40| ❝es un peligro❞
╰─────➤Nuestras
cicatrices nos hacen saber
que nuestro pasado fue real.
J.A
—¡MAMÁ CALIPSO trajo la cena a casa!
Calipsó carcajeó al escuchar a Damon, ella solo traía cinco conejos y dos ardillas. La chica se acercó y dejó eso sobre la mesada de la cocina.
—Te enseñaré a como cocinarlos ¿De acuerdo? —le explicó al chico que se arremangó.
Ya estaban limpios, se habían bañado gracias al agua del pozo, Judith estaba durmiendo y Calipso había aprovechado para salir a cazar, ya que durmió toda la noche y mañana como tanto lo no necesitaba. Carol y Tyreese estaban en busca de agua, mientras Mika y Lizzie jugaban.
—Luego iremos a qué aprendas a usar la ballesta —le ofreció al chico que asintió.
Comenzaron con las clases de Calipsos sobre animales y Damon lo estaba haciendo bastante bien.
—Damon...
—¿Si?
—¿Tyreese sabe?
Damon sabía que Calipso se refería a lo de Carol, y tragó saliva, luego negó suspirando mientras terminaban con la comida. La verdad es que no se había atrevido a decírselo, no cuando Carol estaba alli y no había hecho nada más que ayudarlos.
—¡Ayuda!
Dejaron las cosas al segundo y se asomaron por la ventana, viendo a Lizzie y Mika que entraban por la valla, con caminantes detras de ellos.
—¿Son Caminantes A La Carbón o qué carajos? —preguntó, Calipso, al ver cómo eran negro chamuscado.
Los dos salieron, rápido ella tomando el arco y Damon tomando el rifle. Se apresuraron a correr, Calipso frenó al ver cómo Mika caía por la valla y un caminante la agarraba del pie. Disparó una flecha al cráneo del caminante, Damon corrió a levantar a la niña y vieron de soslayo a Carol y Tyreese aparecer, siendo llamados por los gritos de las niñas. Calipso recargó la ballesta y le disparó a otro caminante.
Y en un minuto, habían acabado con el grupo ya que todos habían disparado. Incluso Mika con su arma.
—Mika, ¿Estás bien? —Damon se agachó a ver a la niña que lo abrazó rápidamente.
—esta bien, lo hiciste —Carol, abrazaba a Lizzie, felicitando que le haya disparado a los caminantes.
Y, como toda una madre, vieron a Calipso quejarse y refunfuñar.
—Judith se habrá despertado con los disparos.
Entraron a la casa y, como pensaron, si, Judith había despertado con los disparos. Calipso corrió a tomarla en brazos y comenzó a tratar de calmarla. Estaba lograndolo y sonrió al ver qué Judith dejaba de llorar.
A los segundos, Mika entró tímidamente.
—lo siento mucho, no quería despertarla —Calipso volteó a verla con sorpresa pero sonrió tiernamente mientras se sentaba en la cama.
—no fue tú culpa. Debías gritar, sino te hubieran lastimado —negó mientras Mika se sentaba a su lado. Calipso acomodó a Judith para meserla —todo bien, Mika, en serio.
Mika sonrió y luego, como impulso, estiró su mano para ponerla sobre el brazo de Calipso, ella miró como Mika comenzaba a acariciar sus cicatrices, jugando con ellas. Por unos momentos, creyó ver a Carl y una gran punzada atacó su vulnerable corazón. Calipso dejó a Judith recostada mientras la mesia para que vuelva a dormir y sonreía al ver a Mika preguntarle cómo se hizo esas cicatrices.
Calipso sabía que nunca iba a poder borrarlas, creyó que eran horrendas, pero aún así, se inventó increíbles historias de fantasía para Mika, diciéndole que habían sido indios que se cruzó con Daryl o el chupacabras. Mika se asustaba y luego reía, devolviendole ese sentimiento de humanidad que Calipso extrañaba.
[…]
—no era tan difícil, creo que lo estoy logrando.
Calipso sonrió al ver cómo Damon hablaba, volvían de haber practicado con la ballesta, abrieron la reja y entraron hasta llegar a la casa.
—¿Carrera? —le ofreció, Damon, sonriendo y alzando las cejas repetidas veces.
—Carrera —aceptó, Calipso, imitando su expresión —¡Ya!
—¡Eso es trampa!
Comenzaron a correr, riendo, avanzando por el crecido césped de la entrada del hogar, Calipso soltó la carcajada al oír a Damon quejarse e ir corriendo detrás de ella, los dos iban riendo hasta que Damon tropezó, cayó, y rodó por el suelo, Calipso agradeció haber volteado en el preciso momento para verlo y comenzó a retorcerse de la risa. Señalando a Damon mientras se sostenía del estómago.
