🥀 33 🥀
—¿Tú eres Choi Seokjin, el novio de Namjoon, verdad?
Seokjin se quedo quieto y siguió mirando al auto que se habia estacionado frente a él apenas había dejado el supermercado, mientras sostenía sus bolsas de compra.
—Nosotros somos sus amigos del instituto y nos preguntábamos si querías venir con nosotros a conversar a casa de Yoon un rato, ¿qué dices?
El muchacho se inclinó hacia la ventanilla con una sonrisa y entonces comprendió por qué se le hacia conocido; era uno de los amigos de Namjoon que había estado afuera del cine la tarde anterior. Asintió con la cabeza, sonriéndole de vuelta.
—Sube —le animó el castaño, abriendo la puerta delantera del vehículo—. La casa queda cerca, solo a unas cuadras.
Seokjin se subíó de inmediato al auto negro, acomodando las bolsas sobre sus piernas, al tiempo que sonreía y echaba una timida mirada a los dos muchachos que se encontraban en los asientos traseros.
—Está bien, muchas gracias —murmuró, sacudiendo su mano hacia los asientos traseros—. Buenos dias a todos, es un gusto conocerlos.
El castaño colocó una mano sobre su hombro, Jimin respondió al saludo y Yoon se giró hacia la ventana, mirando todo con recelo.
—Yo soy Jungkook, el sujeto con cara de gato enojada que ves allá atrás es Min Yoongi y el otro es Jimin, pero puedes decirle Minnie o como tú gustes.
Seokjin se echo a reir y en menos de cinco minutos, se encontraba sentado en un sofá con tres rostros analizándole cercanamente.
—Seguramente te preguntarás por qué te hemos traído aquí a conversar, pero es que tenemos tanto que preguntarte... —Seokjin se movió a través de la enorme sala con entusiasmo—. Tenemos tanto que preguntarte que nos gustaría que nos respondas. Tú sabes, estamos un poco preocupados por Namjoon y esto de su nuevo noviazgo contigo, ¿porque son novios, verdad?
Sus ojos se deslizaron a través de los seis ojos que lo observaban minuciosamente y asintió con una sonrisa radiante, acomodándose mucho más en el sofá.
—Somos novios y vamos un mes juntos, recién lo hemos cumplido hace un par de días. Ustedes pueden preguntarme lo que gusten, yo les respondere con mucho gusto.
—¿En serio? cuestionó Jimin, cruzándose de brazos.
Y entonces las tres bolsas de preguntas explotaron.
¿Cómo lo conociste? ¿Quién dio el primer paso? ¿Cómo puede gustarte Namjoon? ¿Te trata bien? ¿no crees que es algo bruto? ¿Te ha dicho que te ama? ¿Lo han hecho? ¿Te regala peluches? ¿Te ha comprado algo? ¿Puedes contarme las cosas que te dice? ¿Sus padres saben? ¿Su hermana sabe? ¿Es celoso? ¿Te cuida? ¿Te lleva mucho al cine? ¿Que hizo por su primer mes? ¿Es romántico? ¿Quién manda? ¿Cómo se comporta contigo?
Seokjin soltó una risita, algo confundido con el bombardeo de preguntas y miradas escrutadoras que le enviaban los tres chicos que tenía al frente.
—Si me cuida mucho y esa fue la primera vez que fuimos al cine. Por nuestro primer mes, Namjoon me llevó a la playa a ver el amanecer, pero no pudimos llegar a verlo y entonces dijo que me llevaría al cine en compensación.
Yoongi y Jimin intercambiaron una rápida mirada y Jungkook elevó las cejas.
—¿Estás intentando decirnos que Namjoon, el Kim Namjoon que conocemos, ha hecho todo eso por ti? Suena increíble, pero lo sabía, ¡Sabía que el niño ese en el fondo tenía su corazón!
Jungkook dejo caer la mandibula con la emoción reflejándose en sus ojos y se dejó caer a su lado, dándole un golpecito en su espalda y chasqueando los dedos.
—Tú no puedes quedarte atrás en su cumpleaños y tienes que sorprenderlo. Mira que a él casi no le gusta celebrarios y siempre nos cuesta sacarlo de su cama, pero seguro que contigo lo celebra a todo gusto.
Seokjin abrió sus ojos entusiasmadamente, alegre de que lo acepten y asintió, sintiendo cómo el resto estaba atento a cada uno de sus movimientos y palabras.
—Es cierto, ¡Es casi en cinco días! He estado pensando mucho en algo para regalarle, ¿ustedes qué creen que puedo darle?
