𝟬𝟮𝟵━━ Will u 𝘀𝘁𝗶𝗹𝗹 love me if i am Ghostface?
❛ 𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓣𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝓝𝐈𝐍𝐄 ❜
𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 👻☎️
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ ¿𝗦𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿𝗮́𝘀 amándome si yo soy Ghostface?
Necesito ayuda, me perdí🔪
N. de la A. ❨Cuando veáis este emoji 👻
reproducid la música del vídeo que está al principio del capítulo.
Así la escena será mucho más real y más fácil de imaginar❩
𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐃𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐀𝐕𝐀𝐍𝐙𝐀𝐁𝐀 𝐇𝐀𝐂𝐈𝐀 𝐄𝐋 𝐆𝐑𝐔𝐏𝐎, iba pensando sobre qué decir, si lo delataría o no, en si me convertiría en la aliada de la justicia o la aliada de un monstruo que antes había sido mi mejor amigo.
A medida que avanzaba pensaba en él y en la relación tan bonita que habíamos tenido. Una relación que se había destrozado al saber que todo había sido puro teatro.
Era demasiado bonita para ser real.
Cuando llegué, me miraron todos estupefactos, sabía perfectamente cómo me encontraba: cabello despeinado, ojos rojos de tanto llorar —y lo que me quedaba—, pómulos enrojecidos y bañados en lágrimas.
—Eve... —murmuró Chad acercándose a mí—. Sé que te llevabas muy bien con Anika y Quinn. Todos estamos así pero ahora debemos...
—Debemos luchar juntos —le interrumpió Sam, observándonos uno a uno—: y enfrentarnos al mal.
Ese mal..., cómo me dolieron esas palabras. Sentí que volvía a derrumbarme.
—Yo...
¿Si? —preguntó Tara.
—Yo...
Sé quién es Ghostface. Es Ethan.
«Tú eres una mujer fuerte».
«Pocas chicas como tú hay hoy en día. Nunca cambies por gustar a alguien. Sé tú misma».
«Para eso están los amigos».
«Te quiero».
Todas sus frases me vinieron a la mente y ahí comprendí que aunque todo había sido falso, me había ayudado a avanzar, a perder mis miedos, a ser como yo quería ser.
No podía decirlo. No podía decirlo de mi boca, no podía hacer nada, estaba desconcertada.
Necesito ayuda, me perdí.
—Yo... —Volví a intentarlo pero no podía, definitivamente no podía—: Tengo que airearme un poco. No puedo... más. No puedo con todo esto.
—¿Qué? —preguntó Mindy que también estaba derrumbada; derrumbada por la muerte de Anika por culpa de Ethan, la misma persona que yo inconscientemente estaba protegiendo.
Apreté los puños para no volver a llorar pero no pude contenerme. Chad y los demás se estaban acercando pero me aparté de ellos para que no pudieran rozar, para que no pudieran ver cómo temblaba por dentro.
👻
—¡Dejadme en paz! ¡Por favor! ¡Dejadme en paz! —exclamé y eché a correr. El aire me daba en la cara mientras mi cabello jugueteaba con la brisa nocturna de la ciudad de New York, la ciudad que nunca duerme.
Las luces de los grandes acantilados tintineaban a lo lejos y los colores resplandecientes de los coches brillaban como pistas de baile bajo el cielo nocturno con sus luces de cruce.
Estaba tan metida en mis pensamientos mientras mis piernas se movían y mis lágrimas corrían por todo mi rostro y empapando el vestido que llevaba puesto que ni me di cuenta que un coche venía hacia mí, por suerte paró antes de atropellarme, puse mis manos sobre el parachoque como acto reflejo.
—¿¡Pero de qué vas, gilipollas!? —exclamó el conductor que asomaba brevemente la cabeza por la ventana.
—¡Lo siento mucho! —exclamé pero las palabras creo que no llegaron a sus oídos, se las había llevado la brisa y los sollozos.
Seguí mientras los árboles a mí alrededor danzaban, varios transeúntes se dirigían a sus casas tras una jornada completa.
Me pregunto cómo habrán sido sus días, tan buenos como aquel día donde compartí mi primer beso con Ethan... o tan malos como el de hoy, donde descubrí que es uno de los peores asesinos y lo peor de todo, había visto con mis propios ojos lo que podía llegar a hacer sin apenas inmutarse.
Me dirigí al metro y mientras esperaba, me llegó un mensaje, era Ethan. Mi corazón se aceleró y no sabía si por el miedo o por otra cosa que no quería descubrir.
Abrí el mensaje.
—«¿Seguirás amándome si yo soy Ghostface?».
Él sabía la respuesta incluso sin yo habérsela dicho. Él mismo fue quién la dijo. Sabía que estaba jugando conmigo.
—«🖕🏻».
El dedo corazón fue lo único que le mandé como respuesta, tenía ganas de bloquearlo pero no lo hice, lo silencié. Él estaba en línea, vio mi mensaje y borró el que me había mandado para que no le hiciera captura.
Casi caigo en la tentación de hacerle una captura de pantalla pero sabía que al final solo la dejaría en la galería y no se le enseñaría a nadie, también sabía después de eso que Ethan desconfiaba de mí aunque no lo confesara.
