━━O24
━EQUIVOCADO━
• • •
Miraba los pequeños pájaros descender en el pequeño lago tomando un poco de agua para después verlas extender sus alas y volar nuevamente a su destino.
Les tenía un poco de envidia a decir verdad, al solo ver como eran libres de hacer lo que quisieran, sin tener que lidiar con alguien que les dijera que hacer, ni tampoco eran detenidas por nadie. Solamente volaban por los vientos para llegar a su destino, teniendo pocas paradas para descansar.
Cerré mis ojos soltando un leve suspiró disfrutando de la brisa del viento rozar mi rostro moviendo mi melena larga escarlata. Podía sentir la mirada de Ezio en mi, quien estaba acostado en mis piernas disfrutando de mis suaves caricias en su cabello platinado.
──Te veo muy pensativa desde que despertaste hace tres días. ¿En qué tanto piensas, madre? Si es que se puede saber.
──En cosas sin sentido. Nada de que preocuparte mi amor. ─le di una cálida sonrisa.
──Se que mientes pero no tengo ganas de insistir. ─confesó. ──Hoy solo se me apetecé únicamente seguir acostado ignorando todo a mi alrededor. ─cerró sus ojos acomodando sus brazos detrás de su cabeza.
──Osea lo mismo de todos los días.
──Y tú muy productivo, ¿cierto, anciano? ─le dijo a su padre quien estaba recargado en mi espalda con sus ojos cerrados sintiendo mi mano acariciar su cabello, al igual que lo hago con Ezio. ──¿Me preguntó de donde lo saque?
Solo rodé mis ojos divertida de sus conversaciones. Para ser honesta nunca había escuchado a Ezio hablar con ese toque y menos siendo irrespetuoso con su padre cuando a mi me trata bien.
Sin duda es una relación de padre e hijo que Ezio siempre soño tener. Talvez nunca me lo dijo, pero siempre sentía que él quería conocer a su progenitor. Y para que mentir diciendo que yo no lo quería conocer cuando algo dentro mío lo deseaba.
──Obviamente de tu madre. ─entre cerré mis ojos ante eso, le de un ligero golpe en su cabeza por eso, en respuesta la tomo depositando un beso en mis nudillos para terminar entrelazado nuestros dedos.
Por cosas como esas estoy comenzado a sentir todo menos odio de su presencia.
──A mi no me metan en esto. ─me cruce de brazos. ──Lo único que saco de mi son los ojos y un poco de mi poder. Ah, pero el señorito orgulloso prefiere volar que nadar. ─refunfuñe lo último. ──Como si volar fuera mejor que poder nadar y respirar en el agua.
──Lo es. ─mire indignada a ambos al hablar al unísono.
──Hoy se quedan sin cenar. ─ambos abrieron sus ojos ante eso.
──Pero...
──Pero nada. En esta casa mando yo y he dicho que no cenarán es porque no lo harán, ¿entendieron? ─ninguno dijo nada. ──Les pregunté que si entendieron, par de vagos. ─deje salir un poco de mi poder al verlos no tener indicios de contestar.
──Sí, ya entendimos. ─ambos miraron a otro lado.
──Hmp. ─cerré mis ojos satisfecha.
──Esto es tu culpa, papá. ─le susurró Ezio.
──¿Mía? Si tu abriste la boca primero. Sabes como es tú madre y tu le sigues el juego. A la otra di que te encanta nadar y es tu pasatiempo favorito.
──Sí. Pero si tu no hubieras tenido alas, yo no hubiera nacido con ellas y dijera que prefiero nadar que volar. Además es tu esposa, debes de saber más que yo como es.
──Saben que los escucho, ¿cierto? ─abrí mis ojos mirando a ambos, estos pasaron saliva ante mi mirada asesina.
Volví a cerrar mis ojos soltando un pequeño suspiro para terminar levantándome rápidamente del suelo dejando que ambos cayeran al duro pasto fuertemente. Me reí al escuchar el fuerte sonido que hicieron sus cabezas cuando chocaron, termine por sentir sus malas miradas en mi.
──¿Qué ven? ─deje de reír para preguntar seriamente.
──Nada. ─dijeron mirando a otro lado.
Me acerque a el lago inclinando mis rodillas para observar más de cerca los pequeños peces. Podía sentir una intensa mirada en mi trasero.
