18
El camino de regreso a casa había sido lento, como si el tiempo se arrastrara en cada paso. Yeonjun había escuchado el dicho de que el tiempo pasa más rápido cuando haces algo que te gusta, pero en su caso, parecía que todo en su vida se movía a un ritmo tortuosamente lento.
Sin embargo, había una excepción a esa regla: el tiempo con Soobin. Cada momento que pasaba con él parecía volar, como si estuvieran atrapados en una burbuja donde el tiempo se desvanecía. Pero ahora, mientras luchaba por meter la llave en el cerrojo de su puerta, incluso ese simple acto se volvía una tarea lenta y frustrante. La maldita llave se resistía a girar, y Yeonjun suspiró, sintiéndose agotado por las complicaciones que parecían perseguirlo en cada aspecto de su vida.
Cuando finalmente se rindió y retiró la llave con fuerza, la puerta se abrió de golpe, revelando a Beomgyu parado frente a él con una expresión de sorpresa y preocupación.
— ¿Qué demonios te pasa? Pensé que eras un ladrón. — exclamó Beomgyu, su voz llena de alivio al darse cuenta de que era Yeonjun.
Yeonjun levantó la mirada y alzó las cejas con asombro al ver a su mejor amigo allí.
— Gyu, no esperaba que llegaras tan temprano. — dijo Yeonjun con sorpresa y cansancio.
En ese momento, había olvidado por completo los planes que habían hecho para ese día. Solo quería llegar a casa, ordenar un poco y dormir.
— Pues aquí estoy. Tu mamá ya estaba despierta, así que aproveché para ordenar un poco mientras ella me hablaba. — respondió Beomgyu con una sonrisa mientras se adentraba nuevamente en la casa para permitirle a Yeonjun entrar.
— Oh, en serio, no sabes cuánto te lo agradezco. — dijo Yeonjun sinceramente, observando lo ordenada que estaba su casa gracias a Beomgyu
— No hay de qué, supuse que llegarías agotado. — respondió Beomgyu con una sonrisa reconfortante.
— Maldición, te amo. — dijo con una sonrisa, retractándose de no tener ganas de verlo.
— Lo sé, cariño. — Beomgyu se alzó de hombros mientras sonreía con su labios sellados y sus ojos cerrados.
Yeonjun se quitó los zapatos y dejó sus abrigos y bolso colgados en el estante junto a la puerta. Para su suerte, su madre y Beomgyu habían preparado la cena.
— Me siento mal por no haber ayudado en nada. — comentó Yeonjun después de tomar asiento para cenar con su familia.
— No te preocupes, usé tu dinero. — respondió Beomgyu con una pizca de humor, comenzando a comer. Yeonjun rio suavemente, sintiéndose aliviado por el gesto de su amigo.
— Entonces ya no me siento mal. — confesó sonriente.
Aunque la noche transcurrió de manera divertida y tranquila, Yeonjun no sintió que el tiempo pasara rápidamente. Sin embargo, tampoco fue desagradable. Disfrutó de la compañía de su familia y de Beomgyu, agradecido por tener a personas que se preocupaban por él.
Finalmente, llegó el momento en que Beomgyu tuvo que irse. Yeonjun y su madre lo despidieron en la puerta.
La madre observó los ojos cansados de su hijo y tragó duro, sintiendo un nudo en su garganta. Si tan solo no estuviera enferma, si tan solo pudiera hacer más por él.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó ella, su tono suave y lleno de preocupación. Yeonjun la miró con sorpresa, no acostumbrado a ese tono dulce y cariñoso en su madre.
Su madre no era de usar tonos dulces, era más bien de usar un tono cariñoso cubierto de humor.
— Yo estoy bien, mamá. No te preocupes. — respondió Yeonjun con una sonrisa de oreja a oreja. — Voy a hacer algunos trabajos de la universidad, avísame si te sientes mal. — depositó un beso en la mejilla de su madre antes de subir a su habitación.
La madre, con la mano en el pecho, suspiró, sintiendo una mezcla de gratitud y culpa. Sabía que no merecía los buenos tratos que estaba recibiendo por parte de Yeonjun. Ella no había sido ni la mitad de buena hija de lo que él era como hijo. Nunca se había preocupado por el bienestar de su madre, estaba demasiado sumida en su propia vida para recordar que tenía una madre que necesitaba cuidados.
Mientras tanto, Yeonjun estaba dedicando su tiempo, su energía y su vida para mantenerla a salvo y cuidar de ella. Era un recordatorio constante de su amor y dedicación, y eso solo hacía que la madre se sintiera aún más culpable.
