas que pasaré en este lugar y, ya me quiero ir lo más lejos posible, cuánto antes mejor. El rechinar de la madera vieja del suelo al pisar causa un escalofrío en todo mí ser; eriza cada vello de mí piel, congela como un aiber mí organismo, el sonido de mal augurio de las ventanas viejas chocar entre sí cuando el viento sopla en ellas, establece un miedo en mí alma y pensamientos. ¿Por qué no elegimos otro lugar donde vivir?
Habiendo tantas opciones cuál tomar, ¿por qué aquí? ¿Había alguna explicación coherente? Si estábamos tan bien en la ciudad donde ya teníamos una vida estable y confortable, ¿por qué ir a un bosque espeluznante de la nada? donde se cuentan millones de historias diferentes de sucesos ocurridos. Camino de un lugar a otro en mí nueva habitación para obtener algo de sueño o aunque sea eliminar las catástrofes que crea mí cabeza. Todavía no logro entender cómo hacen mis padres dormir sin ninguna preocupación, sin ningún problema, como si este lugar fuera el correcto para vivir; mientras que yo lo único que consigo es convencerme de que venir a esta vieja casa en medio del bosque fue realmente una pésima idea.
Al mirar por la ventana encuentro la oscuridad del patio haciendo nula la visión del exterior. Lo único que puedo divisar son algunos de los enormes árboles del denso bosque, los cuales hacen aún más tétrica mí estadía. El silencio reina en el recinto, irónicamente el único sonido que mis tímpanos palpan. Es el roce de las hojas y las ramas frotarse a causa del viento provocado por una pronta tormenta, crea un perfecto bullido que se filtra entre la perturba, sutilmente la extraña quietud silente en los alrededores. El árbol más cercano a mí hogar es el más grande que hay aquí, y a su vez, el más aterrador. Aunque estaría mintiendo un poco, en realidad todo aquí es aterrador. Todo en este lugar me parece aterrador, sin embargo, desde que llegué, aquel ser viviente llamó inmediatamente mí atención, captando cada uno de mis sentidos hacia él. Se trataba de un Wollemia nobilis que, honestamente me resultaba curioso que estuviese por estos alrededores, ya que, estos árboles suelen crecer cerca de las montañas y no en un bosque húmedo, viscoso y oscuro.
Lo que más logró cautivarme de él, fue cuando la señora de bienes raíces comentó que allí mismo se había ahorcado un muchacho unos años atrás de que ese ocurrido no había pasado tanto, tan solo unos diez años. Su cuerpo lo encontraron tres días después de su muerte en completa descomposición, con un color morado, sangre saliendo de sus ojos, su boca y, también de sus oídos, sus ojos yacían abiertos y un poco salidos hacía afuera, es decir; murió con ellos abiertos, también cometo de que su rostro mostraba agobia total. Se decía que era un muchacho muy joven, alegre, amable y muy bondadoso que a la vista de cualquiera él era feliz con una buena vida de no más de veinte años, llamado Jung Hoseok, mejor conocido como Hobi, ese joven que vivía con sus padres religiosos. Se dice que antes de morir se tomó el tiempo de dejar una carta suicida en un blog local donde comentaba que ese trágico final no era algo que él quería pero debía ser así para terminar con tanto dolor. Mí curiosidad fue más grande, busque, busque y busque hasta hallarla está decía algo que me partió en dos, destrozando mí corazón.
"Bueno creo que ha llegado el momento.
Lo compartí aquí porque sé que hay gente que no me conoce y no pueden evitar mi decisión.
Y leí detenidamente cada uno de los mensajes.
También trate de hablar de esto con algún amigo pero simplemente no me sale, y las veces que salió algo no demostraron mayor interés.
Pero tampoco fui especifico ya que, temo que intenten evitarlo.
Siento mucho el dolor que voy a causar a quienes queden pero yo no puedo seguir así.
