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017.
























❛ 017. Tres millones ❜









                     ‼️voten y comenten‼️















Habían sido los primeros héroes en regresar vivos a la colina Mestiza desde Luke, así que todo el mundo los trataba como si hubieran ganado algún reality show. Olympe se sentía en las nubes, por fin después de tantos años deseándolo ahora su cabaña tenía la gloria de que una de sus integrantes haya vuelto de una misión exitosa.

Y que misión.

Según la tradición del campamento, se ciñeron coronas de laurel en el gran festival organizado en su honor, y después dirigieron una procesión hasta la hoguera, donde debían quemar los sudarios que sus cabañas habían confeccionado en su ausencia.

La mortaja de Annabeth era tan bonita —seda gris con lechuzas de plata bordadas—, que Percy le comentó que era una pena no enterrarla con ella. Le dio un puñetazo y le dijo que cerrara el pico.

La de Olympe era sin dudas la más bonita—seda rosa perlado con una paloma blanca en el medio hecha de brillantina y por toda la mortaja se leía levemente héroïne—, Percy le comentó que era una pena no quemarlas a ambas juntas. Se ganó un pisotón.

Como era hijo de Poseidón, no había nadie en su cabaña, así que la de Ares se había ofrecido voluntaria para hacer la él. A una sábana vieja le habían pintado una cenefa con caras sonrientes con los ojos en cruz, y la palabra PRINGADO bien grande en medio. Moló quemarla.

Mientras la cabaña de Apolo dirigía el coro y les pasaban sándwiches de galleta, malvaviscos y chocolate, Percy se sentó rodeado de sus antiguos compañeros de la cabaña de Hermes, los amigos de Annabeth de la cabaña de Atenea, la cabaña de Olympe y los colegas sátiros de Grover, que estaban admirando la recién expedida licencia de buscador que le había concedido el Consejo de los Sabios Ungulados. El consejo había definido la actuación de Grover en la misión como: « Valiente hasta la indigestión. Nada que hayamos visto hasta ahora le llega a la base de las pezuñas» .

—Sí, sí, vale, así que el mocoso no ha acabado matándose, y ahora se lo tendrá aún más creído. Bien, pues hurra. Más anuncios: este sábado no habrá regatas de canoas...

Olympe regresó a la cabaña 10, sintiéndose absolutamente bien. Sus hermanos la recibieron con fuertes abrazos y aplausos mientras la halagaban, estaba tan contenta que ni siquiera llegó a sentirse agobiada por los abrazos.

Lo que hizo que su alegría descendiera notablemente fue recibir una carta de su abuela, no de su padre, de su abuela. En la carta decía lo confundidos que estaban con todo lo que decían en las noticias, cosas que claramente no creían.

«...se que ya no es lo mismo, y que ya pasaron muchos años, pero tú sabes que siempre tendrás un lugar en casa. Sabes que tu lugar es aquí con nosotros, piénsalo, volver a casa a vernos y reunir a la familia, se que aunque no lo parezca tu padre quiere verte, todos queremos verte. Por favor, Olympe, piénsalo. »

Doblo la carta con cuidado y la dejo en su mesita de noche, al lado de la foto enmarcada que tenía con Luke. Todas las noches antes de dormirse, volvía a leerla e intentaba decidir cómo responderle.

El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9. Dado que eran los hijos de Hefesto, no se conformarían con unas cutres explosioncitas rojas, blancas y azules.

Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes tamaño misil. Olympe ya había visto ese espectáculo muchas veces, pero seguía sorprendiéndose con los espartanos que aparecían al final.

Mientras Olympe, Annabeth y Percy extendían la manta de picnic, apareció Grover para despedirse. Olympe frunció los labios al saber lo que se venía, no quería pero tenía que despedirse de su amigo cabra.

—Me voy —dijo—. Sólo he venido para decir... Bueno, ya saben.

