—Nada relevante —se deja caer hacia atrás, recostándose por completo en el sofá, dejando ver cómo sus cabellos blancos se esparcen alrededor de su cabeza, y esos dos aretes tan interesantes a mi parecer descansar sobre los suaves cojines rojos.

—¿Cómo has estado? —casi es un susurro lo que sale de tus labios, seriamente mientras le observas, sentándote junto a mí, abrazando mi cintura con suavidad, Izana volviendo a hablar, observando hacia el techo con una expresión neutra y desinteresada.

—Aburrido, no hay nada que hacer o algo interesante desde que Kaku se fue —suspira, y yo solo siento curiosidad al escuchar un nombre que no conozco.

—Entiendo...—te quedas en silencio, entonces Emma entrando al lugar con algunas galletas y café.

—¿Y eso ustedes dos calmados en una sola habitación? —pregunta divertida colocando todo sobre la mesita en el centro de los muebles, yo río levemente encontrando sus ojos miel.

—¿Por qué se llevan tan mal?

—No creo poder describir a alguien tan... es que no se puede —Izana suspira frustrado, y no puedo evitar soltar una carcajada en susurro, viendo cómo pones los ojos en blanco al escucharle.

—Imbécil.

—Eres.

—¡Lo voy a matar! —tratas de levantarte pero logro detenerte entre mis brazos, luego dejando un beso en tu mejilla y acariciando tu cabello.

—Ya, ya, está bien —con eso comienzas calmarte, aún así ambos viéndose intensamente, etrecerrando sus ojos y frunciendo el ceño hacia el contrario.

Ahora me encuentro sentado en el portal de la casa, el atardecer hace ver el cielo de un tono naranja, siempre he sido ese tipo de persona que ama observar todas las facetas del cielo, por lo que mi vista está perdida en él desde hace ya varios minutos.

—¿Qué de interesante le ves? —volteo hacia Izana, este cierra la puerta de la casa detrás de él, hablándome con una sonrisa burlona.

—La verdad no lo sé, me relaja —sonrío, luego volviendo mi vista hacia el cielo cada vez más oscuro, sintiendo su mirada sobre mí.

—¿Quieres acompañarme? —dice de pronto, le observo otra vez, encontrando sus ojos lila mirando desinteresadamente hacia otro lado que no sea mi rostro.

—¿A dónde? —la curiosidad inunda mi tono, inclinando un poco la cabeza a la izquierda.

—No lo sé, daré una vuelta, hace tiempo no venía por aquí —se encoge de hombros, y la verdad no le veo el problema.

—Está bien —me levanto viéndole sonreír levemente—. Le diré a Mikey que saldré —intento caminar hacia la puerta, sin embargo, el chico me detiene con su mano sosteniendo mi muñeca.

—¿Le vas a pedir permiso?, ¿acaso Mikey es tu mamá? —sonríe burlonamente otra vez, y siento mis mejillas arder ante sus palabras.

—N-no, solo... para que no se preocupe.

—Vamos, olvídate de ese idiota —me hace caminar junto a él bajando los escalones, luego soltándome mientras le sigo el paso, observo unos segundos hacia atrás.

No creo que sea buena idea no decirle...

Mucho menos si es con el hermano que "odia".