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𝐕𝐈

Sus lenguas se enredaban suavemente y la saliva desbordaba por el costado de sus bocas.
Las manos de Jungkook recorrían ansiosamente su piel de arriba hacia abajo, regando aún más la humedad por la superficie y dejándolo un poco pegajoso.

Jimin se moría por tocarle también, quería tanto enredar sus manos en aquellas hebras azabaches y trazar un camino por aquella ancha espalda, pero tenía miedo de arruinarlo, que su nula experiencia fuera motivo del desagrado de Jungkook y que despreciara su toque.

Por eso sus extremidades se mantenían rígidas a los lados de su cuerpo, sus párpados fuertemente apretados.

No fue hasta que sintió la cálida boca trazar un recorrido desde sus labios, por su mandíbula y hasta su cuello que se permitió relajarse un poco y posar tímidamente su brazo alrededor de los hombros del pelinegro.

-No seas tan tímido Jimin, puedes tocarme también.

Jimin le regresó una mirada de ojos nublados.

-Y-yo no se que hacer.

El pelinegro sonrió mínimamente, como queriendo evaporar sus nervios y con un último beso entregado en sus labios se incorporó sobre sus rodillas.
Sus manos fueron a deshacer los botones de su camisa blanca, dejando relucir su pecho firme y amplio, pálido. Sus músculos marcados en los lugares idóneos y el camino que trazaban sus abdominales hacia el bulto notable entre sus piernas.
Jimin admiró sin aliento toda su carne, sin poder creer aún que un hombre tan precioso y varonil existiera en ese mundo.

Jungkook era demasiado hermoso para este mundo.

-Solo tócame como y donde desees, mi Jimin.

Jimin guió su mano temblorosa hacia su abdomen, pasando sus dedos por cada uno de ellos, subiendo con un toque tan delicado que parecía incluso que tocaba sobre un piano.
Así se sentía Jungkook, un débil instrumento creado solo para ser utilizado a la merced del chico debajo suyo, para que hiciera con él lo que quisiera, presionando las teclas correctas para activar en él sentimientos que ya creía extintos por el tiempo.

Esta vez ambas manos de Jimin seguían recorriendo piel, llegando a su pecho y enredandose en su cuello y tocar el cabello que caía por su nuca.
Sin poder resistirse más, tiró de él con fuerza mínima, acortando la distancia que aún quedaba y volviendo a enredar sus belfos.

La ropa fue desapareciendo por los rincones de aquel estudio, ambos disfrutaron desnudando al otro, descubriendo marcas y lunares, tocando y explorando cuanta piel se les era revelada.

Jungkook lamió y besó sus pezones, dejó marcas en su pecho que probablemente no se marcharían en un par de días. Limpió el rastro de licor seco y la reemplazó con el dulzor de su saliva.
Poco a poco los llevó a ambos a un punto límite.

Fue cuando Jungkook liberó por fin a su miembro de la presión abrasadora de sus pantalones y se ubicó mejor entre las piernas abiertas de par en par del chico rubio, quien yacía completamente expuesto en una posición tan vergonzosa, que ambos fueron conscientes de lo que estaba a punto de pasar.

Y no había tiempo para arrepentirse.

El pelinegro guió sus falanges previamente empapadas con saliva hacia la entrada del otro chico, tocando suavemente y esperando a que Jimin se acostumbrara a la sensación para dar el siguiente paso. Fue introduciendo el primer dedo poco a poco, y Jimin no pudo evitar torcer sus facciones en una mueca de dolor.
Jungkook besó todo su rostro para intentar relajarlo, repartió caricias en su cuello y siseó suavemente, esperando por él.
Fue cuando introdujo el segundo dígito y comenzó a mover ambos en un ritmo lento pero constante que el rubio pudo acostumbrarse a la sensación. Y comenzó a disfrutalo cuando el placentero cosquilleo sustituyó el dolor previo.

Jadeos suaves comenzaron a salir de sus labios, acompañando a la respiración agitada de Jungkook que no dejaba de mover sus dedos dentro de él, a la vez que con su otra mano acariciaba de arriba a abajo su longitud, comenzaba a brotar líquido preseminal de la punta.

Jimin comenzada a sentirse demasiado bien, una sensación burbujeante en su vientre nubló sus sentidos, y justo cuando se sentía a punto de explotar, el otro hombre retiró sus dedos sin previo aviso.

El rubio se sintió vacío, molesto por ser arrebatado del placer. Pero antes de poder siquiera pronunciar una queja al respecto, sintió la intromisión de un pedazo de carne mucho más grueso y caliente que los dedos de Jungkook.
Jimin abrió sus ojos ampliamente, su espalda curvandose y sus labios inchados dejando escapar un jadeo de dolor.
A pesar de la delicadeza y el empeño con el que el pelinegro le preparó, seguía siendo demasiado grande.
Jungkook se acomodó mejor sobre su cuerpo, inició una danza con sus labios sobre los de Jimin para intentar distraerlo de esa sensación dolorosa, introduciéndose lentamente.

Poco a poco el rubio comenzaba a sentirse mejor, el dolor disminuyendo lentamente y dejando paso a una ola de placer abrasadora.
Jungkook acarició su cintura como gesto reconfortante, viendo que Jimin comenzaba a recepcionar lo que estaba sintiendo, y aún sin separar sus labios adormecidos de tanto besarse, comenzó a moverse dentro de él.
Lo que comenzó como un vaivén suave se convirtió en un ritmo constante de embestidas al pasar los minutos. El sonido de las pieles chocando, sus respiraciones agitadas y los gemidos y jadeos que ambos liberaban eran la melodía que acompañaba esa noche.

Jimin se sentía totalmente ido, en otro plano terrenal. Solo podían pensar en lo maravilloso que se sentía el pene de Jungkook entrando y saliendo frenéticamente de su interior, el gran cuerpo sobre él y esas manos grandes adorandolo como si fuera el humano más precioso que había pisado la Tierra.

Y para Jungkook lo era.

El pelinegro aceleró sus embestidas aún más, besando y marcando a Jimin por toda la piel visible. Sintió la cúspide del placer arremolinarse en su vientre bajo, sabía que estaba cerca.
Dirigió una de sus manos hacia abajo, tomando en su puño la polla de Jimin que se sacudía entre sus cuerpos a la par de los embistes, comenzó a tocarle sin ninguna delicadeza, con el único propósito de que se corriera también.

Justo cuando ambos llegaron a su límite, Jungkook lo hizo.
Escondió su rostro a un costado del cuello delgado de Jimin, la nivea piel salpicada por el sudor y algunos de los chupetones que previamente había hecho.
Sus ojos dejaron brillar un color rojo intenso, sus pupilas dilatandose y el deseo siendo aún más evidente en el par de orbes. Los colmillos sobresalieron de entre sus belfos, desesperados por hincarse en la piel.

Y sin previo aviso, los enterró en la piel del pelirubio.

Jimin abrió ampliamente sus ojos de la sorpresa, hundió sus uñas en los hombros anchos. Y producto del dolor y el pinchazo mezclándose con el placer, arqueó su espalda y, con el gemido más desgarrador que su garganta hubiera podido soltar, vió las estrellas.
































Este es el primer smut que escribo, les agradecería mucho que me digan que les ha parecido porque la verdad no me convence demasiado jj.

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