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Capítulo 13: Muerte a Nara II |+18

Nara suspiró mientras terminaba de doblar su delantal del trabajo para guardarlo en su mochila, miró la hora del reloj y se sintió impaciente. Supuso que no la regañarían por salir cinco minutos antes, después de todo, Ju-ri podía encargarse perfectamente en esos escasos minutos en los que abandonaba el puesto.

Salió por la puerta que daba salida a un estrecho callejón y mientras afianzaba la correa de la mochila sobre sus hombros, sintió como jalaban de su brazo hacia la oscuridad y como un par de manos se cernían sobre su cuello.

—Era broma, está bien —se burló Tae, mientras elevaba suavemente la comisura de sus labios y soltaba a la rubia empujándola hacia adelante.

Ella se llevó las manos a aquella zona y la masajeó mientras comenzaba a toser para tratar de recuperar el aire—Ya no hagas eso, no es divertido —reprochó, mientras le daba la espalda con molestia. A decir verdad, se sentía algo nerviosa.

Últimamente, Tae-hyung se había comportado raro con ella. Era un poco más agresivo y controlador, a veces la acosaba a la salida o durante del trabajo y siempre la esperaba escondido en aquel callejón, donde se aparecía de pronto jalando su cabello o apretando su cuello como si tratara de matarla.

Se sentía como un pequeño ratón entre las garras de un gato astuto y juguetón, pero con una mirada filosa que era capaz de enseñarte lo que era la muerte y el horror en un simple parpadeo.

—Pero si a ti te gusta que lo haga —dijo en un intento de justificar su acción, mientras cruzaba sus brazos por sobre su pecho y torcía su cabeza hacía un lado, observándola fijamente.

Nara se detuvo abruptamente y refunfuñó por lo bajo—Una cosa es en la cama, otra muy diferente es que me sorprendas de esta manera —explicó, mientras se giraba para verlo. Tae-hyung era como una moneda, por un lado tenía ese aspecto frívolo y peligroso que le erizaba los bellos de la nuca. Esa era la cara que le estaba mostrando ahora y que le causaba escalofríos—. Pareces un maldito acosador, Tae-hyung. Deja de hacerlo, co-comienzas a asustarme y creeré que en verdad tratas de asesinarme... —murmuró acercándose, tomó su mano y entrelazó sus dedos—... ¿vienes a casa hoy? —preguntó tratando de dejar de lado aquello que había ocurrido.

Él guardó silencio observándola, por su propia boca había revelado aquello que planeaba hacer desde hace unos pocos días pero se contuvo y sonrió a penas, mientras tiraba de ella un poco más insistente.

Si a Nara le hubiesen dicho que recibiría aquella sorpresa en la noche, jamás lo hubiese creído pero cuando se trataba de Tae, era imposible tratar de adivinar que se traía entre manos. Era tan reservado que lo odiaba muchas veces.

Se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía en su baño, sobre su piel llevaba puesto un conjunto de lencería de color rojo con encaje. Era bastante revelador y era de sus favoritos. Quería que Tae viese que ella podría dárselo todo, que quizás de aquella manera él se olvidaría de las otras mujeres, porque sí, sabía que habían otras a las que él recurría porque ellos no eran exclusivos, ni siquiera eran pareja o amigos y eso la ponía un poco de mal humor.

Roció brevemente su cuello con un perfume dulce y se colocó una bata saliendo del baño, caminó por el pasillo con pasos lentos y algo dudosos, mientras sentía una presión latente en su cabeza y corazón a medida que se acercaba a la puerta de su habitación.

—Tae-hyung, ¿estás seguro de que ella se sentirá cómoda? —preguntó una voz femenina detrás de la puerta, pero no obtuvo respuesta—, si quieres, puedo pedirle a Sung-ho que nos acompañe....

—No —intervino algo tosco, con cierto aire posesivo.

Él no quería compartir a ambas mujeres, aquella noche quería ser un egoísta más y satisfacerse a sí mismo.

—Pero, creo que sería mejor que....

