En la cena estaban tranquilos. Mirelle y Mary hablaban tranquilamente riendo en ocasiones. Marie comía de su platito feliz por la delicia que había cocinado su madre y aveces aportaba alguna palabra. Alexis era el único que estaba callado todo el rato.

"Alexis,¿no crees que tu cabello está demasiado largo?" Preguntaba la castaña mayor con una sonrisa. Mary frunció el ceño por esa pregunta que no le agradó.

"¿Perdón?" Preguntó el mencionado frunciendo un poco el ceño.

"Tu cabello." Repitió. "Está muy largo. Deberías cortártelo ya. Pareces niña." Y esos comentarios con esa sonrisa era lo que Alex odiaba tanto.

"Mirelle.." murmuró Mary con suavidad,era evidente que no le había gustado para nada ese comentario.

"Ay,perdón,¿te ofendí?" Preguntó la mujer tapándose la boca sorprendida. El pelinegro se limitó a soltar su tenedor y con un suspiro tomó una servilleta para limpiarse las manos. "No fue mi intención."

Alexis se levantó con su plato y lo fue a llevar a limpiar. Mary le dijo que lo dejara allí pues luego lo limpiaría ella. Y eso hizo. A mala gana soltó el plato sobre la encimera haciendo ruido y se fue a su habitación aguantándose el coraje. Desde el punto de vista del pelinegro Mirelle no tenía la culpa de ser tan idiota.

Amely jugaba en la sala con sus bloques mientras su mamá estaba en el sofá tejiendo mientras veía una serie en el televisor. La bebé se levantó del suelo y fue corriendo hasta su mamá para alzar los brazos.

Al verla Mary dejó sus cosas de lado y la cargó con cuidado. "¿Qué pasó,bebé?" Le preguntó con suavidad.

"Leche." Dijo para tirar de la camisa de su mamá. Mary la acomodó para bajarse la camisa y darle pecho mientras volvía a ver su serie con tranquilidad. La castañita se quedó tranquila tomando.

"¡Llegué!" Alexis entró a la casa con una bolsa y caminó hasta la cocina tranquilamente. "Traje lo que me pediste." Le dijo dejando las cosas donde iban para ir a la sala.

"Hola." Sonrió Mary al verlo sentarse a su lado. "Gracias,cariño." Le dijo con una sonrisa para darle un pico.

Alex le devolvió el pico y miró a Amely para tocar su piecito. "¿Y tú? ¿No te cansas de tomar leche?" No se lo dijo en serio, era broma,evidentemente.

La bebé movió sus piecitos para seguir tomando leche. Alexis sonrió y miró a su esposa para hablarle sobre cosas al azar. No había mucho sentido en lo que le decía, sólo le contaba de cosas al azar.

Mirelle bajó las escaleras con sus pantalones de pijama y una camisa que no era de ella, era de esas camisas que Mary le robaba a su esposo para dormir y estar cómoda. Al verla el pelinegro miró a su esposa con el ceño algo fruncido, Mary sólo se encogió de hombros y con la mirada le pidió que se tranquilizara. No tuvo de otra más que relajarse.

"¡Buenos días,Mary! ¡Buenos días, Alex!" Exclamaba la mujer yendo a ellos con una gran sonrisa feliz.

"Buenos días." Le dijo la castaña en el sofá con una sonrisa.

"Buen día.." murmuró Alexis para mirar la televisión.

Mirelle se acercó a ellos para ver a la bebé que seguía tomando leche tranquila. "Buenos días, Amely~" le dijo suave para acariciar su cabello. "¿No estás muy grande para tomar pecho?" Preguntó con esa sonrisa que estresaba al papá de la niña mencionada.

Alexis frunció el ceño y volteó a mirar a Mirelle. Quiso decirle mil cosas a la vez pero su esposa le detuvo para hablar ella. "Aún está en edad para tomar leche." Le dijo con tranquilidad.

"Pero cuando nazca el otro bebé no podrá seguir tomando leche,deben enseñarle desde ahora." Alexis sentía la sangre hervirle, si algo odiaba era que le dijeran que hacer y que no hacer con su hija. Peor aún, Amely aún estaba en una edad totalmente normal de tomar leche del pecho de su mamá. Raro sería que lo hiciera con cinco años o seis.

"No te preocupes." Le dijo Mary en corto manteniéndose firme con una sonrisa tranquila mientras agarraba la mano de su esposo discretamente para que se relajara. "Yo sabré como hacerme cargo de eso."

El de greñas contaba los días para que se fuera de la casa y se regresara a su casa a países de distancia. Le enfermaba esa mujer y no podía darle mala cara, que era lo peor. Ella y su boca que no sabía cuando cerrar lo iban a matar del coraje.

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