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🍷•02 | Maldita loca•🍷

Crear fuego pero no formar parte de ello era la especialidad de Lee NeUk, manipular las cosas, para ella era algo que formaba parte de su vida diaria, negociar era su as bajo la manga, una estafadora bastante buena, (según ella y sus alucinaciones claro; en mi impopular opinión).

— ¿Cuánto quieres para que cierres la boca, linda?

Un negocio que parecía bastante fácil de manejar pero que no lo era en lo absoluto, aunque bueno, después de todo es hija de un contador.

Sigo sin encontrar algo especial en ella, ni siquiera es buena en matemáticas pero para analizar la situación puede que sí.

Bufé ante su altanería con la cual llegó a acercarse a mi asiento mascando chicle, sintiéndose superficial ante mí.

— ¿Para cerrar mi boca de qué, querida? —interrogué de vuelta.

— Oh, vamos. —vaciló sin un toque de diversión en su sonrisa—. Ambas sabemos de qué estamos hablando, pero si quieres te refresco la memoria un poco, ¿eso quieres? —inquirió tratando de mantenerse tranquila.

— No lo sé porque no tengo ni puta idea de qué mierda estás hablando, NeUk. —musité irritada.

— Bueno, te daré pistas. —alzó sus comisuras sin un toque de gracia—. Verás... Ayer a ti se te ocurrió salir de tu clase para ir al estúpido baño y pasa que, viste algo que no debiste dentro del gimnasio. —explicó con un tono amenazante y vehemente.

La miré con diversión soltando un par de risas irónicas, estúpida ella.

— ¿Hablas de JaeSon? —miré a mi alrededor en busca de la susodicha—. Qué sorpresa, hoy tampoco asistió a clases. —dije con claro sarcasmo, formando una mueca.

Como si me importara.

— Dime precio y te lo daré, Han. —sentenció sin más.

— No necesito dinero, Lee. Hasta eso me sobra. —bufé con indiferencia—. Además, no quiero dinero que venga de tu parte porque sé que es rotundamente robado. —indiqué con asco.

— No es robado, linda, es prestado. —corrigió neutra—. Ahora dime, ¿cuánto viste exactamente?

— Nada que no haya visto antes. —respondí exhausta de que fuera está la tercera vez que me preguntara lo mismo—. Aunque... —chasqueé mi lengua— Ayer no te vi a ti ahí. —carraspeé abatida—. ¿Acaso descansaste ese día o qué?

— Soy yo quien pregunta aquí linda, y tú quien responde, ¿de acuerdo?  —susurró queriendo tomar el control de la situación.

— No, no lo estoy. —contesté.

— Sí que eres una perra difícil de manejar, eh. —sonreí con amargura ante sus palabras—. Aunque, ¿qué intenciones tienes, mmh? —inquirió curiosa—. Ya las has visto hacer ese tipo de cosas y aún no vas a reportarlas, ¿por qué, ah? —cuestionó con su frente levemente arrugada.

— ¿Debería tener un por qué? —cuestioné sin mucho esmero.

— Oye, esto no es un juego. —señaló con seriedad.

— Yo nunca dije que lo fuera. No es mi culpa que seas tan paranoica y miedosa, ¿sabes? —peiné mi cabello hacia atrás con tranquilidad—. ¿De qué sirve que te tenga en el lugar donde estás si te vas a poner nerviosa por una simple chica como yo? —reí, burlándome de ella—. Imagínate esto: alguien va y confiesa todas sus horribles acciones y te interrogan a ti primero, ¿qué vas a decirles? ¿“Esto no es un juego”? —solté una pequeña carcajada—. Qué gracioso sería eso, ¿no lo crees?

— Llevando la conversación por otro rumbo diferente, tan típico de ti, AeJin. —dijo entre dientes con evidente molestia.

— Ofrecerme dinero para que no hable, es tan tú, NeUk. —imité su expresión enfadada al igual que su tono de voz.