—Colocate medias negras, una tanga y báilale —soltó Min Yoongi con un poco menos de sequedad, encogiéndose de hombros–. Eso le gusta.
—No, no, eso no —Jimin sacudió la cabeza de forma pensativa y elevó una ceja cuando una idea arribó a su cerebro—. Mejor vendale los ojos y sedúcelo.
Se levantó del asiento en menos de un segundo y caminó hacia Yoon con seriedad.
—Entras a su cuarto esa noche, te sacudes el cabello y le susurras al oído... —se inclinó sobre su hombro, pegando su boca a su oído—Namjoon-ah, voy a hacer que esta noche sea especial para ti.
Yoon lanzó una carcajada, maldijo y lo empujó de vuelta a su sofá, al mismo tiempo que Seokjin se ruborizaba y reía también, sacudiendo la cabeza ante lo que hacían.
—Cállense, par de estúpidos —Jungkook contuvo su risa, colocando los ojos en blanco—. No les hagas caso, así son de idiotas siempre.
Yoon se pasó la mano por la cabeza, encogiéndose otra vez de hombros.
—Es verdad, no nos hagas caso, solo haz lo que creas que está bien. Al final, todo lo que venga de ti le va a gustar, ¿no?
Seokjin asintió con un prolongado suspiro escapándose de sus labios.
—Muchas gracias, gracias por aceptarme. ¿Por qué no llamamos a Namjoon para que venga con nosotros?
Jungkook abrió los ojos como platos.
—No, ni siquiera le digas que has estado acá, porque nos matará. Namjoon no nos trata de la forma en que te trata a ti... y si sabe, nos cuelga.
—Está bien, no diré nada sobre esto, se los prometo.
—Ahora creo que entiendo por qué Namjoon ha caído por ti —reconoció el conocido deportista, dejando su recelo a un lado—. Eres encantador y discúlpame si no estuve de acuerdo al inicio, pero entiendeme, fue algo dificil enterarme de que mi mejor amigo es gay.
La hermana de Yoongi entró con una bandeja de refrescos y frunció el ceño.
—¿Quién es gay aquí?
—El es gay —Jungkook y Yoongi señalaron hacia Jimin, que solo rodó los ojos.
—Jim, jamás pensé eso de ti.
Todos rompieron en carcajadas y siguieran conversando sobre otros temas más y veinte minutos después, Seokjin se encontraba llevando toda la ropa que podía hacia la lavadora con una sonrisa en su rostro, tarareando una canción hasta que sintió una mano alrededor de sus ojos y otro brazo que lo atrapó bruscamente, haciéndolo lanzar toda la ropa y detergente al suelo.
—¡Namjoon! —Se giró sobre sus talones, riendo al encontrarlo ahí frente a él, mirándolo con un intento de sonrisa disimulada.
—¿Dónde has estado? Te he estado buscando por toda la casa.
—Comprando esto —levantó las bolsas de detergente—. ¿Cómo te fue en clases?
—Igual que siempre, mal.
—Joonie, tienes que estudiar o no pasarás el semestre.
—De que lo pasaré, lo pasaré.
Seokjin recogió toda la ropa y encendió la primera de la fila de cuatro lavadoras, colocándola toda en su interior, mientras Namjoon revisaba los adornos ubicados en la pared y los hacía sonar entre sus dedos.
—Seokjin, te cuento que... —susurró, encendiendo la radio que descansaba sobre una de las mesas cargadas de ropa—. Me han contratado para seducirte.
Apretó las mandíbulas, intentando lucir lo más serio que podia, mientras el menor se volvía hacia él y estallaba en carcajadas al verlo de pie junto a la mesa, usando una máscara negra, que antes colgaba como un adorno en la pared, sobre sus ojos.
—Namjoon, te ves muy gracioso. Deja ese adorno ahí o puede romperse.
Caminó hacia Seokjin y lo empujó hasta que cayese sobre una silla de junco tejido, quedandose a pocos centímetros de él para impedirle salir. Movio sus propios dedos sobre los dos primeros botones de su camisa, mientras la música lenta avanzaba.
—Usted no sabe las ganas que me entraban de conocerlo y veo que no exageraban sobre lo bueno que está —empezó a desabotonarse los botones de su camisa, acercándose más a él—. Y tampoco sabe lo provocativo que se ve cuando se pone todo rojo. Se ve comestible, deseable, tentador y muy sensual. Sobre todo con esa camiseta a rayas...