—invalido en el suelo, inválido en el suelo —se quejó, el chico, sosteniendo su hombro.
—imbecil en el suelo —lo corrigió, Calipso, acercándose a tomar su mano para ayudar a levantarse.
Pero, cuando lo hizo, vió algo sobre el hombro de Damon que la dejó helada.
Parecía como si su aliento se hubiera desvanecido en un suspiro vacío que abandonó su alma. Damon, al ver el susto en el rostro de Calipso, giró.
—¡Mika! —gritó, Calipso.
La niña volteó a verlos, mostrando su rostro asustado, su cabello rubio caía sobre su rostro añiñado y angelical que se mostraba bañado lágrimas, sus pequeñas manos estaban sobre su abdomen, donde Lizzie, que estaba detrás suya, la había apuñalado.
Las piernas de Calipso parecieron recibir una descarga eléctrica, ella corrió lo más rápido que pudo junto a Damon, aún más asustada al ver a Judith a un lado de Lizzie.
—¡Mika! —la voz grave de Damon salió rasposa a causa del fuerte grito.
Los dos llegaron y Calipso tomó rápidamente a Judith, retrocediendo asustada y llorando rápidamente mientras veía espantada a Lizzie que sonreía. Damon se agachó a tomar a Mika que caía en sus brazos, la recostó en el suelo y quitó el arma que llevaba la niña para quitarle el seguro y apuntar a Lizzie, amenazando en que retroceda.
Por los gritos, rápidamente Tyreese y Carol llegaron, viendo la escena, atónitos.
—no se preocupen, volverá, no le dañé el cerebro —habló, Lizzie —baja el arma, Damon, no la lastime... —pero el chico la apuntaba, con la mano temblorosa, mientras lloraba, viendo horrorizado a la niña.
Carol quiso avanzar pero Lizzie sacó su arma y la apuntó.
—¡No, no, no! —negó, apresurada —tenemos que esperar. Tengo que mostrarte algo, ya lo entenderás. Tenemos que esperar —aseguró, sin dejar de apuntar.
—Lizzie, baja el arma —le pidió, Tyreese, sin mover un músculo.
Calipso bajó la mirada, comprando que Judith no tenga un solo rasguño y besó su frente, mojandola accidentalmente por sus lágrimas, sus ojos flanqueaban a la niña con las manos llenas de sangre de su hermanita que estaba en brazos de Damon, el cual no dejaba de apuntar a Lizzie.
—¡Solo quiero que esperemos!
—podemos esperar —Calipso, miró incrédula a Carol que habló, en un tono dulce, mirando a Lizzie —podemos esperar, solo dame el arma. Podemos esperar, lo juro.
Lizzie, con duda, se estiró y le dió su arma a Carol.
—Damon... —Carol puso su mano temblorosa sobre el hombro del chico.
—mató a Mika, a su hermanita... —murmuró entredientes, sus labios eran manchados por su propio llanto.
—Baja el arma, Damon —le pidió, Carol.
—no le hice daño, tampoco iba hacerle daño a Judith, de hecho pensaba en que ella... —Lizzie dió un paso hacia Calipso que retrocedió dos, viendo con repulsión a la niña —Calipso, Judith también puede cambiar, puedes cambiar con ella si quieres.
—ni siquiera puede caminar —Negó, Carol, bajando lentamente el arma de Damon que comenzó a llorar, abrazando a Mika que palidecía lentamente.
—si, es cierto... —asintió, Lizzie. Calipso ni en sus más profundas pesadillas dejaría a Judith cerca de esa niña sociópata.
—Entonces, Tyreese, entra a Lizzie a la casa, preparen el almuerzo —pidió, Carol —Damon y yo vamos a atar a Mika así no se va a ninguna parte, Calipso debe ir a hacer dormir a Judith ¿Si? —le dijo a la niña. Siendo que, ni Damon, ni Calipso, querían estar cerca de Lizzie.
—¿Prometen que harán eso?
—te lo prometo, usaré sus agujetas —asintió, la mujer y miró a Tyreese que parecía siquiera paniqueado de acercarse a Lizzie.
—vamos, andando, Lizzie.
Calipso observó cómo Tyreese se llevaba a la niña que los veía hasta alejarse y comenzó a llorar, sintiendo terror al nunca haber pasado por una situación tan retorcida como esa. Se abrazó más a Judith, asustada ante la idea de haberla podido perder por una niña demente. Luego miró a Damon que abrazaba y mesía a Mika, llorando. Carol se apoyó sobre sus rodillas, también derrumbándose.
