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Narrador Omnisciente










En el universo del amor, los aniversarios de pareja son como estrellas brillantes que iluminan el camino recorrido juntos. Cada aniversario es un testimonio del amor compartido, una celebración de los momentos vividos y una promesa de los sueños futuros.

El primer aniversario es como el mismo despertar del amor. Es como el amanecer de un nuevo día, lleno de promesas y esperanzas. Es el momento en que dos corazones celebran el primer año de su unión, recordando los nervios y la emoción del inicio.

Una celebración del amor joven, lleno de promesas y sueños juntos a futuro.

Cada momento marcaba un hito importante. Para muchas parejas, este aniversario simboliza la solidez y la estabilidad de su relación. Superar los altos y bajos, que pronto se convertian en tres años juntos. Tal como Eros y Pansy.

Hay muchas maneras de celebrar los aniversarios de pareja como cenas a la luz de las velas, escapadas románticas, regalos personalizados o muy especiales que signifiquen algo para ambos. Son momentos especiales que merecen ser celebrados y apreciados. Hitos marcan el paso del tiempo y celebran el amor, el compromiso y la dedicación de dos personas que han decidido compartir su vida juntos.

Los aniversarios son una celebración del amor en todas sus formas.

Y eso había sido justamente lo que Eros quería lograr luego de tres años juntos. Y si que lo había hecho.

La noche era perfecta. Había comenzado al atardecer, cuando el cielo se había teñido de tonos rosados y dorados, creando un telón de fondo espectacular. Pansy y Eros habían llegado a un lugar especial, uno muy especial para ambos, luego de su primer año. Un rincón escondido en la naturaleza, parecía incluso un jardín secreto.

Al llegar, un sendero iluminado por luces suaves y cálidas los guíaba hacia una mesa elegantemente decorada. Las velas parpadean con una luz tenue, creando un ambiente acogedor y romántico. La mesa estaba adornada con flores frescas, cuyos aromas se mezclaban con la brisa suave, envolviéndolos en una fragancia embriagadora.

Pansy soltó una pequeña risa, que después formo en una sonrisa. Su pecho, su corazón latía a mil por hora y su cuerpo enrojecía. No podía creer que Eros estuviera haciendo algo así o que al menos lo intentará nuevamente, llevarla de vuelta para crear recuerdos positivos.

Eros le tendió la mano sin decir nada pero con una sonrisa encantadora en el rostro, y camino hacia adelante enamorada mientras negaba levemente con la cabeza.

—Es absolutamente encantador, Señor Evans.

—Lo intento. Todo por ti. —respondió mientras sus dedos se envolvían alrededor de los de ella, el calor irradiaba de él y emitía directamente hacia la castaña. —Entonces, ¿Qué opinas? Se que la primera vez no salió muy bien por tu padre y su intento porque no podemos estar juntos pero, quiero que ahora sea más que especial. ¿Quieres intentarlo de nuevo, crear recuerdos positivos aquí?

—Me encantaría.

Un festín para los sentidos. Platos exquisitos, preparados con esmero, se presentaban uno tras otro. Cada bocado era una explosión de sabores, cuidadosamente seleccionados para deleitar el paladar.

De fondo, una suave melodía de jazz sonaba, se mezclaba con el sonido de el susurro de las hojas en los árboles. La música creaba una atmósfera mágica, invitándolos a dejarse llevar por el momento.

Después de la cena, la música había cambiado a un ritmo más lento y romántico.

Eros se levantó con una sonrisa plasmada en el rostro antes de ofrecerle su mano.

—¿Me concedes esta pieza?—preguntó haciendo una reverencia.

Sin dudarlo tomo su mano, dejándose
guiar por Eros. Comenzando a bailar bajo el cielo ahora estrellado. No importaba si los pasos no eran perfectos; lo que importaba era la cercanía, el sentir el latido del corazón del otro, el perderse en la mirada de su ser amado. Cada giro y cada paso son una declaración de amor, una promesa de estar juntos en cada momento.