Intento alegrarse por él. Al fin y al cabo, no todos los días un sátiro era autorizado a partir en busca del gran dios Pan. Pero costaba decir adiós. Olympe conocía a Grover desde hacia años, gracias a él supieron del campamento. Annabeth le dio un abrazo y le recordó que no se quitara los pies falsos. Olympe le dio un beso en la mejilla y un abrazo—que no duró mucho por la tos falsa de Percy— que lo hizo enrojecer. Y él le preguntó dónde buscaría primero.

—Es... ya sabes, un secreto —le contestó—. Ojalá pudieran venir conmigo, chicos, pero los humanos y Pan...

—Lo entendemos —le aseguró Annabeth—. ¿Llevas suficientes latas para el camino?

—Sí.

—¿Y te acuerdas de las melodías para la flauta?

—Jo, Annabeth —protestó—. Pareces tan controladora como mamá cabra.

—Escuchen.—llamó la atención Percy a sus amigos, antes de que Grover se fuera— Hagamos un pacto. Ahora.

—¿Un... pacto?

—Si. Pase lo que pase, nos reencontraremos aquí el año que viene, los cuatro. ¿Trató?

Olympe, Annabeth y Grover compartieron una mirada antes de centrar su atención en Percy y decir los tres juntos:

—Trato.

Grover agarró su cayado y se colgó una mochila del hombro. Tenía el aspecto de cualquier autoestopista de los que se ven por las carreteras.

—Bueno —dijo—, deséenme suerte.

Abrazó otra vez a las chicas. Le dio una palmada a Percy en el hombro y se alejó entre las dunas.

Los fuegos artificiales surgieron entre explosiones en el cielo: Hércules matando al león de Nemea, Artemisa tras el jabalí, George Washington (que, por cierto, era hijo de Atenea) cruzando el río Delaware.

—¡Eh, Grover! —Se volvió en la linde del bosque—. Dondequiera que vayas, espero que hagan buenas enchiladas.

Él sonrió y al punto desapareció entre los árboles.

—Volveremos a verlo —dijo Annabeth.

Olympe sabia que Grover sería el primer buscador en volver, era Grover, el mejor sátiro. Sí, tenía que volver.

Transcurrió julio.

Olympe pasó los días junto a Annabeth y Percy creando estrategias para el captura la bandera así mantenían las garras de la cabaña de Área fuera de su bandera. Hasta casi tira a Percy a la lava del rocódromo. Fue divertido ver su cara de susto.

De vez en cuando miraba la carta en su mesa de noche, pensado que hacer.

Sabia que Annabeth estaba pensando en volver a darle una oportunidad a su padre pero ¿y Luke? No lo dejaría aquí solo, además ¿y si llegaba a su casa y todos se daban cuenta que estaba todo mejor y más tranquilo estando ella en el campamento?

Le pediría a Luke que fuera con ella, todo sería mejor y no tendrían que separarse, nunca desde que se conocieron se separaron. Eso haría, si es que decidía volver lo haría con Luke, de igual forma él nunca podía decirle que no a Olympe.

La última noche del curso estival llegó demasiado rápido.

Los campistas cenaron juntos por última vez. Quemaron parte de su cena para los dioses. Junto a la hoguera, los consejeros mayores concedían las cuentas de « fin de verano» .

Cuando Olympe recibió su cuenta de ese verano, no pudo evitar darle una mirada divertida a Percy, suponiendo lo rojo que estaría. Era completamente negra, con un tridente verde mar brillando en el centro.

—La elección fue unánime —anunció Luke—. Esta cuenta conmemora al primer hijo del dios del mar en este campamento, ¡y la misión que llevó a cabo hasta la parte más oscura del inframundo para evitar una guerra!

El campamento entero se puso en pie y vitoreó. Incluso la cabaña de Ares se vio obligada a levantarse. La cabaña de Atenea empujó a Annabeth hacia delante para que compartiese el aplauso.
La cabaña de Afrodita de la misma manera empujó a Olympe hacia enfrente, estando Percy en medio de ellas.

