𝟬𝟮. 𝓣𝗋𝗈𝗎𝖻𝗅𝖾 𝗂𝗇 𝗉𝖺𝗋𝖺𝖽𝗂𝗌𝖾.
M
is vacaciones ya no se sentían vacaciones.
Estaba perdida entre todo el caos que se había generado. El hotel permanecía en llamas por los gritos desesperados de mi madre, quién me miraba con enojo, y por las quejas que daba, Serena, tras contarle lo que sucedió hace una hora entre nosotras.
Estaba por morirme.
La voz irritante de mi madre hacía que tomara la opción de pegarme unos cuantos balazos y terminar en un cajón bajo tierra pero me limité a ese pensamiento, así qué sonreí con calma, y la tomé de los hombros.
── Madre. ── hice una pausa. ── ¿Viniste hasta aquí para hablarme del negocio de Manhattan?
Su semblante furioso pasó a ser totalmente diferente, cómo si se hubiese dado cuenta de lo qué hizo al venir aquí, dónde sus hijas, trataban de tener unas vacaciones de diez.
── ¿Qué? ── preguntó atónita.
Es más, hasta Serena también paró en seco al escuchar mi pregunta casi extraña. Mi hermana lo sabía muy bien. Arriesgada a usar mi cara de chica santa para conseguir que la dulce progenitora - madrastra - malvada se calmara ante el caos que estaba haciendo en el hotel.
── Relájate mujer.
── ¿Cómo me pides que me relaje? ── preguntó, cruzada de brazos. ── ¿Sabes el problema que está pasando con tú negocio?
── Si, lo sé. ── mentira. ── Chuck se encargará de eso, hablé con él hace unos minutos y el negocio volverá a su forma.
¡Esta parte me encantaba! Sólo tenía que usar a Serena de cómplice para que el plan funcione a la perfección. Punto para la hija más inteligente.
Su entrecejo se relajó y me sonrió de forma genuina. ── ¿Sabes por qué te amo, verdad? ── preguntó dándome un abrazo.
── ¿Por qué soy una hija correcta y responsable? Lo sé, hablando de eso, necesito volver a Manhattan. ── murmuré con una mirada distraída. ── He estado teniendo problemas con Blair y necesito convencerla con unos pequeños asuntos sobre joyas.
── ¡Oh, si claro! Mañana volveré, pago tu boleto para irnos juntos. ── respondió con una sonrisa.
Por dentro me moría de ganas por meter a mi hermana al asunto y hablando de eso, ella sólo estaba haciéndose la "despistada" para librarse de la situación pero, yo no se la iba a dejar tan fácil.
── Serena también quiere volver. ── exclamé con una sonrisa que, al momento, agaché la cabeza con tristeza fingida. ── Pero no quiere acompañarme, es un mal ejemplo como hermana.
Mirada asesina de mamá activada.
¡Punto para mí y mi cerebro!
Brazos cruzados y entrecejo fruncido, listo.
Esto se va a poner bueno.
Serena a punto de reventar por la mentira...
¡Funcionó! Me merezco un premio.
── Serena Van Der Woodsen. ── declaró. ── ¿Cuántas veces te he dicho que no seas descortés con tu hermana?
── ¿Descortés es rechazar su oferta? ── preguntó, incrédula por la actitud de nuestra madre. ── ¿Por qué le mientes, Lindsay?
── ¿Mentirle? No soy tan maleducada como tú. ── acote, con una defensiva discreta. ── ¿Por qué no quieres venir conmigo? Seguro es por lo que pasó con Nate y Blair.
── ¿Nate y Blair? ¿Qué tienen que ver ellos en éste asunto? ── mi madre nos miró y yo sonreí con malicia antes de abrir la boca.
Pero, Serena se puso a un lado mío para sonreír y fingir demencia con lo que yo había dicho hace unos segundos. Risa nerviosa y caricias en los brazos cómo si quisiera matarme, la puse con las manos en la masa.
── Nada.
── ¿Cómo que nada?
── Se pelearon los tres por un error de Serena. ── mentí pero no tanto. ── Y le dije qué viniera conmigo para que pueda arreglar su pequeño error pero se niega rápidamente.
Hice un puchero, consiguiendo el suspiro tierno de mi mamá, sosteniendo mi mejilla para acariciarla y sonreír. Había conseguido su aprobación con mi papel de hija buena.
Eso quiere decir que, el plan había funcionado a la perfección; Serena y yo volveríamos a Manhattan con la condición de muchas cosas a mi favor, como por ejemplo: "El perfecto plan para conquistar a Nate Archibald."
Sé qué él tiene una posible atracción hacía mí pero, no quiero que sea solo eso, quiero que se enamore completamente de mí hasta el punto de elegirme a mí y no a mi hermana.
Y mí mayor cómplice es mi gran amigo fiel, Chuck Bass.
── Vendrás con nosotras, fin de la discusión.
── ¡No puedes hacer eso!
── ¡Claro que puedo! Ya tengo sus boletos y en obvias razones, soy tu madre, Serena.
Se marchó junto a sus ruidosos tacones y sonreí a gusto cuando observé a mi hermana con sus ojos furiosos dirigidos hacía mí. Reí ante su cara pero ella no lo hacía, por lo qué opté por callarme y contener las risas que querían salir.
── ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué intenciones tienes con ir a Manhattan, Lindsay?
Incliné los hombros hacía arriba, restando importancia al asunto y decidí caminar hacía el ascensor, Serena me seguía por detrás.