Yeonjun era un reflejo de su abuela en muchos aspectos, siempre mostrando preocupación por las personas, incluso cuando no lo merecían. Su madre se sentía orgullosa de eso, de que Yeonjun no se pareciera a ella en ese sentido. Su madre nunca justificaría sus malas decisiones con el infierno que había vivido. Sin embargo, no se arrepentía en absoluto de haber decidido tener a Yeonjun, a pesar de que ese pequeño bebé le había costado su hogar, su familia y su juventud.
Ahora y siempre, Yeonjun era la persona a la que más apreciaría en su vida, porque sabía que él nunca la abandonaría, sin importar lo que ella hiciera. Si no fuera por el nacimiento de ese pequeño, era muy probable que ella ya estuviera muerta desde hace años. Yeonjun había sido como una segunda oportunidad para ella, una razón para seguir adelante cuando ya no tenía motivos para vivir.
Yeonjun llegó a su vida en un momento en el que ella se encontraba en una situación desesperada. Era víctima constante de abusos, tanto en el colegio como en su propio hogar. Ni ella ni su madre tenían empleo, y su padre no mostraba ningún interés en gastar el dinero en algo más que bebidas. Aunque su madre siempre había tratado de protegerla y cuidarla, ella no había sabido valorar ese amor y comenzó a caer en una espiral autodestructiva, entregando su cuerpo por unos cuantos yenes para poder consumir aquello que uno de sus abusadores le había hecho probar en el pasado.
Fue entonces cuando quedó embarazada, y odió la idea desde el principio. Detestó la idea de tener un hijo que muy probablemente sería fruto de uno de esos idiotas que la habían lastimado. Al principio, intentó abortar, pero las cosas no salieron como esperaba. En lugar de perder al bebé, fue ella quien sufrió una hemorragia. A medida que su embarazo avanzaba, sus padres y todo el colegio se enteraron de su situación. Su padre la echó a la calle y golpeó a su esposa cuando esta se opuso a su decisión. Se encontró sola, vagando por las calles, solo acompañada de esa pequeña vida que crecía en su vientre. Un día, comenzó a hablarle al bebé, y esa conexión se volvió constante. Aunque no quería admitirlo, se encariñó con él. Y cuando finalmente lo tuvo en brazos, solo pudo llorar de la alegría al ver lo sano y hermoso que era. Lamentaba profundamente que un ser tan puro y pequeñito tuviera que ser su hijo y enfrentar las dificultades de la vida desde tan temprana edad.
Pero ese pequeño bebé le dio la voluntad para salir adelante. No podía permitir que Yeonjun tuviera la misma vida que ella había tenido. A pesar de su corta edad, ella se esforzó por conseguir trabajo, aunque fuera mal remunerado y en un lugar donde sufrió constantes abusos. Sin embargo, nunca permitió que pusieran una sola mano encima a su hijo. Incluso fue capaz de apuñalar a un hombre con el que trabajaba cuando este la amenazó con hacerle daño a su bebé.
Afortunadamente, aunque ella no lo sabía en ese momento, su hermano de otro padre la ayudó y le brindó un lugar donde vivir mientras buscaba otros empleos.
Yeonjun se convirtió en su única razón para seguir adelante, en su fuente de esperanza y amor incondicional. Por eso, ella siempre trató de darle lo mejor y aceptarlo en todas las condiciones. Sin embargo, eso hizo que personas que ni siquiera habían estado presentes en esos momentos difíciles la juzgaran como si tuvieran el derecho. Se preguntaban por qué su hijo era gay, por qué estudiaba cierta carrera, por qué se vestía de cierta manera, y muchas otras estupideces.
Pero ella, con toda su decencia y valentía, los mandaba a la mierda una y otra vez. Muchas veces, Yeonjun tuvo que intervenir para detenerla y calmar la situación.
— ¡No voy a permitir que le digan eso a mi hijito! ¡Puta será su madre! ¡Vieja ridícula! — exclamaba ella, defendiendo a Yeonjun con todas sus fuerzas.
— Mamá, por favor... no te preocupes por eso. — forcejeaba el menor, tratando de alejarla de esa confrontación.
— ¡Vaya a cambiarse la dentadura antes de ofender a mi hijo! — y la verdad, sus palabras eran más suaves de lo que Yeonjun esperaba. — ¿Quiere iniciar la tercera guerra mundial? ¿No le bastó con vivir la primera y la segunda? ¡Vieja metiche!
— ¡Por favor, mamá, ya es suficiente!
Pero Yeonjun nunca sentía vergüenza por su madre. Ella era su todo, su fuerza y su inspiración. A pesar de los desafíos y las dificultades que habían enfrentado juntos, él la amaba incondicionalmente y siempre estaría agradecido por todo lo que ella había hecho por él.
Cuando finalmente se entregó al sueño, pareció que había dormido durante décadas. Sin embargo, al despertar, sus párpados pesaban con fuerza, sintiéndose completamente agotado. Deslizó su dedo por la pantalla de su celular y apagó la alarma. Cubrió sus ojos con las manos y los acarició suavemente con las yemas de sus dedos, preparándose mentalmente para enfrentar otro día.