—Espero que ahora no se te suba aún más el ego, aliento de pez.—le dijo Olympe a Percy al oído.

Percy enrojeció por haber tenido a Olympe tan cerca de él, agradeció que las llamas de la hoguera pudieran ocultar su gran sonrojo. Olympe vio las miradas que les dieron sus hermanos y deseó darse un golpe por lo que hizo, pero lo que si la sorprendió fue lo que hizo Percy a continuación.

Puso un brazo al rededor de los hombros de Olympe y la atrajo hacia él a la vez que le decía de manera disimulada;

—Creo que a la que se le subirá el ego será a ti, Oly.—Olympe le dio un pellizco en la espalda mientras fruncía el ceño y luego se cruzó de brazos.

A todo esto Percy nunca se dio cuenta de la mala mirada que le estaba dando Luke al ver como abrazaba a Olympe.

                                      •[💌]•

A la mañana siguiente Olympe se encontró con la carta de fin de curso. Era sabido que esas cartas las escribía el señor D porque se empeñaba en escribir mal sus nombres:

Apreciada Olive Belmonte:

Si tienes intención de quedarte en el Campamento Mestizo todo el año, debes notificarlo a la Casa Grande antes de mediodía de hoy. Si no anuncias tus intenciones, asumiremos que has dejado libre la cabaña o has muerto víctima de un final horrible. Las arpías de la limpieza empezarán a trabajar al atardecer. Tienen permiso para comerse a cualquier campista no autorizado. Todos los artículos personales que olvidéis serán incinerados en el foso de lava.

¡Que tengas un buen día!

Director del Campamento N.° 12 del Consejo Olímpico

Olympe ya había tomado su decisión ¿Sería difícil? por supuesto que si, pero ahora mismo se lo diría a Luke y él no le diría que no.

Y como si lo hubiera invocado escucho como tocaban la puerta de su cabaña y ahí estaba él, radiante con una sonrisa.

—¿Por que tienes esa cara, Mel?

—Porque tengo que verte la cara.—Luke soltó una risita mientras se acercaba a Olympe y se arrodillaba ante ella, quien estaba sentada en su cama.

—Hay algo de lo que quiero que hablemos.

—Yo también quiero que hablemos de algo.

—¿Quieres empezar?

—Si, te conté que tuve que hablar con mi abuela y te conté de la carta, creo que podría aceptar pero no quiero que ir sola quiero que tú vengas conmigo. A ellos les encantaría conocerte y podríamos viajar juntos como nos gustaría y tener nuestras propias habitaciones, ir al cine juntos. Básicamente tener una vida junto más allá del campamento.

Luke le acaricio el cabello a Olympe mientras la miraba, pensando profundamente lo que diría a continuación.

—Me iré, Meli—Olympe lo miro totalmente impactada y sintió como se le cortó la respiración «¿Que? ¿A donde?» preguntó ella y cuando Luke escuchó el tono dolido en el que lo dijo sintió como se le partía el corazón—. Tengo que hacer unas cosas pero no lo hago porque te quiera abandonar nunca lo haría, y créeme me encantaría irme contigo y tener nuestra vida de ensueño, pero estos asuntos que tengo son realmente tan urgentes y necesarios que no los puedo aplazar porque si pudiera hacerlo lo haría y me iría contigo hasta el fin del mundo. Pero no puedo pedirte que vengas conmigo, jamás te pondría en esa posición y lo mejor es que vayas a un lugar seguro. Espero que me entiendas, te ruego que me entiendas, Meli, por favor.

Olympe se quedó en silencio, analizando todo, pero era difícil si tenías la garganta cerrada, los ojos llorosos y lo único que pensabas es en que querías que el causante de su estado la abrazara y le dijera que todo era una broma, que no la abandonaría.

—¿Me prometes que no me estás abandonando para... para hacer tu vida sin mi?

—Nunca pienses eso, Mel. Yo nunca te abandonaría por decisión propia y mucho menos para hacer una vida sin ti. Por favor ¿Quien podría dejarte, cariño?

