-Déjame ver si entendí bien- detiene Edinna dando vueltas en la silla.

Sabina rueda los ojos ante el hecho de haberle repetido por enésima vez su situación -a ver, te escucho.

-Te besaste con Sandro, eso hizo que el italiano se diera cuenta que le gustabas. Y ahora que te confesó su amor, te gusta?- cuestiona dudosamente.

-Agh! Si lo dices así, suena bastante cursi- se cubre el rostro con la almohada de su cama.

Edinna ríe burlona -hermana, no hay por qué sentirse avergonzada- relaja -es normal que alguien se enamore...

-Cállate!- se sonroja -no estoy enamorada de Tonali- niega -no tengo claro lo que siento- revela.

-Acaso un tal Alessandro Bastoni tiene algo que ver?- pregunta pícara.

Sabina reniega -agh... desde cuando yo tengo problemas de chicos?- pregunta frustrada -sabes qué? A ambos los voy a ignorar y me enfocaré en lo que de verdad está en juego: mi carrera futbolística- desvía sus problemas -se supone que mañana tendré una reunión con los directivos del Milán para discutir de mi continuidad en el equipo.

-Mamá te va a acompañar?

-Si, pero lo más seguro es que me manden por la puerta de salida porque según escuché de mis compañeras, a ellas ya les están diciendo que escucharan ofertas de otros clubes- suspira de los nervios.

La menor de las hermanas buscaba una solución para evitar seguir viendo a su hermana mayor desanimada -no te precipites. Recuerda que todo en esta vida tiene solución. Si yo pude superar mi problema, tu también saldrás de esta con facilidad.

Esta sonríe de la ternura que su hermana motivada le transmite -gracias, Edinna, de verdad que necesitaba escuchar algo positivo- comparten un largo abrazo hasta que la misma Sabina se despega -quieres salir al centro?

-Más quisiera, Sab. Pero mamá me obligó a ir al mercado con ella- niega.

Se va unos minutos después de terminar la conversación, dejando muy pensativa a Sabina con respecto a dos italianos que no abandonaban su mente. Acaso se aprovechó del regreso de Alessandro como una perfecta excusa para liberarse de Tonali? O fue precisamente la llegada de Alessandro que hizo que Sabina se diera cuenta que quería y deseaba a Tonali?

Los quería a ambos? Esa era mejor la pregunta. Por un lado, Alessandro lo conocía por más tiempo y el amor que sentía por él no era más que un viejo y tempranero amor, no creía que fuera verdadero y no sobresalía más allá de atracción y admiración que sentía por el italiano, sumando que eran muy jóvenes como para pensar en esas cosas.

En cambio con Tonali, la cosa er diferente. El pelinegro siempre estaba en contacto con ella, pese a que sólo buscaba molestarla, no obstante, esto lo empezó a analizar como una muestra que puede que todo este tiempo, Sandro Tonali haya estado buscando llamar su atención de diferente manera. Las personas eventualmente tienen diferentes maneras de demostrar el apego y cariño a sus seres queridos, quizá este sea el caso de Tonali.

Sabina sonríe inconscientemente al recordar las tonterías y fastidios del italiano a tal punto de sentir ternura hacia el atleta. Sandro era diferente a los demás chicos: era molesto en el buen sentido, de cierta manera era un poco tonto pero era precisamente esa característica que lo hacía ver como una persona amigable y lindo. Notó que Tonali era demasiado juguetón únicamente con Sabina; sí, se burlaba de los demás pero con la australiana, lo realizaba con un tratado especial.

Técnicamente los dos se comportaban diferente entre ellos.

Luego de la profunda reflexión, Sabina D'Arcy se dio cuenta que sus sentimientos por Sandro Tonali estaban saliendo a la luz. Y a pequeños pasos, podría confesar que lo adoraba.

Maldito beso! Ahí inició todo. Maldice internamente Sabina.

Decide armarse de valor y decirle a Tonali que si lo quería tal como él a ella. Por lo que primero opta por ir con Lizzy para que le ayude a retocar su discurso. Su mejor amiga se encontraba en casa de Brahim.

Toca la puerta y es la misma Liz quien la abre -hey, Sab- la saluda.

-Estás en una cita con Brahim? No quiero interrumpir, mejor luego te pido ayuda- desvía.

-No no! Digo, si... estaba en una cita, pero el español puede esperar- lo dice entre risas -qué necesitas?

Toma un profundo respiro -ok! Liz, ahí te va- se arma de valor -tenías razón, si siento algo por Sandro, creo que siempre lo hice... solo que su ego y mi orgullo me cegaban. Y busco de tu ayuda para no escucharme tan cursi cuando se lo diga...

El rostro de Liz se palidece -joder, Sabina!- dice nerviosa -estás segura?

La reacción de su amiga la sorprende -qué sucede?- cuestiona seria.

-Nada, nada!- traga saliva al mismo tiempo que se rasca la nuca -es sólo que...- no sabía cómo responderle.

-Lizbeth, qué pasa con Tonali?- intenta deducir.

No sabía qué hacer: por un lado, se sentía feliz ante el hecho de que su mejor amiga haya revelado sus sentimientos abiertamente con ella, pero fue demasiado tarde.

Sabina se desespera y se abre paso a la casa para encontrarse con Brahim sentado en la mesa acompañado de Sandro Tonali y Amaiur Díaz compartiendo un apasionante beso. Aquella imagen hizo que algo crujiera en el interior de la australiana y originó bastantes emociones negativas; lo bueno para ella es que logró controlar sus intensiones sin reflejar la traición que le acaban de cometer.

Se gira para salir de la casa -una advertencia no duele, Lizbeth- se enoja con su mejor amiga y sale de la casa dando un portazo.

Camina muy segura de su destino que debió escoger desde un principio. Llega a la casa finalmente y toca la puerta. Alessandro Bastoni es quien la abre a los pocos segundos de la llegada de la rubia.

-Sabina? No te esperaba- dice felizmente sorprendido.

Se iba a arrepentir? No, no después de lo que vio -te elijo a ti, Alessandro- confiesa sin despegar la vista de sus ojos -quiero quedarme contigo.

Alessandro sonríe victorioso -no sabes lo contento que me pones al escucharte decir esto.

No se hace del rogar, agarra a Alessandro de las mejillas para jalarlo y así plantarle un fuerte y salvaje beso en esos labios que desde pequeña ansiaba besar. El italiano le corresponde al instante tomándola de la cintura para encaminarla dentro de la casa e iniciar su inolvidable encuentro.