Capítulo 1
No debería haber enviado las invitaciones de boda. Es tan obvio... ahora. ¿Lo único bueno? Había elegido
un papel exquisitamente elegante y la fuente Bickley de caligrafía para los avisos de cancelación. Humillante, pero con clase. Según mi madre, el buen
gusto mejoraba cualquier situación. Era un lema con el que vivió y yo había seguido su ejemplo.
Siempre el chico bueno, ese soy yo.
Por desgracia, la boutique de bodas donde compré mi traje de novio tenía una política de “no devoluciones”. Había elegido un lindo traje azul marino que nunca pasaría de moda. No es como si alguna vez lo fuese a usar después de lo que Choi Jungkook me había hecho pasar. Así que decidí venderlo en línea con una pérdida del cincuenta por ciento, lo cual era un fastidio.
Estar casado con un mentiroso, tramposo y canalla me habría disgustado aún más, sin embargo.
Dado a que mi madre me había criado para que controlara mis emociones, me mantendría en calma... al menos en el exterior. En privado, lloré a moco tendido por dos meses consecutivos.
Jungkook me había llamado las primeras semanas rogándome que lo perdonara. Había admitido su engaño, pero dijo que había sido al principio de nuestra relación. Y que si él hubiera sabido que ella era mi hermana, entonces nunca habría tenido una cita con ella.
Era difícil creer que él pensara que con esa disculpa me tendría de regreso. Gravemente había sobreestimado su inteligencia.
Eso había sido hace cuatro meses. Ahora, acababa de dar el depósito en una casa estilo rancho ubicado en el río Sacramento... ¡ahí tienes! Por desgracia, mi nueva casa parecía que los años ochenta habían vomitado en ella.
La remodelación me abrumaba, así que recluté a mis dos amigos y pelábamos actualmente tiras de papel tapiz en naranja que cubría la pared de mi cocina, una tediosa tarea que funcionaba tres veces más rápido que si hubiera trabajado solo.
—Mi agente de bienes raíces me invitó a salir —anuncié, mientras quitaba un impresionantemente grande tira de papel tapiz (con valor de tres gallinas).
SeokJin dejó escapar un silbido mientras arrancaba las aves de corral en la pared adyacente. —Supongo que
quería más que sólo una comisión, ¿eh?
Arrugué mi nariz. —Bueno, una comisión es todo lo que él conseguirá. Lo rechacé.
—¿Es éste el hombre, Jimin? —Elijah hizo un gesto hacia el calendario de imán en mi nevera, el cual incluía una glamorosa foto de mi agente de bienes raíces Chase McDermott. —¿Por qué rechazarías a este hermoso ejemplar de hombre? Sólo mirarlo me entran ganas de comprar bienes raíces. No es que me lo pueda permitir.
—Oh, te escucho, —le dije, tomando un terco trozo de papel tapiz que no quería salir. —Si mi padre no me hubiera dado el pago inicial, todavía estaría alquilando también.
Elijah se frotó la barbilla. —¿Cómo conseguiste que tu padre entregara el dinero?
Encogiéndome, le dije: —Él se ofreció, así que acepté. No entramos realmente en detalles acerca de las cosas en mi familia. Es todo muy cortés y superficial. Pero, no sé, tal vez está tratando de compensar algo por divorciarse de mi madre, mudarse a Seattle y haber estado ausente la mayor parte de mi vida.
—Diablos. —Elijah volvió a arañar su porción de la pared. —Mis padres aún están casados así que no tengo esa suerte.
Hice una cara triste y fruncí mis labios. —Pobre de ti.
—Regresando a Chase McDermott. —Elijah hizo un gesto en dirección a la imagen. —A.R.D.I.E.N.T.E.
SeokJin tarareó su aprobación también. Pasé viendo a Elijah con una irónica sonrisa. —Siéntete libre para tomar su número y llamarle.