—Te ves realmente perfecta está noche, amor. —dijo Eros con una amplia sonrisa en su rostro. —Eres demasiado hermosa, Pansy.

—Ya no debes halagarme, ya dije que si, hace tres años, Eros, somos novios. —respondió la castaña tratando de concentrarse en el baile que estaban bailando.

—Justo por eso debo decírtelo. Tal vez seamos pareja, y en un par de años futuros esposos, pero no voy a dar las
cosas por sentado, ahora ni nunca. —se acercó a su rostro juntando sus frentes antes de iniciar un beso en esquimal, y por último dejando un casto beso en sus labios, causándole una gran sonrisa a su novia. —Todos los días voy a luchar por tu amor. Y por si no te has dado cuenta, desde que nos conocimos y caí profundamente enamorado de ti, he estado enamorandote todos los días.

—Lo estás haciendo muy bien—respondió sintiendo sus mejillas sonrojadas. —De verdad tengo mnucha suerte de tenerte. —agregó abrazándolo, apoyando su cabeza
en su hombro mientras seguían bailando.

—Yo soy el afortunado, por tenerte a mi lado. —susurró Eros muy cerca de su oído, dejando un beso en su cabello.

Evans escucho como su contraria daba un largo suspiro y un sollozo escapaba de sus labios.

Bajo sus manos a su cintura para abrazarla, separandola un poco de el.

—¿Qué pasa, ojitos?—Pansy no pudo evitar sonreír, aún con los ojos cristalizados le obsequio una sonrisa que únicamente iban dirigidas a el.

—Nada, estoy bien. Es solo... me puse a pensar en lo afortunada que soy de tenerte y de tener a tu familia, siempre me aceptaron con los brazos abiertos aún cuando era tu amiga y yo solo... me gustaría tener una familia.

—¿Ahora?—Eros pregunto sorprendido, pero aún así, causando que una pequeña risa saliera de entre los labios de su castaña. —No me desagrada la idea, pero somos jóvenes y aún tengo que planear el como voy a pedirte matrimonio, además...

—No me refiero a eso, cariño. —lo abrazo por el torso sonriendo entre lágrimas. —Quieeo tener una familia, hijos, casarme contigo, pero no por ahora. A lo que me refiero es que... no recuerdo nunca haber pasado una navidad, un cumpleaños con mi madre, padre o Kara. Como tú con Amy, Nelly, Pandora, Harry, toda tu familia. Solo me dio sentimiento, es todo.

—Pansy, mi familia será tu familia, cariño. Tu no estás sola, nos tiene a nosotros. Mi familia te ama. Puedo incluso decir que Harry y Luna
te quieren más a ti que a mi. Nosotros somos tu familia.

—Te amo, Eros Evans. —dijo, mientras soltaba un pequeño sollozo y lo abrazaba aún más del torso, recargando su cabeza en su pecho.

—Te amo aún más.


















[ • • • ]















Y mientras nuestros enamorados disfrutaban de un año más juntos, Harry se encontraba acabando de armar su maleta, después de que el último día en Hogwarts culminará.

Había pasado una semana. Una semana desde la última prueba.

Después de la trágica muerte de Cedric Diggory, Harry experimentó una mezcla de emociones. La pérdida de su compañero de colegio y competidor en el Torneo de los Tres Magos lo había afectado profundamente. Cedric no solo era un rival, sino también un joven valiente y amable.

En el funeral de Cedric, la mirada acusadora del padre de Cedric, Amos Diggory, pesó sobre Harry. Amos culpaba a Harry por la muerte de su hijo, ya que Cedric había sido asesinado en el cementerio de Pequeño Hangleton durante la última prueba del torneo. Algo que en esto último solo los profesores sabían de ello. La tristeza y la ira de Amos eran comprensibles, y Harry se sintió abrumado por la responsabilidad que llevaba consigo.

Era su culpa quizá. El podía apartar a Cédric del camino, sin embargo, no supo cómo responder a ello. Simplemente se aferró al suelo a sus pies, y cuando menos se había dado cuenta, un profundo grito había emergido de su garganta, y en menos de un segundo, Cédric había muerto.

