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(v.) simon hempe

mi sol, jesse y joy

especial san valentín: 3/5
(está largo, pero me encantó como quedó)

NO PODÍA SER POSIBLE, creí haber sido lo más cautelosa posible en este aspecto para evitar esto mismo, y no es que no quisiera serlo, pero en un futuro, no ahora... la prueba de embarazo positiva yacía en mis manos, analizaba cada parte de esta, podía ser un error.

alcancé mi celular como pude, busqué el contacto de esteban entre ellos, era mi mejor amigo, él sabría que decirme exactamente. el tono sonó tres veces antes de que me contestara.

—hola, chiqui, ¿qué pasó?

—¿dónde estás ¿estás en altavoz?

—no, estoy en mi camerino, me están maquillando.

—¿está simón cerca?

—no... me estás asustando ¿qué pasó?

—estoy embarazada —hubo un silencio sepulcrar, mis ojos se llenaron de lágrimas—, di algo, por favor

—no sé qué decirte, maca —oí un suspiro de su parte—, le diré a los chicos que inviten a simón a algo y te acompaño a hacerte la prueba.

—simón y yo íbamos a cenar hoy, les va a decir que no —empecé a llorar—, se supone que no puedo tomar alcohol ¿no? ¿qué le digo si me ofrece vino? además ayer comí sushi, eso es crudo, ¿qué le puede pasar al bebé?

—macarena, tranquila, respira. hablále a victoria, y dile lo que sucede, ella te ayudará. tengo que irme, perdóname, chiqui, te amo muchísimo.

—yo a ti, kuku.

con eso terminó la llamada, busqué el contacto de vic y ahora la llamé a ella. intenté calmarme hasta que contestó.

—¿maca?

—hola vic, ¿cómo estás? —intenté sonar tranquila, pero aún se notaba que había llorado

—hola, linda, estoy bien ¿y tú?

—ehm, bueno, me acabo de enterar que estoy embarazada... ¿me puedes ayudar?

—claro, linda, ¿en qué te ayudo?

—¿me puedes llevar al hospital? quiero hacerme la prueba de sangre, para estar segura.

—está bien, estoy en camino a tu casa. espérame afuera.

con eso colgó, limpié mis lágrimas, traté de verme más compuesta, me puse la ropa más presentable que encontré en el momento y bajé, en unos pocos minutos victoria llegó.

—¿cómo te sientes? —la pregunta me tomó algo desprevenida

—no lo sé, siempre he querido ser mamá, pero siento que aún no es mi momento, simón y yo aún no conversamos sobre tener hijos, claramente no estaba en los planes.

—sabes que cualquier decisión que tomes, estaremos acá contigo, ¿lo has considerado? —negué, y empecé a pensarlo, sería la idea más viable, tenía veintidós años, no estaba preparada para ser madre

—no me puedo imaginar sin un bebé, pero ¿ahora? estoy iniciando mi vida... —me imaginé por un segundo lo que sería mi vida—, pero ¿te imaginas un mini simón o una mini yo?

sonreí, pensando en que quizás no era el fin del mundo, quizás mis sueños no estaban muriendo.

—¿no quieres llamar a simón?

—está demasiado ocupado, en cuanto llegue a casa le cuento —ella asintió, el carro se llenó de silencio, no incómodo, sino que me dejaba pensar en qué quería hacer

simón era sin dudas el amor de mi vida, compartíamos muchísimo juntos, y no me imaginaba la vida sin él. nunca hablamos en concreto si queríamos hijos, queríamos ser una familia pero ¿de cuántos?

tenía que aceptar que pensar en tener un bebé hacia que mi estómago se retorciera de emociones, no necesariamente malas, y eso me daba la respuesta que necesitaba, ahora quería la de simón

después de unos pocos minutos, llegamos a la clínica de exámenes, el trámite fue algo largo pero finalmente me encontraba sentada en la silla para que me sacaran sangre, era algo que lo mortificaba a simón: no me daban miedo las agujas, podía verla entrar y salir sin problemas.

—¿puedo preguntar algo? —la enfermera era joven, asentí—, ¿cómo así te haces la prueba? digo ¿sentiste algo?

—me levanté con unas ganas de vomitar horribles, además empecé a comer queso, pasa que yo no como mucho queso, eso me dio muchas sospechas, así que me hice una.

la chica se concentró en sacar sangre de mis venas, platicamos un poco sobre la vida generalmente, ella me contó que, de hecho, tenía casi treinta y con su novio ya habían conversado sobre esto, y le haría mucha ilusión quedar embarazada.

—bueno, me tengo que ir, un gusto conocerte, maca.

—igualmente, emi.

salí de la sala sosteniendo el algodón que cubría el pinchazo, vic estaba ojeando las revistas y levantó la mirada al divisarme.

—¿qué tal todo?

—bien, la enfermera era muy amable

conversamos hasta llegar al carro, donde mi celular empezó a sonar, era simón, así que contesté.

—holaaaa, amor —saludó con toda tranquilidad—, ¿qué has hecho?

—hola, mi amor. pues no mucho, acá salí a comprar unas cosas para la noche.

—perfecto, gorda, nos vemos, acá te llevo el regalo —sonreí al pensar que yo tenía el regalo más sorprendente de la noche, sin dudas

—no puedo esperar, amor. nos vemos, un besote.

