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11.| 𝐙apatos

A L I C E

✈︎TAL VEZ SI BUSCARAMOS la definición de persona desesperada en el diccionario, podríamos encontrar la fotografía de Alice Mora como respuesta.

Quizá se debía a su ansiedad, o solo era un rasgo de su personalidad, pues desde que lo recordaba había sido así.

Uno de sus juegos favoritos en el mundo era pisarle los talones a Yahir y sacarle un poquito los zapatos cuando el chico comenzaba a caminar demasiado lento.
Casi siempre había sido divertido hacerlo, era un juego entre ellos dos, Yahir se desesperaba y le daba un zape a Alice, tal vez solo era su forma de demostrar cariño además de las varias veces que Alice recostaba su cabeza sobre el hombro de Yahir.

Nunca había aprendido a demostrar su cariño de otra manera que no fueran aquellas dos acciones. O quizá se debía a que siempre demostraba su afecto con el contacto físico.
Fuera cualquiera se las dos opciones, Alice estaba acostumbrada a hacer que su cariño por Yahir fuera demostrado pues al final él era su mejor amigo.

Tal vez estaba acostumbrada a estar con Yahir y Alejandro tanto tiempo que a veces olvidaba que tenía más amigos, después de todo pasaba todo el día con ellos. 

Aquella mañana Alice estaba de buen humor, caminaba detrás de sus amigos en el set, específicamente detrás de Yahir. Ellos tres iban al frente mientras ella solo se mantenía detrás y escondía sus manos en sus bolsillos. Yahir y los demás alentaron su paso, así que Alice miró los pies de su amigo con una sonrisa traviesa, pisó el talón de Yahir y sacó su zapato. A ella le causó risa. 

—Ay, como eres de tonta a veces, Alice —regañó Yahir riendo también.

Solo ellos dos se reían de esa estupidez, pero no importaba que ni Sara ni Alejandro lo encontraran divertido, solo era algo entre ellos dos. Entre mejores amigos...

—Es que también tú, wey, caminas como anciano —le reprochó Alice —apúrate tantito

—Pues a mí no me parece que Alice te haga eso, Yahir —intervino Sara —En una de esas se lo sacas en la nieve y el tío se congela —agregó señalando al chico.

Alice bajó la mirada ante los regaños de Sara, pero notó como Yahir la observaba desde arriba. Compartieron la complicidad en sus ojos junto a una sonrisa divertida antes de estallar en carcajadas. 

—Por favor, Sara, deja a los niños jugar como quieran —habló Alejandro. 

Alice asintió y aceleró su paso para no estorbarles. Entonces fue Yahir quien sacó su zapato. 

—¡Ay, hijo de tu puta madre, cabrón! —exclamó Alice dándose la vuelta para soltarle un golpe en el hombro. —Eres un baboso, mira, ya ni ponérmelo puedo...

—Te llevas y no te aguantas Alice —dijo Yahir riéndose de Alice, que tuvo que detenerse para poder ponerse sus zapatos.

—Pues sí, pendejo, pero se te olvida que estos no se ponen tan fácil, además ve, ya me los rompiste, menso —le riñó mirando a su amigo mal mientras intentaba acomodar la suela de sus zapatos. —Yo no te piso tan feo

Y entonces mientras el pie de Alice se congelaba, ella vio como sus amigos se alejaban hacia las carpas de maquillaje... 

No la habían esperado ni un poquito.

Se apresuró a acomodarse el zapato, pero sentía las miradas de las personas sobre ella. Algunas habían visto la acción de Yahir, y la miraban con compasión; otras la miraban extrañados, ¿Por qué alguien se sacaba el calcetín y los tenis en la montaña a tales temperaturas?

Las miradas juzgantes, incómodas, e incluso burlonas, la hicieron sentirse humillada. Ellos se iban riéndose, Sara quien la había regañado unos minutos atrás se reía, la gente observaba sus movimientos apresurados... 

Ni bien terminó de acomodarse los zapatos, caminó tan veloz como pudo hacia las carpas. Yahir, Alejandro y Sara estaban ahí, riéndose. Y cuando la vieron, se detuvieron.