[…]
—tenía una caja llena de ratones.
Calipso estaba sentada, abrazaba a Judith que estaba sentada sobre su regazo, mirando hacia adelante, pero jugando con las ligas que tenía Calipso en sus muñecas para atar su cabello. Dixon estaba mirando la mesa en silencio, Damon estaba sentado a su lado, igual que ella. Carol estaba frente a Calipso, también sentada. Tyreese estaba parado, hablando, apoyado contra el marco de la puerta.
—le pregunté si era ella la que había alimentado a los caminantes en la prisión... Era ella.
—esa niña tiró abajo la prisión —Damon, habló, alzando sus ojos rojos para ver a los presentes —¡Ella estuvo alimentando a los caminantes, atrayendolos, ella provocó que se caigan las rejas dos veces! —golpeó la mesa, furioso —¡Está demente...! —sollozó, echando su cabeza contra la mesa y tirando de su cabello.
—no es todo... —Habló, Tyreese —en las tumbas, encontramos un conejo clavado en una tabla, abierto. Eso también lo hizo ella. Dijo que solo se divertía... —Paró al tragar un sollozo, angustiado —estuve pensando... Quizás ella mató a Karen y David... Pero no sé cómo pudo arrastrarlos.
—hubiera dejado que se transformen —respondió, Carol, y Damon la miró fijamente —no fue ella.
—Entonces, ¿Qué hacemos? —preguntó, Tyreese —¿Calipso?
Miraron a la muchacha que estaba callada, viendo a Judith jugar. Pero Calipso seguía repitiendo la escena en su cabeza, una y otra vez.
—es tu niña, Carol —miró a la mujer, hablando luego de segundos —prometiste hacerte cargo de ellas, se lo prometiste a su padre, como yo le prometí a Lori hacerme cargo de Judith. Y, te advierto una cosa, no dejare que se acerque a mí niña.
Carol bajo la cabeza y negó para si misma, sabiendo que Calipso tenía razón.
—podría irme con ella...
—¿Qué? —Tyreese, cuestionó.
—No podemos vivir con ella y Judith bajo el mismo techo —negó, Carol.
—No lo lograrías. No tú sola.
—no puede estar con otras personas...
—podriamos tratar de ayudarla —insistió, Tyreese —convencerla de alguna manera.
—no hay forma —habló, Calipso —¡Dios, Tyreese! ¡Mira que tan lejos ha llegado! ¿En serio crees que tiene cura? ¡Esta enferma!
—Calipso tiene razón —susurró, Carol —ella es así. Ya era de esta manera. No me di cuenta... Debí haberlo sabido.
—Todos debimos —Habló, Damon, mirando a Carol —lo tuvimos frente a nosotros, yo lo vi. Pero creímos que no era la gran cosa, que solo debía darse cuenta —apretó sus manos contra su rostro —pero no lo hicimos... Esa niña es un peligro. Para ti, para Tyreese, para Calipso, para mí ¡Dios! Para Judith.
Quedaron en silencio.
—no quiero ser la mala de la historia —vieron a Calipso susurrar y ella los miró, detenidamente a cada uno hasta que su voz se quebró al hablar —pero... Pero ya saben lo que hay que hacer.
Calipso tragó saliva, relamió sus labios y trató de formular la palabra pero no pudo, hasta que respiró profundamente, inhalando y exhalando aire. Cerró los ojos un momento y volvió a abrirlos para luego volver a susurrar.
—matarla.
[…]
Calipso se acercó a la ventana mientras llevaba en brazos a Judith, Damon se acercó a su derecha y Tyreese a su izquierda. A través del cristal, atravesando el campo de la casa, vieron a Carol alejarse con Lizzie.
Fue ese el momento en el que Calipso dudó de lo que estaban haciendo.
Allí se dió cuenta que tan lejos habían llegado.
Antes del desastre, esa niña jamás hubiera hecho eso, y, si lo hacía, sería llevada a un manicomio, pero jamás la asesinarían. En ese mundo, debías tener la estabilidad mental dependiendo de una balanza.
Una balanza perfecta dónde debías matar personas, caminantes y todo ser que pise la tierra, pero, a su vez, debían tener límites para hacerlo, y si ese límite se cruzaba, no importaba la edad, género, ni nada, ya no estabas bien... Y era muy fácil cruzar el límite, muy difícil volver. Debías tener lo justo y lo necesario, saber la diferencia entre lo bueno, lo malo, lo ordinario.