De pronto guardó silencio, Tae-hyung estiró su brazo hacia la cabeza de ella y la tomó por el cabello, acercándola hacia su rostro comenzando a besarla de manera impulsiva; aquello labios eran tan ardientes bajo su mirada, que no podía resistirse más ante la idea de comenzar con aquello, sin importarle si Nara había aparecido aún o no.

En ese instante, en el que las manos aceleradas de ambos se despojaban de sus ropas, Nara se dio el impulso de ingresar en la habitación, no quería que Tae-hyung disipara su atención de ella. Sin embargo, no hizo más que observar como él tomaba a aquella mujer por los hombros y la empujaba hacía la cama dejándola sentada en el borde de esta y sin rodeos, la manos de Dong-mi se cernieron sobre el miembro de él, comenzando su pequeño juego, donde ella sabía que era la mejor.

Nara retorció sus manos frente a ella mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra sin saber muy bien que hacer, se sobresaltó en su lugar cuando aquella chica la observó fijamente y te tendió la mano, invitándola a ser participe.

Tae-hyung se hizo a un lado de pronto, dejando que Dong-mi se encargara de guiar a la otra mujer allí presente; con sus manos habilidosas, la mayor apartó la lencería roja con suaves caricias y el colchón se hundió con el peso del cuerpo de Nara y la suavidad de las sabanas verdes la recibieron, no le importó mucho que la cama no estuviese arreglada, después de todo, no duraría mucho tiempo en perfecto estado.

Las visitas de Tae-hyung se habían vuelto recurrentes, no podía decir que mantenían una relación exclusiva, porque no lo era para nada, sin embargo le gustaba que al menos él estuviese interesado en ella.

Sintió los labios carnosos de una mujer succionar uno de sus pezones y dejó escapar un jadeo, le gustaba ser el centro de atención a pesar de que al principio se sintió intimidada y algo avergonzada de las descabelladas sugerencias del hombre para el que estaban cometiendo aquello. Porque sí, le gustaba complacer a su compañero de cama.

Dong-mi, una mujer de cabello castaño corto por la altura de los hombros y una mirada café, se encontraba sobre ella, besando cada centímetro de su piel acalorada. Cuando sus delicados dedos viajaron hasta su feminidad abriéndose paso, sintió sus músculos tensarse y luego aflojarse mientras dejaba escapar un jadeo y fijaba su mirada en el hombre que permanecía sentado a pocos pasos de ellas.

Tae se encontraba desnudo, mirando aquella travesura que las dos mujeres se montaban frente a sus ojos. Dong-mi era una chica con el típico aspecto de niña buena pero era todo lo contrario, era alta y delgada, con unas curvas a penas pronunciadas; y su piel, a diferencia de Nara, era mucho más blanca. Pero él sabía que aquella chica tenía un novio, con el cual también la compartía, solo que ahora quería ser egoísta otra vez y tenerlas a ambas para el solo.

La mano de Tae-hyung se cerró sobre su miembro mientras comenzaba a auto-complacerse, ver a aquellas dos mujeres así realmente lo encendían. Nara le susurró algo al oído a su compañera y esta se apartó, recostándose sobre la cama de lado, mientras la rubia caminaba contoneando sus caderas en dirección a él.

—No es justo que te quedes mirando, estamos lo suficientemente húmedas para ti... —murmuró cerca de su oído, mientras dejaba un beso allí y se sentaba sobre él.

Con su mano tomó su miembro y lo introdujo en ella, si bien Tae no quería aquello, se dejó usar para complacerla. Nara comenzó con un suave movimiento de caderas para adelantarse a lo que vendría y luego salió de sobre sus piernas, tomándolo de la mano y guiándolo hasta la cama.

Dong-mi se recostó por completo con su cabeza al pie de la cama, sobre ella se posicionó Nara, comenzando a lamer su feminidad. Tae, por su parte, estaba perdido en las dulces facciones del rostro de Dong-mi; ella abría su boca y cerraba sus ojos con fuerza mientras dejaba escapar gemidos, eran perfectas juntas y dispuestas para él. Aprovechándose de la situación, se colocó sobre su rostro, permitiéndole lamer y succionar su virilidad palpitante e hinchada que deseaba dejar salir sus fluidos cuanto antes.

