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capítulo ocho: ¡infiel!

—Jeon Jungkook, ¿tienes algo que decirme?

—¿Q-Qué tendría que decirte, mamá?—Rió con nervios el pelinegro, realmente se había metido en un gran apuro.

—¡Que te casaste con ese!

—¡No fue mi culpa! Estaba demasiado ebrio y ya sabes como me pongo, ¡una vez oriné tu maceta y después por accidente tú la abraza-

El chillido de su mamá lo hizo callarse.

—¡Shh! ¡Ya olvida eso, Jeon!

—Mamá. —Lloriqueo Jungkook sosteniendo el móvil, camino en circulos mientras era observado por sus amigos. —Fue un accidente, ¡yo nunca me casaría con Taehyung! ¡N-No al menos consciente!

—Eso te pasa por beber tanto.

—¡Gracias! ¡Me has iluminado!

—Ahora te las arreglas solito, Jungkook, ¡adiós!

Jungkook abrió su boca indignado cuando la llamada finalizó, creía que su madre preparía miles de abogados para divorciarlo. Con eso de que a su mamá no le agradaba Taehyung.

—¿Era la señora Jeon?—Cuestionó Namjoon con angustia, conocía perfectamente el carácter de esa mujer.

—Sí, aunque dijo que yo mismo me las arreglara, ¡me colgó!

—Bueno, al menos no va a meterse en tu vida de recién casado, Jungkook-ssi. —Le bromeó Hoseok revolviendo sus oscuros cabellos, el pelinegro se apartó con indignación. —A todo esto, ¿en dónde se metió tu esposito?

—¡No sé! ¡Y no me importa!

Jungkook guardó su teléfono en el bolsillo y se apuró a subir las escaleras, lo único que quería ahora era un buen baño y bajar al casino.

—¿Cuánto crees que dure ese baboso con Taehyung?—Preguntó Yoongi recargando su cabeza en el hombro de Hoseok, Namjoon los miró y sonrió.

—Conociendo a esos dos creo que unas cuantas horas más, aunque algo me dice que tal vez no sea así.

—Chérie, olvida todo el desastre por un momento y concentra tu linda cabecita en este juego. —Murmuró Jimin con su característico acento francés, a Taehyung le encantaba cuando hablaba. —D'accord? (¿Correcto?)

—Bien, ya ya.

—Entonces, ¿quieren jugar?—Cuestionó la señorita sentada en frente de una ruleta, Jimin asintió rozando la mano del pelirrojo y él hizo la misma acción.

—Claro, ¿qué tenemos que hacer?

—Uno girará la ruleta y tendrá que hacer lo que toque aunque son retos muy pesados, después el siguiente hará lo mismo, ¿están dispuestos?

—¿Quieres, chérie? O podemos ir simplemente a ganar fichas. —Sugirió Jimin tranquilamente, Taehyung negó y lo jaló para que girara la ruleta.

Jimin le sonrió divertido antes de girar la ruleta con un poco de fuerza, pasaron unos cuantos segundos antes de que se detuviera en una casilla.

—Veamos, su reto es tomar dos shots de vodka, ¡empezamos suaves, eh!—Le dijo la chica rubia con ánimos, sacó una botella del mencionado alcohol y le sirvió los dos shots exactos. — ¡Fondo, fondo!

El grisáceo francés tomó el alcohol ofrecido y de golpe los bebió creyendo que no le afectaría tanto aunque en realidad el liquido era muy amargo y fuerte.

—¡Es el turno de su novio!

—Y-Yo no-

—Gira, chérie.

Taehyung tragó saliva y empujó con sus manos aquella ruleta, rogaba porque no le tocara algo extremo.

—¡Nos ponemos intensos, uy! Señor rojito, a usted le toca besar el cuello de alguna persona, su novio puede contar. —Mencionó ella guiñándole el ojo, el pelirrojo mordió su labio sintiendo sus mejillas calientes.