Pero, ¿quien podría quedarse?

Olympe no aguanto más y se lanzó a los brazos de Luke, rompiendo en llanto. Luke no pudo soportarlo, Olympe siempre sería su debilidad, y soltó las lágrimas que estaba reteniendo.

—Te lo juro por el estigio que nunca te abandonare, siempre estarás en mi vida aunque no estemos en el mismo lugar—se escucho un trueno y Luke dijo en un leve murmullo que Olympe nunca escucho—. O en el mismo bando.

—¿Me visitarás?—pregunto Olympe una vez su llanto se calmó.

—Siempre que pueda. Y toma—Luke se sacó uno de sus anillos del dedo anular y lo puso en el pulgar de Olympe, aunque le quedaba algo suelto—, así tendrás algo de mi.

—El problema es que no logro recordar si lo robaste o no.

Luke soltó una risita antes de ponerse serio.

—Escucha, Olympe—ella lo miro atenta, Luke nunca la llamaba así—. Va a llegar un momento donde vas a tener que escoger entre dos opciones, va a ser muy difícil, pero no quiero que te sientas presionada cuando llegue ese momento. Siempre voy a respetar tu decisión aunque no me agrade. Y cuando llegue el momento haz lo que tú creas correcto, no lo que otros te digan, ni siquiera yo ¿Entendiste?

—Luke ¿A que te refieres?

—¿Entendiste? Olympe necesito que me lo digas.

—Si, lo entiendo.

—Bien ¿Tu sabes que te amo tres millones?

—Si y yo también te amo tres millones.

Olympe se lanzó a los brazos de Luke, si ya no lo vería durante un tiempo quería disfrutarlo.

Cuando Olympe estaba con Luke se sentía todo diferente, era difícil de explicarlo, pero se sentía relajada, como si no fuera una semidiosa, simplemente una niña compartiendo tiempo con la persona que más admiraba y amaba en el mundo, su hermano. Luke tenía ese efecto en ella, era como un tranquilizante. Para muchos les era difícil entender como se llevaban tan bien, como se amaban tanto, pero era porque no podían verlo. Luke había estado siempre para Olympe, desde que se conocieron hasta este mismo momento y siempre sería así, al menos así lo veía Olympe.

De parte de Luke no era diferente el pensamiento, su ancla en el mundo, lo que lo mantenía cuerdo era Olympe, siempre sería ella. Y si hacia lo que hacía, lo hacía por ella, porque quería un mundo mejor en donde Olympe creciera, sin tener que arriesgar su vida por dioses desagradecidos.

Oh, Luke. Si tan solo no hubieras usado esos métodos.

—Melissandre.—llamó Luke sintiendo otra vez un nudo en su garganta— Quiero que sepas que todo lo que yo haga, lo hago por ti, porque quiero un mundo mejor para ti y porque te amo, muchísimo, daría todo por ti y espero lo sepas. Te pido, te lo ruego que nunca me odies.

—Luke... yo nunca te odiaría ni aunque quisiera.

—Promételo, por favor.

—Te lo prometo.

Se quedaron un momento así, brazos del otro. Para uno de ellos era una despedida y un perdón. Para el otro era una promesa de volver a verse.

—Bien, iré a entrenar por última vez—dijo Luke una vez se separaron, mientras limpiaba los restos de lágrimas de la cara de Olympe—. Haz tus maletas.

—Esta bien, adiós, te amo.

—Adiós, Meli. Tres millones.

—Tres millones.

Una vez que lo vio desaparecer por la puerta de su cabaña, se quedó sentada, sin poder asimilar del todo que ahora volvería a su antigua casa y aún peor, volvería sin Luke.

Empezó a hacer sus maletas, le quedaba mucho por hacer.  

