𝟬𝟮𝟭━━ 𝗖𝗨𝗣𝗖𝗔𝗞𝗘 𝗕𝗢𝗥𝗡 𝟭𝟵𝟴𝟰'𝘀🧁🍧
❛ 𝓒𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝓣𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘-𝓞𝐍𝐄 ❜
𝗙𝗨𝗖𝗞! 𝗪𝗛𝗔𝗧'𝗦 𝗧𝗛𝗘 𝗦𝗟𝗔𝗦𝗛𝗘𝗥?! 🎃🪓
𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐒...
༉‧₊˚. ♯ 𝗖𝗨𝗣𝗖𝗔𝗞𝗘 𝗕𝗢𝗥𝗡 𝟭𝟵𝟴𝟬'𝘀
¿Te das cuenta que el título de la cafetería
dice literalmente «magdalena nacida en 1984»? 🔪
𝐄𝐒𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐒𝐄́ 𝐂𝐎𝐍 𝐌𝐈 𝐌𝐄𝐉𝐎𝐑 𝐀𝐌𝐈𝐆𝐀 𝐒𝐓𝐀𝐂𝐘 𝐄𝐍 𝐒𝐔 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐀 𝐋𝐀𝐒 𝐀𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐂𝐈𝐔𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐍𝐄𝐖 𝐘𝐎𝐑𝐊. Agradecí que fuera en el campo porque eso me ayudaba a desconcentrarme y podía leer tranquilamente. Aunque a la hora de dormir..., apenas podía conciliar el sueño y era lógico, después de todo lo que había presenciado con mis propios ojos.
Al día siguiente, llegué antes de tiempo a la universidad para nuestra reunión —de amigos sospechosos— así que decidí ir a esperar en la plaza. Ethan era puntual así que no me extrañó para nada verlo en la entrada de la facultad.
Cuando me vio, movió las cejas a modo de saludo y se dirigió a mí. Llevaba una camisa azulada con mangas cortas. Su pelo rizado era precioso a la luz del sol, iluminando cada uno de sus rizos ondulados.
—¡Hey, hola! —me saludó con una sonrisa, abrazándome—. ¿Cómo estás?
—Media dormida, media despierta —le dije, incorporándome para mirarle a los ojos—. He estado pensando mucho sobre todas las cosas que nos han ocurrido esta noche así que no pude dormirme aunque mirando el lado bueno, gracias a eso me quedé despierta leyendo y me preparé antes sino, ten por seguro que hubiera llegado tarde y eso conllevaría a...
—A que Mindy te ponga en su punto de mira.
—¡Efectivamente!
Como a ti, quise añadir pero no lo hice.
Caminamos por la calle empedrada hasta la cafetería de mi amiga Stacy —justo al frente de donde estábamos—. Tenía por nombre Cupcake Born 1980's en el letrero rosa neón. La fachada era de un color entre el rosado y morado que dolía a la vista. A Stacy le encantaba la estética de los ochenta como a mí y a Ethan así que convenció al jefe para cambiar un poco —solo un poco— la decoración del local con colores chillones, galletitas con innumerables formas e incluso, en la parte trasera añadieron una pista de patinaje con disco de modo que mucha juventud venía y eso hacía que el local consiguiera muchas ganancias los fines de semana. Stacy sabía de moda pero también calculaba muy bien el dinero. Le encantaba en realidad, ¿a quién no?
—¿Te das cuenta que el título de la cafetería dice literalmente «magdalena nacida en 1984»? —dijo Ethan entre risas mientras entrábamos.
Le encantaba recordármelo.
—Una magdalena más mayor que Tutankamón, estará llena de gusanos.
Vimos a Stacy detrás de la barra rosa, nos recibió con una gran sonrisa. Llevaba patines artísticos de cuatro ruedas, una visera turquesa que hacía que su cabello pelirrojo en forma de rulos cayera en cascadas hasta sus hombros. La ropa que portaba era laboral de un color rosa pálido con colores pastel, en las manos llevaba una bandeja con cuadros simétricos rojos y blancos a la par. Unas gafas con cristales rosas adornaban su cabello dándole más brillo al look. Lo que más me gustaba era su mandil con la frase: «Muchas veces somos lo que comemos, yo soy diabólicamente dulce y picante», en letras rosas y fondo, por supuesto, rosa chillón. No me sorprendió.
