𝐇 𝐰 𝐚 𝐚 火 - 04
“Y del cielo oscurecido por las enormes estelas de humo que dejaban las grandes bolas de fuego, una gran mancha roja; que se asimilaba en color a la sangre que brotaba del cuerpo de los soldados caídos en combate, descendió por los aires hasta la tierra quemada en un gran estruendo. Luciendo terriblemente poderosa con sus puños encendidos y sus dos pilares de huesos, piel y fuego tras de sí esta hizo su entrada” Chaeyoung leyó y unió conjeturas, según otros textos del mismo libro las palabras -huesos, piel y fuego- hacían referencia a criaturas míticas de colosales tamaños llamadas dragones que habitaban el continente de Hwaa, luego, continúo "La devastación Escarlata escupió fuego sobre todas las naciones, arrasando todo con su poder, al final, sabiendo que todo sería una enorme catástrofe y perdición si la guerra se prolongaba más, está utilizó a sus dos pilares como apoyo y con sus propias manos partió la tierra bajo sus pies en dos, provocando terremotos por todo el mundo"
Aquel párrafo contenía escrito lo que Chaeyoung identifico como el fin de la gran guerra mágica. Básicamente, y en resumidas cuentas, a tan solo diez días después de haber iniciado su travesía por el Gran Océano -y nueve horas desde que inició su lectura ligera- Chaeyoung llegó hasta la última página del viejo libro. Su enorme curiosidad por saber más y más práctica e indirectamente la obligaron a terminar el libro en cuanto pudiera, gracias a esto se había saltado las dos comidas del día después del desayuno, y ahora, con su estómago rugiendo escándalosamente, la pelinegra dejó el libro en el cajón al lado de su cama, estirando su pequeño cuerpo hacia arriba, dejando de lado la pereza y el sueño que tenía. El reloj marcaba las ocho de la noche, por su pequeña ventana está podía observar el cielo estrellado de esa noche. La flota llevaba más de una semana navegando en el océano en dirección a lo desconocido, por ahora, gracias a las imágenes del satélite, calcularon la ruta más corta hacia las costas de Hwaa, tardando solo doce días en cruzar el Gran Océano. Durante ese tiempo Chaeyoung se dedicó a leer y a saber más de su destino, que aunque la información era bastante antigua y desactualizada, esta le daba una pequeña idea sobre lo que podría encontrar allí.
¿Criaturas mitológicas?
¿Bárbaros salvajes?
¿Un lugar vacío?
Jihyo había asegurado que las hermosas plantas de cerezo que gozaban adornar su preciado jardín las habían traído directamente desde Hwaa, durante el reinado de su abuelo, el rey Park Seungmin, primer monarca de la centésima generación de reyes de Báltica. Pero al haber pasado casi un siglo desde aquella época, ¿Cómo estarían las cosas ahora mismo?
Muy posiblemente, y solo tal vez, sí había vida allí y el satélite se equivocó en su tarea de detección de vida, pero también estaba la gran posibilidad de que aquella máquina no se hubiera equivocado o fallado en su primer vuelo. Entonces, ¿Cuál sería la respuesta verdadera?
Por el momento no habría forma de saberlo, estaban en un camino cerrado, avanzando a ciegas, lentamente, solo con lo que aprendían día tras día. Eso era lo emocionante de esta aventura.
Aún con tanto ajetreo, en los pasillos del destructor se podían escuchar como los inmensos motores bajo el piso subterráneo funcionaban a toda máquina, también, a lo lejos se podían escuchar leves murmullos de la sala de integración y ejercicio que disponía la nave, el golpeteo de las teclas de las computadoras también formaban parte de la sinfónica del lugar en la sección de inteligencia del lugar. La pequeña pelinegra sonrió para sí misma y se dirigió hacia su lugar favorito del barco; la proa. Al llegar a este lugar el viento frío de la noche -con un poco de salinidad- golpearon directamente a su rostro, el silencio del lugar solo era interrumpido por el leve roce de las olas contra el metal del barco.
—¿Ya es costumbre nuestra encontrarnos aquí, eh?
Chaeyoung sintió como su corazón se detenía por unos cuantos segundos cuando tras ella, saliendo desde una de las otras puertas de allí, la figura de Tzuyu se hizo presente. La morena reprimió una sonrisa ante el evidente rostro de miedo en Chaeyoung, quién puso una mano en su corazón para calmar su agitado y pequeño ser.
—¿Nadie te ha enseñado que asustar a las personas es malo? -preguntó, Tzuyu negó y se acercó hasta esta, ahora ambas miraban hacia el horizonte, tal cual el primer día allí- ¿Que estás haciendo aquí?
Tzuyu miró a la baja, y luego regresó su vista hacia el frente. Ambas esperaban ver algo allí muy pronto.
