
Capitulo 2
La orden había sido dada. El aire en la sala estaba tenso, pesado con una carga que solo Viktor Devereux sabía cómo manejar. Aunque en otras circunstancias, podría haber disfrutado del juego, del proceso, incluso de la manipulación mental que tanto dominaba, algo en esta situación lo mantenía en vilo.
El conocimiento de que Daryl Dixon, ese hombre tan lleno de rabia contenida, sería testigo de lo que estaba a punto de hacer, le provocaba una extraña sensación. No era miedo, ni siquiera duda. Era algo más oscuro, más pervertido. Un sentimiento que lo hacía sentir aún más motivado, como si el acto de acabar con Merle se viera, en su mente, como una obra de arte. No por la muerte en sí, sino por la reacción de Daryl.
Con un movimiento rápido, Viktor se acercó a Merle, quien estaba quieto, con los ojos llenos de ira y resistencia. Sin decir palabra alguna, Viktor sacó un cuchillo de su cinturón, su hoja brillando brevemente bajo la luz.
— ¿Sabes? Este no es el final que habías planeado, Merle. Pero no te preocupes... Te lo haré lo más rápido posible.
En un instante, sin previo aviso, Viktor clavó el cuchillo en el pecho de Merle. La carne se rasgó con un sonido sordo, y el hombre cayó, su último aliento escapando en un suspiro profundo y doloroso. Viktor no se detuvo. Empujó el cuchillo aún más adentro, asegurándose de que Merle no tuviera oportunidad de hacer nada, de pensar siquiera. El acto fue brutal, preciso, y sin piedad.
Merle dejó de moverse. La vida abandonó su cuerpo, y el silencio se hizo aún más pesado en la habitación.
Daryl estaba ahí, inmóvil. Su cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse. Los ojos de Viktor se encontraron con los de él, y por un breve segundo, Viktor vio algo que nunca había esperado ver: la vulnerabilidad de Daryl. No era el hombre fuerte que se enfrentaba a lo que fuera para sobrevivir. Era un hermano que había perdido lo único que lo había mantenido en pie.
El shock se apoderó de Daryl primero, su mente incapaz de procesar lo que acababa de presenciar. Luego, la rabia lo invadió como una ola, cruel y cegadora. El llanto comenzó, un sollozo profundo que se transformó en gritos llenos de odio. Cada palabra que salió de su boca estaba impregnada con furia.
— ¡Maldito hijo de puta! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a destrozar, Viktor! — dijo Daryl entre sollozos, gritando con todo su odio.
Viktor no reaccionó de inmediato. Se quedó mirando a Daryl, observando cómo el hombre pasaba de la incredulidad al dolor, y de ahí a un odio visceral que, en cierto modo, lo complacía. No había nada más hermoso para Viktor que ver a un hombre desmoronarse, y Daryl lo estaba haciendo de la forma más pura posible.
— Ah, Daryl... Lo que podría hacer un hombre cuando se le arrebata lo más cercano a su corazón. Qué fascinante. — dijo Viktor en voz baja, con una sonrisa fría.
Pero no hizo nada para detener el gritar de Daryl, ni para suavizar el impacto de su furia. Sabía que este era el comienzo. La primera chispa que provocaría un incendio. Viktor lo observaba, casi disfrutando del dolor ajeno como si fuera una obra de teatro en la que él ya conocía el final, pero que estaba dispuesto a ver hasta el último acto.
El llanto de Daryl retumbaba en el aire, su dolor y su furia saturando el ambiente. La visión de Merle, su hermano, tendido en el suelo con los ojos apagados, fue la última gota que derramó la copa de su control. Gritó, su garganta rasgada por la rabia, y sin pensarlo, se lanzó hacia Viktor con una velocidad salvaje.
— ¡Maldito hijo de puta! ¡Te voy a destrozar! — gritó Daryl entre lágrimas.
Viktor no se movió. En lugar de retroceder, lo observó venir con una calma casi predatoria, como si ya supiera lo que sucedería a continuación. En un solo movimiento, Daryl llegó a su alcance, pero Viktor lo interceptó con una habilidad sorprendente. Con un giro preciso, lo derribó al suelo con facilidad, como si fuera un peso liviano.
Daryl intentó liberarse, pateando y luchando con toda su fuerza, pero Viktor tenía su cuerpo sujeto con una presión implacable. Los gritos de Daryl se mezclaban con su llanto, su cuerpo temblando de la impotencia y la furia. Cada intento de moverse era inútil, Viktor mantenía su agarre con una fuerza asombrosa, algo que solo alguien tan calculador como él podía hacer.
— No, Daryl. No te vas a librar de mí tan fácilmente. Lo que hiciste... es un acto impulsivo. Y eso, querido, no lo puedes mantener. — respondió Viktor en un tono tranquilo, como si lo disfrutara.
Daryl forcejeaba, su cuerpo envuelto en una tormenta de emociones y desesperación. No podía dejar ir la imagen de Merle, ni el sentimiento de que todo lo que quedaba de su familia se había ido de la manera más brutal posible.
— ¡Suéltame! ¡Te voy a matar, Viktor! ¡Maldito...!
Pero las palabras se desvanecían en la nada mientras Viktor lo mantenía atrapado, inmóvil. Las manos de Daryl eran puños cerrados, su cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse, pero nada parecía suficiente. Se sentía como si su alma estuviera siendo desgarrada mientras su hermano yacía muerto en el suelo, y él no podía hacer nada para cambiarlo.