— Apenas es martes — suspiró mientras arrastraba los pies hacia el baño.
Su madre probablemente se levantaría unas dos horas más tarde, por lo que no pudo encargarse de su desayuno. Se dirigió directamente a la universidad y el día transcurrió como de costumbre. Al final del día, decidió escribirle a su madre para preguntarle si ya había desayunado y si necesitaba algo.
— Oye, Choi. ¿Es cierto que estás saliendo con alguien menor? — escuchó a alguien decir a pocos metros, directo al punto.
Yeonjun dejó de escribir en su teléfono y tragó saliva sin levantar la mirada ni girarse.
— Te estoy hablando, ¿te comió la lengua?
Cuando finalmente Yeonjun levantó la mirada, se encontró con uno de sus compañeros de universidad, quien también era menor que él. Tenía 18 años y estaban en la misma clase, ya que Yeonjun había cambiado de carrera en dos ocasiones.
— Tantas veces te pedí una oportunidad y siempre te negaste. No sabía que asaltabas cunas.
Yeonjun se enderezó en su pupitre y sintió las miradas de varios compañeros a su alrededor, incluyendo la de Jackson.
— No te creas un hombre por tener dos pelos en los huevos, Lee. Vete al diablo y déjame en paz.
— No respondiste mi pregunta, ¿es cierto? — el chico se inclinó ligeramente hacia el peliazul.
Yeonjun lo miró a los ojos y negó.
— No es cierto, estoy demasiado ocupado como para tener aventuras — dijo el peliazul sin mirar al chico frente a él. Luego, su mirada se dirigió al teléfono que llevaba consigo.
— ¿Quién te lo dijo? ¿Jackson? ¿Algún otro resentido como tú? — preguntó Yeonjun.
— No, fue una publicación en Facebook donde aparecías en los baños de una escuela con un adolescente — los ojos de Yeonjun se posaron nuevamente en el chico con rapidez, luego en el teléfono que sostenía.
— ¿De qué estás hablando? Déjame ver — el peliazul tuvo la urgencia de arrebatarle el teléfono al chico, pero este lo alejó de golpe, mostrando una sonrisa traviesa en su rostro.
— ¿Qué tal si me das un beso primero?
— ¿Qué tal si te electrocuto los testículos? — el chico bufó ante la mirada desafiante de Yeonjun. No había falsedad en sus palabras. Finalmente, le entregó el teléfono y el peliazul se lo arrebató.
Cuando Yeonjun vio la pantalla, no había ninguna imagen y escuchó una risa nasal proveniente del dueño del teléfono.
— ¿Te asustaste? Pensé que habías dicho que era mentira.
— Ya es suficiente — dijo el peliazul entre dientes mientras se levantaba y recogía sus cosas.
— ¿A dónde vas, lindo? — dijo el chico burlonamente, pero Yeonjun siguió su camino sin responder.
— No es asunto tuyo, pero si me quedo un segundo más, te mataré — gritó desde la puerta de salida y se marchó.
•bd•
Soobin irrumpió en el aula con un estruendo al abrir la puerta, captando de inmediato la atención de todos los presentes. Incluso Yeonjun, quien le dedicó una leve sonrisa. Soobin notó esto y se giró lentamente para cerrar la puerta con cuidado, evitando así cualquier ruido adicional. Yeonjun, de pie junto a su escritorio, apoyó la palma de su mano en la superficie y se apoyó en ella, mientras colocaba su otra mano en la cintura y ladeaba la cabeza hacia el menor, quien se volvió hacia él después de cerrar la puerta.
— Llegas tarde, Choi — acusó Yeonjun sin perder la seriedad.
— ¿Querías verme antes? — soltó Soobin con una pregunta juguetona y arriesgada, pero ninguno de sus compañeros la tomó en serio.
— Cállate y siéntate — dijo el mayor, bajando la mirada hacia su escritorio. Soobin soltó una risa y se sentó en su lugar, justo enfrente y al lado de Taehyun.
Taehyun mostraba una expresión que mezclaba sorpresa y confusión.
— ¿Qué pasa? — preguntó Soobin, mirándolo.
— Bueno, pensé que después de lo de ayer... — Taehyun no terminó la frase.
— No te preocupes por eso — susurró Soobin, haciendo un gesto con la mano.
Taehyun dudó, sus ojos se desviaron hacia Yeonjun por un segundo antes de volver a posarse en Soobin.
— Pero... ya no estás con él, ¿verdad?
— ¿A qué te refieres? — preguntó Soobin, curioso por saber a dónde quería llegar Taehyun.
Tanto ellos como el resto del salón se sumieron en un silencio inconsciente.
