
Capitulo 6
Daryl avanzaba por el bosque, su ballesta lista, los ojos clavados en cada pista que encontraba en el suelo. Fragmentos de hojas rotas, huellas difusas, marcas en los troncos... todo parecía conducirlo hacia un punto específico. Esta vez estaba seguro. Esta vez lo encontraría.
El rastro lo llevó más allá de donde había ido antes, a través de árboles más densos y un aire más frío. Finalmente, los árboles se abrieron, revelando un acantilado que daba a un profundo valle. El viento soplaba fuerte, levantando su cabello y silbando en sus oídos. Daryl se detuvo al borde, mirando hacia abajo.
No había nada.
Maldito... ¿Otra vez jugando conmigo?
Se quedó allí, inmóvil, sus pensamientos agitados mientras su respiración pesada se mezclaba con el sonido del viento. Sabía que Viktor estaba cerca. Tenía que estarlo. Ese juego, esas pistas... no podían ser casualidad.
De repente, un sonido lo hizo girar la cabeza: el crujir de ramas, seguido de un leve susurro en el aire. Daryl tensó la mandíbula y levantó su ballesta, girándose rápidamente hacia el origen del ruido.
— ¿Quién anda ahí?
El bosque permaneció en silencio por unos segundos interminables, como si contuviera la respiración. Luego, una figura emergió de entre las sombras, con pasos calculados y elegantes. Era Viktor.
Su ropa impecable y su porte altivo contrastaban con el entorno salvaje. Su rostro mantenía una expresión de calma absoluta, pero sus ojos brillaban con esa inquietante intensidad que siempre lo caracterizaba.
— Daryl Dixon... tan persistente como siempre. — dijo Viktor con una sonrisa ligera.
Daryl no dijo nada. Su cuerpo estaba tenso, sus manos firmes en la ballesta, pero sus emociones estaban a punto de desbordarse.
— Por fin das la cara, maldito. — soltó Daryl con rabia.
— No creas que no me halaga. Esa dedicación, esa obsesión por encontrarme. Es... conmovedor, en cierto modo. — respondió Viktor inclinando ligeramente la cabeza.
Daryl dio un paso adelante, apuntando directamente al pecho de Viktor.
— Cierra la boca. No estás aquí para hablar.
— ¿Ah, no? Y, dime, Daryl... ¿qué harás si aprietas ese gatillo? ¿Te sentirás mejor? ¿Te traerá paz? — inquirió Viktor sonriendo con diversión.
El cazador apretó los dientes, su dedo temblando en el gatillo, pero Viktor no se movió. Su calma era desquiciante, como si supiera que Daryl no dispararía... no aún.
— ¿O será que necesitas algo más que mi muerte? Tal vez... me necesitas a mí, Daryl. — dijo Viktor dando un paso hacia el borde del acantilado, sin apartar los ojos de Daryl.
— ¡Cállate!
El eco de su grito se perdió en el valle, pero Viktor no retrocedió. En cambio, levantó una mano, señalando hacia el corazón de Daryl.
— Ese odio que sientes... es fascinante. Quiero verlo crecer. Quiero ver lo que hará de ti. — dijo Viktor en un tono suave, casi susurrante.
Antes de que Daryl pudiera reaccionar, Viktor dio un paso hacia atrás y dejó que el viento lo envolviera, como si estuviera a punto de lanzarse al vacío. Pero en lugar de saltar, retrocedió hacia las sombras del bosque, desapareciendo como si nunca hubiera estado allí.
Daryl se quedó allí, respirando con dificultad, su ballesta aún levantada, pero sin nadie a quien apuntar. Su cuerpo temblaba de rabia, pero también de frustración.
El viento volvió a soplar, llevando consigo la risa suave y lejana de Viktor, un recordatorio de que el juego aún no había terminado.
Daryl corrió tras Viktor, sus pasos pesados resonando en el bosque. Su respiración era frenética, su mirada fija en la figura que avanzaba con calma frente a él, como si quisiera ser seguido. El odio hervía en sus venas; no quería dispararle, no. Quería sentir sus golpes en su rostro, ver la sangre brotar de sus labios, pagarle por todo lo que había hecho.
Finalmente, Viktor se detuvo en un claro, dándose la vuelta con una calma desquiciante. Su rostro tenía esa sonrisa irónica y segura, como si ya supiera cómo terminaría todo.
Daryl no dijo nada, solo se lanzó hacia él con furia, agarrándolo del cuello y empujándolo contra un árbol cercano.
— ¡Esto es por Merle, maldito bastardo!— gruñó Daryl, con los dientes apretados.
Sus manos se cerraron con fuerza alrededor del cuello de Viktor, mientras su otra mano se alzaba, lista para propinarle el primer golpe. Pero Viktor, incluso en esa posición vulnerable, no parecía asustado.
— Adelante, Daryl... Hazlo. ¿No es esto lo que querías? — dijo Viktor con voz ronca pero burlona.
Daryl apretó más, su mirada llena de rabia.
— Mírate. Estás igual que yo. Violento, cruel... Como un animal que no sabe nada más que atacar. — dijo Viktor sonriendo débilmente, mirándolo fijamente.
Daryl titubeó, su ceño fruncido, sus puños todavía tensos pero sin moverse. Las palabras de Viktor habían sembrado una duda, un momento fugaz de vacilación.
— ¿Crees que Merle estaría orgulloso de ti? Siguiéndome como un perro rabioso, perdiendo lo poco que te queda. — dijo Viktor aprovechando su reacción, inclinando ligeramente la cabeza.
El golpe no llegó. Esa breve pausa fue todo lo que Viktor necesitó. Con un movimiento rápido y calculado, sacó un cuchillo escondido bajo su chaqueta y lo hundió en el abdomen de Daryl.
Daryl jadeó, con sorpresa y dolor.
La fuerza en sus manos se desvaneció, y Viktor aprovechó para empujarlo hacia atrás. Daryl cayó de rodillas, una mano instintivamente presionando la herida mientras la sangre comenzaba a empapar su camisa.
Viktor se inclinó hacia él, mirándolo con una mezcla de fascinación y satisfacción.
— Te lo dije, Daryl. Este odio que sientes... es mío. Y mientras lo sientas, nunca vas a poder matarme. — dijo en un tono bajo y casi susurrante.
Daryl trató de levantarse, su mirada aún llena de furia, pero su cuerpo no respondía. Viktor retrocedió, limpiando la hoja del cuchillo con un pañuelo mientras lo miraba desde arriba.
— Nos veremos pronto. Cuando estés listo para entenderlo. — finalizó Viktor con una ligera sonrisa.
Daryl intentó decir algo, pero Viktor ya se había desvanecido entre las sombras del bosque, dejándolo solo con su dolor, su odio, y la insoportable sensación de haber sido vencido una vez más.
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