Pero ella los conocía, una vez más. 

Yahir y Alejandro volvieron a compartir una mirada cómplice antes de que Yahir hablara. —¿Y tu zapato, Alice?

Ella lo miró mal y levantó su dedo medio molesta mientras redirigía su mirada a sus zapatos. La suela se estaba desprendiendo. 

Escuchó las risas de sus amigos, más escandalosas aún. Sobre todo la de Sara. Tomó sus papeles y se dirigió a su sitio para esperar a Felipe, o a quien llegase primero.

—Ali, buenos días —saludó la voz conocida de Felipe, él siempre era quien llegaba más temprano.

—Buenos días, Felipe —murmuró mientras acomodaba sus brochas.

—Alice, ¿Todo bien? —preguntó seriamente Felipe mientras se sentaba.

—Sí, sí, todo bien, ¿y tú? —respondió Alice sin siquiera prestar atención a lo que su amigo preguntaba.

—Estás como apagada, ¿Qué tenés? —insistió Felipe.

—Nop, nada, solo no me tomé mi café de hoy y vengo como cansada —respondió Alice mientras se volteaba hacia él. —¿Listo para empezar? 

Felipe asintió. —No estarás mintiendo otra vez, ¿no? Ali, podés confiar en mí, loca...

Alice lo miró seriamente mientras ponía la crema en su mano para preparar su piel. Sus ojos analizaban el rostro de Felipe, sus cejas se fruncían hacia arriba demostrando su preocupación. Algo en Felipe le decía que podía confiar en que su preocupación era sincera. 

Quería hablarle, quería decirle todo lo que sentía...

—Lo sé, Pipe, gracias por eso, pero estoy bien, solo me urge mi café —respondió dándole una sonrisa tan bien fingida que Felipe le creyó.

Mientras lo maquillaba, sus manos hacían todo el trabajo, pero le era imposible que su mente se concentrara en su trabajo. 

No le molestaba que Yahir hubiera devuelto la broma, ni tampoco que se saliera su calceta, ni mucho menos que su zapato se rompiera, ya era bastante viejo a decir verdad...

Pero es que se habían alejado, la dejaron sola pasando por la humillación pública aún frente a sus compañeros de trabajo...

No estaba molesta, de hecho...

Sentía una constante presión en el pecho, ¿Qué había hecho ella para merecer eso? ¿Sería que en realidad le caía mal a sus amigos y por eso no la invitaban a sus planes, la dejaban sola y a veces se olvidaban de ella los fines de semana? ¿O estaba sobrepensando? ¿O estaba viendo cosas donde no las había?

Su cuerpo estaba presente, su mente no. Mientras trabajaba, su respiración se volvió cada vez más pesada, sus ojos se llenaron de lágrimas con todos los pensamientos que estaba teniendo. Era como si mil voces hablaran al mismo tiempo dentro de ella, y ni una sola era amable con su persona. Era un torbellino de frases que a penas podía entender, pero que eran tan dolorosas como un cuchillo en el ojo. No sentía el aire entrar a sus pulmones, quería llorar...

Eres una idiota...

Te llevas y no te aguantas...

Mala amiga que eres, por eso no te toman en cuenta...

¿Te acuerdas de Alejandro diciéndote que deberías disfrazarte de balón para Haloween?

El grupo Anti-Gordas seguro sigue existiendo...

Sus manos se habían detenido del trabajo, su mirada se concentraba en un punto fijo, estaba estática...

—¿Alice? —la voz distante de Felipe la hizo regresar. —¡Alice!

Estaba mareada, eran demasiados pensamientos en un minuto. Se tambaleaba, y Felipe se levantó para darle apoyo.

—Estoy bien, Felipe, solo me siento un poco mareada —comentó Alice en un murmuro, con la mirada perdida.

Logró convencer a todos de que estaba bien después de que Andy le regaló un café como siempre.

A la mañana siguiente no se sentía dispuesta a continuar, estaba sentada en su cama, intentando obligarse a sí misma a no pensar en nada que la fuera a deprimir, y como lo vio imposible solo pudo poner En Coma de Morat. 