Él torció su oscura cabellera alrededor de su dedo y pareció pensarlo un momento. —Tú le gustas, no yo. Han pasado meses desde que dejaste al perdedor de tu ex. Es hora de volver a montar, nene.
Negué con la cabeza. —No montaré nunca más.
Elijah resopló y se volvió a SeokJin. —Eres un terapeuta familiar. Háblale para que entre en razón.
Ugh. Me empujaban para tener citas… de nuevo. Mi estómago se anudó cuando me di cuenta que yo mismo había sido el culpable al mencionar a Chase.
Nada inteligente Jimin. Nada inteligente.
SeokJin miró hacia donde estaba, entonces me sorprendió el encogimiento de hombros. —Si Jimin no quiere salir con Chase McDermott, el hombre más guapo que ha caminado sobre el planeta... después de Namjoon, por supuesto..., entonces esa es su elección y debemos respetarla.
Sorprendido, los nudos en mi vientre se aflojaron. —Gracias.
SeokJin arrancó un trozo de papel por encima de su esponja, luego levantó sus pestañas. —De todos modos parece como un gran desperdicio. No es como que hubiera algo terriblemente mal con él, ¿no? ¿No huele raro? ¿O se limpia en medio de los dientes con la uña?
Elijah se estremeció. —Odio cuando los chicos hacen eso.
Mi boca se abrió. —Ibas a respetar mi decisión, ¿recuerdas?
SeokJin sacudió su cabeza. —Dije que deberíamos. Nunca dije que lo haríamos. ¿Qué pasa Jimin? ¿Has descubierto que tiene una hoja de antecedentes penales?
Giré mis ojos. —Chase podría ser el ciudadano más respetuoso de la ley en Sac, todavía estoy pasando bastante de mi tiempo haciendo algo sólo para mí... como remodelar mi casa. Estoy usando decoración de playa con estilo añejo.
—Suena maravilloso. —Kim frotó la esponja contra el muro. —¿Pero no puedes salir con él y decorar?
Gemí. —Sólo déjalo. No estoy interesado en salir con Chase.
—Dijiste lo mismo cuando tu mamá quiso ligarte con el hijo de su amiga y no tuviste una buena razón para rechazarla tampoco. —Elijah saltó sobre mi mostrador, entonces me dio una mirada fija. —¿Quieres ser un señor con gatos, Jimin? ¿Ese es tu objetivo?
—Mmm... Podría ser algo así. Los felinos son probablemente más leales que un hombre. Gracias por la idea. Tal vez empezaría con un calicó…
—Necesitas empezar a tener citas, —dijo Elijah con firmeza. SeokJin asintió. —Este es realmente el tiempo.
Gruñí y levanté mis manos con frustración, mi esponja voló por el aire. Se cayó al suelo salpicando agua. —¿Vieron lo que me hicieron hacer? Sólo quiero arreglar mi casa en paz, sin ustedes dos conspirando contra mí.
Elijah frunció los labios. —No sucederá.
—Como hombre de éxito a finales de tus veinte, te encuentras en tu mejor momento. Te libraste de estar casado con un embustero. Te has ganado una licencia para citas. Tómala y conduce. —SeokJin usó un tono razonablemente molesto. —Sal con un hombre. O dos. O cinco. Prueba hombres y mira cómo encajan. No pienses en eso como estresante, hazlo más como ir de compras.
Me incliné hacia abajo y tomé mi esponja del suelo. —¿Es así como son las terapias? ¿Utilizas este tipo de analogías estrafalarias con tus clientes?
—No tengo por qué hacerlas, dado a que mis clientes me escuchan. —Inclinó la cabeza. —Al menos, la mayor parte del tiempo.
Elijah levantó la mano. —Si comienzas a tener citas, yo te ayudaré a pintar el interior de toda la casa.
