ʟxɪɪ.Lɪғᴇ Oʀ... Sᴜғғᴇʀɪɴɢ
CAPITULO SESENTA Y DOS;
VIDA O... SUFRIMIENTO
Nashira veía por una de las inmensas ventanas de su habitación, la cual se encontraba abierta de par en par dejando entrar las ráfagas de aire frío y unas pequeñas gotas de lluvia, las cuales no habían dejado de caer desde el fallecimiento de Bellatrix.
—La vida es muy cruel, Shira—dijo Theodore a su lado, pasando por su mano por su espalda de arriba a abajo, dando suaves caricias.
Theodore miró con preocupación a su mejor amiga. Sus ojos lucian pensados, como si en cualquier momento fueran a cerrarse y debajo tenían unas horribles bolsas púrpura, gracias a las noches en vela. Claro que, los hermanos Malfoy, no estaban mejor, su tía acabando de fallecer y su madre aún en estado crítico no era el mejor de los casos para reír o siquiera sonreír.
Dolorosos recuerdos, palabras, rondaban por su mente una y otra vez, perturbandola y quemando su cabeza por dentro, sentía que la culpa la carcomía por dentro. Sabía que esas enfermedades no eran porque si, alguien las había provocado y sabía quién era el responsable de ello, de nada servía acusarlos en el ministerio, después de todo...ellos estaban de su lado.
“Tu no tienes la culpa”
“Tu no tienes la culpa”
“Tu no tienes la culpa”
“Tu tienes la culpa”
“Tu tienes la culpa"
“¡Todo es tu culpa!”
“¡Tu padre es el culpable de todo esto! ¡SIRIUS ES TU PADRE Y SERAS IGUAL A EL!
Nashira, tenía una batalla interna consigo misma, una la cual sabía que no podría ganar. Eso era algo malo en ella, se dejaba llevar fácilmente por sus pensamientos, el hecho también de estarse guardando las cosas para si misma y no contarlas, el hecho de que cada que algo malo sucedía se pellizcaba, o encajaba sus mismas uñas en la palma de su mano, era algo que no podía evitar.
Su corazón bombeaba con fuerza. Sus manos temblaban con fuerza. Cerró fuertemente la palma de su mano y trato de evitar pensar en otra cosa que no fuera Narcissa o el idiota de Sirius. Theodore, quien aún se encontraba a su lado, tomo sus manos con preocupación y las apretó fuertemente entre las suyas. Nashira lo miró.
—¿Estás bien?—pregunto Nott, llamando la atención de Astoria y Pansy, quienes se habían estado encargando de leer las cartas que Nashira había recibido esa mañana a su petición.
—Si, solo...—trago al hablar al sentir el nudo en su garganta—Solo...es algo que pasa con regularidad, nada fuera de lo común—suspiro. —Dobby—dijo, y en menos de un segundo, el elfo apareció. Dobby había aceptado el calcetín que un día, Harry Potter le había ofrecido, sin embargo acepto seguir trabajando con los Malfoy, a cambio de que ellos le pagarán ( a petición de Lesath y Hermione ). —Trae a Magnus a la habitación, por favor.
Dobby asintio y desapareció en un segundo. Momentos después, el pequeño elfo hizo acto de presencia.
—Bien Dobby, gracias, puedes retirarte. —el elfo asintio. El elfo desapareció de la habitación. Nashira dirigió su mirada al castaño, quien la miraba con atención, ignorando la punzada en su pecho y bombeó de su corazón, se acercó hasta el jóven. —¿Hermoso, no lo crees?
Magnus la miró confundido: —¿A qué te refieres?
Nashira lo observó con una ceja alzada: —El amor. —Pansy colocó unas cuantas fotos mágicas sobre la mesa, las cuales hicieron que el rostro de Magnus palideciera. —Ginevra Weasley, más conocida como la menor de los pelirrojos y única chica, pero con un carácter único. ¿Especial, no lo crees? La forma en la que coincidieron, es tan...única.
—¿Que es lo que necesitas de ella?—pregunto Magnus con seriedad.
Nashira ignorando su pregunta, siguió : —Ginny Weasley, vagando por el mundo muggle en busca del regalo perfecto para su hermano mayor, Bill. Magnus... Richard—Nashira sonrió burlona—Un simple muggle caminando por las calles de Londres. Vaya forma de mentirle a tu pareja ¿No lo crees?. Tori, por favor.
La castaña asintio y nuevamente puso unas fotos mágicas sobre la mesa, unas las cuales hicieron que el rostro de Lestrange, cambiará totalmente.
—Kreacher, me informo que en estás últimas semanas, los Weasley y los Potter, se han está reuniendo más seguido de lo normal. Mi elfo ha descubierto cosas que por lo visto...no te agradan. —Nashira se acercó hasta estar detrás de Magnus, tocando por encima de las fotos con sutileza—Feos hematomas en el brazo izquierdo, pómulo derecho, una curación en su rodilla. Una pequeña cicatriz en su mejilla derecha. —se acercó hasta su oído—Todo causado por su propia familia. —se separó rápidamente y se acercó a Theodore.
—¿Que es lo que necesitas?—repitio Magnus con seriedad. Nashira sonrió, algo que rápidamente fue remplazado por una mueca, que fue vista por todos por lo que Astoria, tomo las cartas en el asunto.
—Shira quiere a Ginny Weasley a su lado. Es inteligente y bonita eso nadie lo niega, pero tiene ese aire de...inocencia pura. —Astoria se acercó hasta estar cerca de Lestrange—Y eso, claramente podría ser una carta a nuestro favor.
—Ella jamás aceptaría. —dijo Magnus tratando de controlar su nerviosismo.