Miró sus zapatos tirados en el piso, medios rotos, y supo que debía recurrir a lo último que quería hacer. Se levantó con pesar y se dirigió a la caja de zapatos nueva que estaba oculta. No era fan de los zapatos blancos porque se ensuciaban con facilidad, pero era su única opción. Estaba esperando estrenarlos en sus vacaciones en México que iba a tomar para su cumpleaños en noviembre... Solo quedaban tres semanas...

Pero sus zapatos rotos descansaban en el fondo de la habitación, así que salió con los nuevos zapatos blancos y dejó en el bote de la basura los converse negros con la suela despegada y las agujetas deshiladas. 

Tal vez había sido bueno que Yahir la pisara y tuviera que deshacerse de sus zapatos viejos... Tal vez si no hubiera entrado nieve en sus zapatos, tal vez si no hubiera pasado todo el día con las suelas rotas... Tal vez habría sido buena idea.

Todo el camino estuvo con los audífonos puestos para evitarse a sí misma, porque sabía que si un día se dejaba escuchar de más, ya no habría por donde regresar y perderse de nuevo.
Se sentó en la esquina de las carpas, y aunque sus amigos pasaron por enfrente jamás le dieron ni siquiera los buenos días.

«Estás siendo dramática, esto es un berrinche tuyo, levántate y ponte a trabajar... Floja...» pensó.

Soltó un largo suspiro y se acercó a Andy, que sorprendentemente había llegado muchísimo antes que Enzo y Felipe.

—Hola, Ali, buenos días, yo estoy bien, ¿Y vos? —preguntó Andy sarcásticamente cuando Alice solo comenzó a preparar su piel.

Ella lo miró, en realidad su sarcasmo le había logrado sacar una risita. Notó como la sonrisa de Andy crecía, y se relajó.

Lo cierto era que podía sentir que su relación con Andy era sólida, aunque no hablaran demasiado. Se sentía real.

—Hola, Andy, buenos días, también estoy bien, gracias por preguntar —respondió la chica de la misma manera con la que Andy había preguntado.

—Che, me preguntaba si estabas bien, nos dejaste preocupados ayer —dijo Andy.

—Estoy bien, solo necesitaba descansar y... —se interrumpió a sí misma. No quería decir comer. —Y darme un baño...

Andy la miró como si examinara su respuesta y buscara la mentira, afortunadamente jamás fue capaz de encontrarla.

—Bueno, ayer comí una tarta de frutillas riquísima... Y te traje un poco —agregó Andy dándole una sonrisa amable.

Alice le regresó la sonrisa mientras lo maquillaba, aunque él no podía verla. —Gracias, Andy, eres muy lindo...

Entonces notó como el rostro del chico se elevaba en colores. —Y bueno, no sé si de verdad estaba re buena o solo no comía algo así en meses...

Alice volvió a reír, ambos tenían el mismo sentido del humor absurdo y que solo a ellos dos les causaba gracia...

Andy hacía su día mejor.

—Che, ¿Son nuevos esos zapatos? —preguntó Andy notando el par. Alice le sonrió y asintió. —Bueee, están re lindos

—Siii, los estaba guardando para mi cumpleaños pero... Hubieron unos inconvenientes y bueno, no quedó de otra... Solo espero que no se ensucien demasiado, no tengo ganas de estarlos limpiando —dijo soltando una risa nasal.

—Solo no vayas a pisar mucho la nieve —aconsejó Andy.

Por la tarde se encontraban en su descanso. Alice estaba con sus amigos apoyada en la silla donde Yahir estaba sentado, cuando de pronto vio a Juani acercarse. Se enderezó sintiendo como los nervios la atacaban e intentó tomar la mejor postura posible.

—Uhhh, ¿Esos son zapatos nuevos, Alice? —preguntó Alejandro, a lo que Alice asintió.

—Como acá tu amigo don Pendejo me rompió los otros... Sí —respondió fingiendo estar malhumorada. Juani rio, siendo aquello suficiente para hacerla sonreír a ella.