•[💌]•

Cuando a Olympe le avisaron que Percy estaba en la enfermería dejó de ordenar su cama y salió corriendo a verlo. Sintió que se mareaba cuando lo vio ahí en la camilla, con toda la pinta de un muerto. A los minutos de su llegada, Annabeth también había llegado a verlo.

Se miraron preocupados.

Olympe se estaba encargando de pasarle un palo húmedo por la frente mientras Annie sostenía el vaso de néctar que Percy bebía.

Abrió los ojos.

—Aquí estamos otra vez —dijo el muy maldito cuando se despertó.

—Cretino —dijo Annabeth, lo que le indicó lo contenta que estaba de verlo consciente—. Estabas verde y volviéndote gris cuando te encontramos. De no ser por los cuidados de Quirón...

—Bueno, bueno —intervino la voz de Quirón—. La constitución de Percy tiene parte del mérito.

Percy miró hacia Olympe, quien no había dicho ni una palabra. Lo miraba como si estuviera regañándolo por casi morirse, tanto así que Percy sintió la necesidad de disculparse, pero cuando vio como se forma una pequeña sonrisa en Olympe, sintió que podía relajarse de nuevo.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Olympe.

—Como si me hubieran congelado las entrañas y después las hubieran calentado en el microondas.

—Bien, teniendo en cuenta que eso era veneno de escorpión del abismo. Ahora tienes que contarme, si puedes, qué ocurrió exactamente.

Entre sorbos de néctar, les contó la historia.
Cuando finalizo, hubo un largo silencio.

Olympe sentía que le zumbaban los oídos.

Eso no podía ser cierto. Luke jamás haría eso, Luke era un buen chico. Si, robaba, pero cuando era necesario, además lo tenía en la sangre. Estaba completamente negada a creerle a Percy, ella conocía más que nadie a Luke y sabia que él no era capaz de eso.

—No puedo creer que Luke... —A Annabeth le falló la voz. Su expresión se tornó de tristeza y enfado—. Sí, sí puedo creerlo. Que los dioses lo maldigan... Nunca fue el mismo tras su misión.

—¡Annabeth!

—Hay que avisar al Olimpo —murmuró Quirón—. Iré inmediatamente.

—Luke aún está ahí fuera. Tengo que ir tras él.

Quirón meneó la cabeza.

—No, Percy. Los dioses...

—No harán nada —espetó—. ¡Zeus ha dicho que el asunto estaba cerrado!

—Percy, sé que esto es duro, pero ahora no puedes correr en busca de venganza. Primero tienes que reponerte, y después someterte a un duro
entrenamiento.

—Quirón, tu profecía del Oráculo era sobre Cronos, ¿no? ¿Aparecía yo en ella? ¿Y Annabeth? ¿Olympe también?

Quirón se revolvió con inquietud.

—Percy, no me corresponde...

—Te han ordenado que no me lo cuentes, ¿verdad?

Sus ojos eran comprensivos pero tristes.

—Serás un gran héroe, niño. Haré todo lo que pueda para prepararte. Pero si tengo razón sobre el camino que se abre ante ti... —Un súbito trueno retumbó haciendo vibrar las ventanas—. ¡Bien! —exclamó Quirón—. ¡Vale! —Exhaló un suspiro de frustración y añadió—: Los dioses tienen sus motivos, Percy. Saber demasiado del futuro de uno mismo nunca es bueno.

—Pero no podemos quedarnos aquí sentados sin hacer nada.

—No vamos a quedarnos sentados —prometió Quirón—. Pero debes tener cuidado. Cronos quiere que te deshilaches, que tu vida se trunque, que tus pensamientos se nublen de miedo e ira. No lo complazcas, no le des lo que desea. Entrena con paciencia. Llegará tu momento.

—Suponiendo que viva tanto tiempo.

Quirón le puso una mano en el tobillo.

—Debes confiar en mí, Percy. Pero primero tienes que decidir tu camino para el próximo año. Yo no puedo indicarte la elección correcta... —le dio la impresión de que tenía una opinión bastante formada, pero que prefería no aconsejarlo—. Tienes que decidir si te quedas en el Campamento Mestizo todo el año, o regresas al mundo mortal para hacer séptimo curso y luego volver como campista de verano. Piensa en ello. Cuando regrese del Olimpo, debes comunicarme tu decisión.