Me dirigí hacia el lavabo para lavar mi esponja, pero me detuve en seco con esa generosa oferta. —¿Te das cuenta que estamos hablando de casi ciento noventa metros cuadrados?
Jin se movió para ubicarse al lado de Elijah. —Ambos vamos a ayudarte.
Una visión de mi casa totalmente pintada pasó por mi mente… color arena marrón con adornos en blanco. Si bien la idea de abrir mi corazón a alguien dejaba un mal sabor en mi boca, ¿qué tan doloroso sería unas copas con Chase?
—Si voy a esta cita, ambos tendrán que ayudarme de principio a fin. ¿Trato?
—¿Una cita? —Elijah se cruzó de brazos. —Eso es calmarnos, no regresar en el juego.
La imagen del interior bellamente pintado, se evaporó y entré en pánico. —¿Cuánto me costará?
Elijah se dirigió a Jin y parecían mantener una conversación entera con sus ojos y las expresiones faciales, antes de que finalmente, asintiera el uno al otro.
—Cinco citas, —dijo SeokJin. —entonces dejaremos de preocuparnos acerca de que te convertirás en un ermitaño y tendrás dos esclavos para tu remodelación.
—¿Cinco? —Me quejé, pero me di cuenta que hoy era Sábado. Si iba a tener cinco citas en cinco noches, podríamos empezar a pintar el próximo fin de semana. —No sólo tendrán que dejar de molestarme sobre las citas sino que, tendrán que decirle a los del trabajo que se detengan también. Porque Taehyung sigue tratando de arreglarme una cita con un tipo de la liga de softbol del trabajo de Hoseok.
—De acuerdo —dijeron al unísono.
Elijah aplaudió, luego levantó mi celular del mostrador. —Llámalo. Ahora.
—Eres incansable. —murmuré, mientras me pasaba el teléfono. —Está bien.
A pesar de que era la última cosa que quería hacer, llamé a Chase. Quedamos en encontrarnos para tomar una copa el lunes en el salón del hotel Geoffries... era mi idea desde que había asistido el Año Nuevo en el Geoffries y mis papilas gustativas todavía recordaban las delicias de sus cócteles.
Cinco citas en cinco días. Entonces podría dejar mi licencia para citas caducada y centrarme en hacer que mi casa estuviera exactamente como yo quería. Había arreglado una cita, faltaban cuatro.
Domingo por la noche, llevé a mi hermanastra Melanie y nos dirigimos a Old Sacramento. Desde que había descubierto que ella había estado viendo a mi ex, las cosas habían sido un poco incómodas entre nosotros.
En su defensa, ella no tenía idea de que había estado saliendo con Jungkook, había quedado sorprendida cuando se lo presenté como mi prometido y no sabía cómo decirme que la sabandija nos había estado engañando. Probablemente hubiera sido mejor si no lo hubiera confesado en mi despedida de soltero, sin embargo.
Sólo digo.
Cuando Mel y yo llegamos en Old Sac, todavía teníamos unos pocos minutos antes de reunirnos con nuestros padres (mi mamá, su papá) para la cena en The Boathouse, así que nos metimos en una boutique cercana para buscar recuerdos que estaban vendiendo.
Levanté una caja de pañuelos cubierta de conchas marinas de un estante antiguo, tratando de decidir si me gustaba. —¿Linda o cursi?
—De cualquier manera, será difícil de sacudir. —Mel señaló el espacio entre las conchas. —Mira todas esas grietas.
Esa era Mel… siempre práctica.
Incluso ahora que no llevaba maquillaje, tenía agarrado su rubio cabello en una coleta y sin ningún esfuerzo lucía preciosa. Yo, por otra parte, había pasado una hora arreglando mi ropa y domando mi desastre de cabello rojo artificial. A diferencia de Mel, nada fue fácil para mí. Suspiré.
Puse la caja de pañuelos de alto mantenimiento otra vez en el estante, luego examiné un jarrón azul con acabados marinos.