No notó la mirada traviesa en los ojos de Alejandro hasta que sintió el pisotón. —Pa' que te duren

—¡Ay, pendejo! —chilló Alice. —Cabrón, estás viendo que son nuevos y blancos, baboso...

—Por eso, Alice, por eso —dijo Alejandro riéndose. No tardaron Sara y Yahir en unirse. Héctor, otro de sus compañeros de trabajo y amigo de Yahir y Alejandro, también se rio.

—¿Qué es eso de "Pa' que te duren"? —preguntó Juani. 

—Ay, es un juego super típico en México, es para joder a quien se lo hagas cuando ves que tienen un par de zapatos nuevos lo pisas y le dices eso pues disque para desearle que duren años, pero molesta porque cuando son blancos quedan todos sucios y... —Alice le estaba explicando mientras los demás seguían en su plática.

Al menos hasta que Juani interrumpió su explicación, dándole otra pisada a sus tenis. —Pa' que te duren...

—Otro pendejo —murmuró Alice, que en un ágil movimiento logró ensuciar también los zapatos que Juani llevaba para descansar. 

—Loca, mirá lo que hiciste —reclamó Juani.

—Pues tú, para qué empezaste...

Entonces Juani volvió a pisar los tenis de Alice una y otra vez. —¡Ya, Juani, cálmate! —exclamó Alice intentando detenerlo al tomarlo de los brazos.

Juani imitó su acción, abrazándola para detenerla. Alice tembló con el contacto, estaba siendo abrazada por Juani... Pero eso no iba a quedarse así, se separó para ensuciar también su pantalón y pisarlo repetidas veces.

—¡Che, ya fue, Sara...! —exclamó, pero pareció darse cuenta pronto de su error. —¡Digo, Alice!

—¿Me llamaste Sara? —preguntó Alice.

—¿Qué pasó? —inquirió la verdadera nombrada volteándose hacia ellos. 

—Nada, que este wey me llamó Sara —dijo Alice riendo.

—Bue, es que se re parecen las dos —agregó Juani riendo también.

—No es cierto —habló Alice, estaba alegre por fin durante un momento de su día.

Pero pronto terminó cuando notó que la expresión amable de Sara desapareció. Sus cejas se fruncieron y su labio superior se elevó. 

—Ay, no, no, claro que no, ¿Yo parecerme a ella? No, Juani, estás medio cucú —le dijo la chica sin quitar su gesto de asco. 

¿Por qué hacía eso?

Todos se quedaron en silencio por el comentario de Sara, incómodos por su actitud... Parecía que el mundo se había paralizado, Alice solo podía escuchar el latido de su corazón en sus oídos y veía como el mundo daba vueltas. Tenía que haber escuchado mal, esa no era la Sara que conocía...

Nadie sabía qué decir, el ambiente estaba tan pesado que no eran capaces ni siquiera de mirarse entre sí, hasta que Héctor habló. —Bueno, pero, ¿Lo tomaste como un insulto o un halago, Sara? —preguntó confundido.

Sara rodó los ojos y se fue sin decir nada más hacia la carpa. Alice se sentía mal de nuevo, miró sus zapatos... Estaban totalmente sucios, ni siquiera parecía que eran nuevos. 

Solo quería una cosa en el día, que sus putos zapatos se mantuvieran limpios...

Así que ella también se retiró hacia el otro lado de la carpa, dejando el ambiente incómodo atrás. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no eran las palabras que había dicho, sino el tono y la intención con las que las había pronunciado... Sí, ella misma sabía que no era el modelo a seguir de nadie, ni siquiera el suyo propio; sí, ella también sabía que tal vez era el ejemplo perfecto de como nadie quería terminar: deprimida, gorda, ansiosa... Y sin que nadie jamás la mirara... Sí, claro que ella lo sabía, que nadie quería parecerse a ella ni siquiera en lo más mínimo...

Pero tampoco había necesidad de decirlo tan explícitamente frente a todos sus amigos...

