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42| ❝solo te extrañe mucho❞

╰─────➤Cree solo en la
mitad de lo que veas y en
nada de lo que escuches.


E.A.P







EL GRUPO SE había expandido. Ahora Eugene, un hombre que aparentaba tener la cura del desastre, junto a Rosita y Abraham, una pareja que lo escoltaban hasta que el hombre llegue a un lugar donde completar su misión y Tara, una muchacha que antes era parte del grupo de gobernador, estaban con ellos. Iban todos caminando, Calipso con el brazo de Daryl sobre sus hombros, pero tuvieron que frenar cuando se escuchó el llanto de Judith.

—Tiene sed —Avisó, Calipso, mientras Damon se apresuraba a quitarse su mochila con las cosas de la bebé.

—Y yo que estaba por preguntar si se había hecho encima —Carl, murmuró, teniendo en brazos a su hermanita. Damon le tendió el biberón y Carl quiso dárselo pero ella lo esquivaba, gritando —Vamos, Judith...

—A ver, déjame —Grimes mayor tomó a su hija, tratando de alimentarla, pero ella se negó. Calipso, sin aguantar más, se acercó a él, extendió sus brazos y Rick se la dió rápidamente.

Calipso se sentó, sentando a la bebé en su regazo que al segundo dejó de llorar cuando ella le dió el biberón.

—le gusta tomar agua sentada, la leche acostada porque es cuando se duerme, aún que debes ponerla contra tú hombro para hacerla eructar y se duerme así. Debes acomodarla luego, sino no se duerme —Le explicó al ojiceleste que se acuclilló frente a ella —En la prisión era más fácil pero, al estar constantemente huyendo, se acostumbró a eso... —sonrió con tristeza. Carl se sentó a su lado —ten, prueba. —le dió la bebé y Carl la posicionó como ella le explicó —¿Ves? Mucho más fácil.

Calipso observó a Rick que no la dejó de ver ni un segundo, con una pequeña sonrisa curvada en sus labios, decir que él pensaba que su cabeza le estaba dando una mala pasada sería ideal, tal vez él estaba aún encerrado en Terminus y su manera de estar cuerdo era imaginarse que eso sucedía. Pero no, todo era real, y ella estaba frente a él. Más hermosa de lo que sus recuerdos lo atormentaban.

—Necesitamos un descanso —Calipso habló, luego de un silencio.

—Saldremos al amanecer ¿Quieres? —le preguntó, inclinando su cabeza de lado, sin dejar de admirarla.

—De acuerdo.

Sin controlarse, Rick estiró su mano para sostenerla barbilla de Calipso y la acarició ligeramente mientras la levantaba levemente. Luego se acercó y besó su frente, para después levantarse e irse. Calipso cerró los ojos unos segundos, habiendo extrañado los labios de Grimes sobre su cuerpo. Terminó por suspirar y miró a Carl que sonreía.

—Me alegra que estés aquí, que hayas cuidado de Judith... Me alegra mucho que las dos vuelvan a nosotros —le dijo el preadolescente y ella pellizcó suavemente su mejilla.

—A mi me alegra haberlos encontrado —Se levantó, dándole un suave apretón en el hombro y se acercó a Maggie que le abrazó por la espalda, sobre el cuello —¿Me cuentas como llegaron a Terminus? —preguntó, apoyando su cabeza sobre los brazos de Maggie y también abrazándola.

Maggie comenzó a explicarle lo que ella había pasado con Sasha y Bob, para luego contarle como se habían encontrado con Glenn, Tara, Abraham, Rosita y Eugene. Como consecuencia, Calipso miró a los cuatro nuevos. ¿Primera impresión? Rosita era hermosa, Abraham intimidaba, Eugene te parecía patético y Tara indiferencia.

Cómo sea, terminó por contarle a Maggie lo que pasaron evitando nombrar a Mika y Lizzie por no querer recordar lo que pasaron.

[…]

Avanzaron con el pasar de las horas, caminando y caminando, sin rumbo, solo alejandose. Terminaron por frenar en un momento, haciendo una fogata.

—¿Quién hará guardia? —preguntó, Damon, mientras comían entre las cosas que tenían y un venado que cazaron Calipso, Daryl y Maggie.

