07. Nada más que eso
Im Youso
Mis ojos van de su cabello amarillo patito —teñido porque desde que lo conozco lleva cambiando de tinte como de ropa interior— hasta sus orbes oscuros, ahora inquietos debido a mis palabras.
La verdad es que lo estuve pensando bastante, no quise hablar del tema y prefería dejarlo como si nunca hubiese ocurrido. Pero en cuanto lo vi frente a la cafetería, mientras iba saliendo ya de mi turno de media tarde, no pude evitar recordar el suceso de unas semanas atrás. Tal vez para este chico no haya significado nada, pero a mí él me robó mi primer beso y, por si fuera poco, hizo que mis neuronas casi hicieran cortocircuito de tanto pensar en ello.
Su silencio me genera más incomodidad. No esperaba que sacara a relucir el tema, de hecho, ni yo iba a hacerlo; no obstante no puedo dejarlo así nada más, una fuerza mayor habitando en mi interior me lo impide. Así que no queriendo añadir más carga emocional a mi pobre ser, decido hablar al respecto.
—Quiero que me digas por qué lo hiciste y quién te dio el derecho de hacerlo —exijo saber.
Sí, es cierto que en ese momento no pude decir nada, pero todo se debió al shock del momento y al hecho de que estábamos en media calle porque, al parecer, al universo se le antoja cruzar nuestros caminos como se le viene en gana.
—Si lo que quieres es una disculpa, está bien, te la daré —hace una reverencia y pide perdón por su osadía.
Pero yo no puedo solo aceptar eso y ya. Necesito explicaciones, razones válidas de su movimiento tan inesperado. O, por lo menos, una excusa barata como que "quería probar" o "me tenías harto con tu parloteo". Qué sé yo. Algo. No solo unas simples disculpas.
—Eso no...
—Pero si quieres saber la verdad, ni yo mismo sé por qué lo hice. Solo lo hice y ya.
Me trago un gemido. La rudeza con que lo ha dicho solo me hace entender que por muy apuesto que sea, es un patán de lo peor.
—Eres un... ¡Eres un idiota! —en un impulso, mi mano termina por estrellarse contra su mejilla mientras todo mi interior vibra debido al choque de emociones—. No entiendo cómo Hoseok puede ser amigo de alguien como tú.
Paso por su lado chocando mi hombro contra el suyo. Me da igual si es una cabeza más grande que yo, de alguna manera consigo que eso ocurra y mientras doy largas zancadas para no tener que seguir compartiendo el mismo oxígeno con ese niñito tonto, me recrimino el haber sacado el tema a colación. Debí haberlo ignorado desde la primera vez.
Llego a la calle principal y detengo un taxi para irme a casa, cuando llegamos saco el dinero de mi billetera y le pago al conductor para proceder a bajar del vehículo. Busco las llaves pero no las encuentro, y todo se vuelve peor cuando veo a papá llegar pasado de alcohol.
Maldición. No son ni las ocho de la noche aún, ¿cómo es posible que haya bebido tan temprano?
—Pero miren quién está aquí —arrastra cada palabra con hipidos acompañando su frase—, si es mi única hija, la desgraciada que disfruta de ir contra mis reglas y deseos.
Aplano los labios. De alguna manera, mis padres —cualquiera de los dos o incluso ambos—, consiguen siempre hacerme sentir más miserable de lo que ya me siento.
—Vamos dentro, papá, estás muy borracho —me acerco hacia él para ayudarlo a ingresar luego de que con dificultad consiguiera abrir el portón frontal—. Déjame ayudarte.
—Suéltame —mis pies trastabillan casi haciéndome caer—. No me toques, maldita mocosa malcriada.
Suspiro y me pego a él aún contra su voluntad. Si no lo ayudo, podría caer y hacerse daño. En otro momento podrá maldecir mi existencia más a su gusto.
—Si tanto deseas jugar ese maldito deporte, debiste haber nacido con pelotas en la entrepierna —jadeo por la magnitud de su grosería.
En todo este tiempo, en ningún momento, Im You Seok me había dicho algo así. Sus palabras siempre han sido toscas y brutales, pero jamás de esta magnitud en la que mi integridad como mujer se haya visto denigrada o afectada. Mis ojos se llenan de lágrimas rápidamente y mientras intento no dejarme llevar por mis emociones, vuelvo a intentar —en vano— ayudarle.
—Déjame a mí —menciona mamá apareciendo de algún lugar de la casa, seguro por haber escuchado los gritos de su esposo—. En el horno está la cena, puedes calentarla y comer cuando se te plazca —en ningún momento me mira, es como si no quisiera enfrentarse a lo que el hombre con quien procreó a su única hija causó con sus palabras.
Le veo llevarse a papá con uno de sus brazos apoyados alrededor de su cuello mientras murmura palabras inentendibles a las que ella solo asiente. Mientras, yo me quedo a mitad de la entrada con un nudo en la garganta y mis emociones considerablemente afectadas.
—Está bien, Youso. Tú siempre estás y vas a estar bien —me digo mientras recorro los pasos a mi habitación, luego de haber guardado en la nevera la comida porque el apetito se me ha ido por completo.
Me encierro en mi habitación y tras un corto baño, me acuesto en mi cama cubriéndome con las mantas de pies a cabeza. Esta noche no quiero saber mas nada de nadie, solo deseo despertar en un mundo alterno en el que todo vaya bien para mí. Nada más que eso.
*Total de palabras: 926.
Mi pobre bebé :((( les juro que me ha dolido escribir este capítulo, pero es necesario / se lamenta /
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