💘 ━━ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟔
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟔
𝘠𝘰𝘶𝘳 𝘸𝘩𝘰𝘭𝘦 𝘣𝘰𝘥𝘺 𝘤𝘳𝘢𝘷𝘦𝘴 𝘮𝘦, 𝘐'𝘮 𝘵𝘩𝘦 𝘰𝘯𝘭𝘺 𝘰𝘯𝘦
𝘋𝘪𝘻𝘻𝘺𝘪𝘯𝘨 𝘭𝘰𝘷𝘦𝘴𝘪𝘤𝘬, 𝘺𝘰𝘶 𝘢𝘤𝘩𝘦 𝘧𝘰𝘳 𝘮𝘦 𝘢𝘭𝘭 𝘯𝘪𝘨𝘩𝘵
𝘐 𝘸𝘢𝘳𝘯𝘦𝘥 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘢 𝘴𝘪𝘯𝘨𝘭𝘦 𝘵𝘰𝘶𝘤𝘩, 𝘣𝘰𝘺
- Elizabeth, ¿Me estás escuchando?
La castaña parpadea con incredulidad cuando su madre toca su hombro, su mente se encontraba tan absorta en otro asunto que ni siquiera había escuchado a su madre en todo el rato que llevaban dentro de la sala. La duquesa no parecía muy contenta, pero continuo con su conversación.
- Esta noche, el conde Hicks y su hijo vendrán a cenar por un negocio que hicieron el verano pasado junto con tu padre y por lo que me dijo ayer tuvo los resultados que deseaban. Tu padre me pidió que hablara contigo, no quiere desplantes ni malas caras de tu parte hacia el conde o su hijo - Elizabeth rodó los ojos suavemente - Debes comportarte como la hija de la familia Melbourne, como una dama.
- ¿Es todo?
- Ya le dije a tu doncella que sacara el vestido adecuado para la ocasión y espero por igual que te comportes esta noche.
- No tienes por qué repetirlo, me comportaré.
Durante días enteros su mente se encontraba hecha todo un caos y apenas podía pensar en otra cosa que no fuera la confesión de Anthony hacia ella, su corazón latía como un loco cada que lo recordaba. Ni siquiera la conversación con Elinor había logrado calmar el huracán de emociones que sentía en el cuerpo, si miraba hacia atrás todo parecía un sueño, uno muy loco. Debia admitir que se encontraba muy confundida.
- Eso espero, bueno puedes irte.
Elizabeth subió las escaleras en silencio, preparándose para recibir al conde más tarde, finalmente cuando termino de arreglarse bajo las escaleras. Con todo lo que había sucedido no deseaba tener algo más en lo que pensar, por ello había decidido no pelear con su familia por un tiempo. Elinor le había dicho que tomara las cosas con calma y definiera hasta donde llegaban sus sentimientos por el vizconde y que de haber más que simple atracción dejara que las cosas fluyeran solas.
Muy fácil, con su madre y padre insistiendo porque contrajera nupcias lo antes posible. Al bajar el último escalón se encontró de cara con su hermano. Thomas y ella no se llevaban especialmente bien, de hecho apenas y se dirigían la palabra, incluso conviviendo en la misma casa. La fraternidad era una especie de cuento de hadas si le preguntaban directamente.
- Te ves bien, Elizabeth.
- Gracias.
- Oh Elizabeth, te ves simplemente hermosa. - Su madre sonríe conmovida, Elizabeth sintió falsa tanta alegría ¿Qué estaba planeando hacer con tanto alago? - Sabía que comprar ese vestido era una elección acertada.
- Tu madre tiene razón, estás espléndida.
- Señor, el conde y su hijo acaban de atravesar la puerta de la propiedad. - Informa el mayordomo.
- Esta es una velada especial, todos saben que nada debe salir mal. Este negocio de minería salió perfectamente y no quiero que nada ni nadie lo arruine - dice su padre señalando a todos - Han llegado. Bienvenido Leonard, espero el camino hasta la mansión haya sido bueno.
- Ha sido tranquilo, gracias.
- Bien, te presento a mi familia. Ella es mi esposa Alice, mi hijo Thomas y no menos importante mi querida hija Elizabeth. - La castaña quiso hacer una mueca en ese instante, le asqueaba la manera tan hipócrita detrás de esas últimas palabras ¿Cuándo había sido querida para su padre? - Sino recuerdo mal, tú debes ser Alfred.