Finalmente, después de unos momentos interminables de lucha inútil, Daryl se detuvo. Su cuerpo comenzó a relajarse, el llanto lo envolvía como una marea. Estaba agotado, vacío. La rabia se transformó en un dolor profundo, un dolor que lo ahogaba por dentro.
— Te voy a odiar... por siempre... por esto.
El odio hacia Viktor era palpable, algo tan visceral que casi podía saborearse. Pero, al mismo tiempo, Daryl sentía cómo la vida se le escapaba, cómo el vacío que dejó Merle lo arrastraba hacia una oscuridad que no sabía si podría soportar.
Viktor, aún con Daryl inmovilizado, observaba en silencio. No había un ápice de arrepentimiento en su mirada, solo una profunda fascinación. Sabía lo que había hecho. Sabía lo que estaba presenciando. Y en su mente, todo esto era parte de un juego que solo él entendía.
— Tu dolor es... fascinante, Daryl. Pero no te preocupes, todo tiene un propósito. Y lo que ves como una pérdida... tal vez sea solo el principio de algo mucho más grande. — dijo Viktor susurrando, con un toque de desdén.
Daryl no respondió, no podía. Estaba allí, inmovilizado en el suelo, dejando que las lágrimas se mezclaran con su odio y su desesperación. Viktor lo había marcado de una manera que no podría olvidar.
Daryl estaba agotado, derrotado no solo físicamente, sino emocionalmente. Después de que Viktor lo inmovilizara y lo dejara llorando en el suelo, su mente comenzó a nublarse por completo. Los gritos, la furia y la impotencia se desvanecieron lentamente, como si un peso invisible lo aplastara, y finalmente sucumbió al sueño inducido por el golpe certero de Viktor.
Cuando Daryl volvió en sí, lo primero que sintió fue un frío punzante recorriéndole el cuerpo. Estaba atado, pero no de una forma que le impidiera moverse completamente; más bien, lo mantenía en una posición incómoda, casi simbólica. La luz tenue de una vela parpadeaba frente a él, iluminando lo que parecía ser una mesa con una manta blanca sobre ella.
El olor en el aire era peculiar, algo metálico y pesado. Daryl, aún medio aturdido, sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Cuando sus ojos se adaptaron a la luz, lo vio.
Sobre la mesa, en todo su horror, había un objeto envuelto en tela, su forma inconfundible.
Un corazón humano.
Daryl intentó levantarse, pero la debilidad de su cuerpo y el dolor de su reciente agotamiento lo frenaron. Desorientado, miró a su alrededor, buscando una salida, pero lo único que vio fue la figura tranquila de Viktor acercándose con una sonrisa en los labios.
— Despierta, Daryl. Estás aquí para ver mi regalo, mi obsequio. Lo he hecho todo pensando en ti, en cómo podrías apreciarlo... como una muestra de devoción, de lo que has despertado en mí. — dijo Viktor con calma, sus ojos fríos y calculadores.
Daryl, al borde del pánico, intentó procesar lo que Viktor decía, pero no lo consiguió hasta que Viktor levantó el corazón, el mismo que antes estaba envuelto en tela, y lo mostró ante él.
— Este es un regalo. Un símbolo. El corazón de Merle. Lo maté, lo destrocé, pero... me tomé el tiempo de preservar lo que quedaba de él. Lo que sentías por él, lo que él representaba para ti. Todo eso, Daryl... lo conservo aquí. — dijo Viktor en tono suave, casi como una declaración filosófica.
Daryl sintió que su estómago se revolvía, una oleada de asco, furia y dolor lo inundaron al ver lo que Viktor había hecho. El corazón, que alguna vez perteneció a su hermano, el hombre que había conocido en su infancia y con quien había compartido cada batalla, estaba ahora ahí, en una macabra exposición.
—¡Eres un maldito monstruo! ¡Te voy a matar! ¡Maldito hijo de puta! — dijo Daryl gruñendo entre dientes, la voz quebrada por el odio y el dolor.
Pero Viktor solo lo observó, su mirada tranquila e indiferente, disfrutando de la reacción de Daryl.
— Verás, Daryl... a veces los lazos que crees inquebrantables deben ser destruidos. Solo entonces se revela el verdadero hombre que eres. Y tu dolor... tu odio... es la respuesta perfecta. Así, lo que yo hago tiene más significado. ¿Ves? La muerte de Merle, su corazón en tus manos... te transforma, te marca. — dijo Viktor con una sonrisa sutil, como si estuviera mostrando algo profundamente importante.
Daryl estaba a punto de estallar. La repulsión hacia lo que veía, hacia lo que Viktor había hecho, lo dominaba. El corazón de Merle... Su hermano, ahora reducido a una pieza macabra en este juego retorcido de Viktor. El odio hacia él solo se intensificaba, alimentado por el dolor de la pérdida y la humillación.
— Te voy a arrancar todo... te voy a destrozar por esto. ¡Maldito! — dijo Daryl con los ojos inyectados en rabia, apretando los dientes.
Viktor lo miraba como si nada de lo que Daryl dijera tuviera el poder de afectarlo. Lo que acababa de hacer, lo que acababa de darle, no era solo una venganza, sino una perversa forma de acercarse a él, de entenderlo a través del dolor.
— Este es solo el comienzo, Daryl. Solo una pequeña muestra de lo que podría ser. Lo que sientes... es exactamente lo que quiero. — dijo Viktor en un susurro, como si fuera una revelación.
Daryl se quedó allí, inmovilizado y lleno de odio, mirando ese corazón, mientras una parte de su alma moría con su hermano. El obsequio de Viktor no solo le recordaba su dolor, sino que lo marcaba de una manera que no podría olvidar, ni perdonar.
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