—igualmente, mi vida —con eso colgó, bueno salió mejor de lo que esperaba

—perdón, y si es mucho pedir, decímelo, ¿me podés llevar al súper? —vic se rió, y negó

—no es mucho pedir, vamos.

manejó hasta llegar al súper más cercano, tenía una vaga idea de qué es lo que quería hacer, me dirigí a la sección de bebés, y a pesar de siempre sentir ternura al ver todas las cosas tan pequeñas, mi corazón se estrujó al pensar que iba a pronto comprar esto para un bebé mío

tomé unos pequeños zapatos de color gris con puntos blancos, para después dirigirme a la sección de papelería, necesitaba cartulina, siempre había sido muy buena con las manualidades, así que tenía marcadores en casa.

—estoy pensando en hacer una caja que diga "hola, papá", con los zapatitos y la prueba... ¿crees que le guste?

—creo que le va a encantar.

la emoción me llenó, y pronto estaba dejándome fuera de casa.

—gracias, vic, te debo una gigante.

—no hay de qué, maca, siempre cuentas conmigo —nos despedimos, y subí al depa, empecé a arreglar todo para hacer el regalo rápidamente y poder empezarme vestir

inicié a construir la caja, puse papel decorativo en trozos para amortiguar las cosas, una foto de los dos, la pequeña carta, la prueba de embarazo positiva y los zapatitos, había quedado muy lindo. limpié las pocas lágrimas que caían por mis mejillas, escondí la caja y me puse a cocinar.

sabía que iba a hacer lasaña de pollo en pesto, habíamos decidido juntos, así que me puse manos a la obra, no tomaba mucho tiempo pero aún así me tenía que apurar. al terminar, me metí a bañar súper rápido, di gracias a dios que justo hace dos días fui al salón para la cita mensual, y estaba depilada. pude escuchar la puerta abrirse mientras me secaba el cabello.

—¡gorda, llegué! —pude oír sus pasos aproximándose—, ¿dónde estás?

—en el baño, gordo.

un par de segundos después apareció en el umbral de la puerta con una sonrisa, traía unas flores en la mano, se acercó y dejó un beso en mi mejilla.

—para ti, la mujer más preciosa de este universo, te amo.

—yo a ti, monito —besé sus labios cortamente, con una sonrisa esbozada—, iré a checar la lasaña.

—okay, mi vida —él se quedó para bañarse, salí y antes de todo coloqué las flores en agua, terminé los detalles de la comida, revisé que la caja estuviera lista, también chequé el postre que habíamos comprado unos días antes

me apresuré a maquillarme de manera sencilla, para poner la mesa, prendí algunas velas y traté de que todo esté perfecto. me gustaba cómo había salido, ahora tenía que haber una buena reacción.

—huele riquísimo, amor mío —simón apareció tomándome de la cintura por detrás, dejó un beso en mi cuello—, tu hueles mejor.

—gracias, amor. feliz san valentín.

—feliz san valentín, bebé —nos sentamos, serví en su plato una porción y en su copa algo de vino, en la mía yacía gaseosa

—¿cómo te fue hoy? —pregunté mientras cortaba mi comida

—bien, grabamos mucho, pero algo le pasó a esteban —mis oídos se alarmaron—, estuvo raro todo el día, y se tuvo que ir porque se sentía muy mal.

—que mal...

—¿el tuyo?

—normal, contesté e-mails, revisé algunas cosas de la editorial, tuve una reunión, después salí a comprar las cosas, y volví. no mucho. —era una mentirosa, nunca había mentido tan bien como ahora, agradecí que el vestido era de manga larga y cubría la marquita que me dejó el examen

fuimos conversando mientras comíamos, al terminar, dejamos las vajillas en el lavabo, al sentarnos nuevamente, alzó su copa para hablar

—por nosotros, porque me siento el hombre más afortunado a tu lado, agradezco que el destino nos haya unido, quiero estar contigo durante toda mi vida —se levantó lentamente, y se fue arrodillando, me cubrí la boca mientras en mi cabeza los cabos se ataban, de su bolsillo sacó una cajita de terciopelo roja

—, eres lo mejor que tengo y que siempre quiero, nunca quiero estar lejos de ti, y nunca quiero que dejemos de ser del otro, eres el sol de todos mis días, quiero que seas mi esposa, la madre de mis hijos y hacerme viejito contigo a mi lado. así que macarena fernández, ¿me harías el honor de ser tu esposo?

asentí, sentía que si hablaba iba a derramar un mar de lágrimas, me levanté para besarlo y abrazarlo, ambos estábamos llorando, mi cuerpo realmente no podía con la felicidad. me separé un momento, corrí a ver la caja, al volver simón se estaba secando la cara.

—espero que te guste, realmente espero. —susurré para los dos, le entregué la caja, la abrió lentamente y pude ver sus ojos encontrándose con cada uno de los detalles, sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente

—¿es en serio? ¿voy a ser papá? —asentí, tomó los zapatitos y se tapó la cara con ellos, me coloqué a su lado para abrazarlo—, gracias, maca, gracias.

se arrodilló de nuevo, esta vez en ambas piernas, me abrazó rodeándome por las piernas, apoyando su cara en mi estómago. empezó a dejar besos en este.

—te amo, te amo tanto, gracias.

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