Pero ¿A caso se habían convertido en verdugos? ¿A caso ahora ellos dictaban quién estaba bien y quién estaba mal? ¿Cómo podrían darse cuenta? ¿No sería egoísta?... Bueno, el mundo se había convertido un mundo egoísta, porque solo sobrevivían los que se ponían primero a si mismos y a sus grupos.
Miró como Lizzie se giraba a ver las flores, sus ojos rápidamente se cubrieron por una capa cristalina de lágrimas acumuladas, observó a Carol apuntar a la niña.
Ahora no solo asesinaban caminantes y personas, entre las personas, también asesinaban niños.
Luego bajó la vista a Judith. No, no asesinaban niños, sacrificaban a Lizzie por el bien de Judith.
Y sus pensamientos se detuvieron de golpe al escuchar el disparo.
—iré a cavar su tumba —Avisó, con voz entrecortada, Tyreese.
—yo la de Mika —Secundó, Damon, con un tono apagado, saliendo detrás de él.
“si no hubiesen llegado, también cabarian la de Judith”. Pensó, Calipso. Girando su rostro para besar la frente de Judith y quedarse allí, encerrada en su burbuja, manchando el cabello color miel de la bebé con sus lágrimas silenciosas.
Esa noche ninguno durmió.
Calipso estaba apoyada en el marco de la puerta, viendo a Judith dormir en el sofá, luego observó a Damon que tenía los ojitos hinchados y la nariz roja, su vista se corrió a Tyreese que observaba la mesa, en un estado doloroso, por último, Carol que estaba sentada frente al hombre. Un rompecabezas estaba esparcido en la mesa, a su lado iluminaba un farol.
Calipso, por unos instantes, se imaginó a Mika jugando con la muñeca que Damon tenía sobre su regazo, a Lizzie rompiendo nueces mientras estaba sumida en sus pensamientos. Pero no, ya no había rastro de ninguna de las dos niñas.
El ligero sonido del arma de Carol pasando sobre la mesa hizo que todos la miren, ella la arrastró hasta frente a Tyreese y Damon.
—Yo maté a Karen y David... —Calipso, al oírla, bajó la cabeza —...tenía que detener la enfermedad para evitar que se esparciera y evitar que más gente muriera... No fue Lizzie... No fue un extraño... Fui yo —miró a Damon que solo veía el arma —Sé que lo sabes, me lo hiciste notar, en serio lo siento, Damon. Lo siento, Tyreese... So-solo hagan lo que tengan que hacer. Damon, sé qué quieres matarme y si así lo quieres, solo hazlo.
Calipso miró a la mujer, sabía que ella ya no quería vivir, no después de perder a Sophia y recuperarse para después perder a Lizzie y Mika. La castaña llegó a incluso ver el reflejo de Sophia en Mika. Ninguna de las dos tenía una pizca de maldad.
Las manos de Tyreese se aferraron a los bordes de la mesa.
—¿Supo lo que estaba pasando? ¿Estaba asustada? —preguntó, en un bajo susurro. Carol negó con la cabeza —¿Fue rápido? —ella afirmó, con una lágrima bajando por su mejilla izquierda.
—si... —la mano de Tyreese se puso sobre el arma y la apretó con fuerza —Hagan lo que tengan que hacer.
Pero la mano de Tyreese se alejó del arma.
—A Karen no le gustaba la venganza —susurró, Damon, luego de un eterno silencio. El chico lloraba —Y si no sufrió... Entonces para mí e-eso basta porque fue lo mínimo que se merecía... Era demasiado para este mundo... —miró a Carol que suspiró de manera temblorosa.
—te perdono —secundó, Tyreese —nunca lo olvidaré. Sucedió. Tú lo hiciste. Lo sientes, sé que es así... Es parte de ti ahora, yo también... Pero te perdono. —Y estiró su mano para tomar la de Damon —pero él era como su hijo, lo cuídaré con mí vida y espero que tú también lo hagas porque se lo debes.
—gracias... —susurró, la mujer.
Calipso, dando por finalizada la conversación, se acercó hasta poner una mano sobre el hombro de Carol, ella puso su mano sobre la de la chica.
—Esta casa ya no me gusta, me da escalofríos —avisó, la menor de los Dixon —no puedo salir y ver la tumba de ellas. No es un lugar donde podamos fingir que está todo bien.
—no podemos quedarnos —afirmó, Tyreese.
Damon se limpió los ojitos con el dorso de sus manos y suspiró sonoramente, sorbió su nariz y habló.
—Entonces... ¿Vamos a Terminus?
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