Cuando una persona abandona la esperanza, los anhelos, los planes; no tiene sentido nada, ¿acaso el futuro no está formado por ese triángulo?
A todo eso lo reemplazó una sensación de vacío terrible, y como la naturaleza aborrece el vacío eso causa dolor.
Y, ya no puedo más, en serio.
No puedo seguir fingiendo que puedo lidiar con la vida cuando no es así.
Solamente quiero descansar de mi, quiero ser feliz"
Esta carta evidencia la conciencia de quien elige el suicidio. Acepta su sufrimiento e incapacidad de asumir el vacío y la pérdida de sentido. Se reconoce vencido y cansado. Así mismo expresa una actitud empática y asume el dolor que sabe que causará a los demás. Diferente a otras cartas, esta ni culpa, ni acusa, ni justifica. Como dice al final, «solamente quiero descansar de mi, quiero ser feliz». Se elige el suicidio, más que para morir, como una forma de descansar de una situación que el individuo considera insostenible.
Según la señora, era un joven muy risueño, educado y tan lleno de vida. Ella no dijo que era una verdadera pena que tuviese que recurrir al suicidio para aliviar su dolor y agonía, creyó que la muerte era el único recurso alternativo, esto desabasto a muchos de la pequeña comunidad, sin embargo, mágicamente su padre y su madre habían desaparecido de la faz de la tierra. Nadie los había visto irse, entrar o salir nuevamente de esta casa. Simplemente ya no estaban de la noche a la mañana, cosa que los dejo un descolocados cada día iban los vecinos a golpear la puerta de la casa pero no recibían respuesta hasta que un día decidieron entrar. Encontrándose con una casa vacía pero algo de lo que nos había comentado me dejó pensativa y temerosa al respecto.
Según los residentes del lugar, el alma de aquel chico aún rondaba por el mundo de los vivos atormentado a las familiar que quisieran vivir allí, también se dice que fue el mismo espíritu de Hoseok quien llevó al infierno a sus únicos familiares y por ello no había rastros de esos seres. Quienes pasaban cerca del árbol podían escucharlo reír mientras bailaba sus canciones favoritas por los días lluviosos, se oían lamentos de su madre y padre. Esto solo sucedía en la noche por el hecho de que su espíritu aún continuaba en busca de personas débiles para llevárselas consigo, no por el hecho de que fuese un fantasma maligno, sino más bien para no sentirse nunca más solo. A causa de este mito o leyenda urbana, nadie quería comprar esta casa, y muchas personas habían dejado de recurrir.
¡Hasta una foto nos mostró él!
A decir verdad, era un muchacho muy hermoso, y de sonrisa encantadora se notaba que brillaba más que el sol. No sé si ella dijo todo aquello para asustarme o en una simple broma para darnos las bienvenida pero aquel relato perturbador, me segó. En lo personal me había parecido algo totalmente desubicado de su parte, soy una persona muy miedosa, y sí, aquello fue peor que una película de terror, logró causar que mí mente me jugará una mala pasada en estos ratos, recordando una y otra vez aquel lindo chico que se mató por depresión. Así que creo que nosotros fuimos los únicos imbéciles que aceptaron comprar este lugar de mal augurio. Estaba tan pérdida en mis pensamientos que no me había percatado que deje de prestar atención a mí alrededor al volver a la realidad, aquella sombra negra se movió, esa figura que yacía detrás de ese Wollemia nobilis, logra cortarme la respiración, mí pulso se aceleró. ¿Cuánto tiempo estuvo ahí?
Cierro las cortinas de una sola vez, tratando de regular el respirar. El corazón me latía desenfrenado, comencé a sudar frío. Inhale y exhale antes de volver a abrir las cortinas lentamente, al mirar, aquella sombra estaba frente de mí ventana con una gran sonrisa y una mano apoyada en el vidrio. Suelto un grito fuerte, mientras caigo al suelo. Mis padres entraron en mí habitación rápidamente, buscándome con la mirada.