Se estiró para subir el volumen de la música y enseguida se sacó la camisa por completo, sosteniéndola con ambas manos por los dos extremos y paseándola a través de su cuerpo y sus músculos resaltados, mientras su rostro adoptaba una posición más seria. Apenas terminó de hacerlo, rodeó con esta misma el cuello de Seokjin, quien se había cubierto los labios y reía, pegándolo más hacia si.
—Todo lo que ve acá al frente es todo suyo por una hora. Y no solo puede ver, sino que también puede tocar, tocar todo lo que quiera, ¿no sueña todos los dias con hacerlo?
La punta de su lengua se paseó sobre la cobertura de sus propios labios, observando como Seokjin sacudia la cabeza, lo empujaba y seguia riéndose con ganas. Frunció el ceño, atrayéndolo más.
—¿No? ¿Está usted loco? No sabe cuánta gente sueña con tenerme un minuto de esta forma en su lavanderia, ¿eh? —se mordió el labio con fuerza y soltó la camisa, deslizando sus dedos hacia la hebilla de su cinturón, mientras se acercaba más, acorralándolo en la silla—. Y usted, que es el único que me tiene, debe sentirse el hombre más afortunado del jodido planeta.
Él se cubrió los labios con más energía y ahogó su risa, subiendo sus piernas para intentar hacer resistencia y empujario, aunque no fue suficiente.
—Ya basta, Joonie, tengo que acabar con la ropa y tú tienes que irte a estudiar.
Namjoon se sacó el cinturón y lo dobló rápidamente, inclinándose hacia su oido.
—Está siendo un chico malo al negarse, Seokjin —susurro, hundiendo su rostro en su cuello y arrastrando los dedos de su mano libre hasta. su estómago, dándole aguijonazos en su alrededor con las puntas para luego apretárselo.— ¿Y quiere saber qué les pasa a los chicos malos como usted?
Lo vio removerse en el fondo de la silla entre carcajadas y pataleos graciosos.
—Namjoon, ya basta.
—Son castigados —mordisqueő su oreja izquierda, hundiendo su lengua en ella.
Sus dientes se cerraron sobre su lóbulo izquierdo y Seokjin se echó a reir, capturando su rostro entre sus manos y dejando sus labios a escasos centímetros del suyo, suspirando prolongadamente, mientras sus risas cesaban en una enamorada sonrisa.
—Te amo, Namjoon.
Namjoon se detuvo en seco, lo miró directamente y soltó una cálida carcajada, quitándose la máscara y lanzándola hacia atrás para rodearlo con sus brazos y descender sus manos hacia su trasero, apretujándoselo traviesamente, al mismo tiempo que él se ruborizaba y descendía un poco la cabeza, sin dejar de sostener su rostro entre sus manos.
—¿Me amas?
—Te amo, te amo mucho —Seokjin besó la comisura de sus labios fugazmente, y luego deslizó su boca hasta el puente de su nariz, besándolo también.
—¿Mucho?
—Demasiado.
—¿Sabes ganas de qué me dan cuando dices que me amas? —sus chispeantes miradas se tocaron y Namjoon sostuvo sus manos entre la suya, acercándose con una sonrisa juguetona a su cuello–. De matarte a mordiscos.
Extendió una mano y el detergente que se encontraba sobre la tapa de la lavadora resbaló y cayó todo su contenido sobre su cabeza y su torso desnudo. Namjoon maldijo y ambos se echaron a reír a largas carcajadas, alejados de todo su exterior.
De repente, la puerta del pasadizo se abrió de un empujón y unos rápidos pasos aproximándose directamente hacia la habitación les cortaron el aire.
—¿Namjoon? —la voz familiar lo dejó paralizado y solo acertó a recoger la camisa del suelo, abotonársela como pudo y salir apresurado hacia la puerta.
El aire se le fue de los pulmones cuando la imponente presencia de su padre apareció delante de sus ojos; los pliegues de su frente haciéndose más notorios que nunca, sus labios resecos tornándose más severos y sus ojos reluciendo con más ímpetu.
—¿Qué te causa tanta gracia que tu risa resuena hasta allá afuera?
Su mirada se paseó hacia su desajustada camisa, el detergente azul desperdigado por su cabello y su negro cinturón apretado en una de sus manos con fuerza.
—Solo estaba hablando con un amigo y ponía mi ropa a lavar, ¿por qué?
El hombre juntó sus cejas como respuesta.
—Mañana te quiero en mi estudio a primera hora y no voy a aceptar ninguna negativa más —su voz se hizo más severa y retrocedió un paso, haciendo ademán de marcharse—. Tú y yo vamos a hablar seriamente.
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