Harry, sin embargo, honró la petición de Cedric. Llevó su cuerpo a sus padres, cumpliendo con su última voluntad. Aunque Harry no era culpable, la carga emocional de ese momento fue inmensa. La pérdida de Cedric dejó una marca indeleble en su corazón y en la historia de Hogwarts.

La muerte de Cedric también tuvo un impacto en toda la comunidad mágica. Durante ese año escolar, Hogwarts estuvo bajo la vigilancia del Ministerio de la Magia, y nuevamente, un nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras se buscaba, el que Barty Crouch JR, logrará entrar al colegio haciéndose pasar por Alastor Moody, solo había aumentado las vigilancias en el colegio.

La tragedia de Cedric dejó una sombra sobre la escuela y sus estudiantes.

Y Harry no pudo evitar soltar un suspiro tembloroso antes de cerrar por completo el equipaje. No había visto James desde hace mucho, supuso que había vuelto a sus andadas, el desaparecer y volverlo a hacer parecía ser su marca personal.

Pero a pesar de todo eso, había valorado de una manera muy importante el que Eros estuvo en todo momento junto a el.

A pesar de su enojo mutuo, Eros, estuvo a su lado durante todo el funeral de Cedric. La relación entre los dos hermanos había estado tensa pues ahora Harry podía aceptar el que su hermano tenía razón, pero el era demasiado orgulloso para acercarse y aceptar que había sido por completo su error.

Pero la tragedia de Cedric los unió de nuevo, al menos temporalmente.

Eros no podía soportar ver a su hermano sufrir solo. A pesar de sus diferencias, sabía que Harry necesitaba apoyo en ese momento. Así que, sin decir una palabra, se mantuvo cerca de él. Se quedó junto a Harry mientras los demás lloraban y compartió su dolor en silencio.

En los momentos más difíciles, cuando Harry sentía que la culpa lo consumía, Eros le apretaba el hombro o le daba un gesto de consuelo. No necesitaban palabras; su presencia era suficiente. A veces, incluso el enojo más profundo no puede romper los lazos familiares.

Pero ahora, Harry estaba por entrar a quinto grado, y sentía que las cosas solo empeorarían, ahora con la vuelta de Voldemort sabía que tenía menos tiempo antes de que una bomba de tiempo comenzará a formarse a su alrededor y trajera a su lado desgracias e inclusive, se llevará y apartada la presencia de personas que amaba.

No soportaría perder a su hermano.

Su madre había muerto.

James, el hombre que debería ser un perfecto padre para ambos hermanos, nuevamente había desaparecido.

Y las palabras de Eros habían cobrado sentido en ese momento; 'no esperaba nada de el, y aún así logro decepcionarme'.

No podía permitirse que le arrebataran su hermano ahora.

Era incluso capaz de arriesgar su propia vida con tal de que Eros fuera feliz como lo estaba siendo ahora. Sabía que Pansy le había dado un parte que le faltaba a su vida, y estaba feliz por ello. Quería a Pansy como a alguien más de su familia. Todos lo hacían, desde el primer momento que Eros la había presentado frente a ellos, desde ese mismo momento se había vuelto una parte del corazón de todos ellos.

—No fue culpa tuya, Harry—la voz de Ginny detrás de el lo hizo suspirar.

—Yo le dije que tomaramos juntos la copa. —musitó Harry. —Lo arrastre prácticamente a su muerte.

—¿Cómo podrías saberlo?—Ginny se adentro a la habitación, colocando su mano sobre el antebrazo derecho de Harry. —Ni siquiera el propio Dumbledore lo sabía. Tu sufriste daño incluso. Todos lamentamos la muerte de Cédric. Cumpliste su última voluntad. Hiciste lo que creías correcto, lo que pasó después
no fue culpa de ninguno. No fue tu culpa. Mereces tener al menos un momento de paz y no más problemas.

