
🍷•03 | Cierra la boca•🍷
Evadir los problemas en ocasiones era algo que me salvaba, ignorar el hecho de que algo estaba mal, de alguna forma me ponía en una posición en la cual podía estar a salvo, pero cuando simplemente no podía solo pasar de largo aquel problema, llevar la conversación hacia otro lado parecía ser la mejor opción.
— Tú, ¿lo viste todo, cierto?
JaeSon, ah... Pobre. Suspiré sin mirarla, provocando que ella de alguna forma se tensara.
— ¿Ver qué? —pregunté fingiendo no saber a qué se refería.
— Ese día, e-en el gimnasio.
Dejé de escribir algunos apuntes en mi libreta para mirarla neutra, y vacilando negué con un gesto de cabeza.
— ¿Qué día? —inquerí como si me interesara—. Puede que ya lo haya olvidado, aunque no sé específicamente a qué te refieres con que yo lo vi todo.
Su mirada nerviosa y miedosa me coloca en una posición en la cual no puedo ser cruel, es decir, ella ya sufre lo suficiente.
— Ouh... —formó una pequeña “O” con sus labios algo decepcionada—. Bueno, creo que yo estoy equivocada. —dijo cabizbaja—. Creí haberte visto ahí. Lamento interrumpir nuestro trabajo con mi tonta pregunta.
La observé en silencio con detenimiento, notando un rasguño algo profundo en su cuello del lado izquierdo, el cual era levemente cubierto por su bufanda de color gris.
— ¿Tienes de mascota un gato? —cuestioné de repente, volviendo a tomar las tijeras y la hoja de papel negra.
— ¿Mmh? —posó nuevamente su atención en mí—. No, ¿por qué?
— Nada, sólo era una pregunta. Hoy en día todo el mundo tiene uno. —dije con simpleza.
— Oh, no tengo un gato pero sí un pequeño conejo. —comentó con una diminuta sonrisa—. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes mascotas, AeJin? —interrogó con una sonrisa.
— No. —respondí seguido de su pregunta—. Son lindos pero no quiero tener uno. —expliqué encogiéndome de hombros—. Es una responsabilidad muy grande, ¿no lo crees?
Asintió con suma lentitud mirando con cierto miedo hacia su derecha, exactamente hacia el asiento de NeoYung.
— ¿Son amigas? —pregunté haciendo que desviara su mirada de susodicha rápidamente.
— ¿Eh? —susurró volviendo en sí misma—. No, no los somos. —negó de inmediato.
Observé a Seo gélida y ella al sentir mi mirada encima me vio de vuelta, me sonrió como toda la jodida loca que es para después observar a Jae, quien escondió su rostro con su largo y rubio cabello al ver cómo la miraba.
— JaeSon, mírame. —ordenó la pelinegra con un tono controlador.
El cual al parecer hizo efecto en Son, pues con cierta duda y miedo evidente, giró un poco su cabeza para mirar a Seo.
— ¿No estás contando nuestro secreto, cierto, Jae? —elevó sus comisuras de lado.
Miré con sorpresa a la ya antes mencionada, ¿me estás jodiendo? Dios, esto es tan... tan repugnante.
Seo ha encontrado a alguien para molestar y satisfacerla a la vez, lo peor de todo es que está no es la primera vez que lo hace.
No es la primera.
— N-no, ¡por supuesto que no! —contestó balbuceando un poco.
— Eso es, buena chica.
Tragué saliva con dificultad, y maldije más de cien veces a Neo por ser tan jodidamente cínica incluso enfrente de mí. Miré a JaeSon quien yacía con la cabeza baja, mordiendo sus labios con un miedo que incluso yo pude sentir.
Me odio a mí misma lo suficiente como para tomar la decisión de no hacer nada al respecto y de no sentirme culpable.
Ya lo dije, ya estuve en ese infierno y no pienso volver a él de nuevo.