──Deja de desnudarla con la mirada anciano. Es mi madre a la que miras. ─escuche a Ezio.
──Y es mi esposa. ─yo solo rodé mis ojos.
Metí mi mano dentro del agua sintiendo a un pequeño pez acercarse, la saque dejando ver una pequeña esfera de agua donde yacía el pescadito.
──Veamos si mi verdadero poder esta restaurado. ─murmuré mientras miraba fijamente a el pequeño pez.
Deje salir un poco de mi poder en el pescado a los segundos comenzó a crecer mientras su forma cambiaba. Termine por crear un enorme tiburón capaz de estar sin agua por un largo tiempo. Lo mire sin expresión alguna mientras el hacía sonidos muy ruidosos que me comenzaban a irritar.
──Cállate ya. ─drene más de mi poder haciendo que terminará explotando con mi semblante sin importancia.
──Y lugo dice que nosotros somos los inexpresivos. ─mire a Ezio haciendo que este se escondiera detrás de su padre.
Mire un punto muerto mientras el viento movía mis cabellos despeinandolos. Me comenzaba a preguntar si las personas están preocupados por mi o ya de simple me dieron por muerta.
──Ezio, cariño. ─lo mire, él se asomo por un lado de Estarossa.──No le dijiste a nadie que seguía con vida, ¿cierto? ─me levanté cruzando mis brazos mirando a el pequeño platinado acostarse con su típica posee.
──¿Debía hacerlo? ─preguntó abriendo un ojo mirando mi dirección.
──Ya no importa de todas formas. ─cerré mis ojos unos segundos. ──Lo más probable es que Meliodas les diga que no puedo morir.
──No creo que eso sucediera, madre. ─entre cerré mis ojos mirando a Ezio.
──¿A qué te refieres con eso? ─pregunté alzando una ceja.
──A que mi papá asesino a el tío Meliodas. ─dijo tan tranquilo como si fuera cosas de todos los días.
──¿Qué dijiste?
──Qué papá lo asesino. ─dijo con su mismo tono.
──¿Mataste a tu hermano, Estarossa? ─él no contesto nada, solo permaneció con sus ojos cerrados acostado en el pasto. ──Esto es increíble. ─musité mirando el cielo. ──¿Hace cuanto pasó eso? Si es que los reyes me lo quieren decir.
──Fue en el festival después de que "moriste". ─contestó Ezio.
──No piensas decir nada. ─le hable a el padre de mi hijo.
──Solo que tengo hambre. No te molestaría hacernos algo de comer. ─cerré mis ojos suspirando profundamente.
──Estoy segura que entre los dos pueden hacer algo de comer si es que tiene hambre. ─comencé a caminar. ──Que yo no soy su criada.
──¿Sabes cocinar, papá?
──No debe de ser difícil.
No debe de ser difícil.
Pensé mientras miraba de mala muerte a los hombres sentados en el suelo con la cabeza gacha mientras al frente de ellos se encontraba la cocina hecha cenizas.
──Me dirán, ¿qué carajos le hicieron a la cocina para que se incendiara? O mejor dicho, ¿por qué la incendiaron par de idiotas? ─me cruce de brazos mientras daba golpes a el suelo con mi pie.
──Es que si te lo decimos, no nos lo vas a creer. ─alce una ceja ante las palabras de Estarossa.
──¿Qué es lo que según ustedes no me lo voy a creer? ─pregunté alzando una ceja. ──Los escucho.
──Es que cuando cocinabamos una luz salió de la nada y... explotó. ─explicó Ezio.
Termine por soltar un suspiro cerrando mis ojos.
──Que cosas. Justo en este momento, no me van a creer lo que les dire. ─ambos me miraron. ──Ni hoy, ni mañana vas a cenar. Y los quiero ver arreglando la cocina o de lo contrario tendrán que buscar donde pasar esta noche.
Y con eso me aleje de ellos. Talvez uno es un gran demonio hijo del rey, temido por muchas razas, pero aquí eso no hará que lo traten como rey haciendo lo que quiere.
Creo que debió de preguntar como era antes de casarse conmigo. No siquiera Mael la tenía fácil.
Si pensaban que me iba dejar domar estaba muy equivocado.
El domado fue otro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro