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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 5

Rhea no sabía que estaba pasando.

A ella, a su ser, a su ambiente, a su naturaleza.

Es como si en algún punto hubiera perdido el rumbo de su camino y se encontrará rodeada de una neblina tan espesa y fría, pero que era obligada a pasar por ella por una dirección que ni siquiera existía.

Todo era tan tranquilo, no sabe cuándo dejó de serlo.

Si miraba al pasado, podía verse a sí misma cuidando de sus hermanos tan amorosamente, mimarlos hasta hartar; cuidar que todo fuese en orden, y tratar de arreglar las cosas que se fueran de su lugar.

Ella era la Titánide de la maternidad y fertilidad, cuidadora de todo lo que fluye. Desde que nació había amado lo que representaba, y lo demostraba desde muy joven.

Entonces, ¿Qué cambió?

¿Qué carajos fue lo que cambió?

Tal vez, tenía una idea desde cuándo pudo empezar todo. Y ese era un evento que marcaría la eternidad.

La caída y muerte de su padre Urano. Y el ascenso al trono de su hermano Kronos.

Sabía que ese evento sería uno que marcaría su vida, pero no era lo suficiente para cambiarla a ella. Pero fue la línea de entrada al descenso de lo que ella sentía como su estabilidad.

En el pasado, si alguien le preguntara quien era, no dudaría en responder con tanta seguridad y confianza, demostrando en sus acciones que ella hacia a su nombre. Ella era Rhea, la Titánide cuidadora de sus hermanos, que incluso en la turbulencia de la revolución contra su padre, ella seguía siendo la misma, pero más fuerte y radiante, luchando contra el terrible momento de su vida.

Ahora, si alguien le preguntara quien era en ese momento…

Ella era Rhea, la esposa del Rey supremo del panteón griego, Kronos.

Pero seguía siendo la Titánide de la maternidad y fertilidad, la modelo maternal y matriarcal del reino griego. Kronos la había elegido no solo por sus supuestos sentimientos románticos hacia ella, si no también, por demostrar tener la fortaleza y ser una gran representación de las mujeres que el panteón griego podría albergar; belleza, feminidad, elegancia, grandeza, fortaleza, sabiduría, balance, poder.

Y sobretodo: estabilidad y alto sentido maternal.

Tener ese peso en sus hombros era el honor que se le concedió.

Jamás había experimentado tanta alegría que el día en que Kronos se le confesó, y el día en que se casó con él. Así que pensó que si pudo estar bien en el momento de la caída de Urano – aunque en ese momento se casaría con su asesino– podría estar bien, con la responsabilidad que venía a cambio de estar al lado de su hermano.

Estaba bien durante un tiempo, una vida pacífica al lado de su amor, de sus hermanos, de un reino próspero, sin sombras oscuras atormentando lo que ama, como lo había hecho Urano.

Tal vez estaba culpando tanto a Urano en ese momento para no permitirse llorar por él. Porque aunque terminó siendo un tirano que maltrataba a su familia, hubo un tiempo en él que fue genuinamente un Rey y padre amoroso y sabio.

Era su sueño que de alguna forma Urano entrara en razón y volvieran a ser poco a poco aquella familia amorosa que lideraba al panteón. Todos juntos, incluso con sus hermanos cíclopes y hecatónquiros. Sin embargo, al momento de darse cuenta que ya no había un retorno y la derrota contra su padre venía cada vez más cerca, tuvo que asesinar a su sueño y obligarse a transformarlo en algo diferente; tuvo que arrancar violentamente la figura de su padre en su nueva maravilla.

Aunque no quiso arrancar restos de raíz, y se autoconvenció que era para no olvidar en lo que Urano se convirtió, todo bajo a las consecuencias de sus acciones.

Entonces, transformó las cenizas del cadáver de su antiguo preciado sueño y la volvió una nueva utopía. Dónde, esperadamente para ella y para los demás, era formar una nueva familia al lado de Kronos, en compañía de sus demás hermanos y madre, liderando su panteón; criaría a sus hijos con tanto amor y sabiduría para ser buenos en sus trabajos próximos para ayudar a todos. Sería una Reina digna, una hija obediente, una hermana bondadosa, una madre amorosa, y una esposa ideal.