— ¿Te lo sigues cogiendo o no? — soltó Taehyun de repente, sin darse cuenta de su entorno, y todas las miradas se posaron en él. Incluyendo la de Yeonjun.
— Por favor, concéntrense en copiar. Especialmente tú, Choi. Esto será parte del examen cuatrimestral — advirtió Yeonjun. Soobin sonrió ligeramente al ver la expresión en el rostro del peliazul, como si estuviera celoso por malinterpretar la conversación, o al menos eso pensaba Soobin.
— Respóndeme — susurró Taehyun, mientras Soobin bufaba con frustración.
— Bueno, está bien, Taehyun. ¿Qué hay con eso?
— Que no está bien, no puedes seguir con él.
— ¿Y por qué demonios no? — soltó Soobin, girando su rostro hacia Taehyun.
— Porque solo te está utilizando.
Soobin lo miró fijamente antes de negar con la cabeza y volver su atención a la pizarra.
— No quiero hablar de eso, Taehyun — le susurró, y el rubio bufó.
La clase transcurrió con normalidad, y Soobin mantuvo su mirada al frente, observando a Yeonjun. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Yeonjun era mejor que él disimulando, ya que solo le dirigía la mirada cuando era necesario.
En un momento de la clase, un compañero pidió ayuda a Yeonjun, quien se acercó a él. Estaba sentado a solo unos pasos de Soobin. La mayoría de los estudiantes estaban haciendo ruido o jugando con sus teléfonos, ya que habían terminado sus actividades.
— ¿Qué es lo que no entiendes? — preguntó Yeonjun amablemente al adolescente.
— Es que realmente no entiendo a qué se refiere con realismo literario — comenzó a explicar el adolescente, y Yeonjun le explicó pacientemente. — No, no puedo concentrarme con todo este ruido. ¿Ofrece clases particulares? — preguntó el chico de repente, y Soobin volteó ligeramente la cabeza.
— No, ya no lo hago, solo enseño a niños pequeños — explicó Yeonjun.
— Por favor, estaría dispuesto a pagar el doble. Me encanta cómo explica las cosas, pero siento que la escuela me estresa y no logro comprender bien — explicó el chico en voz baja, y Soobin soltó una risa.
Era la excusa más absurda que había escuchado, sobre todo porque conocía a ese chico. No le importaba prestar atención en clase, solo quería estar cerca de Yeonjun, eso estaba claro.
— Lo siento, Junho. No puedo hacer eso — se disculpó el mayor, alejándose del alumno, quien intentó convencerlo nuevamente, pero sus palabras murieron en su boca.
Soobin sonrió mientras Yeonjun caminaba hacia su escritorio, pero se detuvo junto a Soobin.
— ¿Terminaste, Choi? — preguntó Yeonjun, clavando su mirada en el estudiante, quien también levantó la mirada y se encontró con los atractivos ojos de su profesor de literatura.
— No — mintió Soobin.
— Entonces no saldrás al receso hoy, te quedarás aquí — dijo el mayor. Soobin sonrió ligeramente y asintió antes de humedecer ligeramente sus labios secos y desviar la mirada.
— Yo tampoco terminé — interrumpió Taehyun, rompiendo la tensión en el aire. Los ojos del maestro se desviaron hacia el rubio, quien parecía desafiarlo con su expresión.
Yeonjun carraspeó y apartó la mirada antes de seguir avanzando.
— También te quedarás en el salón — le dijo, y volvió a sentarse.
Soobin volteó la mirada hacia Taehyun con expresión de confusión, buscando explicaciones de su amigo.
— ¿Qué? — Taehyun se encogió de hombros ligeramente, y Soobin rodó los ojos.
— ¿Qué te pasa? Terminaste la tarea, mentiroso — acusó Soobin.
— Tú también — respondió Taehyun.
— Sí, pero... — Soobin buscaba una respuesta adecuada, pero no la encontraba.
— ¿Pero qué? No voy a permitir que te quedes a solas con él — dijo el rubio.
— ¿Y por qué demonios no? — Soobin parecía indignado con su amigo. ¿Por qué de repente estaba tratando de alejarlo de Yeonjun?
— Porque ya te dije que solo quiere aprovecharse de ti — susurró el rubio.
Aunque Soobin parecía inicialmente reticente, guardó silencio y se acomodó en su silla, esperando pacientemente el tan ansiado receso que parecía tardar una eternidad en llegar. Finalmente, cuando sonó la campana, todos los alumnos se levantaron de golpe y se apresuraron hacia el receso. Yeonjun comenzó a recoger sus cosas.
— Soobin, por favor, lleva los libros de literatura que usamos hoy a la biblioteca — solicitó Yeonjun mientras tomaba su bolso, y Soobin se levantó para recoger los libros.
— ¿Necesitas ayuda? — preguntó Taehyun, ofreciéndose, pero Soobin negó con una mueca mientras tomaba los libros y salía del aula unos segundos después.
La biblioteca se encontraba a unos cuantos salones de distancia, y mientras Soobin se dirigía hacia allí, las luces del pasillo se apagaron, dejando los pasillos casi en completa oscuridad, a excepción de la tenue luz que se filtraba por las ventanas de las aulas. Sus pasos se volvieron más lentos a medida que se acercaba a la biblioteca. Al entrar, se encontró con Yeonjun, quien ya estaba allí con la linterna de su teléfono encendida, buscando algo aparentemente.
Soobin sonrió de lado y se adentró en la biblioteca, cerrando la puerta tras de sí. Yeonjun se enderezó rápidamente y apuntó con la linterna hacia el menor, quien instintivamente cerró los ojos.
— ¿Qué estás buscando? — preguntó Soobin, abriendo un ojo mientras dejaba los libros sobre la mesa redonda del lugar.
— Vine a dejar una hoja y perdí un pendiente — explicó Yeonjun, acomodándose la ropa.
Soobin bajó la mirada hacia el suelo, donde una pequeña pieza metálica brillaba levemente justo al lado de los zapatos de Yeonjun. Luego, levantó la mirada hacia Yeonjun nuevamente y se acercó a él, acorralándolo entre su cuerpo y la mesa redonda.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó Yeonjun, sin poder evitar sonreír ante la repentina cercanía de Soobin, anhelando más el calor que emanaba del menor.
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca como para que el peliazul terminara apoyado sobre la mesa, Yeonjun tuvo la intención de rodear a Soobin con sus brazos, pero este se agachó de repente entre las piernas del mayor y, al levantarse, le entregó el pendiente.
— ¿Qué estaba pensando, señor Choi? — preguntó Soobin juguetonamente, provocando al mayor. — Parece que lo que pasaba por su mente era algo poco profesional, ¿no le parece?
Soobin se acercó nuevamente, apoyándose en la mesa con las manos a cada lado de Yeonjun, quien solo mordió su labio inferior levemente y negó con la cabeza suavemente.
— Sí, lo sé. ¿Quieres que me detenga? — susurró el peliazul, acariciando el cuero cabelludo del menor.
— Por supuesto que no — se quejó el menor, y el mayor sonrió antes de acercarse suavemente y devorar los labios del menor con una pasión desenfrenada, dejándose llevar por su aroma, sintiendo cómo su calor los envolvía y sus dientes rozaban sus labios y las pequeñas heridas que estos tenían, las cuales en ese momento no ardían, no de dolor. Hundiendo sus dedos en el suave cabello azabache del menor.
En un movimiento repentino, Yeonjun desvió la mirada, sonriendo tímidamente y sintiendo cómo su rostro se encendía hasta las orejas. Soobin se mantuvo confundido hasta que vio esa sonrisa tímida y soltó una risa antes de suspirar.
— ¿Por qué de repente te sientes tan apenado? — preguntó el joven, dejando besos húmedos en el cuello del mayor, quien aún no había volteado su rostro hacia él.
— No me gusta cómo me veo cuando estoy sonrojado. — confesó Yeonjun, acomodando sus mechones de cabello. Soobin sonrió, con sus labios aún sobre el cálido cuerpo del mayor.
— He visto otras partes tuyas del mismo tono. — soltó el joven, atrayendo aún más el cuerpo del peliazul.
— ¡Soobin! — regañó el mayor, empujándolo suavemente antes de cubrir su rostro con ambas manos y negar con la cabeza.
Soobin soltó una carcajada antes de acercarse y tratar de quitar las manos de Yeonjun.
— ¡No! — chilló el mayor — Ahora me da más vergüenza.
— Cariño, tú también me has visto desnudo, no tienes por qué avergonzarte. — Soobin dijo, besando las manos de Yeonjun que cubrían su cara — Me encanta cada parte de tu cuerpo, Yeonjun, y es un problema que lo sepas. — confesó con seriedad en sus palabras, mientras sus besos bajaban por los brazos de Yeonjun y luego subían hacia sus hombros, para finalmente regresar a su cuello. Poco a poco, Yeonjun fue cediendo.
— No sabes cuánto deseaba estar a solas contigo. — confesó Yeonjun, quitando lentamente sus manos de su rostro — Te extrañé, tu amigo es un fastidio. Pero déjame ir ahora, tengo que ir a la casa de un alumno, bañarme, luego ir con la señora Wang y después con el niño.
— Ajá. "¿Ofreces clases particulares?" — Soobin imitó la voz de su compañero con molestia. Yeonjun soltó una risa.
— Es solo un niño, sabes que no doy tutorías a mayores de doce años. — dijo el mayor, dejando un beso corto y rápido en los labios del más alto.