—Necesito tener una cita. ¿Conoces a cualquier soltero con quien pueda soportar estar por una hora?
Mel se volvió hacia mí, su pelo rubio rebotó por encima de su hombro. —¿Toda una hora? Dios, eso suena romántico.
Arrugué la nariz y le dije: —No estoy buscando romance. Estoy siendo obligado a tener citas. Jin y Elijah me han estado acosando durante semanas y ayer cedí. Necesito tener cinco citas en cinco días y luego me ayudarán a pintar el interior de mi casa.
—¿Kim SeokJin? —Mel echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. —¿Se supone que un consejero familiar debe presionar de esa manera?
—¿Verdad? —Girando el jarrón, comprobé el precio y me estremecí. —¿Me están tomando el pelo? Está hecho de vidrio, no de oro.
—Me encanta. —Ella hizo un gesto de aprobación. —Se vería muy bien en ese estante oscuro en tu sala de estar.
Negué con la cabeza. —Finalmente he llevado mis ahorros a un nivel cómodo. No puedo gastar tanto dinero en un florero... aunque haya sido soplado a mano en Italia y lo tenga para siempre... ¡agh! Sácame de aquí antes de que rompa mi tarjeta de crédito.
Mel se rió y me llevó hacia la puerta, pero se detuvo en una estantería llena de velas de colores. —¿Adivina qué? —Ella levantó una vela hacia su nariz. —Tengo una entrevista de trabajo esta semana.
Olí la vela que sostenía hacia mí. —¿Para un puesto de profesora?
Ella asintió con la cabeza. —Es mi tercera entrevista este verano, así que deséame suerte que ésta escuela no vaya a querer a alguien con más experiencia también. Existo gracias a los frijoles y el arroz en este momento.
Las horas de Mel como instructora de aeróbicos, habían sido cortadas recientemente cuando el gimnasio había tomado una nueva dirección, así que sabía que su presupuesto era ajustado. Siempre buscando el lado bueno, decidió finalmente utilizar su carrera principal de educación en primaria y enseñar.
—Estaré cruzando los dedos por ti, cariño.
—Gracias. —Mel entrelazó su brazo con el mío, la campana sonó detrás de nosotros mientras salíamos por la puerta. —Así que, necesitas una cita.
Me detuve en el borde de la acera. —La segunda, de hecho. Ya programé la primera.
—¿En serio? —Mel verificó los coches antes de cruzar la calle de adoquines, su cola de caballo rebotaba por encima de su hombro. —¿Con quién?
—Mi agente de bienes raíces.
Toqueteando las orillas de mi sedoso cabello, no pude evitar pensar en cuánto tiempo me volvería a ahorrar cada mañana si agarraba mi cabello de la manera que Mel lo hacía, al menos la pequeña cola de caballo que se me lograba hacer disimularía mi falta de tiempo. Pero mi madre me había enseñado a arreglarme siempre lo mejor posible, y casual no llegaba al corte del libro de mamá.
—Necesito cuatro citas más para el trato, sin embargo. Mamá trató de ponerme una trampa hace unas semanas, así que voy a ver si todavía está disponible. Su madre es Alisha Burnside del grupo de golf Spritzer de señoras de mamá.
Mel se detuvo ante la doble puerta de vidrio de la entrada de The Boathouse. —Tú sabes que el grupo de damas es sólo su excusa para mirarse respetable mientras que beben antes del mediodía.
Me reí, coincidiendo con ella en un cien por ciento. —Aun así, el hijo de Alisha podría ser decente para pasar por un cóctel.
Ella sostuvo un dedo al aire. —Al parecer, Ahra no te dijo que ella ya había tratado de tenderme una trampa con Brian Burnside.
Mis cejas se arrugaron juntas. —¿Mamá hizo eso?
Mel asintió. —Créeme, ahí no hay potencial.
Es como si ella no me escuchara. —No necesito un potencial, sólo una segunda cita.