Todo el local por dentro era como una mezcla entre Alicia en el País de las Maravillas y Charlie & La Fábrica de Chocolate. Nos encantaba. Era muy acogedor.
—¡Vaya, vaya! ¡Pero si es la parejita superviviente! —exclamó acercándose a nosotros—. ¿Qué os pongo, chicos? —Yo le dije un batido de fresa pero Ethan se quedó callado. Él salía más tarde que yo por las clases extra que tenía con el fallecido Jason sobre películas de terror así que nunca había podido venir con él. No sabía qué pedía—. ¡Tierra llamando a Ethaaan!
༉‧₊˚. ♯ THE 𝗙𝗨𝗡𝗡𝗬 GIRL! ˖˖˖ ˊˎ
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⚘ 𝐒𝐓𝐀𝐂𝐘 𝐌𝐈𝐋𝐋𝐄𝐑
❪ Divertida, graciosa, cool, curiosa ❫‧₊˚
GHOSTFACE: ???
—Oh... yo... —carraspeó por lo bajo—. Yo... tomaré agua, gracias.
—Tonterías, nene. Te traeré lo de siempre. Hoy invita la casa.
No comprendí a qué se refería Stacy y por qué a Ethan se le encendieron las mejillas... hasta que vi a mi amiga traer una bandeja. Colocó dos batidos en la mesa: uno de fresa y otro de chocolate. Luego le sirvió a Ethan una galletita en forma de oso panda regordete con los ojos de botón de chocolate blanco.
Miré a Ethan.
—Es que... es que están muy buenas —dijo él abochornado, levantando la vista brevemente hacia nosotras dos.
Me fijé en que el oso panda llevaba una especie de calzoncillos rojos con chocolate del mismo color.
—Ni te juzgo. Yo todavía como compotas de frutas. ¡Están riquísimas! —confesó Stacy sentándose a mi lado, depositando la bandeja en la mesa.
—¡Oye, Stacy! ¡Ponte a trabajar! —dijo su compañero de trabajo que estaba atendiendo a dos clientes en la barra a regañadientes—. ¡No me des trabajo de más!
—¡Cinco minutos solo y luego te recompenso! ¡No seas gruñón! —gritó Stacy que casi me dejó sorda del oído izquierdo.
Su compañero aceptó sumiso aunque de mala gana.
—¿Cómo le vas a recompensar? —le pregunté cuando me recuperé del pitido, alzando una ceja a propósito.
Stacy sacó cuatro chocolatinas de su bolsillo.
—Le encanta el chocolate —susurró casi a la altura de mi oreja—: y en su casa le tienen prohibido digerirlo —pausó, guiñándome un ojo—, así que, nos ayudamos mutuamente.
Sí, era muy estratega.
Ethan estaba escuchando la conversación con detenimiento mientras se bebía el batido de chocolate, la galleta aún reposaba en la bandeja, creo que tenía vergüenza darle un mordisco.
—Si no te la comes tú, me la como yo —le amenace entre risas. Ethan se lo tomó en serio, poniendo los ojos como platos y la atrapó rápidamente. Automáticamente mordió la cabeza del oso panda.
—¡Has decapitado al oso! —vociferó Stacy con sorpresa fingida llevándose las manos a la cabeza. Nunca mejor dicho.
Ethan se limpió las migas con las manos.
—¡Oh, no! ¡Ahora estás limpiándote de sus sesos esparcidos! —Le seguí yo. Ethan nos miró de una en una, espantado.
Al pobre no le estábamos haciendo disfrutar de su galleta.
Aproveché para beber un poco de mi batido.
—¡Dios mío, Landry! ¡Eres un psicópata! —exclamó la pelirroja—. Ya sabía yo que los niños santos siempre esconden algo de maldad en su interior. Aunque supongo que tu lado perverso solo lo habrá visto Eve —bromeó, moviendo las cejas de arriba abajo mientras me guiñaba un ojo.
—¡No hace... gracia...! —Le acusé atragantándome con la bebida. Ethan se rió disimuladamente.
El karma hizo que ahora no disfrutara de mi batido.