-¡Hija! ¿Qué pasó? ¿Estás bien? -me preguntó, casi gritando- ¡Por el amor a Dios, Eunbi! ¡Responde!
Mí padre dándome una revisión rápida para cerciorarse que me encontraba bien.
-¡Cariño! ¡Responde! -chillo está vez mí madre- Me estás preocupando... -sisea, al notar que no soltaba ni una sola palabra de mis labios.
En cambio, yo solo miraba la ventana con mis manos apoyadas en el suelo a ambos lados de mis caderas, mis piernas estaban recogidas a la altura de mí cuello, temblando como una gelatina. Pero de mí boca no salía palabra alguna. El miedo se adueñó de mí, tragué en seco. Antes de hablar por fin.
-Él... él... él.... -tartamudeo, en voz baja- Él está aquí. -logró articular a la par que levantaba mí mirada, dejándola fijamente a mis padres, los abracé tan fuerte que cualquiera pudiera decir que los asfixiaba- Es nuestro fin.
-¿Qué dices? ¿Quién es él? -dice mí padre en mí oído izquierdo mientras acaricia mí espalda lentamente.
-Papá... el chico que se suicidó estaba aquí. -me separó solo un poco- Lo vi... Él me vio a mí.
Mí padre me mira con preocupación mientras limpia con sus pulgares las pequeñas gotas de lágrimas que caen por mis mejillas.
-Hija... basta de estas cosas... -susurra mí padre- ¿La medicación no está funcionando?
-¿No me creen? Es verdad. ¡Él estaba aquí! ¡Él vino por mí! -grité aún más fuerte, llena de molestía y frustración- ¡Me llevará con él, padre!
Vuelvo mí vista a la ventana, poniéndome de pie, abriendo las cortinas y lo único que se ve es la oscura noche. Aquel muchacho se había desvanecido por completo. ¿Acaso lo había imaginado? ¿Otra vez mí cabeza había comenzado con mis delirios? No eso no podía ser posible, estoy segura que lo vi.
-Creo que te quedaste asustada, mañana por la mañana hablaré seriamente con la de bienes raíces, se le fue la mano. -se pone de pie para recorrer mí habitación como si buscará algo, miro por la ventana antes de voltear hacia mí- No hay nadie aquí, ni en ningún lugar. -mira a mí madre con pena- Deberíamos pedir cita con la psiquiatra nuevamente. -se aleja para irse hacia la salida de la habitación- Creí que ya habíamos superado el tema, Eunbi.
Sentía un nudo en la garganta; yo también creí superarlo pero ellos no entienden que es difícil. Más cuando la vida parece recordar cada segundo de mí existencia ese maldito recuerdo que no le deja vivir.
-Tu padre tiene razón cariño... -sonríe levemente mí madre- No te dejaremos sola, ya no más... -dice, suavemente, antes de volver a abrazarme- Estamos aquí para ti... como siempre.
Mis padres se querían quedar conmigo hasta que me tranquilicé, sin embargo, le dije que estaba bien y que no era necesaria su compañía. Me ayudó a encontrar un poco de paz, aún así antes que salieran de la habitación, les pedí de favor que no apagaran la luz y que no cerrarán la puerta.
Miro la hora en mí móvil, 03:15 AM.
Necesito dormir. Cierro los ojos y lo único que veo es aquel rostro sonriente. Los abro abruptamente sentándome sobre la cama mirando hacía a mí alrededor, gotas de sudor caen por mis sienes, ¡Esto es una locura! ¡Es solo una sonsa leyenda de terror de pueblo! ¡No me puedo asustar así!
-Solo es producto de mí imaginación... los fantasmas no existen... duerme, duerme, duerme... -me tapo los ojos con mis manos- Las leyendas y mitos son solo eso, mentiras creadas por la gente.