- Un placer conocer a todos, Alfred Hicks. Duquesa Melbourne, es usted muy bella. - dice el chico haciendo una ligera reverencia formal - Lady Melbourne, muchos me hablaron de su belleza, pero se quedaron evidentemente cortos. - Alfred, el hijo del conde, era diferente a lo que Elizabeth había pensado. A diferencia de la mayoría de hombres en la capital, este era un hombre joven, de buen atractivo y vibra sofisticada ¿Era por eso que su madre, hermano y padre la habían elogiado tanto antes? Posiblemente. La pregunta era ¿Ese tipo también formaría parte del plan?
- Gracias, señor Hicks. Es un gusto conocerle, igual a usted conde Hicks.
- Tu hija es muy educada, una dama que aprendió seguramente de su inteligente madre y padre.
- Elizabeth recibió clases de etiqueta desde que tenía cuatro años y es realmente dotada en muchas cosas. Pero podemos hablar de todo eso y más, si pasamos al comedor, la comida nos está esperando y he preparado un festín digno de un rey - dice su madre con alegría mientras todos se dirigen al comer, el ambiente completo asqueo a Elizabeth. Otra vez planeaban enredarla en un juego de matrimonio, eso estaba claro - Seleccione personalmente el vino más adecuado para esta noche, espero sea de su agrado señor Hicks.
Elizabeth ocasionalmente daba respuestas al conde y su hijo, pero del resto de la velada se mantenía al margen, en verdad su mente solo lograba llegar hacia el rostro de Anthony Bridgerton ¿Qué sentía por él? Le gustaba físicamente, eso estaba claro... pero ¿Además de eso? Le gusta su seguridad, su atención, su sonrisa, su alegría, la tranquilidad que le transmitía... pero ¿Cómo podía definir todo eso?
- Elizabeth, querida, el conde y su hijo están por irse.
- Que tengan un buen viaje de regreso a su mansión.
- Espero que pronto podamos reunirnos, con una noticia aún más importante.
- Sí, eso esperamos. Nos vemos pronto, viejo amigo.
- Todo salió maravillosamente, es bueno que Alfred sea un buen chico ¿No crees hija?
- ¿Por qué pierdes el tiempo preguntándole? Toda la velada, tu hija, solo tenía mente para otra cosa más importante que ser amable con nuestros invitados.
- ¿Amable, dices? Me pregunto ¿Qué es lo que pretendías presentando al hijo del conde? Como tuviste buenos resultados en tus negocios pensaste que sería bueno unir a tu familia con la suya ¿no?
- Elizabeth, tu padre solo...
- ¿Mi padre que...? Esperaba que por una sola vez intentaran comprenderme y dejaran de presionar con el asunto de un matrimonio, pero tal parece que solo eso les importa. - La duquesa no pudo evitar desviar la mirada, si eso era lo que pretendían - Me di cuenta desde un principio.
- Eres una Melbourne, Elizabeth. Le debes a esta familia todo lo que tienes y eres, lo mínimo que puedes hacer es comportarte como una ¡Y cumplir con tu deber!
- ¿Mi deber? Desde que tengo uso de razón es todo lo que hecho, le di a esta familia mis mejores años al lado de un cerdo que me daba asco ¡Diez años de infierno gracias a este maldito apellido y su honor! - La bofetada ni siquiera le había sorprendido, tampoco le dolía, después de todo con cada palabra ella solamente estaba liberando sus años de frustración - ¿Crees que golpeándome todo cambiara? No es así, ya tuve suficiente de todo esto.
- Eres una vergüenza para esta familia.
- Tal vez, pero ¿sabes una cosa? Hace mucho que me dejo de importar - Los recuerdos de aquello noche en el baile la inundaron, esa noche había sido libre y además... alguien si daba algo a cambio para ella - Recogeré mis cosas ahora mismo.
- Elizabeth, ¿Qué estás diciendo? - Su hermano parece atónito a sus palabras. - ¿Estás loca?
- Loca sería si me quedo en esta casa un minuto más, junto a cada uno de ustedes.
Su madre intentó disuadirla cuando hacía una maleta con unas cuantas pertenencias, metió lo más esencial y tomo el único caballo que le pertenecía. Cuando se acercó al cerco de la mansión, nadie le detuvo, pero sabía que, a partir de ese momento, era solo ella contra el mundo. Durante mucho tiempo había perdido muchas cosas intentando encajar en la familia que su padre deseaba, pero justo en ese momento, se dio cuenta de que solo existía una persona que no deseaba hacerle cambiar quién era y esa persona tenía un solo nombre.
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