—Ojalá fuera tan fácil como decirlo. —Harry murmuró, bajando la mirada, apartando el equipaje de su cama y sentándose en ella, dejándole un espacio a la pelirroja.

Ginny no respondió, sin embargo se inclinó y paso uno de sus brazos por los hombros de Harry, abrazándolo. 

Todo el peso de cuando había visto aquella noche, pareció caer sobre él mientras Ginny lo aferraba a ella. El rostro de su madre, recordándolo una y otra vez, todo empezó a darle vueltas en la cabeza hasta que apenas pudo soportarlo y su rostro se tensó para contener el grito de angustia que estaba por salir.

Los brazos de Ginny lo atraparon aún más fuerte. Su abrazo quería eliminar todo lo trágico que había pasado esa noche.

—No lo reprimas, Harry. Si quieres llorar, solo hazlo. Yo estaré aquí, siempre.



















[ • • • ]

















Una dulce melodía sonaba en el fondo de la habitación de Slytherin. Daba gracias a qué sus compañeros no hicieron preguntas y solo habían desaparecido cuando apareció con Nelly de la mano.

Leonor lo miraba contenta, Draco sostenía su mano en la cintura de su hermosa contraria y entrelazaba su otra mano con la de ella, así comenzando a deslizarse por su habitación siguiendo el ritmo de la romántica canción.

Ambos se miraban con complicidad y una enorme sonrisa estaba plasmada en sus labios mientras bailaban. Esos pequeños momentos eran los que hacían que ambos se sintieran completamente locos el uno por el otro.

—He estado pensando... ¿qué te parece si conoces a mi madre? Ella es... interesante, por decirlo de alguna manera.

—¿Estás...seguro? Creo recordar que Zabini dijo que tus padres me odiaban. —Draco hizo una mueca, apretando la mandíbula.

—Estupido Zabini. —murmuró. —Escucha, mi madre es un poco difícil pero le he contado sobre ti y quiere conocerte, y Pansy le ha hablado bien de ti. No te preocupes, no te morderá. Bueno, al menos no literalmente. —Nelly soltó una risa que lo hizo sonreír.

—¡Espero que no! Pero, ¿por qué esta súbita necesidad de presentarnos a tu madre?

—Porque quiero que formes parte de mi vida, Nelly. Quiero que conozcas a una de las personas que me han visto crecer y tú eres parte de mi futuro. —Nelly sonrió y se acercó aún más a él.

—Draco, eso es muy dulce. Acepto conocer a tu madre. Pero, ¿sabes qué? También quiero que conozcas a mi padre. Creo que te gustará. Eros le ha hablado bien de ti, y está más que encantado cuando le conté acerca de ti. —Draco tomó su mano.

—Entonces, ¿es un trato, dulzura?

—Trato hecho, Malfoy.

El corazón de Nelly latía gozoso mientras bailaba con Draco, nunca había sentido lo que sentía por el por nadie más, era un sentimiento que no podía describir y estaba segura que solo el lo podía entender. Y solo con el podría sentirlo.

—Nelly...—susurró Draco juntando su frente con la de ella mientras paraba. Un suspiro tembloroso salió de sus labios. Parkinson sintió un poco de nerviosismo en el tono de voz, por lo que empezó a sentirse nerviosa también pero solo lo miró atenta dándole a entender que lo estaba escuchando. —Yo...

—¿Cariño...?

Sus brazos se apegaron sobre su cuerpo, apretándola contra el. Su cabello rozaba su nariz causándole cosquillas y su fragancia a vainilla atontaba sus sentidos. Sus manos recorrieron timidas su espalda, enrollandose como enredaderas y apretujandole con delicadeza.

¿Cómo podía explicarle todo lo que sentía? ¿Cómo podía ser capaz de explicar un sentimiento tan grande y puro?

Siempre había sido alguien de acciones, no de palabras ¿Cómo podía indicarle lo mucho que la adoraba si jamas había sido bueno para decírselo?

