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━CASTIGO━
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Ezio P.O.V.
Silencio.
Es lo único que reinaba el lugar después de que mi madre dejará de moverse y el poco brillo que tenía se desvaneciera por completó. A la par del silencio se podía escuchar algunos sollozos de las mujeres que conocía a mamá y de ese humano debilucho que de dia era fuerte.
──Lady Scarlett. ─podía escuchar a dos chicos y a un niño llorar más que los demás.
Llorar. Eso no lo haré, mi condición no me lo permite. Mi mente estaba en blanco. ¿Cómo pude dejar que esto pasara a mayores? Si tan solo yo hubiera hecho algo, ella seguiría con vida.
Mi cuerpo estaba inmóvil en una especie de shock después de observar la horrible escena que jamás se borraría de mi mente, ni auqnue vuelva a morir.
¿Y a quién se el olvidaría la escena donde tu tío asesino a sangre fría a tu madre?
Mi semblante tranquilo por fuera era algo que por dentro no existía, se había desvanecido por completó. Mi cuerpo comienza a desprender un tremendo calor, casi como el mismo sol.
Me prometí a mi mismo que cuidaría de la mujer más sagrada que existe, con mi propia vida. Ya lo hice una vez, cuando esos bastardo intentaron matarla y ahora mi ira es más que la de cualquiera al no haberlo hecho.
──¿Por qué lo hiciste, Aidan? ─el silencio fue cortado por el hermano mayor de mamá, si no hubiera sido porque él la persuadió ella seguiría con vida mientras el otro no tanto. ──¿Por qué?
──Creo que no necesito responder a eso, hermano. ─le contestó mientras pasaba su mano por el tatuaje de ella. ──¿Qué demonios? ─arrugó su entre cejó. ──¿Por qué no tiene su lacrima?
──¿De qué hablas? Debe de estar ahí.
──¡No esta! ¡La lacrima de Agua, no esta! ─gritó desesperado. ──Si no esta, ¿cómo carajos me convertiré en el rey si no tengo las tres lacrimas?
──Eso es tú sentencia por asesinar a la mujer que el mismo océano eligió proteger. ¿Por qué crees que nuetra madre nunca la asesino ella misma para obtener la lacrima? ─él se quedo en silencio mientras lo miraba. ──Porque la persona que lo haga morirá de la peor manera.
──¡Eso solo es un mito! ¡Nunca fue real!
──Nunca te preguntaste por qué ella era la única diferente. Es porque fue elegida por el mismo océano. Por eso no me sorprende que haya tenido tanto control sobre el océano sin su lacrima, la que se supone que nos otorga nuestro poder.
──Eso no es cierto... ─susurró pero por dentro sabia que era cierto.
Cerré mis ojos apretando mis puños llenos de ira. El maldito bastardo piensa que vivirá después de asesinar a mi madre.
Pues esta muy equivocado.
Se metió con la madre de un semidemonio muy enojado.
──Tú. ─mi voz era fría y seca atrayendo la atención de todos, el calor de mi cuerpo comenzó a intensificarse mientras la materia oscura formaba mis alas y la marca aparecía en mi frente volviendo mis ojos oscuros. ──Vas a morir, malnacido.
Ambos se sorprendieron cuando me escucharon hablar a su espalda. Nadie espero que tuviera una increíble velocidad.
Antes de que él tomará una de sus armas le senté un gran golpe cargado de mi ira y lo caliente que mi cuerpo emanaba. Ante la fuerza, él, fue a parar hasta el otro lado, chocando contra una gran roca.
──Insurrección. ─de mi pecho invoque mis cinco espadas mientras un aura amarilla las rodeaba. ──Recibirás tu castigo por haber asesinado a la mujer de mi vida.
──¿Qué es este calor? ─preguntó el capitán de las sobras. ──Es como si fuera el sol.
──Es porque es el sol. ─en las espadas se comenzaron a ver cinco círculos de diferentes colores tanto amarillo como naranja y uno rojo, ese era el más potente. ──Ahora serás juzgado y castigodo por los cinco soles del infierno. ─alce mi mano para que las espadas lo rodearán, su expresión asustado y deseperado era tan increíble de ver. ──¡Soles del infierno!
Bajé mi mano cerrando mi puño para que las espadas fueran directo a él. En el momento en el que los soles entraron en contacto con su piel, esta se fue quemando lentamente mientras él gritaba y sufría de agonía. Su hermano intento apagar el sol con el hielo pero fue un rotundo fracaso.
Cerré mis ojos cuando deje de escuchar sus gritos y su cuerpo había desaparecido por completo sin dejar evidencia de que hubo uno. Ahora él esta atado en el inframundo custodiado por los cinco soles, ese fue su castigo. Sentirá para siempre ese inmenso dolor que lo llevará a perder su cordura hasta más no poder.
Llegue a un lado de el cuerpo de mi madre quitando las lanzas que se encontraban en su pecho incrustadas. La tome suavemente en mis brazos e intentando no derrubarme a llorar le cerré sus ojos, aquellas lagunas que me tranquilizaba cuando tenía pesadillas. Aquellas que mostraban un hermoso brillo en cuanto me miraba, ese brillo que ahora se desvaneció dejando un vacío en mi pecho.
Pero no por mucho.
Se que ella nunca hubiera querido y menos aceptado lo que estoy a punto de hacer.
Pero no tengo otra opción.
──Espera un poco, madre. Te llevaré al manantial de lagrimas, estarás bien.
Extendí mis alas una vez que mis espadas volvieron a mi pecho. Y sin perder tiempo volé con un único objetivo en mente. Ignore por completó algunas miradas aterradas de mi abrumador poder a la vez que hacia oído sordo a los gritos de muchos pregunta do a donde iba.