—Regresaré en cuanto pueda —prometió—. Argos te vigilará. —Miró a Annabeth y a Olympe—. Oh, y queridas... cuando estén listas, ya están aquí.

—¿Quiénes están aquí?

Nadie respondió.

Quirón salió de la habitación. Oyeron su silla de ruedas alejarse por el pasillo y después bajar cuidadosamente los escalones.

Annabeth estudió el hielo en la bebida, mientras que Olympe miraba por la ventana en completo silencio.

—¿Qué pasa? —les preguntó Percy.

—Nada. —Dejó el vaso encima de la mesa—. Hemos seguido tu consejo sobre algo. Tú... ¿necesitas algo?

—Sí, ayúdenme a incorporarme. Quiero salir fuera.

—Percy, no es buena idea.

—Perseo, escucha a Annie.

Saco las piernas de la cama. Ambas lo sujetaron antes de que se derrumbara al suelo.

—Te lo he dicho —refunfuñó Annabeth.

—Estoy bien.

—Si, se nota.

Con mucho esfuerzo habían conseguido llegar a la balaustrada. Olympe por un momento llegó a pensar que Percy las vomitaría por su cara perlada en sudor.

—¿Qué vas a hacer? —le preguntó Annabeth.

—No lo sé.

—Tengo la impresión de que Quirón quiere que me quede todo el año para seguir con mi entrenamiento personalizado, pero no estoy seguro. En cualquier caso, me siento mal por dejarlas solas, con la única compañía de Clarisse...

Annabeth apretó los labios y luego susurró:

—Me marcho a casa a pasar el año, Percy.

—Yo igual.—dijo Olympe en un murmullo.

—¿Quieren decir con sus padres? —preguntó, mirándo Olympe a los ojos.

Señaló la cima de la colina Mestiza. Junto al pino de Thalia, justo al borde de los límites mágicos del campamento, se recortaba la silueta de una familia: dos niños pequeños, una mujer y un hombre alto de pelo rubio. Parecían estar esperando. El hombre sostenía una mochila que se parecía a la que Annabeth había sacado del Waterland de Denver.

Junto al otro lado del pino de Thalia, había la silueta de un hombre fortachón, no se le distinguía la cara pero se notaba que en mano llevaba dos bolsos llenos.

—Le escribí una carta cuando volvimos —le contó Annabeth—, como tú habías dicho. Le dije que lo sentía. Que volvería a casa durante el año si aún me quería. Me contestó enseguida. Así que hemos decidido darnos otra oportunidad.

—Eso habrá requerido valor.

Apretó los labios.

—¿Verdad que no vas a intentar ninguna tontería durante el año académico? O al menos no sin antes enviarme un mensaje iris.

—No voy a buscarme problemas. Normalmente no hace falta.

—Cuando vuelva el próximo verano —les dijo—, iremos tras Luke. Pediremos una misión, pero, si no nos la conceden, nos escaparemos y lo haremos igualmente. ¿De acuerdo?

Olympe cuando escucho eso apretó los labio pero no dijo nada.

—Parece un plan digno de Atenea.

—Un plan digno de Annabeth.

Chocaron los tres las manos.

—Cuídate, sesos de alga —le dijo—. Mantén los ojos abiertos. Tu también cuídate, Olympe.

—Tú también, listilla.

Le dio un fuerte abrazo a Olympe y luego la vieron marcharse colina arriba y unirse a su familia. Abrazó a su padre y miró el valle por última vez. Tocó el pino de Thalia y dejó que la condujeran más allá de la colina, hacia el mundo mortal.

Percy y Olympe se miraron en silencio.

—¿Entonces... vivirás una vida de rockstar?

Olympe soltó lo que pareció ser una mezcla entre un bufido y una risa.