—Ali, ¿Qué sucede? —preguntó la voz de Andy, él la encontró llorando en el sillón de maquillaje haciéndose una bolita en sí misma. 

Alice levantó la mirada para encontrarse con los ojos tan preocupados de Andy... Aunque su preocupación era genuina y él era de confianza para Alice... No podía molestarlo más. —Es que se me ensuciaron los zapatos —mintió. 

Sabía perfectamente que Andy no le creía, pero agradeció que fingiera que lo hacía y no le preguntara más. —Pero si eso se arregla re fácil, mirá, dame un segundo, ¿Sí? No te muevas de aquí —dijo Andy.

Ella asintió, en realidad, tampoco tenía muchas ganas de moverse, ahí pasaba desapercibida si se colocaba de la manera correcta.

A N D Y

✈︎SABÍA QUE NADA estaba bien con ella, llevaba un par de días sin mostrar aquella hermosa sonrisa sincera al mundo. Y aunque se sentía orgulloso de decir que él era quien provocaba su sonrisa genuina, le preocupaba bastante el estado de ánimo de Alice.

Quería preguntarle pero tampoco quería presionarla, pues huiría y  esa no era la idea. Después de todo, él no era nadie para exigirle una respuesta.

Así que solo tomó por válida la respuesta de los tenis sucios, se encargó de buscar un trapo y mojarlo con suficiente agua y jabón por un extremo.

—¿Qué vas a hacer, Andy? —preguntó Alice cuando lo vio acercarse.

—Voy a limpiar tus tenis —respondió antes de ponerse de rodillas frente a ella, y sin quitarle el zapato pues sus dedos se congelarían, comenzó a frotar suavemente las manchas con el lado del trapo qué tenia jabón, y los secó con el lado que solo tenia agua.

Poco a poco fue dejando brillantes los tenis de Alice.
Ella le sonrió y cuando por fin Andy se levantó, Alice lo abrazó.

Él solo lo correspondió, intentando hacer que ese abrazo reparara lo que sea que estuviera roto dentro de ella.
Alice escondió su cabeza en el hombro de Andy, quien solo la sostuvo con fuerza sin decir nada.

—Gracias, Andy —agradeció Alice, alejándose lo suficiente para dejar un beso en la mejilla de el chico. —No sabes lo mucho que me hacía falta un abrazo, en serio gracias...

Y entonces, después de que Andy le dijera el habitual "no hay de qué", escuchó un murmuro a penas audible de parte de Alice. —Te quiero...

Aquella noche Andy no pudo dormir.

Ella lo quería...

ELLA LO QUERÍA...

ALICE LO QUERÍA...

ALICE MORA LO QUERÍA...

ALICE MORA ALDANA LO QUERÍA...

Se sentía como un niño chiquito a quien recién le habían comprado el juguete que tanto había querido.
Así que lo tomó y lo guardó en un estante de cristal para que nadie lo tocara, para que nada le sucediera...

Alice había dicho que lo quería...
No quería hacerse ideas erróneas, pero... ¿Podría significar qué lo que él sentía era mutuo?

Alice lo estaba volviendo loco...

Holii, ¿Cómo están? Yo media desaparecida porque... La escuela y el servicio succionan 25 de mis 24 horas del día pero bueno... Una está de terca que quiere una carrera (sí estudien)

No Martha, yo AMO a Andy, te lo juro. Le limpió los tenis a Ali, no puedo, no puedo

Anyway... Yo no sé cómo les caigan los amigos de la Ali, pero en el siguiente capítulo se me van a enojarrrrr (yo sí me enojé)

🤎

Andy automáticamente después de que Ali le dijera que lo quería:

Alice en la mínima oportunidad que tuvo para tomar vacaciones:


Honestamente yo después de cualquier cosa que hace Sara en este capítulo:

🤎

Tengo varias de esas eh JAJAJA
Pero wey, agárrense que los siguientes capítulos de aquí al final del volumen, se vienen FUERTES

Espero que les haya gustado, les busco a ver si puedo subirles un nuevo capítulo pronto, si es que encuentro la chance 🫠

FÁTIMA FUERA 🤎✨

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