Quería vivir su vida soñada; ver morir su sueño para verlo hacerse realidad fue una de sus mayores dichas.

Lástima que la vida de su sueño se transformó en efímera.

Y tal vez se empezó a dar cuenta que todo se estaba yendo a la maldita mierda cuando le mencionó el tema de los hijos a Kronos.

Creía que tal vez así, Kronos dejaría de comportarse tan anormalmente como lo estaba haciendo. Obviamente no funcionó.

Aún recordaba su mirada tan enigmática y que aún hoy no sabía que podría a ver cruzado su mente cuando lo mencionó; pero sabía una cosa con seguridad: no le agradó.

Maldita sea, como desearía haberse callado la boca para nunca más mencionar ese tema y estar de acuerdo con él; tal vez así Kronos no hubiera aceptado más tarde ante la idea de un heredero, tal vez así no se hubiera ilusionado tanto, tal vez así su sueño aún viviría, tal vez así no hubiera dado a luz a esos-

—Rhea, querida hermana, es un placer volver a verte.

Una voz que conocía muy bien la sacó de sus pensamientos tormentosos. Así se dio cuenta que estaba de cuclillas, mordiendo su pulgar tan fuerte que había un muy pequeño hilo de sangre corriendo de el, y aquellas dos sirvientas rodearla con abanicos o cuencos de agua con toallas y una expresión de preocupación. Probablemente por ver su estado alterado y no saber porque no despertaba de el.

Su mirada fue más allá, observando de quién venía la voz. Era Tethis, su hermana menor.

Su vista estaba algo borrosa, el ángulo donde se encontraba y ser rodeada desde muy cerca se le dificultaba enfocarla bien, pero sabía que era ella debido a su silueta inconfundible.

—Es un placer también volver a verte, hermana.

Igualmente la voz característica de Océano, su hermano mayor, fue tan tranquilizante como esperaba.

Cómo había imaginado, fue una gran idea solicitar la presencia de alguno de sus hermanos. Con gran alegría se levantó de su antiguo sitio y apartó descuidadamente a las sirvientas que la habían perseguido con tal de saludar a sus hermanos.

—¡Oh, Océano, Tethis!, Es un gran gusto volver a ver-

Pero paro de inmediato, cambiando su expresión de alegría a uno de shock al poder apreciarlos a los dos bien.

Tenían cargando con ellos a sus hijos.

Recordó en como había dejado la habitación tan repentinamente que no había terminado de cambiar a su hija. ¿Habrá pasado algo malo?, ¿Por qué sus hermanos tenían que traer a esos dos justo cuando tenía una sensación fétida de no querer-

—Me gustaría tanto abrazarte y contarnos tantas cosas, hermana — Tethis interrumpió sus pensamientos. — Pero debemos hablar de una cosa más importante. — hizo un ademán hacia su hija mayor, quien está dormida en su hombro.

Verlos. Había esperado mucho por verlos, a sus hermanos, no a e-

—¿Qué te parece ponernos más cómodos para eso, hermana? — Sugirió Océano, arrullando a un somnoliento Hades. Dirigió una mirada afilada a las sirvientas detrás de Rhea. — Ha solas.

Ellos. Solo quería hablar con ellos dos en privado, recordando los viejos tiempos y con ello tener esperanza de si así, su ser se calmaba.

Pero tuvo que tragarse todos esos pensamientos, y en cambio sonrió tan cortésmente como había practicado ante la imagen de una reina digna.

—Claro. — Aceptó la sugerencia. Invitó con ayuda de un ademán de su mano a una dirección que llevaba a una sala lista para tomar té y charlar. — Vamos entonces, hermanos.

“Una cosa más importante”, había dicho Tethis; de alguna forma, tuvo como una sensación de asido recorriendo su garganta y sus dientes como sus manos se apretaron por sentimientos que no entendía.