Tapándome hasta el cuello con la sábana me volteo hacía el lado contrario de la ventana. Cuando creo que al fin voy a caer rendida en el sueño, la ventana se abre sola de par en par dejando entrar una ventisca de aire frío, que remueve mis sábanas, tirando a su paso los papeles de mí escritorio. Me levanto temerosa hasta avanzar con sigilo entre tropezones torpes me acercó del todo, al cerrar no quise mirar, apretó entre si mis ojos, mantenía los ojos cerrados, no deseaba ni quería ver y una voz se escuchó.
-No cierres los ojos... -una voz profunda, sombría, juguetona hablo- No cierres los ojos...
El aire volvió a faltarme. Volteo en busca de dónde provenía el sonido de esa voz tan escalofriante, sin embargo, no hay nada. Tengo una pelea conmigo misma por el motivo de abrir o no los ojos pero el miedo segador no me lo permite pero, mí curiosidad es inmensa, me mantuve en discrepancia con mís pensamientos.
Debo abrirlos.
Los abro finalmente, arrugue la nariz y la frente en forma de mueca. Era cosa de mí cabeza, otra vez. Suelto un largo suspiro pesado, arrastró mis pies hasta llegar a la cama, sentándome allí. Arrastré mí cuerpo hasta llegar al cabezal del mueble mullido y palmeó los cojines que yacían a un lado.
-Hola Eunbi. -ese susurro con mí nombre en el, me crea desestabilidad.
Pero no es real.
-No. Basta. -inhalo y exhalo- Es sólo producto de mí cabeza, nada es real.
Asiento mí auto recriminación.
-¿Te sientes sola?
Frunzo el ceño, la respuesta es sí. Y si era mí mente queriendo conformarme, quiero decir; quizás es mí subconsciente ayudándome. No es la primera vez que hablo conmigo misma para calmarme.
-¿Qué clase de soledad? -preguntó- Quiero decir, hay muchas soledades, ¿Cuál variedad de soledad hablas o de cuál te refieres? -miro el techo, cerrando mis ojos.
-Esa soledad de la que no hablas. -siento un suspiro cerca de mí cuello- No cierres los ojos.
-Quién quieras que seas, por favor vete. ¡Eres un maldito producto de mí imaginación! -golpeo mí cabeza con ambas manos- ¡No eres real! ¡No eres real! -trato de sonar convencida, sin temor. Sin embargo, el miedo hacía temblar todo mí cuerpo- No eres real...
-No me iré, eres justo lo que estaba buscando. -chilla una vez más. Haciéndome saber que si era real, que estaba aquí.
-¿Qué quieres? -dije cerrando fuertemente los ojos, como si, mí vida dependiera de eso.
-A ti pequeña Eunbi... Tú serás la que me libre de esta agonía impía que habita en mí... -siento su respiración fría cerca, aún así no abrí los ojos- Y, a su vez, te libraré a ti.
Quise correr a la puerta de salida, o algún lugar seguro fuera de aquí, pero mí cuerpo no reaccionaba, estaba completamente inmóvil, mí organismo no reaccionaba.
-Te contaré una sola cosa. -me deje caer encima del edredón derrotados. De igual forma no iba a llegar a ningún lado- También creí estar bien, también pensé ser feliz. -escucho pasos cercanos y lejanos por doquier- Tenía síntomas de depresión, ansiedad y estrés, entre otros. Mi vida era una basura. Mi salud me hizo repetir un año escolar. Llegué a pensar; "No sé cuándo ni cómo me graduaré". Mi vida social era lamentable, ¿Sabes? mi gran interacción fue con un supermercado que me llamó. Mi familia era un desastre a veces eran malos y o demasiado tontos como para entenderme.
Abrió los ojos, estaba a un lado de mí escritorio, se inclinó hacia delante apoyando sus brazos en la silla. Sus ojos negros se clavaron en los míos, exigentes e inquisitivos. Yo a duras penas pude contener la mirada hasta bajarla, ya no tenía miedo. Continúa hablando.