— Sí, pero ese otro estúpido solo quiere coquetear contigo, no me gusta, no es adecuado para ti. — dijo el joven, y Yeonjun rio — Él no, pero yo sí. — dijo con una sonrisa antes de besar los labios de Yeonjun con suavidad, lentitud y disfrutando de la sensación de los labios del mayor.
Yeonjun se dejó llevar por ese beso, como si fuera un lago de agua cristalina y él un pez de coral, sumergiéndose en lo profundo, sintiendo cómo todas sus preocupaciones flotaban fuera del agua mientras él caía y caía. Un pensamiento repentino se cruzó en su mente: ¿Soobin era lo que necesitaba? ¿Alguien como él? Aunque no fuera ético.
Entonces Soobin lo soltó y Yeonjun se quedó esperando más, pero en cambio, el menor solo lo abrazó, volviendo a la timidez mientras jugaba con el borde de la camisa de Soobin.
— ¿Apenado de nuevo? — preguntó Soobin entre risas.
— Ujum. — Yeonjun murmuró sin subir la mirada.
— Cariño, ¿te gustaría quedarte en mi casa esta noche? — preguntó Soobin levantando el rostro de Yeonjun con su dedo pulgar e índice, sujetando su barbilla. Yeonjun frunció los labios y pensó por un momento.
— No estoy seguro, te avisaré más tarde, ¿de acuerdo? — respondió antes de bajarse de la mesa — Nos vemos más tarde, Binnie.
Después de unos segundos, Kai y Taehyun se unieron a ellos en la biblioteca.
— Oye, ¿qué están haciendo? — preguntó Soobin apoyándose en la mesa como si no estuviera escuchando la conversación anterior.
— Choi tiene un brillo labial rojo, se nota que se estaban besando. — dijo Hueningkai riendo, y Soobin rápidamente sacó su teléfono para revisar y confirmar. Era cierto, así que se limpió los labios.
Kai se acercó a Soobin y lo rodeó con su brazo.
— Wow, mi amigo finalmente lo logró, ¿no estás orgulloso, Taehyun? — dijo Kai, y Taehyun solo levantó las cejas.
— ¿Sabes que Soobin lo quiere como pareja, verdad? — preguntó Taehyun, y Kai frunció el ceño.
— Pensé que eso era algo que todos sabíamos. — dijo obviamente — Que solo quieras tener relaciones sexuales no significa que todos sean iguales.
— Cállate, virgen. — soltó Taehyun — No entiendes que Yeonjun solo está tratando de aprovecharse de él.
— Primero, si yo fuera Soobin, no me importaría que Yeonjun me usara. — dijo Kai, y Soobin golpeó la nuca de Kai con un "Hey" como advertencia. Kai rió — Y segundo, perdón, pero mi amigo aquí no tiene ni un centavo, tú sí, eres el millonario de los dos porque a Soobin sus padres no lo quieren y no le dan dinero.
— ¿Amigo o enemigo? — preguntó Soobin de repente.
— Yeonjun es inteligente, si realmente estuviera buscando dinero, iría por ti o por Jackson. Y que yo sepa, estuvo con él pero ya no, lo que significa que hay algo más importante que el dinero para él. Deja de angustiarte, necesitas tener relaciones sexuales, amigo.
Taehyun finalmente se rindió, y Kai, como el alma de la fiesta, evitó que el ambiente se volviera incómodo entre los tres.
•bd•
Después de ver a Soobin, la rutina de Yeonjun volvió a ser como siempre, trabajo y más trabajo. Ahora estaba haciendo una tarea de la universidad después de limpiar toda la biblioteca de la señora Hwang.
— ¿Y Soobin? — preguntó la señora, como de costumbre, con una sonrisa en los labios. Yeonjun sonrió de la misma manera.
— Está estudiando. — dijo el mayor, y la mujer asintió antes de subir las escaleras. Yeonjun se quedó pensando en el pelinegro después de que la señora Hwang lo mencionara, después de haber estado tratando de concentrarse durante dos horas en sus deberes.
De repente, sonó su teléfono y, como si fuera mentira, Soobin le estaba haciendo una videollamada. Soltó una pequeña risita y contestó.
— Hola, cariño, ya estoy de regreso en casa y si no encuentro tu linda carita sobresaliendo entre mis mantas después de soportar al amargado de Choi Beomgyu, me voy a enojar. — dijo el menor desde el otro lado de la línea, y Yeonjun rió levemente.
— Ve y haz lo que tengas que hacer, prometo que después de ver a mi mamá iré a dormir contigo. — dijo el mayor sonriendo.
— Bien, te espero con la tanguita que te gusta. — bromeó Soobin, y Yeonjun no pudo evitar reír y de inmediato tapó su boca con la mano para no despertar al señor Hwang.
— Eres un idiota. — susurró negando, y Soobin sonrió al ver y escuchar la sonrisa de Yeonjun.