Gruñó estremeciéndolas, ambas sabían que cuando él lo hacía, se volvería rudo. Se arrodilló en la cama por sobre la cabeza de Dong-mi y separó los glúteos de Nara, tomó su miembro y lo introdujo de una estocada en ella, arrancándole un fuerte grito por su parte.

Por un momento, Nara se olvidó de lo que estaba haciendo y comenzó a gemir incontrolablemente, podía sentir cada movimiento penetrante de Tae, los dedos de Dong-mi aferrarse a sus piernas y su habilidosa lengua dando toques en aquella unión, complaciendo a ambos. Cerró sus ojos con fuerza y mordió su labio antes de volver a bajar su rostro en dirección a la feminidad de su compañera, sus gemidos eran cayados en ella y pronto comenzó a escucharla gemir y retorcerse debajo de ella, con los toques que le daba al introducir sus dedos en aquella zona sensible, estirando y retorciendo en un ritmo constante.

Aquella noche había sido testigo de aquel encuentro pasional que mantenían esos tres, sin embargo; para Tae-hyung era similar a una despedida, pues ya había obtenido todo lo que quería de Nara y ya no le servía de mucho.

Ella, no tenía idea de lo realmente planeaba aquel hombre en su cabeza. Suspiró mientras se acurrucaba entre las sabanas de su cama, él era un hombre difícil, pero así y todo sentía una fuerte obsesión por seguirlo a donde le pidiese y obedecerle en todo lo que le pudiera pedir.

—Mañana te llevaré a un bonito lugar... —murmuró él, mientras flexionaba su brazo para posicionarlo detrás de su cabeza a modo de almohada.

—No puedo, tengo que trabajar... —le recordó somnolienta.

Su cuerpo se sentía pesado y sus piernas temblaban levemente, mientras comenzaba a cerrar sus parpados sin poder controlarlo, el sueño la estaba venciendo rápidamente.

—No te estaba preguntado, irás de todas formas —respondió, mientras sonreía y se ponía de pie dejando a aquella mujer adormilada.

Se vistió sin prisas, estaban solos en el departamento, debido a que Dong-mi había sido la primera en abandonar el lugar porque tenía algunos asuntos que atender por la mañana temprano.

Tae-hyung se colocó sus jeans y su camiseta, caminando descalzo por la habitación para luego colocarse el calzado y salió por la puerta, mientras se perdía en la oscuridad de la sala antes de salir del departamento.

Frotó su cuello algo cansado o más bien aburrido, ¿cuántos días que llevaba ya sin siquiera sentir la viscosa sangre entre sus dedos?, había perdido la cuenta. Se dirigió a su automóvil y encendió el motor poniéndose en marcha, se perdió entre las calles de la ciudad mientras comenzaba a plantearse su existencia; ni las discotecas, ni los bares, ni los parques, ni las ciudades nuevas, nada lo emocionaba como antes, ni siquiera podía disfrutar de aquellas cosas con alguien a quien amara.

Porque sí, la única persona que lo había amado y a quien él amaba, era Ho-yeon, pero ya no podían disfrutar de las pequeñas o las grandes cosas que le deparaba la vida.

Pensó otra vez en Nara, aquella chica era la excusa perfecta para frecuentar el lugar de trabajo de Ju-ri aunque se había equivocado, ellas no eran precisamente amigas o cercanas, asique debía conformarse con verla a lo lejos o espiarla junto a su familia desde la comodidad de su casa.

La pobre tonta no tenía idea de todo lo que estaba haciendo en su nombre, porque la venganza que buscaba, no podía ser saciada así nada más. La señora Kang, Nara, quien quiera que sea, solo eran un par de peones que debía sacrificar para lograr su objetivo, quería a Ju-ri, sea cual sea el precio de ello.

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