Qué ganas tenía de escupirle el batido en toda la cara y lo hubiera hecho si no hubiera estado tan rico.
—Por cierto, hablando de psicópatas —Se acercó más a nosotros, doblando su espalda hacia la mesa y con apenas un susurro continuó—: creo que ya sé quién es Ghostface.
A Stacy le encantaban los chismes y si tenía que ver con asesinos seriales y casos sin resolver o misteriosos... mejor no te topes con ella una tarde porque sino, sales con la cabeza reventada.
Ethan al escuchar que Stacy sabía la identidad de Ghostface se atragantó con el batido, le había sorprendido y con razón, de tan solo pronunciar el nombre de aquellos dos desgraciados se me quedaba la piel de gallina.
—Tampoco te asustes tanto, Landry, no seas miedica —dijo en tono de burla y bajó mucho, mucho más la voz, intercambiando miradas intrigantes entre Ethan y yo. Él no paraba de observarla, pude ver curiosidad y sorpresa en su rostro—. La identidad de Ghostface es de una chica con el pelo zanahoria y llena de pecas, le encanta el rosa chillón pero en el fondo, ama el negro y a los fantasmas siniestros. Trabaja en un sitio llamado «magdalena nacida en 1984» y tiene el youtube petadísimo de vídeos de gatos. Su nombre es... ¡Stacy!
Cuéntame otro chiste.
Ethan se relajó pero yo la miraba con cara de: «¿pero tú eres tonta o qué te pasa?»
—No me mires así, hija. Nunca se conoce del todo a una persona. A veces las circunstancias cambian.
—Cuando tú vistas de negro, yo me vestiré con un conjunto entero de rayas. —Algo así no iba a pasar porque verdaderamente Stacy odiaba el negro aunque diga lo contrario. Si fuera Ghostface la vería con la careta rosa.
—Hum. Eve, ¿serías como... Freddy Krueger? Rayas negras y rojas —nos interrumpió Ethan. Ya había desmembrado al pobre osito.
—Son rayas rojas y verdes pero sí, algo así —le corregí pero Stacy estaba con ganas de hablar más.
—A todo esto, ¿conocéis...? Bueno, conocer no, ¿habéis oído hablar de Edmund Kemper?
—No —le respondí mientras bebía otro sorbo de mi batido, menos mal que no dijo nada absurdo esta vez, ya eran dos veces en menos de tres días que me atragantaba bebiendo.
—Pues fue un asesino en serie.
¿Por qué no me sorprende?
—¿De verdad te parece el momento ideal para hablar de asesinos en serie después de que no uno, sino dos asesinos en serie casi nos maten a mí y a Ethan en este mismo mes, Sta? —le pregunté, disimulando mi molestia porque sabía que no lo hacía a malas.
—No pero mejor ahora que nunca, en fin, os cuento la historia...
Ya empezamos...
—Cuando Edmund veía a una mujer guapa pensaba que era una chica atractiva y que le agradaría hablar con ella, salir, tomar algo; pero, por otro lado, le era inevitable no preguntarse a sí mismo cómo sería ver sus cabezas ensartadas en un palo.
—¡Por favor, basta ya! —exclamó Ethan, levantándose horrorizado. Me fijé que él ya se había acabado todo, luego, bajé la vista hacia mi batido y vi que estaba medio lleno; qué vergüenza que me vean comer como un pollito—. No me gustan estas cosas, lo siento, Sta, pero no puedo. Me horroriza pensar en el miedo que tuvieron que pasar sus pobres víctimas y el espantoso trato que tuvo con ellas. Si quieres me voy y siguen hablando de esto a solas...
—No, no —le interrumpió Stacy atrapándolo de un brazo para que se quedara, pero ella sí se levantó—. Perdón, no volveré a decir nada de eso delante tuya. —Luego me miró a mí mientras sujetaba la bandeja y la colocaba entre su costado y su tríceps. Sus pecas se tornaron a un castaño claro bajo la luz que entraba a través de las rejillas moradas de la ventana—. Me tengo que ir ya pero tía, mi hermano está desesperado por verte, ayer cuando viniste a casa se me había olvidado contarte que se fue al bosque con unos amigos y cuando supo que estabas les puso varias excusas al grupillo para regresar pero al final no pudo. Estará esta noche por si quieres... hablar con él o lo que sea. —Puso énfasis en las últimas palabras para meterle un doble sentido.