— Eres realmente encantador cuando te ríes — dijo el niño. — Bueno, adiós — se despidió dándole un beso a la cámara. Yeonjun simplemente le envió un beso al aire antes de colgar.
Las horas pasaron, aproximadamente dos, y ya era hora de cerrar la biblioteca. La señora Hwang agradeció a Yeonjun y él se despidió con una sonrisa. En su camino, su teléfono volvió a sonar y él contestó con una sonrisa en los labios.
— Yeonjun, soy tu tío. Tu madre está en el hospital.
Entre su ensoñación y sumido en lo más profundo del lago, Yeonjun emergió nuevamente, sintiendo la frialdad de la superficie como si quisiera recordarle que no siempre estaría sumergido en la cálida profundidad.
— ¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Qué le sucedió? — comenzó a acelerar sus pasos hacia el auto.
— Tranquilo, no fue algo grave por el momento. Ya podemos llevarla a casa. No se recomienda dejarla en el hospital debido a la cantidad de enfermos en este momento. Ella está bien, pero necesito hablar urgentemente contigo.
— ¿Fuiste en auto? ¿Quieres que vaya a buscarla?
— No, por favor ve a casa y prepara la cama para ella. Está débil por las medicaciones — dijo el hombre desde el otro lado del teléfono.
— Sí, sí, lo haré. Avísame si algo sucede. Adiós.
Yeonjun dejó escapar el aire de sus pulmones antes de comenzar a conducir hacia su hogar para ordenar todo y preparar la cama para su madre. En cuestión de minutos, su tío llegó cargando a su madre y Yeonjun sintió una fea presión en el pecho al verla en ese estado.
— No te preocupes, está un poco dormida. La llevaré a su habitación.
Yeonjun asintió lentamente, jugando nerviosamente con sus manos. Luego, su tío bajó y su expresión no parecía indicar buenas noticias para Yeonjun.
— ¿Qué te dijo el doctor? — preguntó Yeonjun, temiendo la respuesta y al mismo tiempo ansioso por saber.
— Tienen que operarla, al menos en este mes, Yeonjun — dijo, y por la mirada de Yeonjun, el hombre dedujo que el joven era consciente de la situación. — Te prometo que ayudaré con el dinero.
— ¿En serio? — preguntó el joven, y su tío asintió con una sonrisa triste. Yeonjun lo abrazó. — Gracias, y gracias también por estar aquí con ella mientras yo trabajaba. No sé qué hubiera hecho sin ti.
— No te preocupes por eso. Debes de estar cansado. Ve a ducharte y descansa — dijo el mayor, soltando a su sobrino, quien bajó la mirada.
— Siento mucho temor de estar solo en este momento — dijo el menor, con una expresión apenada y triste — Es extremadamente difícil para mí enfrentar todo esto. Siento que ya no puedo soportarlo más — confesó con sinceridad.
— No te preocupes, ella va a estar bien. Hasta la muerte le tiene miedo a tu mamá — bromeó el mayor, recordando el carácter fuerte de su madre — Todo va a salir bien, conozco a esa mujer y sé que eres igual de fuerte que ella. Vas a poder superar esto, Yeonjun — dijo antes de dejar un beso en la frente de Yeonjun — Me encantaría quedarme contigo, pero Jessica me necesita en este momento. Ya sabes cómo es, dentro de cuatro años me dirá que nunca la acompañé durante el embarazo, ya olvidó el hecho de que haya roto la lavadora. — rio el mayor, y Yeonjun sonrió sin mostrar sus dientes.
— Ve, estaré bien.
El hombre se despidió, dejando a Yeonjun solo en la sala, preguntándose si realmente era tan fuerte como su madre.
Se duchó, pero aún así no encontró tranquilidad. Luego se puso su pijama y observó su cama. Sin pensarlo dos veces, levantó su colchón y lo arrastró hacia el cuarto de su madre, colocándolo al lado de su cama y dejándose caer en él.
Tomó su celular y se dio cuenta de que no tenía ni un mensaje. Por si acaso, entró al chat con Soobin y escribió: "No podremos dormir juntos hoy, perdóname. Mañana te explicaré, Binnie. Descansa". Envió el mensaje y dejó el celular debajo de su almohada. Se acomodó en una posición cómoda, cerró los ojos y aún con esa desagradable sensación en el pecho, como tantas otras noches, pensó que tarde o temprano ya no estaría con su madre.
El timbre sonó, al principio pensó que era su imaginación, pero a la segunda vez se dio cuenta de que no. Con pereza, se levantó y bajó hasta la puerta principal, abriéndola con la misma pereza.
— Soobin... — murmuró — ¿Qué haces... aquí?
El menor carraspeó la garganta y se acercó a Yeonjun para abrazarlo.