—Yo... Uno de ustedes me puede acompañar —ofreció, Rosita, automáticamente. Abraham y ella siempre se turnaban, era como si aún no confiaran en que ninguno, excepto ellos dos, vigile la seguridad de Eugene.

—Yo voy —Calipso se ofreció, tomando agua que había recolectado del río.

—Bien, a medida que vayan terminando de comer, no tarden en irse a dormir. Necesitamos estar descansados para mañana, a primera hora, seguir —Les avisó, Rick.

Todos fueron yendo a sus lugares, dormían sobre el césped, apoyados contra los árboles, cerca entre ellos y el fuego bajo, las únicas que se quedaron despiertas fueron las dos mujeres, Calipso con su arco y Rosita con su arma.

—¿Así que estás con Abraham? —preguntó, luego de un eterno silencio, en voz baja. Todos estaban durmiendo. Se escuchaban los ronquidos de Eugene y Bob.

—Y tú con el líder —confirmó, Rosita. Calipso la miró al segundo —se nota a kilómetros —se encogió de hombros y Calipso sonrió bajando la cabeza.

—no se lo digas a nadie, por favor —Le suplicó, consiguiendo una mirada confusa de la chica —Es que... No lo saben. Creen que no tenemos buena relación y solo estamos felices de que el otro este vivo. —Se sinceró, encogiéndose de hombros.

—¿Y no te lanzaste a besarlo o...? —hizo puño su mano y lo movió de adelante a atrás en una seña obsena que las hizo reír en voz baja —que autocontrol. Yo que tú, voy —hizo una seña con su cabeza.

Calipso se giró a ver a Rick que estaba acostado, boca arriba, tenía un brazo detrás de su nuca y el otro sobre su estómago. Luego volvió la vista a Rosita, ella repitió su seña y Calipso comenzó a caminar hasta donde se encontraba el ojiceleste.

Se arrodilló a su lado y tapó su boca, él rápidamente se levantó alerta pero ella llevó su dedo índice a sus labios, indicándole silencio. Retiró la mano de su boca y le hizo una seña con la cabeza, él se levantó confundido, yendo detrás de ella. Se internaron unos pasos dentro del bosque, mientras Rosita les daba la espalda.

—¿Qué pasó? —Le preguntó, en un bajo susurro.

—Yo... —susurró, acercándose a él.

Calipso se relamió los labios y dejó su arco a un lado, luego miró al de ojos celestes que esperaba paciente su respuesta. Ella se tomó un minuto para admirarlo. Tenía el cabello mas largo, sus pequeños rulos se notaban más, su barba crecida pero que parecía resaltar más su ojos y le daba un aspecto más intimidante. Se veía igual o mejor que la última vez que lo vió bien. Antes de que lo perdiera de vista a causa del maldito gobernador.

Rick, al notar su silencio, se acercó dos pasos para levantar sus manos y tomarla de las mejillas, despertandola de su burbuja. El silencio del bosque, que era interrumpido solo por sus respiraciones bajas que se fueron acercando hasta que sus alientos se mezclaban. Ella se acercó inclinando su cabeza y la punta de su nariz acarició la mejilla del ojiceleste que apoyó su cabeza contra la suya, cerrando los ojos ante su tacto.

—solo te extrañe mucho. —Admitió, en un susurro tan bajo que a penas fue audible para él por la cercanía que los labios de ella tenían a su oreja. Grimes se alejó, sonriendo.

—Lo sé... Yo igual.

Y, como esperaban con ansias, Grimes se fue acercando a Dixon, el cálido vapor que salía de sus labios entreabiertos era como anunciar lo que querían que pase. Se fueron acercando hasta que sus labios rozaron, el movimiento ligero que hizo Calipso logró que sus bocas se acaricien y él, impaciente, terminó por unirlos en un beso. Un beso lento y simple.

Que se transformó en desesperado y apasionado, mostrando que en verdad deseaban hacer eso desde que se vieron, y la tonta pregunta se cruzó en su cabeza ¿Por qué carajos no lo hicieron?

Sus salivas se mezclaron y Calipso rodeó con sus brazos el cuello de Rick, él la abrazó por la cintura, queriendo tenerla más cerca aún que eso no era posible, era como si no fuese suficiente a pesar de que lo tenían todo. Sus manos inquietas viajaban por el otro hasta que las de él tomaron sus muslos y ella se impulsó, saltando para enredar sus piernas en su cintura. Grimes avanzó tan solo dos pasos antes de que la espalda de ella esté contra un árbol y se alejaron. Lo único que los iluminaba era la noche estrellada.