—Príncipe, puedes confiar en mí. —Habló Jimin tomando su mano con suavidad, lo atrajó con delicadeza y expuso su cuello sin problema.

Taehyung volvió a morderse el labio, realmente estaba muy avergonzado. Pero hey, no tenía porque estarlo, ¿verdad? Es sólo su mejor amigo Jimin.

Finalmente decidido, acercó sus labios con lentitud hacia la piel blanquecina del francés. El contacto entre sus labios y el cuello de Jimin fue interrumpido cuando un indignado Jungkook apareció, este portaba un martini en sus manos y un montón de fichas en la otra.

—¡Maldito infiel, Taehyung!

—¿I-Infiel?—Susurró el pelirrojo aún más avergonzando de lo que ya estaba, la señorita del juego abrió sus ojos muy sorprendida por la revelación.

—¿Llamaste a Jungkook?—La voz áspera de Jimin lo hizo reaccionar, ¿por qué de repente le hablaba así?

—¡N-No! ¡Yo no le llamé!

—Mira nada más, me descuido unos segundos y mi mini esposito ya está poniéndome los cuernos. —Reclamó Jungkook en frente de ambos, Jimin le miró tenso y el pelinegro lo ignoró por completo como siempre. —¡Era mejor que me engañaras con los botones del hotel!

El francés de cabello grisáceo no aguantó un segundo más y pasó de lado de ellos para marcharse.

—¡Hyung! ¿Por qué te vas?

—Creo que ya tienes otra compañía a la cual le das tu atención. —Respondió tajante y se marchó con molestia, Jungkook bebió de su martini aguantando la risa.

—¡Adiós, Jimin-ssi! ¡No más casados por hoy!—Le gritó Jungkook despidiéndose descaradamente, Jimin despareció del casino con enojo.

Un golpe en su cabeza lo hizo quejarse, la mirada enfadada de Taehyung estaba sobre él.

—No me mires tanto que me desgasto, esposito.

—¡Vete al diablo, Jungkook!—Le gritó antes de marcharse del lugar, el pelinegro empujó su lengua contra su mejilla y sintió esa sensación rara en su estómago.

—¿Era tu esposo, amigo?—Preguntó la rubia con curioso, Jungkook le sonrió con coquetería y asintió.

—Es mi esposo infiel, ¡estoy destrozado!

—Oh no, ¿puedo invitarte algo para que te sientas mejor?

—Me encantaría eso, animaría mi pobre corazón roto. —Murmuró Jeon recargándose en el hombro de la rubia cuando ella le abrazó para según consolarlo.

—¡Es un idiota, hyung!

—¿De verdad hizo eso?—Cuestionó Seokjin a grandes carcajadas, las cejas fruncidas del pelirrojo lo hicieron reír aún más.

—¡Lo hizo! Jimin hyung se enojo y ese tonto aún seguía diciéndole de cosas.

—En conclusión, ¿el simio de Jeon te estaba celando?

—¡Sí, Seokjin!—Respondió enfadado mientras apretaba el pobre cojín entre sus manos. —Seguramente lo hizo para molestarme, es un imbécil.

—Tú también.

—¿Qué?! ¿También soy un imbécil?

—¡No, Taehyung! Que tú también debes devolverle el chistecito.

El pelirrojo abrió su boquita y después sonrió malicioso, Seokjin le hizo segunda y también tenía una sonrisa maléfica en su bonito rostro.

—¡Voy a arruinarle todos sus ligues! Es mi imbécil esposito, le voy a enseñar la sortija a todos con los que ese baboso hable.

—Entonces, cuando Jungkook diga que no quiere irse contigo a hacer compras en el hotel, ¿tú dices...?

—¡Que se meta a la habitación porque es mi esclavo y tiene que hacer lo que diga!

—¡No, no, Taehyung! Vas a enseñarle la sortija y le dices que es su deber como esposo acompañarte.

—Okay, anotado. ¡Le digo que vuelva a sus obligaciones de esclavo!

—Oh dios, Tae.

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