—Llevamos once días navegando en dirección Noroeste, y hace nueve días pasamos por las islas del fin, que sería el límite marítimo de Hwaa, lo que por obvias razones y por mi intuición espero poder encontrar hoy o ya mañana las costas de un continente -respondió Tzuyu, frunciendo su ceño mientras miraba al cielo- Tal vez este lugar no existe, y posiblemente en unos cuantos días más nos estaremos topando con las costas de Europa, ¿Te imaginas eso?
Chaeyoung rió y asintió, ella también pensó en esa posibilidad. —Lo he hecho algunas veces cuando no puedo dormir -la baja confesó, llamando la atención de Tzuyu que aún seguía viendo hacia el cielo- Pero creo firmemente que este lugar si existe, ¿Jihyo no te mostró las flores rosas que tiene en su jardín? -Tzuyu asintió- Pues, aquellas flores vienen de Hwaa, ya que es prácticamente imposible que aquellas flores sobrevivan en condiciones tan diferentes a su lugar de origen.
—¿Y si solo se adaptaron? -preguntó Tzuyu exceptica- ¿Y si en realidad solo la planta de adaptó y realmente es de otro lugar, solo que no sabemos cuál?
Las preguntas de Tzuyu generaron una duda -bastante aceptable- en Chaeyoung, quién recostó su peso en la baranda del barco. Está miró al frente, manteniendo su mirada hacia esta dirección.
—Estamos en un mundo en dónde las probabilidades son infinitas, puede que tú tengas razón, y que todo solo sea producto de la gran imaginación de unos cuantos graciosos del pasado -Chaeyoung dijo, dándole la razón a la morena, pero antes de terminar esta nuevamente habló- Pero también es muy probable que te equivoques. Puede que más allá, tal vez a una distancia más corta que la que creemos encontremos este lugar, ya sea abandonado, o habitado. Eso realmente no importa. Somos los primeros idiotas que se atrevieron a hacer esta hazaña sin pensar en las consecuencias, ahora es nuestro deber terminar esto, a como de lugar.
—¿Desde cuándo piensas de una manera tan crítica? -Tzuyu preguntó en tono de burla, haciendo a la más baja virar los ojos- Eso es lo que me gusta; la incertidumbre -luego, bajando la mirada, está suspiró- ¿Estás lista para morir?
—¿Que dijiste?
Chaeyoung miró con horror a la morena esperando encontrar una sonrisa, pero Tzuyu, tan tranquila como solo ella suele ser estaba mirándola fijamente, con tanta determinación en su rostro que Chaeyoung supo que la pregunta era totalmente sería, sin siquiera tener una leve pizza de burla u otro término similar.
—¿Estás lista para morir? -Tzuyu reiteró en su pregunta- Cada vez que me subo a un barco en mi corazón siento que estoy entrando a mi propio ataúd -Chaeyoung frunció el ceño- Es más probable morir siendo un tripulante de un destructor que estando en la primera fila de una guerra -Tzuyu respondió- Estamos en un ataúd de hierro de ciento sesenta metros.
Luego, de manera repentina y evitando que Chaeyoung respondiera a tal afirmación, las luces de afuera se apagaron, después, casi de inmediato, el barco lentamente dejo de avanzar, deteniendose poco después. Tzuyu y Chaeyoung compartieron miradas interrogativas ante el inminente y repentino apagón, sintiendo como desde el cielo sobre ellas una pequeña gota de agua cayó en la nariz de la más baja.
—¿Lluvia? -dijo Chaeyoung curiosa, viendo como su morena amiga miraba hacia arriba- ¿Que?
—Debemos entrar y buscar refugio -esta dijo, Chaeyoung iba a reprochar el mandato pero cuando menos lo supo ya se encontraba siendo arrastrada hacia adentro por una agitada Tzuyu- ¡Es un tifón!
En ese momento las luces nuevamente se encendieron, y Tzuyu corriendo como toda una desquiciada se estaba dirigiendo hasta los lugares estratégicos del barco para emergencias. No pasó mucho tiempo cuando un estruendoso sonido resonó por todo el lugar, las sirenas de ataque -que ahora funcionaban como alarmas de emergencia- avisaron a toda la tripulación del tifón que se acercaba hasta ellas a toda velocidad.
Todo era un caos.
El barco se sacudía violentamente de un lado a otro, por las pequeñas ventanas estás podían ver cómo las gotas de lluvia y las enormes olas -que ahora fácilmente podrían superar los siete metros de altura- golpeaban el vidrio con fuerza.
Chaeyoung y Tzuyu tenían que llegar pronto al lugar seguro si no querían morir rápidamente.
Entre carreras, tropiezos y sacudidas la puerta del lugar de emergencia se vio frente a ellas.
Pero antes de llegar a esta las luces se apagaron nuevamente, y cayendo al suelo estrepitosamente todo se volvió oscuro para Chaeyoung, quién antes de caer inconsciente vió un leve destello rojo por la ventana.
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