—Tus ojos...—inicio, apretando a un más el cuerpo de Nelly contra el. —Tus ojos verdes son la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Puedes ver la vida a través de ellos. Cuando los veo, puedo verme a mi
mismo, pero también puedo ver el diamante más precioso, el más reluciente, más brillante y costoso.

Nelly permanecio callada, pero un brillo comenzaba a aparecer en sus ojos mientras más hablaba. Su respiración se sentía en su pecho, como una ligera caricia. Sus manos acariciaron su cintura y subieron lentamente por su espalda, pasando por su cuello y tomando delicadamente sus mechones castaños.

—Tu cabello es tan suave. Cada vez que lo toco, es como si tocara la seda más fina del mundo y no creo que ni siquiera eso se compare con tu cabello. Es como oler el perfume más exquisito del mundo, con la esencia más fina y dulce que se pueda crear
y no solo eso sino que es un perfume que nunca se acaba. Ya sea en la mañana o en la noche, tu cabello siempre huele a vainilla, sin importar el lugar donde estemos o la actividad que hagamos, ese maravilloso olor siempre esta impregnado en cada
hebra castaña.

Sus labios rozaron dulcemente sus cabellos y sus manos continuaron moviéndose pasando por sus mejillas y alzando la cara de Nelly hacía el, siendo testigo del cristalizado en sus ojos, pero aún así, solo hacia que se mirarán tan hermosos como siempre había observado.

—Tus mejillas siempre estan pintadas de un leve tono rojizo. Es la cosa más adorable que pueda existir. No hay día que no se encuentren pigmentadas, aunque sea un poco y cuando te ries el rojo se vuelve un poco más intenso y solo puedo pensar; Diablos, mi novia es la chica más tierna del mundo .

Sus mejillas se encendieron en un tierno rojo y su boca se alzo un poco a la de el en un gesto nervioso. Sus labios descendieron a los suyos, atrapandola en un beso dulce y casto.

Apenas un simple roce que lo había vuelto loco, dejándolo con ganas de seguir besando sus labios hasta sentirse más que suficiente. Algo que nunca sucedería si tenía a Nelly con el cada día, cada momento de su vida.

—Tus labios, tan carnosos y rosados. No necesitan ni siquiera ponerte labial para tener ese tierno color. Y son tan suaves y jugosos, los veo y no puedo evitar besarlos una y otra vez, porque me incitan a amarte con locura. —dejo un suave beso en su nariz, y otro nuevamente en sus labios. —No hay palabras en este mundo para explicar lo mucho que te amo, porque no tiene nombre ni definición el sentimiento que tengo por ti. No se de que forma poder expresarte con palabras todo lo que siento por ti, porque el sentimiento me invade y explota cada día, soy incapaz de contener todo mi amor por ti, pero soy incapaz de expresarlo de una forma que no sea con acciones. No hay nada que ame más que a ti, nada en este mundo ni en el universo entero esta por encima de ti. Eres lo primero en lo que pienso al despertar y eres en lo último que pienso al dormir, día y noche estas en mi mente y en mi corazón; porque desde que llegaste a mi vida, no hay un solo instante en que no te coloque por encima de todo. Porque tu eres eso, mi todo.

Nelly sonrió, con lagrimas en sus hermosos orbes marrones, su mano se movió de su espalda a su cuello y lo atrajo a un beso desenfrenado y lleno de pasión. Un beso donde demostraba lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo deseaba y por mucho, lo que deseaba vivir con el, el resto de su vida.

















[ • • • ]














Amy seguía pensando  esos ojos oscuros cada vez que cerraba los ojos. Pensaba en el pelo castaño y la sonrisa que marcaba los— apenas visibles—hoyuelos del chico.

¿Que tan mal estaba como para darse cuenta hasta del más mínimo detalle de Theodore Nott?

Enterró la cara en la almohada de su hermana ahogando un grito de desesperación, ¿por qué pensaba tanto en Theodore si se supone que lo odiaba?

Amy frunció el ceño cuándo la presencia del chico en su mente la causo náuseas y cosquillas en la nuca.