Luego se desconectó sin decirme nada más, no sé si su silencio fue porque estaba dolorido por mi duro y corto mensaje, pero al menos esperaba que estuviera desconcertado y compartiera todo el dolor que estaba pasando por culpa de él.
Cuando llegó el tren subí con la vista clavada en el suelo, no quería que nadie me mirara en este estado. Me senté en la parte de detrás y cuando lo hice escuché una sonrisita femenina, justo delante tenía a una chica besando a su novio, no les veía las caras pero estaban completamente enamorados. Volví a apretar mis puños por la ira y la frustración, mis uñas se clavaban en la palma de mi mano como cuchillas, formando medias lunas cándidas.
Durante todo mi viaje tuve que aguantarme los mil «te quieros» y los cientos de besos que se dieron. Me concentré en las luces de la ciudad que pasaban a toda velocidad y se reflejaban en el cristal. Me dirigía a la casa de Stacy pues sabía que estos dos días estaría libre y no había nadie. Ella siempre me la dejaba cuando la necesitaba y no me cabía ninguna duda de que la soledad ahora mismo era lo mejor que podía poseer para tranquilizarme, para desahogarme.
Cuando el tren llegó a su destino vi que alguien me agarraba fuertemente desde atrás. Era una chica rubia y se me hacía extremadamente familiar, era una de esas dos que se había reído de mí en la fiesta, con el mismo chico, el amigo de aquel que Ethan había matado.
—Pero mira quién tenemos aquí —dijo con malicia—. Si es la chica rara de la fiesta.
—Déjame en paz, por favor. Tengo prisa —le contesté intentando aparentar amabilidad porque lo último que quería era tener una discusión.
—¿Qué haces sola por aquí? —me preguntó su novio entre risas.
Lo que a ti no te importa.
—Dar una vuelta.
—¿Pareciendo una loca? Las chicas raras como tú no pueden andar por ahí a estas horas, le darías pesadillas a los niños —continuó este, tocando la cintura de su novia.
—Ah, ¿y ella sí? —No pude aguantarme.
—Ya quisieras tú parecerte a mi novia —me escupió.
Ambos rieron y se dieron un beso tras eso. Me obstaculizaron el paso.
—Por favor, dejadme pasar. —No lo hicieron y tuve que esperar a que terminaran.
Maldita pareja estúpida. Estoy empezando a odiar el amor. Sentí que algo ardía en mi interior: no era tristeza, no era miedo, era algo fuerte y sentía que me consumía lentamente.
Cuando bajé, lo hice tan rápido que empujé un poco a la chica con mi cadera y el novio se encaró conmigo.
—No quería hacer eso —dije sin mirarlo a la cara, alejándome todo lo posible pero sentí que me seguía. Me giró hacia él y me dio un puñetazo tan fuerte que caí al suelo. Mi nariz se chocó contra un ladrillo suelto que había por el paso y olí sangre. Cuando abrí los ojos vi que el material con el que me había chocado estaba salpicado de rojo, de mi propia hemoglobina. Me levanté sin saber qué hacer, jamás antes me habían dado un puñetazo. Puñaladas sí, sin embargo, este dolor fue menos doloroso pero más vergonzoso, algunas personas miraban la escena con curiosidad por saber qué iba a hacer, otras se comportaban de manera indiferente y pasaban a mi lado sin más y otras, disimulaban la risa al ver mi expresión.
Mi expresión de idiota.
Los contemplé mientras ambos se reían de mí.
¡Ojalá Ethan os mate a los dos como hizo con vuestro amigo!
—¡Dejadme en paz! —Fue lo único que dije mientras me frotaba la mejilla, intentando olvidar el pensamiento oscuro que mi mente había pensado.
—Vete a la mierda —escupió la chica con desprecio. Yo me limpié la sangre con la manga—. Vete con tu grupo lleno de raritos. Vete con la asesina. Vete con el tonto de tu novio.
Me di la vuelta y huí de allí sintiéndome una estúpida y una cobarde pero estaba cansada mental y físicamente hablando.
Mientras paseaba a un ritmo ligero escribí a Ethan.
—«Mata a...»
Estaba en línea cuando hice amago de escribirle. El corazón me palpitaba mucho al ver lo que casi estaba a punto de hacer.
Pero me arrepentí de ello y no le llegué a mandar nada.
Estoy embrujada.
Obsesionada.
Cuando entré en la casa había un gran silencio. Me repetía una y otra vez que necesitaba soledad pero no había pensado que esa misma soledad me podía ahogar al recordar que gran parte de mi adolescencia la había pasado con él, que todos los problemas se los había confesado con él, que los momentos felices habían sido ratos dulces llenas de sonrisas compartidas y ahora... ahora solo había vacío.
Ahora solo soy yo.
Mis pensamientos están abarrotados.
Cuanto más busco, más pierdo claridad.
Claridad, claridad, claridad.
Necesito ayuda, me perdí.
Otro mensaje:
—«No te sientes bien, ¿puedes decirlo?»
No me siento bien, te necesito en mi vida como tú me necesitas a mí, quería contestar.
Estoy embrujada por ti.
Estoy obsesionada contigo.
Lo dejé en visto.
Lo dejé en visto porque estaba perdida. Perdida con y para con todo.
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