━━ ❝Una flor no se compara con tu belleza,
pero no te puedo entregar las estrellas. ❞

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¡Maldito hilo
rojo del destino,
ojalá desaparezcas cupido!

Desde que Chuuya tiene uso de razón, ese hilo rojo siempre había estado ahí, ondeando y brillando con fuerza, implorando a los cielos, un llamado para otro corazón. Algo que le habían dicho que todos poseían; eso inevitablemente lo llevaría al lado de su alma gemela, aquella que se le había entregado al nacer, su destinado y el amor de su vida.

(Si fuera honesto, la idea le parecía absurda, totalmente ridícula)

Incluso con lo que le habían dicho, se encontró ignorándolo toda su vida. ¿Por qué importaría un simple hilo rojo de dudosa procedencia? Sus obligaciones para con quienes lo rodeaban significaban más que cualquier otra cosa, no tenía tiempo para distraerse con estúpideces. Desde las Ovejas que le habían dado la espalda (Gracias a ese maldito bastardo de Dazai) hasta sus actuales lealtades a la Port Mafia, tenía un deber, una obligación que cumplir con ellos, no podía darse el lujo de ir revoloteando por ahí buscando a una persona que jamás había conocido.

Sin embargo y para el colmo, aquellas lealtades lo habían llevado en ir de ayuda para esos ineptos de la Agencia, que se habían involucrado con individuos tan molestos como los malditos perros del gobierno. Individuos de los que sólo había oído hablar, por supuesto, aunque, no negaba la curiosidad que lo invadía en lo mas profundo.

Pero, incluso en medio del combate, las balas volando desde su posición actual gracias a su habilidad, rodeandolos con una lluvia tormentosa y letal, ojos zafiros no pudieron evitar notar un detalle particular. Algo que había logrado bloquear durante años, afirmando que no le importaba.

Sintió un tirón en su meñique, este brillaba, ondeaba con fuerza, apretó los labios antes de seguir con la mirada hasta el final, y por primera vez en sus 22 años vió el otro extremo de su hilo.

Ese maldito hilo rojo finalmente llegó a su final, justo ante sus ojos aperlados; conectándose a sí mismo y a uno de los individuos que debía enfrentar en este momento actual. (Bueno, eso fue ciertamente inesperado, nunca se imaginó que sería un perro de caza.) ... No era como si hubiera algo que pudiera hacer al respecto en ese momento, por supuesto. Las órdenes del jefe eran sólo eso, órdenes. No tenía sentido fracasar por algo que, en primer lugar, no le importaba mucho.

Dejó atrás a la mirada carmesí, fingiendo una total indiferencia en sus ojos, convenciéndose de que no valía la pena arriesgar tanto por un simple hilo del destino que podía cometer errores.

(Y aun así, incluso con ese pensamiento, no pudo negar el ligero tirón en su corazón y en el dolor en su meñique, queriendo soñar solo un poco en que, aquel ridículo hilo no era tan malo después de todo.)

🎀..

El destino
también comete 
errores, ¿verdad?

━━Idea no totalmente mía! Créditos a la autora original que usé de inspiración (@10dreamt)