Ethan miró fijamente a Stacy. Landry no sabía mucho sobre Archie pero esperaba que supiera que el único chico que me gustaba era él y no necesariamente Archie, así como también esperaba que no malpensara si una noche decido quedarme en la casa de Stacy con ella y su hermano. Archie era menor que ella por cinco años, era súper majo y también muy lindo, básicamente era como Stacy pero en hombre, incluso en físico. Tenía diecisiete años.
—Me encantaría hablar con él y lo que sea que no sea lo que estés pensando —le contesté con el mismo tono que ella había pronunciado para el énfasis.
Stacy sonrió y se fijó en Ethan que estaba algo serio desde que había nombrado a Archie.
—Ya sé que no te gustan los críos y estás colada por cierto chico cuyo nombre empieza por E de envidia —bromeó la pelirroja mirando de reojo a Landry.
Menuda indirecta más directa.
—¡Oye, Landry, enserio! No seas tan así, estábamos bromeando. Eve está colada por ti, ¿no lo ves? —Me señaló—. Se le cae la baba cada vez que te ve, cosa que no hace con Archie, además es un crío. No tiene ni la mayoría de edad y está enamorado de mil quinientas mujeres a la vez. Ya sabes, la adolescencia.
No se me cae la baba cada vez que lo veo, Stacy, cierra la boca.
Le sonreí.
—Es verdad lo que dice —dije para disimular mi nerviosismo.
—No, no os preocupéis —murmuró Ethan—. Es solo que, no sé, el asunto de Edmund me dejó un poco raro. Tanta violencia e ira me provoca ansiedad porque no estoy acostumbrado a esas cosas —confesó apenado—. Lo siento por ser tan... aburrido en las conversaciones, supongo.
Stacy lo miró con ternura.
—Oh, tonto. ¡No te preocupes! Apuesto que el caso de Ted Bundy te dará menos escalofríos. ¡Sentaos, sentaos! ¡Pónganse cómodos! —vociferó haciendo ademán de sentarse de nuevo.
—¡Stacyyyyyyyyy! ¡Ven ya por el amor de Dios! —exclamó su compañero olvidado, el gruñón de la barra.
—¡Dos minutos más y te doy cinco chocolatinas extras! —gritó, esta vez me pitaron ambos oídos a la vez—. Miren, Ted Bundy fue...
—¡Stacy! Vete a darles tus clases de criminología a tu amigo, está muy gruñón, necesita algo de distracción —le interrumpí pero me mandó a callar, entusiasmada por contar. No sabía ni por dónde empezar—. Además Ted Bundy fue muy cruel.
—Bueno, hablemos de Jeffrey Dahmer, entonces.
—¡No! —exclamó Ethan—. ¡Ese es mucho más psicópata!
—¿Pues has visto la serie de Netflix?
Si no salimos de aquí ya, nos saldrán canas.
Me levanté del asiento acolchado y casi le pongo el trasero en toda la cara a Stacy pero me daba igual ¡solo quería salir de allí! Atrapé a Ethan del brazo y me lo llevé hacia la entrada.
—¡No, no! ¡Esperad, parejita dulce! ¿Habéis visto qué guapo es Evan Peters! ¡Hizo un papelazo!
Confirmaba ambas cosas pero me fijé en que los chicos ya estaban esperándonos en el patio de la universidad.
Menos mal.
—Stacy está un poco mal de la cabeza, ¿no te parece? —me susurró Ethan al oído mientras lo soltaba. Ya casi habíamos llegado a la puerta.
—¡Ahhhh! ¿Y qué me dicen del primer Ghostface? ¡Billy Loomis! Dejaría que me mate con sus propias manos.
—¿Un poco solo? —le pregunté con sorna.
—Es... muy... ¡sexy! —La oí entrecortada cuando la puerta se cerró detrás nuestra.
Al llegar fuera suspiré, aliviada, de nuevo en la libertad. Quería a Stacy, la apreciaba mucho pero a veces era demasiado pesada con temas sobre los asesinos en serie y de slasher.
Sin duda, ella y Mindy harían muy buena pareja.
Una pareja de muerte.
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