⦻ 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 ⦻
"El viejo yo se esconde
Mientras el nuevo yo lucha
Mira en mis ojos
Él todavía está allí, ¿verdad?"
Un suave bufido escapó de los labios de Toby, arrancándome una sonrisa antes de que le diera otra probada a mi helado de chocolate. Habíamos estado discutiendo minutos antes porque él se negaba obstinadamente a dejar que yo pagara ambos helados, insistiendo en invitar él.
Por supuesto, acabé saliendo victoriosa en nuestra amigable contienda.
—Vamos, ya no pongas esa cara larga y malhumorada, o terminarás con arrugas— le saqué juguetona la lengua, y Toby respondió con una pequeña sonrisa, resignándose a mi capricho.
Observé con agrado cómo su semblante se animaba. Si bien no destellaba de completa alegría, pude notar que aquel breve paseo le había sentado mejor que permanecer en cerrado en su habitación durante horas. Avanzamos hacia un banco situado en un pequeño parque que limitaba con el bosque y nos acomodamos para degustar nuestros helados bajo la placentera caricia de la brisa que surcaba la zona.
—G...grac...gracias— sus palabras se vieron dificultadas por los tics que se apoderaban de él.
De inmediato, sostuve su helado para evitar que se derramara y lo miré con visible preocupación al percibir que aquel repentino ataque era más intenso que de costumbre.
—Toby...—
—V...v..voy a..e..esta..r b..bien— me aseguró, haciendo un notable esfuerzo por controlar los tics que sacudían su cuerpo.
Poco después, aquellos movimientos involuntarios en su cuerpo fueron cesando hasta detenerse temporalmente, pero Toby aún permanecía sosteniendo su cabeza entre las manos, ocultando su rostro, con el propósito de evitar que lo viera.
—S...soy un maldito fenómeno—
Lo escuché susurrar en voz muy baja, con la intención de que yo no lo oyera, pero ciertamente lo hice, y allí estaba de nuevo, menospreciándose a sí mismo con esa afirmación que no se ajustaba a la realidad. Fruncí el ceño y lentamente le acerqué el helado, él pareció notarlo y, con manos temblorosas, lo tomó, agradeciendo en apenas un murmullo.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos?— dije, la mirada perdida en la danza de las copas de los árboles, mecidas suavemente por la brisa.
—¿Te refieres a cuando tropezaste sobre mí porque no alcanzabas el perchero para colgar tu abrigo?— bromeó, y no pude contener una carcajada al evocar aquel primer e cuento —Tuviste mucha suerte de que no sintiera dolor alguno—
—Nunca te di las gracias por eso—
Voltee a verlo extrañada.
Toby esbozaba una sonrisa nostálgica, con su mirada oscura perdida en algún punto del suelo.
—¿Por qué? ¿Por no haberte aplastado?— me burlé, y él soltó una carcajada que inundó mi pecho de ese cálido y agradable sentimiento que siempre me provocaba su sonrisa.
—En parte— respondió, humedeciendo sus labios, aunque su sonrisa fue menguando poco a poco— Pero... de no haber sido por eso, quizás nunca habríamos llegado a ser amigos—
Un silencio los envolvió, interrumpido únicamente por el susurro de los árboles, que se mecían con lentitud en la distancia.
════ ⦻ ════
—¡Fiesta en mi casa el sábado en la noche, están todos invitados!—
La clase entera estalló en euforia cuando Eric Blake hizo su anuncio. Eric era precisamente el tipo de persona que creía que podía pisotear a los demás sin tener que enfrentar ninguna consecuencia, simplemente porque su padre era el jefe de policía de Belwood. De hecho, él había sido uno de los que comenzaron a acosar a Toby cuando estaban en la escuela primaria, dándole origen a ese apodo que sin duda lo marcó de por vida.
Aún puedo recordarlo vívidamente. Eric había sido un completo idiota desde que era un niño malcriado y caprichoso.
—¿Eres imbécil o acaso toda la basura que has estado ingiriendo te ha atrofiado el cerebro? ¿No tienes idea de que hay un toque de queda? ¡Hay un asesino suelto por ahí!— la voz de Daphne resonó detrás de mí, captando de inmediato la atención de la gran mayoría de los presentes.
Aunque otros acabaron por darle la razón.
Ante el repentino arrebato, desvié rápidamente mi mirada hacia la ventana, tratando de distraerme con la vista del patio escolar y más allá, del vasto y aparentemente infinito bosque que se extendía a lo lejos.