—Percy... me iré a Irlanda.

—Esto... ¿Que?

Percy pensó que tal vez Olympe estaría en Los Ángeles porque viviría con su padre y ahí viven los famosos o como mucho en el país, no en otro continente.

—Mi abuela me escribió, me dijo que querían que vuelva a vivir con ellos en mi antigua casa, en... Irlanda. Pensé en lo que le dijiste a Annabeth y acepte, respondió enseguida diciendo que enviarían a alguien a buscarme.

Señaló con la cabeza al hombre que aún estaba en la colina.

—Debió ser difícil.

—Algo, ellos quieren llevarme a conocer algo llamado Disneyland que suena como Waterland solo que sin la parte de morir.

Vio a Percy soltar una risa y se preocupó.

—¿O me equivoque? ¿Tengo que hacer algo allá?

—Solo... disfruta.

Percy se dio cuenta del incómodo silencio que quedó, parecía que lo que llevaban de progreso lo habían tirado todo a la basura.

—Olympe, ¿Tu me odias?

—¿Que? Claro que no. No me agradas del todo pero no te odio.

Percy sonrió ante eso.

—¿Entonces me crees lo de... Luke?

—¡Oh! Realmente no, digo, conozco a Luke mejor que nadie y se que él no haría eso. Si Luke me contara su versión, lo más probable es que le crea a él.

Percy cerró la boca cuando la abrió para replicar, asintió, lo entendía. Olympe conocía a Luke hace años, la palabra de Luke contra la de Percy era mucho mayor.

Cuando vio a Olympe juguetear con un anillo en su pulgar recordó que nunca le había devuelto el anillo que ella le dio cuando iba a pelear con Ares.

—Cierto, toma.

Olympe simplemente miro la mano extendida de Percy.

—Nah.

—¿Que?

—Tómalo como un sello de tu trato. Cuídalo súper bien y me lo devuelves en el próximo verano.

Percy sonrió.

—Está bien.

—Cuídate, Aliento de Pez. Y no hagas tonterías.

—Cuídate, Cabeza de algodón.

—No me acabas de llamar así.—dijo Olympe con incredulidad.

—Bueno... tu cabello es blanco, entonces...

Olympe lo interrumpió.

—Si, si, ya entendí—lo miro con una ceja alzada—. Enserio eres malísimo, espero que consigas un mejor apodo.

—Créeme no lo haré.

—Adiós, Pers.

—Adiós, Rocky.

Olympe escondió una sonrisa que amenazaba con salir por tan mal apodo «Cabeza de algodón».

Cuando llego al árbol de Thalia apoyo su mano en él. Era, tal vez, hora de un nuevo comienzo. Un comienzo sin Annabeth, sin Thalia y aún más, sin Luke. Aún extrañaba a Thalia, siempre lo hacía en las noches más oscuras de tormentas, pero ella querría lo mejor para Olympe y lo mejor era intentar darle otra oportunidad a su familia paterna.

Pero, ¿Fue lo mejor?

—Esta lista, señorita.

Olympe se puso sus lentes de corazón.

—Si... si, estoy lista.

Una vez en el auto, Olympe empezó a mirar por la ventana mientras jugueteaba con el anillo de Luke, nerviosa por todos estos nuevos cambios, pero a su vez algo emocionada.























wandi's notes

percy jackson series reference 💋💋

oficialmente el ladrón del rayo terminado 🥹🥹
pero aún voy a subir un cap más de la llegada de la loca a irlanda y más cosas que les va a volar el peluquín sisi obvio

aparecí bro ahre bueno la parte sentímental me quedo del asco y peor aun el apodo de percy a oly

así que si ustedes tienen una mejor idea de apodo me lo dicen y yo con gusto ahr💋

en otras síganme en tw ahí peleo con gente


Percy y Olympe en el The Eras Tour 100% real no fake me los encontré ahí pero me dio pena sacarme una foto con ellos


xoxo

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