Mientras guiaba a sus hermanos, vio de reojo a su hija Hestia, quien había dejado sin arreglar antes de salir corriendo, ahora totalmente cómoda en los brazos de Tethis, durmiendo pacíficamente; sin saber que había arruinado un momento especial para su madre. Si ella no la hubiera echo huir con su sorprendente momento de primera palabra, no hubiera escuchado esas frase viniendo de su hermana. Ella quería en ese momento ser la cosa más importante para sus hermanos por volver a verlos.

No se había dado cuenta que había dejado de usar un “tal vez” en sus suposiciones, y las asumió como hechas.


[…]


—Entonces, no fueron tus sirvientas las que cometieron ese descuido, fuiste tú; o eso es lo que he entendido.

Una sonrisa suave y cortes fue lo que recibió Tethis de Rhea, después de decir esas palabras.

—Así es. Discúlpenme, hermanos míos; así que, por favor, no culpen a esas chicas, solo hacían su trabajo en seguirme. — habló tranquilamente, mientras tomaba un poco de té.

Océano se había quedado callado, dando palmadas continuas a la espalda de una dormida Hestia para su arrullo. Estaba enojado con la declaración de su hermana Rhea, pero le había confiado su opinión y control de la situación a Tethis.

Tethis en cambio, acomodo en su brazo contrario a un Hades adormilado, y estirar su por poco entumecido brazo dominante para desentumecerlo, imitando a su hermana con tomar té. Después de eso, se aclaró la garganta, y soltó las primeras palabras acusatorias.

—Lo que me quieres decir, Rhea, ¿Es que no te importó dejar tan descuidadamente a tu hija en un lugar donde estaba en peligro?

La sonrisa cortes de Rhea nunca se fue, tenía los ojos suavemente cerrados, como si escuchará una melodía relajante y no una acusación de negligencia.

—Quería hermana Tethis, ¿Haz escuchado tus propias palabras?, ¿Acaso tengo que recordarte que estás en frente de tú hermana mayor y tú reina?

—¿Y yo tengo que señalar, que ni siquiera haz volteado a ver a la hija que te dije estaba apunto de golpearse gravemente la cabeza por tu descuido?

—Es la hija del Rey Kronos, iba a estar bien.

—Y nosotros somos hijos del cielo y de la tierra, y aún así sangramos.

—¿Acaso osas mencionar al antiguo gobernante que tú actual Rey declaró como tabú?

—¿En serio tratas de desviar tanto el tema de tu descuido y desapego?

—Soy la Titánide de la maternidad, eso es totalmente inaudito para mí.

—El que tengas el nombre no significa que deba dar crédito a tus acciones.

Un golpe fuerte a una taza de té contra su plato de porcelana compartida interrumpió la discusión pasivo-agresiva que las hermanas estaban teniendo. El responsable fue Océano, quien moviendo arriba y abajo continuamente a una atormenta Hestia en sueños, decidió que había presenciado suficiente.

Si no hubiera tenido a los mellizos durmiendo profundamente, hubiera recurrido a una onda de su poder para callar la discusión, pero prefirió ser cuidadoso con los bebés.

—Suficiente. — Declaró, callando a las dos Titanides. Tethis se avergonzó de perder el control de sus emociones, pero Rhea aparentaba estar imperturbable. Él volteo a ver con el seño fruncido a esta última. — Rhea, mis ojos no pueden dar crédito al ver tan distinta actitud ante la idea de cuidar de tus propios hijos; ¿Te importaría explicar semejante actitud descuidada?

Rhea en cambio dejo de tener esa sonrisa suave y ojos cerrados, para abrirlos de una forma afilada pero discreta, con voz de reto y firme.

—¿Acaso estás regañando a tú reina de esa manera?

—La que estoy regañando ahora mismo es a mi hermana menor; que no se te olvide, que en esta habitación a puerta cerrada, con o sin corona, o sirvientes o no a tú lado, sigo siendo tú hermano mayor.