No iba a darle el gustito de querer saber o entrometerse en mis planes. Quiero que ella sepa que meterse con su hermana mayor, era un problema desatado en caos y me preguntarán; Lindsay ¿Por qué odias tanto a tu hermana? Esa respuesta la responderé más adelante, quiero drama y ver el mundo arder en éstos momentos.
Ahora si, saliendo de mis pensamientos, sentí su mano en mi brazo, sosteniéndome con fuerza aunque, no me dolía del todo ¿Acaso no iba al gimnasio? Debería estar en forma.
── Dime el porqué.
── No. ── dije, soltando una risa irónica.
── Dímelo. ── hizo una pausa. ── Ahora.
── ¿Qué quieres que diga? No hay nada de interesante por el que vengas a Manhattan.
── ¿Ah, no?
Si pero... No te lo voy a decir.
── ¿Quieres que te lo diga?
── Por fin vas a admitirlo. ── claro que no, ilusa.
Suspiré viendo el número de arriba ¡Recién iba por el noveno piso! Que frustrante va a ser ésto pero todo sea por hacer más drama con mi hermana, quien estaba golpeando el piso con sus sandalias, esperando la respuestas a una de sus preguntas.
── ¡Lindsay!
── ¡Serena!
── Lindsay. ── pronunció mi nombre, molesta.
── ¿Si, Serena? ── pregunté, viéndola.
── Está bien, admito la derrota. ── levantó las manos, retrocediendo. ¿Se piensa que voy a creerle su juego? Muy bien, observa esto.
── Blair quiere hablar contigo. ── mentí.
¿Cuántas veces lo hice hoy? Todos dicen que las mentiras tienen patas cortas pero lo bueno, es que, las mías no tenían y duraban hasta que decía la verdad con otra pequeña mentira. Era un ciclo sin fin lo mío.
── ¿Qué? ── preguntó, atónita. ── ¿Blair quiere hablar conmigo? ¿Por qué?
── No lo sé pero, tengo un presentimiento bastante correcto para saber el porqué. ── ella no entendió, se quedó mirándome cómo idiota. ── Te besaste con su novio, Serena.
── No lo hice tan así.
── Oh, vamos ¿Crees que no lo sé? ── declaré, con los brazos cruzados en mi pecho. ── Chuck me ha dicho que, preguntó por ti hace un rato.
Mentiras y más mentiras.
¡Sólo preguntó por mí! Aunque no se muy bien porqué, no hemos hablado desde lo que sucedió con Serena y no pienso hablarle hasta que venga de rodillas rogándome o arrastrándose por mi.
── Estás mintiendo. ── me señaló con su dedo acusador.
── ¿Yo o Chuck? ── pregunté con falsa confusión. ── Si es por mí, ni me importa.
Claro que me importa.
── Aparte, es Chuck, él nunca miente.
── Contigo, nunca.
── Soy un privilegio, cariño.
El ascensor hizo ruido, dejando salir a la gente mientras yo entraba de una buena vez. Serena corrió hacía mí, observando con detenimiento para ver si no mentía al respecto sobre el tema.
── Manhattan es una ciudad llena de caos, hermanita, debes saberlo para la próxima.
Sonreí, viendo como las puertas del ascensor se cerraban y le guiñé un ojo hasta no verla más. Espero no verla en un par de horas.
( . . . )
La cama era tan cómoda hasta que el maldito sonido de una llamada hizo que me despertara de mi hermoso y adinerado sueño. En la pantalla pude observar el nombre de Chuck y eran las nueve de la noche.
¿Dormí ocho horas? Carajo, parezco la bella durmiente pero con seis copas de alcohol encima. Atiendo, escuchando la voz de mi mejor amigo al otro lado de la línea, balbuceo cosas sin sentido hasta que, su voz suena divertida pero con una pizca de preocupación.
── ¿Estás drogada? ── preguntó.
── Si, tu padre me envió harina para olerla por los dos agujeros de mi nariz ¿No te jode?
── ¿¡Qué!?
── Era broma. ── reí por lo bajo. ── Recién despierto ¿Por qué carajos me llamas, Bass?
── Escuché el leve rumor de que volverías a Manhattan ¿Eso es cierto, Van Der Woodsen? ── preguntó con sospechas y curiosidad.
── ¿Helen abrió la boca una vez más, no?
── Habló con tu mamá por teléfono.
── Eso es un sí... Carajo. ── murmuré, el dolor de cabeza me estaba matando.
── ¿Problemas en el paraíso? ── su tono divertido causó que lo insultara en todos los idiomas posibles pero solo hizo que se riera.
Me agarré la cabeza, pese al dolor que tenía y observé a mi alrededor, todo oscuro, la luz de la luna brillando en la habitación y un leve aroma a café con vainilla embadurnada el lugar. Un bostezo salió de mi boca, pese al cansancio, sólo ahogué mi rostro en la almohada para seguir durmiendo en paz.
── ¿Estás ahí? ── la voz de Chuck hizo que saliera de mi trance de sueño y levanté la cabeza para escucharlo, claro, dándole un sonido de afirmación. ── ¿Novedades?
── Si pero, debo contártelo en Manhattan.
── No seas así, soy la excepción de tus chismes, debes contármelo en el momento.
── Chuck Bass.
── Lindsay Van Der Woodsen.
── Iré a dormir, adiós, te quiero. ── colgué.
¡Déjenme dormir sin molestias! Mañana tengo un día largo y no estaba preparada psicológicamente para esto, o sea, si lo estaba pero necesitaba concentrarme para que todo el rumbo de mi plan estuviera cien por ciento perfecto.
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