De pronto, un recuerdo vívido de lo ocurrido la noche anterior se apoderó de mí. Pude ver claramente aquella sombría silueta asomándose detrás del árbol al otro lado de la calle. Sin embargo, me abstuve de compartir eso con nadie, temiendo que no me creyeran o que me tacharan de loca. Aun así, en el fondo, tenía una sospecha bastante razonable de quién podría tratarse.
Toby.
Un estremecimiento recorrió cada fibra de mi ser solo de pensar en ello. Hace apenas unas pocas semanas, nadie podría haber imaginado que acabaría temiendo a una de las personas más importantes en mi vida. Pero ahora, estaba completamente convencida de que, si llegara a toparme de frente con él, probablemente quedaría paralizada por el terror.
Y eso me hacía sentir terriblemente culpable.
Mientras mis ojos vagaban distraídamente a través del patio, tratando de ignorar el acalorado altercado que tenía lugar en mi salón de clases, algo captó repentinamente mi atención. En los límites del patio, colindando con el espeso bosque, logré vislumbrar a alguien de pie, y tuve la inquietante sensación de que me observaba fijamente. Apenas era visible entre la maleza, pero me quedé allí, cautivada, observándolo en silencio, como si hubiese quedado completamente absorta por su presencia.
—¡Sienna!—
Me sobresalté considerablemente cuando Eric tomó repentinamente mi hombro, trayéndome de vuelta a la realidad. Mi ceño se frunció de inmediato, mirándolo con una expresión entre confundida y molesta.
—¿Qué? ¿Qué pasa?— pregunté.
—Decía que no creo que debamos preocuparnos por tu noviecito el fenómeno, seguramente él está muerto y quien causa los asesinatos es otro imbécil—
Sentí una profunda molestia al ver su estúpida sonrisa burlona. La mano de Eric volvió a posarse en mi hombro, provocándome una sensación de asco ante su toque. Ese tipo sabía exactamente cómo sacarme de quicio, y las ganas de darle un buen golpe no me faltaban en lo absoluto.
—Haz tu estúpida fiesta si quieres, no soy yo quien se meterá en problemas de todos modos— espeté, apartando su mano de forma brusca.
Sin siquiera mirarlo, volví a enfocar mi atención en la ventana, tratando de asegurarme de que aquella silueta que había visto siguiera allí. Pero para mi sorpresa, ya no estaba.
Escuché a Eric bufar y exigir mi atención, pero simplemente lo ignoré. Poco después, la profesora de Historia hizo su entrada al salón de clases.
════ ⦻ ════
—¿Crees que tengan problemas?— preguntó Daphne, sus ojos cargados de preocupación mientras miraba por la ventana de mi habitación con una expresión pensativa.
Volví a centrar mi atención en la tarea que aún me faltaba acabar, dejando salir un suspiro agotador. La tarea de Historia al menos me proporcionaba un breve descanso de los pensamientos que turbaban mi mente. Probablemente Eric saldría intacto del desastre que estaba a punto de ocasionar, pero algo en mi interior, un inquietante presentimiento, me decía lo contrario. Era difícil de explicar, pero tenía esa sensación de que algo malo pasaría esa noche. Un mal augurio que me dejaba con un nudo en el estómago.
Solo esperaba estar equivocada.
—Lo más probable es que no— rompí el silencio, tratando de sonar despreocupada —Pero algún día va a tener su merecido— murmuré en voz baja, casi como si me lo estuviera diciendo a mí misma.
Hasta ahora, no me había percatado que me había quedado viendo una vieja sudadera que no me pertenecía. De inmediato la reconocí, era la prenda de Toby, la misma que me había prestado hace un par de meses atrás para que me protegiera del frío cuando volvíamos de dar una caminata. Jamás se la devolví, lo había olvidado por completo y él, al parecer, también.
—¿Qué harás si él regresa alguna vez?—
Dejé de escribir abruptamente cuando los penetrantes ojos azules de Daphne se posaron en mí.
—Quiero decir...¿no tienes miedo de que Toby pueda intentar acercarse?— preguntó, con la preocupación palpable en su voz.
Recordé entonces las dos ocasiones inquietantes en las que creí haberlo visto, la primera desde la ventana de mi habitación y después desde la ventana de mi escuela. Probablemente ya no quedaba nada del viejo Toby que conocía, y era muy probable que ahora intentara atacarme sin piedad. Ya lo había tenido en cuenta muchas veces, y sí; estaba aterrada.
—De ser así, ya se hubiera acercado hace tiempo— respondí, con la mirada fija en un punto indefinido, tratando de ocultar el ligero temblor en mi voz.
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