No se veía, pero los puños de Rhea debajo de la mesa estaban apretando demasiado su vestido simple pero elegante. Se le ocurría miles y miles de respuestas a la declaración de Océano; no importaba cuánto reclamará su posición como hermano mayor, ella seguía teniendo mayor autoridad ante ellos, y tampoco Kronos les tenía tanto favor por ser neutrales ante la revuelta contra su padre Urano y no apoyarle ante la idea de tomar el trono.

Sin embargo, este era el último escenario que quería con sus hermanos; se supone que los llamo para pasar el rato, para sonreír, para carcajear y recordar momentos felices; no para que acabarán discutiendo o siendo regañada por sus descuidos, o incluso tener que recalcar tantas veces su posición en jerarquía. Así no era ella, era lo último que se pensaría a qué ella contestara de tan pasivo-agresiva manera, no entendía que es lo que le estaba pasando.

Toda esa terrible discusión, todo ese terrible resultado a lo que iba a ser su consuelo, arruinado solo porque su estúpida hija se estaba apunto de caer y no se pudo quedar quieta o callada.

Ignoraba ese pinchazo de algún lado de su mente, que le señalaba que no hubiera pasado eso sí hubiera acabado su trabajo y no saliera corriendo.

Así que decidió tragarse todo lo que pensaba otra vez.

Sonrió, tan rígida como todo ese tiempo lo había echo, tratando de tomar el control de la situación como una buena reina tendría que hacer.

—Tienes razón, querido hermano Océano; no he actuado como una verdadera madre para mis pequeños, y eso me decepciona de mi misma. — se golpeó algunas veces su pecho, recalcando un arrepentimiento que se supone tenía guardado y estaba dejando salir, — ¿Qué clase de madre he sido?, Casi sucede una desgracia que de seguro desgarraría mi corazón. A este paso, no me diferenciaré de Urano.

La mención del nombre de su padre fallecido causó el efecto que esperaba en sus hermanos: una afligida mirada, llena de dolor y resentimiento; emociones que intentaban domar a la otra pero que ninguna retrocedía. Una total batalla entre la moral, como con los buenos y malos recuerdos con ese hombre.

—No digas esas cosas, Rhea, tú nunca serás como… como ese hombre — El tono de Tethis había cambiado a uno de consuelo, que entre líneas había una disculpa ante su pelea anterior.

—No te culpes de esa manera, hermana, probablemente fue el delirio de tu nuevo papel como verdadera madre, y el desequilibrio con tus responsabilidades reales — Comentó Océano.

Rhea sonrió en sus adentros, una sonrisa grande y victoriosa. Lo sabía, para sus hermanos, Rhea, la Titánide que los había cuidando tan bien durante la infancia sería incapaz de ser tan descuidada a propósito. Era cierto, no digería bien su nuevo papel como madre, y no encontraba equilibrio en sus responsabilidades del reino.

También quería creerse eso.

Pero en medio de ese abrazo reconciliatorio con sus hermanos, y tener a sus dos hijos en medio de este, no sintió lo que esperaba, que fuera arrepentimiento por ser así y una nueva promesa por mejorar como madre.

En cambio, siguió deseando que alejarán lo más posible a esos dos de ella.


[…]


Todo el palacio en ese momento estaba con los nervios a flor de piel, y todo se le atribuía a una sola cosa: la tan aclamada presentación.

Era una tradición que había iniciado con el Rey anterior, Urano, así que todos habían asumido que ese evento en particular ya no volvería a suceder; pero contra todo pronóstico, el nuevo Rey, Kronos, había aceptado realizarla.

Cómo su nombre lo indicaba, era una ceremonia formal donde la Reina, presentaba ante los ojos del Rey al hijo que había dado a luz, que hasta ese momento, el padre no debía haber visto a sus hijos desde que nacieron.

No solo se debía a que era una tradición creada por Urano el que todos creían que no volvería a realizarse, sino también porque en esa misma tradición, aparte de demostrar los herederos que la Reina había concebido, era para demostrar los fuertes y poderosos hijos que se habían engendrado debido a su unión. Una supuesta demostración romántica entre los reyes sobre su unión reflejado sobre el bebé nacido.