Sus ojos se abrieron. —Estás perdiendo el punto del por qué tus amigos crearon este trato para citas. ¿No quieres encontrar a alguien maravilloso? ¿Como Matt?
Sí, el novio de Mel tenía ochenta tonos impresionantes. Pero tipos como Matt eran una rara especie. Y no es que necesitara un hombre en mi vida para ser feliz. Por otra parte, mi remodelación seguía llamándome y en todo lo que podía pensar era en dos palabras: trabajo gratis.
Llegué a la puerta. —Lo que yo deseo es concentrarme en mi casa, mi santuario. Iré a través de éstas citas para que no me detengan de mi real objetivo.
Mel se inclinó hacia mí mientras pasaba como briza por la entrada, susurrando. —Brian Burnside está también sin empleo.
Mis cejas se juntaron. —¿En serio? Mamá dijo que él es un arquitecto. No es que importara.
Al ver a mi madre dentro, me dirigí hacia ella con sólo una cosa en mente: una cita para la noche del martes. Después de Brian, sólo tendría tres citas más para estar en casa libre.
El lunes, Elijah difundió la palabra a todo el mundo en su trabajo acerca de mi cita con Chase y que habían hecho un gran trato al respecto. Como gerente de recursos humanos para Woodward Systems Corporation, saqué mi rango y envié un recordatorio masivo a todos por correo electrónico que las conversaciones de temas personales, no se debatirían durante las horas de trabajo.
Entonces abandoné la oficina veinte minutos antes. Por Dios, si una persona más me preguntaba si estaba emocionado, podría gritar... y confesar que sólo estaba en citas por obligación… no por el placer de estarlo. De por sí. Estas citas eran un medio para un fin. Nada más.
En serio, ¿qué tenía de malo centrarme en mí en este momento? Mi padre se había alejado de mí cuando yo tenía doce años. Mi novio me había engañado (nada menos que con mi hermana). ¿Qué persona en su sano juicio estaría ansiosa por regresar por más?
No moi.
Mis zapatos resonaban por el vestíbulo de mármol mientras entraba en el hotel Geoffries, miraba la pequeña línea en el mostrador de check-in y luego sobre el mostrador de la conserjería donde un anciano conserje estaba ayudando a una mujer que sostenía un poodle con suéter resistente de lana. Esperanzadoramente le estaba informando a ésta evidente extranjera, que estaba a 37° afuera, así que si su perro necesitaba un traje, debería ser un bikini para la piscina.
Yo mismo, llevaba un abrigo de seda de manga corta que era lo suficientemente abrigador para el aire acondicionado de la oficina, pero no me haría freírme (mucho) cuando saliera al aire libre en el horno como lo llaman en Sacramento, en agosto.
Volviéndome hacia el salón, pasé junto a un anuncio con marco dorado del Baile Anual Black & White de Geoffries y otro evento llamado Descendiendo por la Diabetes.
El Geoffries organizaba las mejores fiestas, tenía lujosas suites y servían bebidas increíbles en su bar. Sólo éstas últimas me interesaba en estos momentos.
Entré en el salón real, comprobando mi reloj. Poco más de media hora antes de mi cita. Apoyándome en una silla estampada azul marino y dorado en el bar, saqué mi celular para enviarle un mensaje de texto a Chase.
Si estaba disponible ahora, entonces podríamos comenzar la cita temprano y podríamos terminarla temprano. Brillante idea.
—¿Le gustaría algo de beber? —Preguntó una suave voz masculina. El barman apareció en mi visión periférica, pero mantuve mis ojos fijos en mi teclado mientras pedía. —¿Un Martini Geoffries, por favor?
—Sus deseos son mis órdenes. —dijo y se alejó.
Si tan sólo él pudiera conceder deseos. Entonces tal vez conseguiría que hicieran el trabajo gratis, sin ataduras. Un barman genio, eso era lo que necesitaba...