— Bien, no te daré dinero. Dime qué es lo que quieres y te lo daré... —se acercó a mi oído derecho para después susurrar—: Las condiciones ya las sabes.

Me puse de pie con pereza antes de mirarla y responder—: Ya perdí la cuenta de cuántas veces me has ofrecido lo mismo por haber visto sus estupideces, ¿y qué es lo que te respondo siempre? —resoplé rodando mis ojos—. Exacto, “no”.

— Tan graciosa, como siempre. —jugó con su cabello sonriendo con ironía.

— Deja tus idioteces para otra ocasión, ¿quieres? —pedí con la última pizca de paciencia que me quedaba—. Ya te lo dije, si no es de mi incumbencia no tengo porqué andar por ahí hablando. —se lo recordé de nuevo, cansada.

— Vaya, estoy pensando en recomendarte de nuevo a NeoYung. —se cruzó de brazos suspirando—. Esas tontas que tiene a su lado se quejan demasiado por lo que hace, son tan compasivas. —se quejó suspirando con fastidio.

— Deja de seguirme y vigilar lo que hago. Estoy harta de sentir cómo me miran esos imbéciles. —ordené seria, ignorando lo que dijo.

— Bien, bien, entendido. —rodó sus ojos—. ¿Eso es lo que quieres a cambio entonces? —preguntó con un semblante serio.

— Si no es mucha molestia, es obvio que sí. —aclaré mi garganta para que mi voz se escuchara mejor—. Diles que dejen de seguirme antes de que yo los obligue a hacerlo.

— Vaya, eres bastante observadora, AeJin. —soltó una risa de bajo tono—. Creí que nunca te darías cuenta.

— No soy estúpida, ni mucho menos una idiota como lo son ustedes.

Sentencié pasándola de largo antes de que hablara de más.

La hora del almuerzo llegó, y como de costumbre, comer sola era algo común en mí, debía de hacerlo si quería salir bien de esté lugar.

Ni loca pensaría en relacionarme otra vez de cerca con alguien de aquí, todos esos bastardos son peligrosos de alguna u otra forma, sus apariencias dulces, educadas y elegantes son solo una fachada.

Todos ellos son mucho peores de cerca.

— ¡Oye, dámela! ¡Es mía!

El abuso escolar parecía aumentar cada vez más, y es una lástima que nadie tenga el valor para pararlo, incluso me incluyo a mí misma.

Miserable cobarde.

— Ow, ¿en serio vas a llorar por esto? —habló socarronamente, jugando con su mochila.

— ¡Ya, devuélveme mis cosas... por favor! —pidió casi como una súplica.

— No llores, ¿acaso eres una chica, ah? —se atrevió a cuestionar como el hijo de perra que es—. Dime, ¿¡lo eres!?

— ¡N-no! —respondió, intentando que su voz no se quebrara.

— ¡Entonces no llores, marica!

— Ya no serán solo Jiong. —dijo con burla—. Ahora será: Jiong el llorón. —rieron como si sus palabras fueran realmente graciosas.

Desvié mi mirada hacia mi comida escuchando ahora sólo los quejidos e insultos que hacían. No se puede ni siquiera almorzar en santa paz aquí, no pueden estar ni un maldito día sin dejar de molestar a alguien.

— Hola, AeJin.

— Mmh, hola. —saludé de vuelta cortante después de unos segundos, comenzando a comer.

— ¿Estás sola? —noté como tomaba asiento frente a mí—. No veo que alguien te esté acompañando.

— No necesito a alguien para poder comer. —respondí apática ante su tono amigable.

— Tiene sentido, bastante en realidad. —asintió un par de veces.

— Eso es obvio. —resoplé, haciéndole notar mi rechazo hacia su persona.

— Veo que no te agrada mucho mi presencia, ¿cierto? —la miré de reojo notando su sonrisa forzada.

Y todavía se da el lujo de suponer algo tan obvio como eso.