Y esa misma razón era la respuesta. El Rey Kronos tenía una paranoia recientemente demostrada sobre la fortaleza de sus hijos y el que puedan superarlo, todo originado gracias a las palabras del antiguo Rey Urano en su derroca. Se supone que dicha ceremonia se realiza una semana o media semana después del nacimiento de los hijos, así que esa razón avivó el rumor de que no se realizaría, pues había pasado ya tiempo del nacimiento de los herederos de Kronos; pero aquí estaban, todo el mundo agitado por la ceremonia apunto de realizarse.

En una habitación prestigiosa y que pocos tenían acceso libremente, una madre viuda y un hijo menor hablaban en la privacidad.

Kronos iba de un lado a otro, pisando fuerte y gruñendo cuál animal; y una Gaia juzgando sus acciones mientras bebía té elegantemente.

—Si sigues caminando en círculos de esa manera, harás un hoyo. ¿Puedes dejar de comportarte de tan patética manera?

Kronos solo contesto con otro gruñido a la dirección donde estaba Gaia, pero rápidamente lo cayó el aura amenazante y la sensación de mirada afilada que le estaba dando.

—Pronto será la ceremonia de presentación; deberías, estar, preparándote — Acento cada palabra de la última frase la madre del rey.

Fue entonces que Kronos golpeó una mesa cercana, derribando el juego de té que los sirvientes le habían traído con algunos bocadillos, así como unos papeles que le informaban como iba la organización de la ceremonia. Se recargó con sus dos manos posteriormente en una mesa con librero. Gaia solo volvía a juzgar sus acciones mientras volvía a beber su propio té.

Entonces, la voz apagada de Kronos se alzó.

—En primer lugar… yo no quería esto.

Fue luego que la mano de Gaia azotará el respaldo de la silla donde estaba que la mirada de Kronos volvió a ella.

—Y en mi, primer lugar, ¿Cuántas veces te he dicho que no creas en las tonterías que te dijo Urano? Estás haciendo que las simples palabras de un muerto caído en la desesperación antes de perecer, controlen las buenas decisiones que puedes tomar en el futuro. — Regaño Gaia.

Ella dejó la taza en su propia mesa, se paró tan elegante y etérea como su estatus de madre tierra le permitía; camino de igual forma hacia su último hijo.

—¿Acaso haz olvidado la plática que tuvimos antes que aceptarás la petición de Rhea?

Kronos bajo su mirada, pero las manos de Gaia le obligaron a alzarla y contemplarla en su lugar.

—¿Qué fue lo que te dije?

—… Urano jamás tendrá la dicha, que incluso en muerte, su profecía de venganza se cumpla.

—¿Y que mejor manera de hacerlo que desmostrar que se equivoca?, Que los hijos del hijo que lo derrotó no hagan lo mismo le hubiera hecho arder en cólera, ¿Eso no es gratificante, hijo mío?

Los labios de Kronos se curvearon hacia arriba, imaginando al hombre que una vez llamo padre con tanto amor, cuyos ojos estuvieran inyectados en rojo y venas marcandose por la rabia ante la idea que su voluntad de saborear la venganza en la ironía no se cumpliera.

—Definitivamente, madre.

—Si, querido hijo. Ve a arreglarte ahora, tienes una ceremonia y una reunión para conocer a tus dos hijos.

Gaia ignoró la mueca que hizo Kronos al recordarle la existencia de los dos varones que Rhea dio a luz. Sabía que en el fondo, Kronos en realidad se sentía inseguro ante la idea de ser padre, algo normal si se ve el tipo de padre que terminó teniendo él.

Y por dentro, Gaia sonrió, mientras veía partir a su amado y usado hijo, gozaba el silencio que pronto dejaría de estar presente por un buen tiempo en el palacio; respiró hondo, mantuvo el aire, y exhaló el doble de tiempo. Si, disfrutaría la paz, porque después de que Kronos se diera cuenta que en realidad dio como primogénito a una niña, y que Rhea le había mentido, su siguiente paso daría inició.