— Tu tío me contó que estabas triste por tu mami, hace como unos veinte minutos. No quería dejarte solo. — explicó Soobin, y Yeonjun alzó las cejas, sorprendido por la precisión de la información.
No tenía ni idea de cómo su tío había logrado obtener el número de Soobin, pero en ese preciso instante, le estuvo eternamente agradecido en silencio. Las lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos, y anhelaba desesperadamente encontrar consuelo en los brazos de Soobin, quien se mostraba dispuesto a brindárselo. En ese momento, Yeonjun comprendió que Soobin era la pieza que faltaba en su vida, el bálsamo para su alma herida.
Las lágrimas comenzaron a fluir sin control por las mejillas de Yeonjun, y aunque Soobin no podía ver su rostro debido al abrazo, podía percibir el sonido de su llanto casi mudo. Sin dudarlo ni un segundo, Soobin condujo a Yeonjun hacia el interior de la casa, arrastrándolo suavemente sin soltarlo en ningún momento, y cerró la puerta con un suave movimiento de su pie.
— Aprecio que hayas venido. — confesó Yeonjun, hundiendo su rostro en el cálido pecho de Soobin, permitiendo que todas sus preocupaciones y angustias emergieran a la superficie. — En serio.
— Está bien — susurró Soobin, y cuando Yeonjun abrió los ojos, se dio cuenta de que Soobin también llevaba puesto su pijama.
— ¿Por qué llevas puesto el pijama? ¿Te interrumpí mientras dormías? — preguntó el mayor, separándose del cuerpo del menor.
— De hecho, vine a dormir contigo. Quería acompañarte — Yeonjun sonrió ligeramente.
Yeonjun no sabía qué era ese apoyo entre parejas, nunca lo había experimentado antes. No sabía que podía ser tan dulce, tan reconfortante.
— Yo... puse mi colchón junto a la cama de mi mamá para dormir. No sé si te molesta — dijo Yeonjun, sollozando un poco.
— Yo puedo dormir sobre cactus si es contigo, cariño — dijo el menor — ¿Subo las escaleras?
El mayor emitió un suave sonido de asentimiento mientras Soobin lo llevaba con cuidado hacia el cuarto de su madre. Con una delicadeza calculada, Soobin depositó a Yeonjun suavemente sobre el colchón en el suelo y se acostó a su lado. Ambos se acurrucaron entre las cálidas sábanas, abrazando a Yeonjun y envolviéndolo con ternura, sus cuerpos entrelazados de manera juguetonamente inocente.
— ¿Pensabas que te ibas a librar de mí hoy? Muajajaja — bromeó Soobin, adoptando una posición fetal para abrazar a Yeonjun y formar una pequeña bola humana.
Yeonjun rió suavemente, a pesar de todo, se sentía afortunado de tener a Soobin en ese momento, como un faro de luz en medio de la oscuridad.
De repente, Yeonjun rompió el silencio y preguntó — ¿Qué más te dijo mi tío?
— Solo me dijo que estabas triste y que probablemente te sentirías solo. — luego, con curiosidad, agregó —Tu mamá es divertidísima, ¿a pesar de eso, te sientes solo?
Yeonjun reflexionó por un momento antes de responder.
— Ella es una buena compañía, pero no pudo permitirse verme mal por hacer todo esto por ella. Necesitaba otro tipo de apoyo. Necesitaba sentir que no estaba solo, ¿entiendes?
Soobin comprendió perfectamente. Yeonjun anhelaba tener a alguien con quien mostrarse vulnerable, alguien que lo protegiera y le brindara consuelo.
— Ya no estarás solo, Yeonnie, lo juro — susurró Soobin mientras abrazaba al mayor por detrás y hundía su rostro en su cuello. Yeonjun sonrió y se volteó hacia Soobin, sus ojos brillando con una mezcla de ansiedad y emoción.
— Gracias, Binnie — agradeció el mayor una vez más, mientras acariciaba suavemente el rostro del menor.
En ese momento, Soobin aprovechó la oportunidad para depositar un beso corto y lento en los labios de Yeonjun. Fue un beso dulce, un beso que transmitió paz y apoyo, un beso que dejó claro que Soobin no era como cualquier otro chico. Yeonjun desvió la mirada después de unos segundos, sintiéndose abrumado por la intensidad del momento. Soobin rió con ternura, mostrando su lado tierno y reconfortante para Yeonjun.
— ¿Por qué estás apenado ahora? — preguntó Soobin, curioso por la reacción de Yeonjun.
— Yo... creo que me he enamorado en serio de ti. — confesó Yeonjun.
ya saben, al menos 3000 capítulos cada cap oa (spoiler agregué casi 3mil palabras más, 5989 palabras en total)
no sé q decir, tengo mucho para este fic, disfruten esta bonita e ilegal historia, no me funen.
avisen errores
cap concluido el domingo 5 de febrero del 2024 a las 01:06am
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