El barman me dio la bebida, tintineó el hielo en torno a la coctelera. —¿Esperando a los amigos?
—No, yo... —Mi boca se congeló cuando mi mirada se conectó con unos profundos ojos azules que enviaron una sacudida eléctrica a través de mí. El calor curvó mis dedos de los pies y me quedé en blanco. —Eh, ¿qué?
La comisura de su boca se levantó. —Sólo le pregunté si se reuniría con alguien.
—Sí, una cita. —Me aclaré la garganta, tratando de no enfocarme en cómo el despeinado cabello oscuro del barman, hacía que sus ojos azul zafiro se destacaran aún más. Después de todo, no podía invitarlo a que fuera la cita número tres ahora que le había dicho que estaba en una cita. ¿O podría hacerlo...?
Sus cejas se juntaron mientras vertía el líquido rosado dentro de una copa de martini. —No parece muy emocionado acerca de su cita. ¿Es arreglada?
—Estoy ansioso por mi cita. —protesté.
No era una mentira. Tenía muchas ganas de avanzar, entonces habría terminado.
—No lo creo. —Puso el cóctel delante de mí y luego dio una inquisitiva mirada de reojo que volvió mi interior líquido. —Parece más molesto que emocionado. ¿Por qué no me dice de lo que se trata realmente esta cita?
Envolviendo los dedos alrededor de mi copa, ignoré los aleteos en mi barriga y las ganas de decirle todo. — No quieres oír hablar de mis problemas. Estoy seguro que estás muy ocupado.
Se apoyó en la barra, llevando esos hipnotizantes ojos al nivel de los míos.
—No terriblemente.
Con él tan cerca, aspiré su olor almizclado y mi corazón saltó hasta mi garganta. —¿Eres así de atento con todos a los que sirves?
Su mirada dejó mis ojos, arrastrándolos hasta donde mis largos mechones rojos se posaban rozaban mis orejas. —Sólo con hermosos pelirrojos.
Una carcajada se me escapó. —No acabas de decir eso.
—Te hizo reír, ¿no? —La esquina de su boca se levantó revelando un adorable hoyuelo. —No, en serio. ¿Qué está pasando?
Mi sonrisa se desvaneció y los últimos cuatro meses regresaron estrellándose, para terminar con el trato que había hecho. —Como dije, esperando a mi cita.
Como si fuese a confiar todo en un hombre a quien había conocido hace solo dos minutos. Especialmente un tipo con gran encanto y ojos azules hipnóticos. ¿Creía que yo era tan fácil?
—Discúlpeme un momento. —Golpeó dos dedos sobre la encimera de granito blanco, luego se volvió hacia el otro extremo de la barra para servirle a dos mujeres que yo no había visto sentarse.
Una oleada repentina de decepción se estrelló sobre mí, que ridículo era. No quería charlar con el barman. Yo quería que mi cita llegara y luego irme para poder tachar la primera cita de mi lista.
Recorrí mi teléfono para ver si Chase había recibido mi mensaje y podría llegar temprano. Ningún texto entrante. Suspiré.
Sin tener nada más que hacer, mis ojos se dirigieron al barman cuya espalda estaba hacia mí. No haría daño darle un rápido vistazo mientras él mezclaba las bebidas de las damas, ¿verdad? También no haría daño admirar la manera en que su camisa blanca se estiraba sobre sus anchos hombros, su cónico chaleco negro ajustado hasta la cintura y descansando muy bien sobre sus equipados pantalones ajustados.
El ardiente barman claramente hacía ejercicio.
Risas estallaron al final de la barra y mis ojos se desviaron hacia los dos chicos, que revoloteaban sus dedos hacia mí. Mi mirada viajó a sus rostros y mi mandíbula cayó abierta.
—¿Qué demoni...?
Eran Elijah y SeokJin.
•Kat🐾
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