Semanas después 

Las vacaciones se atravesaron para los atletas profesionales, por lo que Sabina D'Arcy y Alessandro Bastoni aprovecharon los días libres para irse a Ibiza a disfrutar de las playas y caluroso clima y así relajarse y despejarse de lo que sucedió con respecto a la toma de decisión de la australiana. 

Resulta que a la hora de ir con la directiva del Inter, su subconsciencia propia la terminó traicionando, por lo que al último minuto decidió esperar hasta que se terminasen las vacaciones y así pudiera analizar con más profundidad las consecuencias de su futuro. Obviamente esto se vio afectado ante el hecho de aún tener una pizca de sentimientos por el italiano Sandro Tonali, pese a que Sabina ha intentado quitárselo de la cabeza, su corazón le contradecía a tal punto de aveces estar distraída pensando en él. 

Intentó que sus vacaciones sólo se enfocara en relajarse y olvidarse de su situación con la ayuda de Alessandro. Sin embargo, su inconformidad seguía consumiéndola. 

Del otro lado, ante el hecho de estar muy decidido a tener algo oficial con Amaiur en un intento de olvidarse de Sabina para siempre, no ponía de su empeño en la relación. Se distraía constantemente con cualquier cosa y, sentía que el amor que le tenía a la española no iba más allá de atracción. No obstante, la misma Amaiur lidiaba con sus misáis problemas al tener una lucha interna con respecto a un tema delicado.

Ella estaba consiente de que Sandro no la quería, y quizá eso lo tome para su misma ventaja pues la castaña comenzaba a verse con alguien más. Tenía salidas en ciertos días con esa persona quien la hacia reír en todo momento, cuidaba y estaba al pendiente de ella, se entendían a la perfección, comenzaba la chispa. Amaiur empezó a desarrollar sentimientos por alguien a quien no era su pareja. 

Precisamente Amaiur aprovecharía que Sandro no estaba disponible el día de hoy para verse por enésima vez a esta persona.

Sonríe una vez que se aproxima a ella —disculpa por la tardanza, tenía que arreglar unas cosas antes de que...

—Amaiur, no puedo ocultar esto más!— interrumpe la misma Edinna D'Arcy. 

Le regala una mirada confusa —a qué te refieres?— se hace la mensa. 

—Sabes bien a lo que me refiero— aclara Edinna —yo te quiero, Amaiur. Y quiero pedirte que seas mi novia. Pero sigues con Sandro, por qué?— cuestiona desesperadamente triste. 

La española traga saliva alejándose un poco de la australiana —tengo miedo de revelarme ante el mundo mi sexualidad...— expresa asustada —temo porque mi familia me juzgue y mire de otra manera una vez que les diga. Creía que el estar con el italiano solucionaría todo por sentirme un poco atraída por él, pero cuando te conocí, me quedó claro que a mi me gustan las mujeres.

Edinna baja la mirada comprendiendo al 100% lo que Amaiur estaba pasando pues la rubia también le costó trabajo salir del closet. Por lo que se acerca a su amada, la toma de la palma de la mano y con la otra, agarra con delicadeza la mejilla de la castaña para hacerla mirar fijamente —el revelarse ante tus seres queridos jamás será tarea sencilla. La ventaja que tienes es que no lo harás sola. Yo estaré contigo para apoyarte en todo y para todo. Estos días contigo me los he pasado de maravilla, Amaiur, tu has logrado algo muy importante que nadie más ha sido capaz de hacerlo: el hacerme renunciar a las drogas. Por ti, me he mantenido limpia desde el momento que cruzamos miradas. 

El discurso conmovió a Amaiur, la hizo sentirse especial, reconocida y querida por alguien ajeno a quien no fuera su familia. Su mente estuvo en lo correcto al aceptar lo que sentía por Edinna —me alegra ayudar en algo— intenta bromear. 

La rubia ríe —hiciste más de lo que te puedes imaginar, Amaiur— insiste —y por ello siempre estaré en deuda contigo.

La confianza ya había subido —pues creo que ya va siendo hora de que me pagues— insinúa Amaiur. 

—Qué propones?— Eduina le lanza una mirada pícara. 

Amaiur no lo piensa dos veces para acercar sus labios a los de Edinna y poder por fin besarlos. El beso que ambas compartían estaba lleno de sinceridad, energía y afecto. Amaiur se sentía más cómoda besando los labios de la australiana que del italiano, sentía que ahora si era lo correcto.

Ambas se despegan para agarrar aire —ya era hora— comenta Edinna jugando. 

—Tienes razón, ya moría para besarte— confiesa sonrojada. 

—También yo, cariño— la vuelve a besar pero esta vez a un costado de sus labios y en corto —aún así, tienes que empezar a confesarle a todos de tu sexualidad, y que mejor que iniciar con Tonali— apunta Edinna. 

—Estás en lo correcto— se restriega la cara —le tengo que decir a Sandro que... ay! Pero no quiero que salga lastimado. 

—Ni tu piensas eso— corrige la rubia —todos aquí sabemos que Tonali ama a mi hermana y solamente salía contigo para olvidarla. Menos mal que tu también tenías tu propia excusa para que fuera tu pareja. 

Amaiur idea cómo decirle a Sandro sobre sus preferencias —le diré mañana— afirma finalmente —por ahora, quiero estar contigo— rodea el cuello de Edinna con sus brazos. 

Edinna la rodea por la cintura —quién soy yo para quejarme?— ambas vuelven a juntar sus labios en un profundo beso.