Río ante la sensación de facilidad de todo, después de la muerte de su esposo, todo había sido tan sencillo para ella. Ah, como amaba a sus hijos, desde los Titanes hasta los hecatónquiros como cíclopes, lamentablemente tan idiotas y manipulables; todo gracias a la idiotez de Urano.

Aunque en parte lo agradecía, si no fuera por sus maltratos constantes, y que su mentalidad fuera por la borda, no tendrían la paz que había en el panteón griego. O mejor dicho, no hubiera planeado todo eso con sumo cuidado.

La naturaleza era la que daba la vida. El cielo no existe. Ya no existe, gracias a ella, fue más fuerte. Ella debía ser la Reina del panteón griego. Pero se encontraba satisfecha con Kronos, porque controlar sus ideas era de alguna forma entretenido.

Hacer que Kronos y Rhea tuvieran hijos, sería una pieza útil para mantenerlos más concentrados en ellos que otra cosa. Les daría felicidad; a ella le dio felicidad ante el nacimiento de sus bebés, le dio una razón para pelear y mantenerse en pie. Les estaba haciendo un favor con hacer que le dieran nietos.

Si”, concluyó en sus pensamientos. “Después de la paz, el tiempo desata caos”


[..☆..]


El sonido de unos botones de teclado siendo presionados continuamente era lo único que se escuchaba con tanta claridad en esa habitación misteriosa. El ser responsable de eso era una figura de apariencia afeminada, cuya vestimenta se podría catalogar como futurista, color blanco; su piel era de un azul tecnológico e incluso transparente, parecía que de ella se desprendía pequeños pixeles y se desvanecía como si fuera un tipo de aura.

Extendió uno de sus brazos hacía la nada, cuando un vaso de refresco con popote de metal fue hacia ella como si obedeciera una orden mental. Le dio un sorbo y siguió tecleando, incluso cuando aparecieron algunas pantallas flotantes más enfrente.

Pero de un momento a otro dejo de teclear.

—¿Eh?, ¿Tan pronto? — Dijo para sí, antes de voltear y hacer ver qué tenía un casco que impedía ver su rostro. Si voz era robotizada y aún así se notaba la feminidad como suavidad de esta. — Creí que no nos presentarían hasta más avanzada la trama. Supongo que hubo un cambio de planes.

Pero antes de que siguiera hablando, una nueva voz de sonido masculino surgió en la habitación.

—Veo que las únicas veces donde te veo trabajando con tanto entusiasmo es cuando te piden que hagas este tipo de cosas

Era una figura con una apariencia de rasgos masculinos y más alta, también poseía ropa parecida a la figura femenina, solo que más neutral; igualmente tenía piel azulada eléctrica y cuerpo semitransparente, además de tener un aura visible en forma de pequeños pixeles, y una característica voz robotizada, pero aún así natural.

—¿Eh? — Exclamó. Viendo arriba por un momento, demostrando que igual, poseía un casco que tapaba su rostro completo — ¿Acaso me acaban de describir?

—Solo estás celoso de que tenga un trabajo activo y tú no. — Le contestó la figura de apariencia femenina — Y bienvenido de nuevo. Por lo que te abras dado cuenta, se adelantaron un poco los planes.

La primera figura le resto importancia al asunto, y siguió tecleando sin parar. La figura masculina se acercó a ver sus pantallas, dónde ahí reflejaba diferentes fragmentos de la reunión de Rhea con sus hermanos, aquella plática con Gaia y Kronos, la previa presentación con Kronos, y el futuro desastre.

Así se quedaron un rato, la femenina tecleaba emocionada mientras su compañero observa su trabajo. Hasta que señaló:

—¿Por qué usas un teclado tan retro?, ¿No sería mejor uno digital flotante?, Es más práctico.