-Y yo era un fracaso viviente. Me sentía feo, mi peso cambió a causa de mi depresión, mi autoestima no existía, mi mente cada vez era más limitada, me faltaba espacio para enumerar todo lo que me pasaba. No paraba de decepcionar y ser una desgracia para todos. -atinó el joven- Obviamente, el suicidio parecía la mejor opción. ¿Por qué molestarme en vivir una vida tan mala? ¿Por qué sufrir sin una recompensa al final del camino de fuego e infortunio? Fueron las preguntas que me hice, en los primeros intentos fui cobarde y no concretaba, mejor dicho no llegaba a nada. Hasta que un día deje la cobardía de lado. A veces, todavía pienso en cualquier forma de morir, diferente a la que encontré. O qué hubiera pasado si no me hubiera suicidado.
Trago en seco, así me sentía, esas eran las preguntas que me hacía diariamente.
-Y. Tú, estás igual que yo estuve. -recalcó.
-¡Ya basta! No sigas... te lo ruego... yo no soy lo que buscas... -mis palabras se cortan, reemplazandolas con lágrimas ahogadas.
Lo interrumpí hábilmente para no seguir escuchando aquel relato desgarrador, tan devastador.
-¿Estás segura de ello?
-¡Muy segura! -grito, tirando hacia donde él estaba un cojín.
A pasos cortos se acerca, sentándose en la punta de la cama, me tomé el atrevimiento de detallar su rostro pálido como la nieve en invierno. Sus ojos cansados y llenos de lamentos, su mirada perdida pidiendo ayuda en gritos silenciosos. Lo recorro con la mirada. Veo aquella marca de su cuello, violeta con tonos rojos. Miró su mano tenían abolladuras.
-¿Sabes por qué me suicidé? -negué con la cabeza- Mí padre abusaba de mí, mejor dicho; me violó desde los cinco años. Pero eso no era lo peor, lo peor es que mí madre lo sabía, y nunca hizo nada para ayudarme, socorrerme.
Una opresión en el pecho me pinchó.
-¿Por qué no fuiste con la policía? -le pregunto.
Él sonríe amargamente.
-¿Para qué? Él era teniente coronel. -tocó su piel, era fría más fría que un lago congelado- Haga lo que haga, él tenía sus contactos no le iban a creer a su hijo rebelde.
-Podrías haber demostrado las pruebas.
-Jamás hubiera hecho eso, sentía vergüenza, me aborrecía. -agacha su mirada- Y, tú. Estás igual que yo.
Otro opresión en mí pecho pincho, apreté los ojos entre sí.
-Abre los ojos... no los cierres. -hago oídos sordos.
-¿Eres un fantasma? -inquiero con la voz temblorosa.
-Un fantasma es una emoción totalmente deformada, condenada a repetirse una y otra vez hasta reparar la injusticia cometida. -siento su aliento chocar contra mí nariz.
-¿Qué quieres decir?
-Tengo que crear justicia de un hecho muy malvado que se cometió, así que sí soy un fantasma.
-¿Me matarás y te llevarás mí alma?
-Yo no mato, no soy la parca. Tú alma se va conmigo solo si tú quieres. La pregunta aquí es, ¿Te quieres ir? -mi respiración se atasca- Mejor dicho, ¿Quieres dejar de sufrir?
-Si, quiero. -abro los ojos, lo veo delante de mí.
-Este no será tu fin, será una nueva vida, un nuevo comienzo sin dolor ni sufrimiento. -dijo con una sonrisa, la misma que vi en su foto.
El fantasma con una sonrisa que permaneció en sus labios sopla su aliento frío sin olor sobre mí rostro. De repente todo quedó en negro. Mí cuerpo se sintió pesado, mis ojos se abrieron poco a poco luego de caer al colchón. Veía borroso pero aún así reconocía aquella figura parada frente de mí. Era la misma persona de la foto, esa persona que creía mala. Cuando la realidad era que me estaba ayudando a escapar de este mundo nefasto.
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Escrito por: Lonely_M93
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