—No te alejes nunca más —le rogó, Calipso.

—antes muerto.

Para ellos no era simplemente sexo lo que iban a tener, siendo que Grimes se arrodilló y dejó a Calipso debajó de él, sobre las hojas secas, no, para ellos era algo cursi que el ojiceleste llamaba “hacer el amor”. Ella se burlaba de ese término, pero era más que especial para ambos. Porque era un acto en el que se demostraban lo que sentían a través del placer.

Rosita miraba el perímetro, sonriendo divertida, pero su mueca se borró cuando escuchó unas ramas crujir y alzó su arma y su linterna en la dirección cercana a dónde Rick y Calipso se habían ido. Pero no vió nada, ni siquiera un movimiento, así que pensó que serían los dos tortolos.

Mismos que volvieron después de, tal vez, una hora. Rosita los miró alzando las cejas al ver cómo Rick sonreía, sacando las hojas que habían quedado en el cabello de Calipso y ella reía en voz baja, recriminandole que era su culpa. Grimes miró a Rosita, aplanó los labios y asintió con la cabeza mientras ella repetía la acción, viendo a Calipso que volvía a tomar lugar a su lado y el líder se acostaba a un lado de sus hijos.

—si que tardaron, casi creí que un caminante los había agarrado en mal momento...

—Llevábamos mucho tiempo sin vernos.

[…]

Daryl y Calipso salieron de entre los árboles y todo el grupo los apuntó. Llevaban pescados y ardillas. Los dos levantaron las manos en zon de paz.

—Me rindo —se burló, Daryl.

—Oigan, ¿Cuántas veces nos han hecho eso? ¿Siete? ¿Ocho? —preguntó, divertida. Los dos Dixon rápidamente se pusieron a cada lado de Grimes y comenzaron de nuevo la marcha.

—No hay huellas, no hay nada —avisó, Daryl.

—Pero si oíste algo anoche —Le recriminó, Grimes.

—así lo sentí yo... Como si nos observaran —se defendió, encogiéndose de hombros —quizas no fue nada.

—Si fuera algo, me perturbaria demasiado —Admitió, Calipso, volteando —¿A caso son tortugas? Metanle paso, van más lento que Damon luego de su disparo.

—¡Oye! —le recriminó, el nombrado. Calipso solo volteó sonriendo.

—¿Listos para poner los pies en el asfalto? —Abraham se puso a un lado de Grimes.

—¿Calipso? —Grimes miró a la chica que se encogió de hombros, afirmando con su cabeza, entonces miró a Abraham —yo creo que es hora entonces.

—es música para mis oídos, oficial —Habló, el pelirrojo —tomemos la próxima carretera y vayamos al norte hasta que encontremos un vehículo ¿Si?

—¿Uno? Yo diría tres como mínimo —lo corrigió, Calipso.

—Si... —confirmó, Grimes y los dos fueron dejando a todos pasar —no se retrasen —les pidió a Tara y Glenn que eran los últimos.

—Vamos, Glenn, mueve tus cachas asiáticas —Le pidió, Calipso.

—te encantan mis cachas asiáticas —se burló, el castaño y Calipso le guiñó el ojo, Glenn fingió ruborizarse haciendo un ademán avergonzado. Los dos rieron suavemente antes de que Calipso golpeé el trasero de Glenn y él la señalé sonriendo mientras avanzaba rápido.

Calipso y Rick quedaron a lo último, los dos bajaron sus manos, llevando las armas en las otras, para rozar sus manos, entrelazando solo sus meñiques con disimulo.

—¡Ayuda, ayuda!

Los dos se vieron antes de correr para detener al grupo. Siguieron escuchando gritos de auxilio al compás del gruñido de caminantes.

—¡Papá, vamos! —le pidió, Carl —¿Que esperas? ¡Calipso!

—Carl... —Calipso lo sostuvo del brazo.

—¡Por favor! —le rogó el niño. Ella lo soltó maldiciendo entre dientes.

—¡Bien, vamos! —Le pidió al grupo, antes de ir en auxilio de la persona que lo pedía.

