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ᴀʟᴜᴄɪɴᴀᴄɪᴏɴᴇꜱ

Seguí a Elizabeth por el camino rodeado de árboles, la noche y el silencio no se hacían esperar, diría que fue algo mágico, como si el universo lo hubiera hecho especialmente para mí, para encontrarme con ella.

Nos sentamos cerca de una piedra junto a un arroyo, Elizabeth metió su mano al bolsillo y saco un lazo rojo para ponérselo en el cabello, de seguido en su otro bolsillo saca un papel envuelto.

—¿Tienes un encendedor? —preguntó ella.

Me le quede mirando y revise mis bolsillos del pantalón, pero no cargaba ninguna.

—No te preocupes, creo que traigo una —dijo Elizabeth volviendo a revisar su bolsillo izquierdo.

Saca un encendedor con un degradado de metal y en ella trae incrustado de un delfín. Me pareció curiosa al verla, pero no le preste mucha atención.

—¿Sentiste algo al ver el delfín? —pregunto Lorena interrumpiéndome.

Me le quede por un momento en silencio y analizando, pero no lograba surgirme ningún recuerdo sobre eso.

—Solo sé que el delfín es un paso a lo espiritual entre la vida y la muerte.

—Está bien —respondió Lorena cortante.

—¿Pasa algo? —pregunté.

—No pasa nada, continua —respondió ella luego de bajar la mirada y seguir escribiendo en su libreta.

Como anterior dije, Elizabeth había sacado su encendedor y predio el cigarrillo envuelto, pensé que solo era marihuana, pero traía un poco más de "LSD" combinado.

Si lo hubiera sabido, me hubiera negado a fumarlo, pero como estaba tan atontado de solo estar con ella, acepte compartir el cigarrillo con ella mientras observábamos el cielo oscuro.

—Nunca me dijiste tu nombre, lo ibas a decir hasta que vinieron esos patanes —dijo Elizabeth con gran curiosidad.

—Mi nombre es...

En ese momento siento como si mi cerebro hiciera corto circuito, pero puede lograr recordar cual era. Como si al hablar sobre esto, fuera recordando cosas que me eran difícil de recordar, o cosas tan fáciles como mi nombre.

—Mi nombre es Axel —mencione mi nombre y Lorena se me quedo viendo. Había dejado de escribir.

Era como si esta vez le importara lo que estaba diciendo al mencionar mi nombre.

—¿Tienes alguna meta o aspiración? —pregunto Elizabeth.

Era para mí difícil decirle, que no tenía ninguna, no quería parecer un don nadie, o alguien menos interesante. Así que decidí mentirle.

—Diría que mi única meta seria ser profesor de alguna universidad o dando arte en algún colegio —expresé —. ¿y la tuya?

—Ahora mismo no tengo ninguna, estudiaba medicina para poder enfocarme en psiquiatría, pero al final todo eso se arruino, así que solo sigo mi camino hasta que de un tope —expresó Elizabeth con tristeza en su rostro.

Sabía que algo le había ocurrido, pero no quise preguntarle en ese momento, era algo tímido y no teníamos la confianza suficiente para poder hablar tan abiertamente.

Nos quedamos callados y miraba como la luna se diluía por el agua, poco a poco perdía la mirada entre medio de la droga, sentía como podía oler el agua, los árboles, era todo súper extraño.

Pero entonces me di cuenta que estaba drogado, mis parpados me pesaban, al girarme ya no estaba Elizabeth, se había marchado o desvanecido de la nada.

Me pare para poder buscarla, pero mi cabeza ya empezaba a dar vueltas y a jugarme una mala pasada con las alucinaciones, no lograba ver el camino ya que estaba todo muy oscuro.

Camine paso a paso lentamente, no quería caerme al lago y ahogarme, así que iba tocando árbol por árbol para saber que iba bien, o eso pretendía hacer.

De repente voy escuchando gritos fuertes, desgarradores, como si los estuvieran asesinando o peor aún.

Trataba de guiarme por los fuertes gritos hasta que logre ver una gran llamarada, pensé que era la fogata así que trate de dirigirme hacia ella.

Corría lo que más podía, pero la fogata de a poco se alejaba, cada paso que daba era uno atrás. Al momento me sentí algo agotado, y con falta de aire, era como si hubiera corrido mucho por alguna razón.

Me agache y puse mis manos sobre mis piernas para poder tomar algo de oxígeno, pero al fijarme en el suelo, logre ver mi sombra, volví a ponerme recto mirando hacia al frente y logre ver la enorme fogata.

De algún modo me sentía aliviado, pero al mirar alrededor, observe todas las personas corriendo; como si estuvieran huyendo de algo.

Me quedé perplejo de lo que sucedía, no lograba entender todo, mi mente me hacía una mala pasada, pensé que todo debía ser producto de las alucinaciones del LSD. Pero luego pensé en mi hermano que traté de volver a correr en buscarlo, pero no lograba encontrarlo, en vez de eso, solo hallaba más cadáveres.




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