Tenia que llegar a mi antigua casa. Donde esta el manantial y es en un lugar escondido que solo aquellos capaz de sufrir una gran tristeza como la de ella, la podrán encontrar. Y eso casi nunca sucede, después de todo ella es el pecado de la tristeza y siendo honesto ese nombre le queda pequeño.
Para llegar a el lugar tenía que pasar por las ruinas del castillo de Edinburgh, justo donde siento una presencia demoniaca. No me lo tomen a mal, no es que tenga problema con ello, sino que esa presencia es similar a la mia indicando que posiblemente sea mi progenitor. Y no lo conozco, para saber si él es como yo, que al enterarse de ello intentará matar a el infeliz que asesino a mi madre.
A unos pocos kilómetros de llegar a las ruinas sentí su poder llegar hasta a mi a una gran velocidad. Logró sentirme y el poco poder que le quedaba a mi madre se iba apagando con cada segundo. Para cuando me lo esperé me detuve en medio del cielo estrellado mirando a un hombre más alto que yo, su cabello era corti y plateado justo como el mío.
Y viéndolo bien, ahora se de donde saque lo apuesto.
Su expresión era tranquila mientras me miraba, no mentiré al decir que la mia era simplemente la misma que la suya, aunque por dentro este lleno de ira todavía. Sus ojos me inspeccionaron rápido hasta que miro lo peor. En cuanto se dio cuanta que era mamá, su expresión fue una de enojo.
──¿Quién lo hizo? ─preguntó con una voz sería mientras acariciaba la mejilla fría de mi madre. Su expresión ya no era bonita ni tranquila.
──Su hermano menor. ─conteste con mi semblante tranquilo. ──Y si tienes en mente ir asesinarlo, lamento decirte padre, que ya lo he hecho yo. ─me miro de reojo, posiblemente porque lo llame padre o porque lo asesine.
──Así que ese poder que sentí fue el tuyo. ─no dije nada solo lo mire, sus ojos oscuros chocaban con los míos. ──¿A donde la llevas?
──A el único lugar donde volverá a la vida. ─él la miro unos segundos para después tomarla en sus brazos con delicadeza, como si se fuera a quebrar.
──Te sigo, hijo. ─cerré mis ojos unos momentos.
──No estamos lejos.
Dichas esas palabras comencé a volar con él siguiendome, no lo conozco pero a simple vista se nota que le importa, con eso ya se gano un punto a su favor.
En cuestión de minutos llegue a mi antiguo hogar, un pequeño castillo que se encuentra escondido en lo más profundo de un bosque, el castillo estaba rodeado de un hermoso lago. Sin perder tiempo abrí las puertas para dejar de volar y caminar por lo pasillos hasta llegar a la habitación, abrí la puerta dejando ver el manantial. Era una pequeña cascada que caía a un pequeño lago, era una agua muy cristalina y se sentía un aura de tristeza.
Me detuve al ver el agua, solo al verla ya me dolía mi cuerpo y era más que obvio, después de todo solo yo seré el único a quien no pueda sanar ni revivir.
──Déjala caer a el agua. ─lo mire a los ojos. ──Sus lagrimas la traerán de vuelta.
Él lo pensó un poco mientras miraba a mi madre, cerró sus ojos para terminar por volar quedando en medio del manantial y dejarla caer delicadamente. Una vez que eso pasaba regresó a mi lado observando como su cuerpo se hundía hasta llegar a el fondo. El agua se volvió azul dando inicio a la sanación. Cerré mis ojos al sentir un dolor en mi pecho. Sabia que esto iba a pasar, después de todo puede regeneral cualquier herida y revivir a la persona a costa de mi.
──¿En cuanto tiempo despertará? ─preguntó mi padre mirando el agua.
──La maldición que le impusieron evita que ella muera. Pero al traerla al manantial la hará despertar antes de tiempo. ─me incline para observar más de cerca el agua. ──Posiblemente despertará en dos semanas cuando mucho. ─toque el agua, al hacerlo mi mano se quemo como si hubiera tocado lava. La retire soportando el dolor, ahora sabia que debía alejarme del agua.
Ambos miramos a la puerta al comenzar a sentir una inmensa pelea. Podía escuchar las inmensas explosiones que la batalla traía, era el poder del tío Meliodas y de los dos mandamientos de antes.
──Ezio, hijo. ─lo mire. ──Quédate aquí con tu madre. Papá tendrá que hacer algo primero.
──No soy un niño, ¿sabes, anciano? ─me cruce de brazos mirando a el hombre. ──No necesitas hablarme como tal. ─cerré mis ojos.
──Pero sin eres un pequeño monstrito. ─lo sentí despeinar mi cabello como si fuera un niño. ──Mi pequeño monstrito.
──Se te hace tarde, anciano. ─dije quitando su mano de mi cabeza. ──Ve y haz lo que tengas que hacer.
──Regresaré antes del amanecer. ─lo mire caminar a la puerta. ──No hagas nada que yo no haría.
──Sí, aja. Lo que digas, papá. ─dije mirando a otro lado sin darle importancia.
──Lo digo en serio, no quiero llegar y ver la casa incendiada. ─lo escuche antes de salir de la puerta. ──Estas advertido.
──Como jodes, anciano. ─me miro mal por decir una mala palabra pero termino por salir de la "casa" por así decirlo ya que es un castillo.
Lo único que me quedaba por hacer era esperar aquí hasta que despierte, serán largos días pero por mi madre haré eso y más. Me acoste en una pequeña cama que hice de materia oscura colocando mis brazos detrás de la cabeza tomando un ligero sueño soportando el dolor en mi pecho, justo en tres de mis corazones.
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