— ¿Para qué negarlo? —dije, encogiéndome de hombros—. Estás en todo lo correcto, Seo. —le confirmé su falsa duda, restándole importancia.

— Bastante directa, eh. —se cruzó de brazos mirándome fijamente—. Ya sé que no hemos hablado en mucho tiempo, pero siendo sincera, me gustaría conocerte mucho mejor, Han. —confesó con una mueca introvertida, la cual es más falsa que mis ganas de vivir.

— ¿En serio? —pregunté mirándola al fin, en respuesta ella asintió—. Es una lástima que el sentimiento no sea mutuo.

— ¿Acaso has pensado en ser comediante? —recargó sus codos sobre la mesa antes de acunar su rostro entre sus manos sin dejar de observarme—. Créeme, te vendría bien serlo.

Miré a mi alrededor en silencio, como si hacer aquello me obligara a mantener la calma y la paciencia con ella.

— Oh, vamos. AeJin... —tomó mi mano con la suya—. No seas tan fría conmigo, ¿sí? —frunció sus labios.

— Por supuesto que no. —musité quitando su agarre de mi mano brusca—. No creas que no tengo ni idea de lo que haces y de lo que intentaste hacer conmigo. —señalé con seriedad.

— ¿Lo ves? —suspiró desconsolada—. Estoy intentando ser amable y amigable contigo, pero tú no cooperas, Han. —su semblante se tornó dolido.

Bufé riendo con ironía, haciendo que ella se desconcertara un poco.

— Tu forma de hacer las pases es tan absurda, Yung. —comenté, aún con una pequeña sonrisa.

— O tal vez eres tú quien no deja de pensar en el pasado, AeJin. —sin embargo, a ella no lo pareció gracioso.

— ¿Y olvidar lo que hiciste hace casi dos años? —resoplé molesta—. Es como si yo te dijera que dejaras de molestar a JaeSon. —mordí mis labios tragándome el coraje—. Dime, ¿qué diablos te ha hecho para que hagas de su vida un infierno? —interrogué gélida.

— Nada realmente, ¿por qué? —sonrió con diversión—. ¿Acaso quieres ayudarla, mmh?

Negué elevando mis comisuras.

— No, pero no sé qué diablos vas a hacer el día en el que esa niña se harte de ti y de tus putos abusos de mierda. —contesté entre dientes.

— Bueno, a esté paso no creo que lo haga hasta que ingresemos a la universidad... —la malicia en su mirada no ha dejado de ser intimidante—. Justo como tú, Han. Lo único que cambia es la etapa.

Es tan descarada y sin vergüenza, que sé que se siente tan orgullosa de sus jodidos y repugnantes actos.

— Aw, pequeña AeJin. —suspiró con aires de grandeza—. No mentiste cuando dijiste que no podría volver a tomarte de nuevo. —fingió sentirse afligida.

Jodida demente, estúpida cínica.

— Es una lástima, ¿sabes? —pasó su lengua por sus labios con algo de lentitud—. Está vez te trataría mejor que a nadie, pero actualmente podrías ser peligrosa ahora que todo ha cambiado. —formó un puchero triste.

Se puso de pie para acercarse a mí y tocar mi cabello sin una buena intención de por medio, su mirada morbosa aún me incómoda y me coloca algo nerviosa.

— Ah~, pequeña AeJin. Jugar contigo fue bastante divertido para mí mientras duró, ¿sabías eso? —ladeó su cabeza haciéndola ver de todo menos tierna, dulce, empática y amigable, y está claro que ella no es nada de eso.

— Aléjate de mí, estás enferma. —mascullé con advertencia, tomando con fuerza su muñeca cuando hizo ademán de tomar mi mentón—. Ni siquiera se te ocurra volver a tocarme, ¿entendido? Porque si lo haces, está vez no solo voy a golpearte la puta cabeza. —solté su mano tosca para después tomar mi bandeja de comida e irme de ahí.

Maldita loca.

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