—Me gusta el sonido que hace, me relaja. Me gusta mi trabajo asignado, pero suelo estresarme un poco por esto al mantener el orden.

Ambas figuras volvieron a guardar silencio, incómodos internamente porque sabían que eran observados. No podían presentarse aún, y tampoco podían hablar mucho; debían aparentar una sensación de misterio.

—… ¿Cómo va la vigilancia?

—Va bien. Todo sigue un rumbo libre pero estable; de todas formas los únicos límites son la no intervención en los eventos importantes de la trama.

—¿Los eventos canonicos?

—Los eventos canonicos.

—Je, no puedo tomarme en serio ya esa frase sin pensar en la película aquella.

—Película para nosotros, universo completamente real para ellos, existiendo en otra burbuja del espacio-tiempo. Recuerda que es real en otra vía de nuestra vigilancia.

—Literalmente, todo, está en nuestra vigilancia.

—Ya se idiota, me refiero a solo nosotros dos, de ese universo gusta mamá, así que está a nuestro alcance por igual. — la femenina dio un zape al masculino como juego.

—¿Mamá tiene planes igualmente con esos universos? — se sobaba la nuca

—Nah. Solo un storyboard de juego con una amiga suya, nada serio en realidad.

El silencio volvió a estar presente, pero está vez con aquellos dos acostumbrados a la atención recibida. Y la conversación volvió a surgir.

—¿Cómo le va a aquella chica?

—Dentro de lo que cabe, supongo que bien. No tiene tantas ataduras a seguir aparte de los eventos no cambiantes, así que solo estaré vigilando como precaución. Cuando sea el momento los terrenos ya estarán preparados previamente por mí de forma cuidadosa, confía en eso. — volvió a mandar aquella soda a su mano y volvió a tomar —. Aunque eso tardará demasiado. No sabría decir sí mamá le cedió buen lugar, pero si sabe usarlo a su favor, le sería muy conveniente.

—Mmm. — Fue el único monosílabo que contesto la figura masculina. — Me causa curiosidad. ¿Hay alguna razón de porque la escogiste a ella?

Entonces, la femenina paró de teclear; — ¿Razón? — Una pequeña risa de diversión soltó, no fue estruendosa, más bien nacida de la ironía. — Naah… solo fue, la mala suerte de la ruleta del azar.

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4296;;𝗉𝖺𝗅𝖺𝖻𝗋𝖺𝗌

Usualmente suelo hacer 2mil y a veces a las 3mil, así que arrebazar eso me sorprendió. Aunque me decepciono, quisiera hacer más en realidad, pero desespero en querer actualizar. Intentaré mejorar.

Probablemente sí hubiera echo más, pero un familiar vino de visita y acaparó mi atención por mi emoción; y como no quería perder mi racha de actualizaciones sin meses de diferencia, lo hice.

Estaba cuestionando si no podía poner la escena de Kronos y Gaia, pero había echo una promesa, me avergonzaba no cumplirla, así que ahí está. Creo que es innecesario hacerles un moodboard porque si aparecieron en el manga de SNV. Me gusta el diseño de Gaia.

Cómo dije, el arco de la infancia va para largo... O eso espero, depende de mi ritmo que tome. ¿Gaia es buena, o mala? ¿Que piensan?.

Creí que sí ponía un capítulo en tercera persona, explicando la perspectiva de otros personajes, entonces, podría poner un indicio de los responsables detrás del Isekai... No lo veremos en un buen tiempo, jeje.

Aparte, ¿Se han dado cuenta que utilizo frases de canciones de las bandas «cuarteto de nos» y «mago de oz»? No lo creo, he sido sutil. Les daré una pista “El cielo no existe”, una canción del cuarteto de nos llamada “Hoy estoy raro” tiene una frase así.

Usualmente escucho ASMR al escribir, pero mantengo la letra de canciones de mis bandas favoritas en mi cabeza, veo que le queda a lo que escribo, y lo pongo. ¿Lograrán descifrar las frases en los otros capítulos? Si, desde el capítulo dos han estado presentes.

Nos vemos!

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