Capítulo 7: "¿Salud física o salud mental?"
A partir de la noche en la que Noah descubrió qué sucedía si no tomaba sus medicamentos, aquellas imágenes de la extraña rubia no lo abandonaron. Se repetían sin falta en sus sueños. La veía sonreír, correr, columpiarse, incluso podía sentir su felicidad, pero cuando todo se tornaba oscuro, con la aparición de la sombra de un hombre, también podía percibir su miedo, como si él mismo estuviera en su lugar, como si él conociera las intenciones de aquel desconocido. Cada madrugada, se despertaba de golpe, con el mismo escalofrío recorrer su espina dorsal y gotas de sudor cubriendo su frente. Esto no podía ser normal, ¿o sí? Nunca había tenido pesadillas tan vívidas.
No sabía si contarle a Peyton sobre lo que le sucedía. Ni siquiera estaba seguro de lo que veía. Solo le aterraba un poco descubrir que todo se debiera a que, desde aquella tarde en la casa abandonada, había evadido sus pastillas por completo. ¿A esto se refería su padre con las alucinaciones que lo harían perder la cabeza? No, no podrían ser, ¿o sí?
Era la primera vez que Noah desobedecía la regla más importante que le habían dado sus padres. No era un acto repentino de rebeldía adolescente, solo disfrutaba de la nueva vitalidad física que lo invadía. Ya no tenía problemas para conciliar el sueño por las noches, por ende, también desaparecieron sus ojeras. Se sentía de un mejor humor, con mayor energía, con todo el vigor que un muchacho de su edad debería poseer. Y todo esto, ¿en cuánto tiempo había mejorado? Cinco semanas.
Aunque no estuviera convencido de que sea lo correcto, su mente se sentía satisfecha. ¿Todo este tiempo solo tuvo que dejar de tomarlas? Desde niño, su mente siempre había creado escenarios imaginando lo que sucedería si dejaba de tomar sus pastillas o el por qué solo su familia, en todo el mundo, tenía aquella enfermedad que controlar, y ahora, por fin, estaba averiguándolo.
Negó con la cabeza. Quizás si volvía a cumplir con sus medicamentos ahora mismo, podría volver a la normalidad y dejaría de tener pesadillas por las noches. Pero, eso también significaba renunciar a su estupenda salud física. Salud física o salud mental, difícil decisión, ¿verdad?
Grimmell continuó caminando de un lado a otro en su amplia habitación, mientras su atención yacía en el cubo Rubik entre sus manos, Sus ya ágiles dedos giraban con rapidez cada una de sus piezas. Arriba. Abajo. Izquierda. Derecha. Arriba. Giró por última vez uno de sus lados, y dejó el objeto con cada color uniforme sobre su escritorio, donde lo acompañaban al menos otros quince cubos con mayores números de cubos por cara y en distintas versiones, que implicaban un mayor esfuerzo mental. Se había pasado toda la mañana pensando en lo que debía hacer, y debía decidir de una vez o las imágenes de una niña desconocida no serían lo único que termine por enloquecerlo.
No podía decirle a Peyton sobre esto, al menos no aún. Además, ella había viajado junto a sus hermanos a visitar a su madre en otra ciudad, no podía simplemente enviarle un mensaje de texto o explicarle por llamada, sonaría como un demente y esto era serio. Quizás se lo contaría cuando regrese.
Y debía ir a aquella casa. Sí, a la casa abandonada. Ahí es donde veía a la niña, quizás podría encontrar la razón de sus sueños con ella, o quizás no encontraría nada. Sea lo que sea, al menos ir al lugar, sería un comienzo.
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