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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟓

[1]

Chiba es una ciudad impresionante, llena de luces y grandes construcciones en comparación con los bosques nevados de Hokkaido. Allí el ruido siempre está presente, ya sea por los transeúntes, los autos o los vendedores ambulantes.

Shin’ichi, ese joven omega con una bufanda alrededor de su cuello, camisa de mangas, abrigo café de Versace, pantalones de mezclilla oscura y zapatos deportivos, se siente como un extranjero maravillándose por todo lo que sus ojos aprecian.

Él quiere comportarse como sus amigos, que expresan su asombro con gestos y palabras emocionadas, mas se limita a mirar por la ventana de la camioneta blindada en la que viajan.

Shin’ichi conoce su posición, había sido entrenado y preparado para ser el omega del líder Igarashi, para mostrarse “perfecto” ante todos los alfas y betas presentes. A pesar de ello, aún suspira en la soledad de su habitación, cansado de aparentar la perfección que nadie alcanza por naturaleza, de ser ante personas ajenas solo un objeto de intercambio. No obstante, los suyos habían trabajado también para esto y no podía decepcionarlos.

El par de alfas que conducen la camioneta se burlan del omega y de sus amigos en voz baja, tachándolos de forasteros —campesinos— en comparación con ellos, empleados de alto eslabón de la mafia más poderosa. Creen que por recogerlos en un pueblo fronterizo de Hokkaido se trata de una compra para satisfacer los deseos carnales de su líder.

Shin’ichi los observa con una gélida expresión, los comentarios sardónicos llegan a sus agudos oídos y le generan repulsión inmediata. Piensa en mencionárselo a sus amigos y moderar su comportamiento, pero al verlos tan admirados por la belleza de la ciudad se mantiene callado.

«No es justo», piensa para sí mismo. «No es justo quitarles la poca emoción que obtendrán por este trabajo al que están obligados».

—Es un omega muy lindo, si Igarashi no lo quiere podríamos venderlo —murmura un alfa al otro, riéndose entre ellos en cuanto termina la frase.

El comentario no pasa desapercibido para el omega, quien en vez de sentir miedo concibe repulsión. Ellos podrían ser miembros de una importante organización de Chiba, pero no iba a tenerles miedo y mucho menos iba a bajar la cabeza en sumisión ante un par de alfas idiotas.

[2]

La mansión de los Igarashi es fácil de identificar por sus dimensiones, sin importar que ellos se encuentren en los límites de su territorio. Shin’ichi no recordaba lo impresionante que era la última vez que la visitó, lo bello que es el jardín frontal o lo hermosas que son las flores en esa época. En contraste con el exterior, la residencia se mantiene en silencio, en armonía con la maravillosa vista.

La camioneta se estaciona enfrente de la entrada principal y él se baja con ayuda de sus propios guardias, desconociendo a los alfas que se mantienen inertes a un costado del automóvil. Shin’ichi los mira con desagrado y está seguro de que el sentimiento es mutuo.

Uno de ellos hace el afán de acercarse —por órdenes superiores— para guiarlo al interior, pero él se mantiene tajante, ignorándolo por completo pese a sentir la molestia del alfa.

El hombre aprieta los labios y rueda los ojos. «Solo es un omega arrogante», piensa para sí.

Shin’ichi avanza a pasos firmes siendo seguido por el humano Hanzo y el beta Isamu. De repente, un alfa conocido aparece en su campo de visión y lo hace inhalar con confianza de nuevo.

—Omega Shin’ichi, es un placer verlo. —El hombre lo recibe con una sonrisa y para él es imposible no reconocerlo.

Se acerca al guardia y lo abraza con fuerza respirando el poderoso aroma. Se trata de Choi Yeon Jung, el guardaespaldas encargado de traerlo y enviarlo de vuelta a Hokkaido hace diez años, cuando fue su primera presentación ante su pareja.

Choi había sido un guardaespaldas importante para los Igarashi, un hombre de suma confianza y lealtad incorruptible que algunos años atrás terminó gravemente herido defendiendo a uno de los hijos mayores del anterior líder. El guardia quedó fuera de servicio casi de inmediato, pero nadie tuvo el corazón de echarlo de la mafia.

—Me alegra mucho verlo de nuevo —exclama con sinceridad el omega, recibiendo a cambio un apretón en sus manos.

—Lamento no haber ido personalmente por usted, pero ya no soy guardaespaldas —explica encogiéndose de hombros y viendo por encima de la cabeza del omega a los alfas aún parados al fondo—. Mandé al nuevo equipo de seguridad, espero hayan sido eficientes.

—No se preocupe por eso, es una pena que no haya podido ir.

—¿Ya vio a los señores Igarashi?

—Aún no, pero espero verlos lo más pronto posible —menciona con sutileza, comenzando a entrar a la mansión. De reojo puede ver a los guardias de pie en la entrada y solo a sus amigos siguiéndole por detrás—. Como consejo a su nuevo equipo de seguridad: deberían prestar más atención a las órdenes que se les dan y opinar menos de lo que desconocen.

Los hombres a la lejanía aún pueden escuchar las palabras del omega. Efectivamente, el desagrado es mutuo. Se miran a los ojos y de mala gana solo uno los acompaña al interior, mientras su compañero y otros alfas se quedan resguardando afuera.

—¿No les avisaron a los señores Igarashi? —Esta vez, la voz del hombre mayor va dirigida al alfa guardaespaldas que los acompaña.

—Tengo la orden de informar solo de situaciones importantes —responde tosco, sin girar a ver al contrario.

Choi Yeon Jung se detiene con las manos en las caderas y el ceño fruncido, obligando al otro guardia a hacer lo mismo.

—¿Eres idiota o ignorante? —pregunta retóricamente, sin esperar una respuesta del hombre que se ve molesto al igual que él—. Por si no lo sabes, Hoshino Shin’ichi es importante en este lugar —añade siguiendo su marcha.

—Es solo un maldito omega más —murmura el otro alfa entre dientes, siguiendo el paso del alfa mayor.

Shin’ichi lo observa fijamente, desconcertado por quién admitió a tantos alfas inútiles. Nuevos o no, está seguro de que a ese equipo de seguridad les faltaba mucho para ser como los anteriores y esperaba que eso no provocara ninguna desgracia.



Gracias por leer.
Melichi

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