Corrieron todos juntos hasta ver a un hombre moreno, con ropa de iglesia, sobre una roca, caminantes lo acechaban. Calipso cargó su arco y le disparó una flecha al que lo tomaba de la pierna, Carl le disparó a otro con su arma, Rick tomó a uno de la cabeza y comenzó a golpearlo contra la roca. Damon empujó a uno para alejarlo y Carol terminó por rematarlo, al final, Daryl acabó con uno que salió de la nada.

—despejado, estén alerta —pidió, Grimes. Calipso veía al hombre que temblaba del miedo.

—¡Oye, cretino! Acabas de llamar a tres caminantes que deambulaban fácil ¿Lo sabes? Todo por tus gritos de niña —le avisó, incrédula —¿Que tienes? ¿Te hiciste en los pantalones? —Se burló riendo y miró divertida a Grimes que se pasó una mano por la frente.

—Puedes bajar —le avisó, al hombre.

Él terminó por hacerlo, quedando frente a ellos, temblaba como gelatina y tenía labios sellados.

—¿Estás bien? —le preguntó, con un tono leve de burla, Rick.

—tu chocolate escondido a qué vomita —le dijo Calipso a Glenn, antes de que él se niegue, el hombre desconocido se giró a vomitar. Glenn se quejó echando su cabeza hacia atrás y sacó el chocolate de su bolsillo para dárselo.

—Lo siento... —se disculpó poniéndose derecho —si, gracias.

—no hay de qué —Damon, habló, evitando ver el vómito mientras miraba el cielo —¿Cómo te llamas?

—Gabriel...

—¿Llevas armas contigo? —le preguntó, Grimes. Pero, como si fuera un chiste, él comenzó a reír tontamente.

—¿Les parece que cargo con armas? —preguntó al ver cómo ellos estaban expectantes a su respuesta —no llevo ningún arma... Me protege la palabra de Dios —Calipso soltó la carcajada, mirándolo incrédula, pero Gabriel no se reía.

—ya, y a mi me protege la de Michael Jackson —Se burló, sarcástica, sonriendo incrédula —¿Lo dices en serio?

—porque no lo parecía —Argumentó, Daryl. Gabriel sonrió.

—grité por ayuda... Y la obtuve —señaló, mirándolos detenidamente. Lo miraron en silencio, un silencio incómodo —... Oigan, ¿Tienen comida? Lo poco que tenía me quedó por el suelo.

—Toma... Unas nueces —Carl se las tendió y Calipso bajó la cabeza, mordiendo su lengua para no sonreír.

—Gracias. —las tomó. Calipso veía como estaba vestido, en verdad parecía real, es decir, no por estar vestido de cura creyó que lo sea. Judith comenzó a estirar sus brazos en dirección a Calipso, casi tomando su cabello, balbuceando, ella giró y la tomó de entre manos de Tyreese —hermosa niña, tiene tu nariz.

—no es mía —habló, con las cejas alzadas.

—Oh...

Quedaron otra vez en silencio incómodo.

Calipso miró de soslayo a Rick que tenía una pequeña sonrisa, como si también se le hiciese cómico lo mucho que desconfiaban de la supuesta “Dios me cuida” de Gabriel.

—¿Tienen un refugio? —preguntó, su voz aún mantenía el tono tembloroso.

—No —Negó, Rick —¿Y tú?

—Tengo una iglesia —como si eso fuera el colmo, Rick le pidió que ponga las manos sobre su cabeza.

—¿Cuántos caminantes mataste? —preguntó mientras lo revisaba.

—de hecho, ninguno.

—voltea. ¿A cuántas personas mataste?

—ninguna.

—¿Por qué?

—Porque Dios aborrece la violencia.

Calipso comenzó a, ya sin aguantar, desinflarse de la risa. Tapando su mano con su boca mientras negaba.

—Por favor, debes estar bromeando —Le dijo, segura, pero él negó —nadie llega hasta aquí sin hacer nada.

—¿Qué hiciste? —murmuró, Rick, igual de incrédulo, él sonrió incómodo —¿Te parece divertido lo que ella dijo? Es en serio.

—Soy pecador, me confieso todos los días —Habló, aún con su tono temeroso —pero solo lo hago ante Dios, no con extraños.

—¿Mencionaste una iglesia? —interrumpió, Michonne.

Él asintió.

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