—¿Tea, estás bien?—preguntó Luna al ver a su hermana gritando contra la almohada. Luna la miraba desde la silla frente a el escritorio.

—Lunita, ¿Si te pidiera que me enterraras un cuchillo en la espalda, lo harías?—preguntó levantando la cara de la almohada y mirándola.

La pequeña rubia sonrió de forma de inocente mientras tomaba un libro de su mesita, y golpeaba la cabeza de Black con este. Algo no muy propio de ella, pero sabía que su hermana lo necesitaba.

—No. Pero si podría golpearte con el libro de nuevo.

Amaltea suspiró antes de sentarse en la cama correctamente.

—Estas pasando demasiado tiempo con Draco. —Amy suspiro. —Creo que me gusta un chico. —Luna la miro con atención. —Pero no me puede gustar porque lo odio con...toda mi alma. Y en las buenas historias de amor que la tía Pandora nos contaba siempre tardan en enamorarse, no puedo
haberme enamorado en un par de días o unas horas, ¿no? Además, ya hice absolutamente mal todo. ¡Todo! Primero lo odio, después el me besa, y deseo que lo haga de nuevo, después yo soy quien lo besa y...¡Y ahora me acosté con el! ¡En un salón! Ni siquiera fue en una cama.

—Bueno, hacer el amor en una cama ya está demasiado utilizado, ¿No lo crees?

—¡No hicimos el amor! El ni siquiera me gusta como tal, solo dije que lo creía.

—Demasiado testaruda para ser mi hermana. —Luna solo se dedicaba a seguir con el libro en la mano, esperando ese momento de nuevo.

—¿Sabes? Momentos como este me recuerdan que compartimos genes y que somos iguales.

—Tea, he notado cómo te comportas cuando Theodore está cerca. Sueles mirarlo como Pansy o Nelly miran a los chicos. Tus ojos brillan, tu voz se suaviza... No puedes negarlo, hermana. Te gusta. —la postura de la Gryffindor se tenso.

—No sé de qué estás hablando. Theodore es un idiota arrogante. No me gusta en absoluto. Quizás solo es ese tipo de atracción pasajera. Lo fue cuando era más pequeña, y lo es ahora. —Luna sonrió.

—¿Lo es, Tea? Eres tan testaruda. ¿Recuerdas cuando encontramos esa extraña criatura en el bosque? Tú también pensabas que era peligrosa, pero al final resultó ser inofensiva. A veces, lo que creemos que no nos gusta puede sorprendernos.

—No quiero enamorarme, Luna. No puedo permitirme sentir algo por alguien como Theodore. No de el.

—El amor no siempre sigue nuestras reglas. A veces, simplemente sucede. No tengas miedo de sentir. Quizás Theodore no sea tan malo como crees. Dale una oportunidad. Demuestrate a ti misma que estás equivocada. —Amy suspiro. —Entiendo tus dudas. El corazón es un laberinto misterioso, y a veces nos lleva por caminos inesperados. Pero no debes temerle. Theodore puede ser un enigma, pero quizás también es un poema sin terminar, esperando que alguien lo complete.

—¿Un poema? Tus analogías son raras Luna. Además, no puedo permitirme perder el tiempo con alguien como él.

—¿Y si te dijera que los poemas sin terminar son los más hermosos? Las palabras que no se han escrito, los versos que no se han pronunciado... Ahí reside la magia. Quizás eso es lo que buscas. Algo maravilloso que aún no encuentras.

—Luna...

—El amor siempre conlleva riesgos. Pero también trae consigo momentos hermosos. Si no arriesgas, nunca sabrás qué podría haber sido. Permítete sentir, incluso si es incierto. Y si Theodore no es quien esperabas, al menos habrás vivido una historia interesante.

—Supongo que tienes razón. Pero si esto sale mal, te culparé por siempre, Luna.

—Estaré encantada de llevar esa carga. Pero ambas sabemos que no serías capaz y culparias a Eros.

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