—Oh, pero claro que lo hará—esta vez, fue Pansy la que hablo, observando de reojo a Black, quien parecía no lucir bien, pero hacía el intento por no demostrarlo. —Este año entraras a Hogwarts cómo nuevo alumno. Me imagino su rostro de confusión y tristeza, saber que le mentiste en su propio rostro diciendo que eras un muggle, eso no es algo que sea bien visto.
—Aún sabiendo tú, que ella era una persona mágica. —susurro Astoria detrás suyo.
—Somos chicas Magnus, sabemos cómo pensará Ginny si te viera entrar al gran comedor. La palabra mentira será la primera que donde por su mente y ella no creo, vuelva a confiar en tí y está vez, no creo que Potter rechace la oportunidad de conquistarla—hablo Pansy con evidente manipulación en la voz—Como Shira dijo; Kreacher nos ha estado informando acerca del conveniente y misterioso acercamiento entre ambas familias.
—Eso no debe ser muy bueno para tí ¿O si?—dijo Astoria mirándolo con una pequeña sonrisa.
Magnus, quien hasta el momento se había querido mantener en silencio, no supo que decir y solo dijo lo primero que vino a su mente: —¿Que pasaría si acepto?—pregunyo con evidente duda.
—Tratarias de traerla a mi lado. Y las chicas se encargarán de hacer que algún tipo de enojo, tristeza, desilución, o cualquier otra emoción cuando te vea cruzar las puertas del comedor se esfumen. Fácil y sencillo. —dijo Nashira con una sonrisa.
—¿Que pasaría si digo que no?
—Sabemos que para la pequeña Weasley, lo más importante para ella son los gemelos y por supuesto...su querido novio. —hablo Theodore, con persuasión en su voz.
—Ustedes no serían capaces de hacerle daño a los gemelos. —respondio con seguridad.
—Nunca conoces a alguien en realidad, Magnus—dijo Theodore seriamente—Tu decides tu destino. Vida o... sufrimiento.
[...]
Los pasillos de San Mungo se encontraban tranquilos, nada fuera de lo normal. Medimagos y enfermeras caminando de aquí para allá, curando, atendiendo a cualquier persona que llegara en mal estado o enfermedad.
Eso era lo malo que podía llegar a tener San Mungo, y una de sus desventajas. Mucha gente llegaba y jamás estabas atento a lo que pasaba a tu alrededor por preocupación a si mismo, o aún familiar, ya fuera esposa/o, hijo/a, abuelo/a, podías haber muchas cosas que podrían distraerte pero jamás el hecho de que alguien dentro del mismo llegaría a hacer daño con tal de su beneficio.
Un auror custodiaba la puerta doscientos cuatro, en dónde yacía Narcissa Malfoy. Lucius había obligado al ministro a poner seguridad diciendo que lo que sucedió no era por una simple casualidad, pero como siempre, el ministerio siempre ignoraba todo, siempre y cuando, ellos estuvieran a salvó.
—¡Smith!—llamo la atención del auror una voz conocida, pero que sin embargo no concordaba totalmente con su rostro.
—¿Lord... Malfoy?—pregunto Smith confundido. Según entendía, Malfoy no visitaría a su esposa hasta asegurarse que sus hijos tuvieran completamente todo listo antes de regresar a Hogwarts. Por lo que la misión que se le había asignado era no dejar pasar a nadie hasta que el fuera y dijera la tan rara palabra pero que sin duda serviría para identificarlo.
—Así es. Vengo a visitar a mi esposa antes de que los niños partan a Hogwarts. —dijo Lucius sonriente.
—Claro—Smith sonrió muy poco convencido—Pero antes...¿Cuál es la palabra que identificaria su regreso?
Lucius sonrió como si hubiera dicho un chiste, y como si de un juego en el cual el siempre ganaba, sonrió con arrogancia: —Sangre Pura.
—Esta no es la sala común de Slytherin, Black. —Smith sonrió cuando observó cómo la sonrisa en el rostro del platinado desaparecía—¿Enserio creíste que sería tan estúpido para no saber tu estás detrás de esto? Todos en el ministerio lo saben—Smith puso su varita en el cuello de Black—Pero nadie dice nada por tu dinero, pero yo no soy así. ¡Desma...!
—¡Sectumsempra!—dijo Sirius en un murmullo pero aún así, el hechizo dió en el jóven Smith.
Un jadeó sonó en el pasillo obligándolo a voltear y ver a una enfermera que observaba todo sorprendida. Pero antes de que la joven pudiera escapar, un hechizo la alcanzó, cayendo al frío suelo.
Con Smith aún sangrando, los adentro a ambos dentro de un armario, no sin antes modificar la memoria de la joven enfermera.
Suspirando y asegurandose de no ser visto por nadie, camino hasta estar frente a la habitación de Narcissa, abrió la puerta con delicadeza y se adentro a ella, cerrando la puerta con sutileza.
—Idiotas. —murmuro refiriéndose a la seguridad. Pues si algo era cierto, nadie en el ministerio se atrevía a hacerle algo, no por nada cuando suponía estar en Azkaban, había hecho un viaje por Latinoamérica, siendo suplantado por un inocente en una celda en Azkaban.
Miró a su prima, recostada sobre la camilla y con un respirador en sus fosas nasales. Su estado era crítico, su cuerpo se encontraba demasiado delgado respecto a su edad. Con lentitud se aseguró de sacar una jeringa de su chaqueta con un líquido dentro, acercandose hasta la pequeña bolsita que colgaba y que daba directo a una de sus venas y con la intención de poner aquello en la intravenosa, hizo salir el líquido esperando no fuera tapada.
Un fuerte grito lo alertó justo cuando el proceso había iniciado.
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