Suena jodidamente egoísta y cobarde, pero varias veces intenté salvar a alguien y al final la que terminó hundida fui yo, y esa persona lo único que hizo fue mirarme y reír desde la cima, una cima de mierda.
— ¿Por qué no mejor te enfocas en tu trabajo, NeoYung? —dije enfrentándola en su estúpido juego de miradas—. Deja de distraer a las personas que sí están trabajando. —sentencié molesta.
Suficiente tengo con el hecho de que hayan integrado talleres —que es la clase que estoy tomando justo ahora—, por lo cual significa más trabajo y más tarea que entregar; como para venga a distraer a mi compañera y así, retrasar más las cosas.
Y sobretodo, que la tenga justo a ella también como “compañera” de esté tonto taller.
— Aw, Han. No tienes ni idea de cuánto me encanta ver a esta nueva AeJin. —esbozó una sonrisa para nada amigable—. Hubiera sido más divertido si esto sucediera hace un año, ¿no? —alzó su ceja derecha con insinuación.
— Sólo cierra tu maldita boca y haz tu estúpida tarea, Seo. —demandé fastidiada—. Deja de joder.
— Uy, la niña se enojó. —fingió miedo abrazándose a sí misma—. Cuidado, puede que te golpee la cabeza con una botella de Soju. —bromeó sin gracia alguna.
— Oh sí, si no que te pregunten a ti, para que sepan qué se siente. —concluí tajante.
De la nada comenzó a reírse como la perra loca que es, y está claro que todos la miraron con rareza, algunos con miedo y otros con curiosidad, puesto que su jodida risa era tan maliciosa que si la AeJin de hace dos años la escuchara ahora... ya estaría aterrada.
— ¡Eres tan graciosa, Han! —después de unos segundos paró su escándalo de golpe—. Jinnie debe estar orgullosa de ti, ¿no lo crees? Al fin me hiciste reír.
Como detesto ese jodido apodo, es más, no lo detesto, lo o-dio.
El rencor que siento hacia ella es inimaginable, tan grande que de verdad antes me hacía llorar de coraje, de enojo, molestia, frustración y sobretodo eso mismo: odio, odio puro.
— Ya supéralo, Seo. —musité cortando el contacto visual—. Parece que quién no logra dejar ir las cosas eres tú. ¿No dijiste que no hacer eso es patético? —solté una risita nasal—. Cierra tu puta boca, ¿quieres? —mascullé sintiendo como la molestia me invadía—. Si de por si los días son una mierda, contigo aquí lo son el doble, así que mejor cállate de una jodida vez. —la miré de reojo, notando aún así su semblante que detonaba bastante enojo—. No es nuestra culpa que no tengas otra cosa mejor qué hacer además de estar molestando a la gente.
Sentí mis manos temblar después de casi gritarle todo lo que dije, sin embargo, no permitiría verme vulnerable ante ella, no cuando estaba enfrentándola de alguna forma.
Algo que definitivamente debería hacer también JaeSon, pero sé que no lo hará... Al igual que yo en ese entonces.
El silencio reinó por unos segundos que parecieron largos minutos.
— Uy, ¿por qué tan serios, jóvenes? —preguntó con algo de confusión al ingresar al salón—. ¿Terminaron de recortar las hojas que les pedí?
La voz de la profesora Seing nos hizo dejar de lado lo que había ocurrido, haciendo que todos se removieran en su lugar algo incómodos, tratando de retomar una postura aliviada y normal.
— Veo que no. —señaló observándonos expectante—. Dense prisa, por favor. El trabajo deben de entregarlo hoy, tienen todavía media hora.
Miré de reojo a Jae, quien a pesar de sentirse tensa y nerviosa, continuó con sus deberes como si nada, como si Seo no hubiera tomada el control de ella en cuestión de segundos con tan solo musitar algunas palabras.
Como si ya estuviera acostumbrada a lidiar con esto todos los días... literalmente.
Suspiré. Mi egoísmo y mi cobardía es más grande que mi fuerza de voluntad por ayudar.
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