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𝐆𝐄𝐍𝐈𝐔𝐒┃𝐔́𝐍𝐈𝐂𝐎

La gala era aburrida para JiAh Park, quién era la anfitriona. Pero para los invitados no parecía aburrido, ya que se veían bastante animados chismeando con los vinos más caros y finos, además de que el bufete había sido abastecido ya, en tres ocasiones.

JiAh se puso de pie tras poner los ojos en blanco cansada de la hipocresía de mucho de los presentes que la habían saludado descaradamente cuando hacían planes en su contra y hablaban mal de ella, incluso allí mismo, en su fiesta lo hacían.

—Creo que ya es hora de que todos se vayan a sus casas. —Mencionó con voz baja por el micrófono y su voz resonó en todo el lugar a través de los parlantes.

Dicho aquello, no esperó las quejas mentales de sus absurdos enemigos y luego de que uno de sus guardias le colocara la cabardina sobre los hombros, ella se retiró bajando los escalones de la plataforma que conformaba el escenario donde había estado sentada desde que inició la fiesta, con ayuda de su guardia personal.

A penas salió del local, su camioneta la esperaba para llevarla a su aburrido penthouse donde la esperaba la soledad en la que estaba embuelta desde que nació.

JiAh, a sus recién cumplidos 25 años no había tenido una vida como hubiera querido, solo fue criada en un ambiente de rectitud, reglas y más reglas, donde sonreír y ser feliz estaba fuera del límite. Por ello, decidió independizarse a temprana edad bajo la supervisión de su Nana quien fue la única a la que alguna vez llamó madre, y cuando ésta falleció años después, su vida se volvió a unir en la misma monotonía y se sentía maldita por aquella infelicidad infinita en la que vivía.

Pero esa noche, cuando decidió desviarse de la dirección a su penthouse, cuando decidió que quería caminar y pensar, esa noche acabó todo.

—Detén el auto Kim. —Le dijo a su chófer, quién la observó por el retrovisor y luego maniobró para aparcarse al costado de la vereda.

—Señorita Park, no creo que sea correcto detenernos aquí. —Dijo su guardia con preocupación desde el asiento de copiloto mientras ella se bajaba del auto.

—Oh vamos Park, yo sé lo que es correcto y lo que no. —Cerró la puerta y se colocó en la ventanilla del copiloto para observar a sus empleados quienes la veían con preocupación—. Vayan a sus casas y disfruten con sus familias, yo estaré bien. —Dijo ella tratando de sonar cálida, ambos se observaron confusos, su jefa nunca diría algo así. Cuando ella los vió dudar se enderezó y colocó sus facciones duras—. Es una orden directa, caballeros.

Dicho aquello levantó su vestido que rodaba por el suelo y tras quitarse los zapatos que le lastimaba los pies y dejarlos en las manos de una vagabunda con ropajes rotos, se encaminó descalza a un centro comercial.

Ambos empleados se miraron y tras alzar sus hombros se pusieron en marcha.

JiAh cambió sus ropas, se vistió diferente a lo que habitualmente usaba y se deshizo de aquella ropa podrida en dinero, en un cesto de basura que había allí mismo en el centro comercial. Salió del edificio y miró a ambos lados de la calle, decidiendo irse por el lado derecho.

Caminaba sin rumbo, observando a las personas disfrutar con sinceridad de su tiempo juntos. Las parejas, los padres con sus hijos, algunas mascotas de acompañante, y algunas personas que necesitaban el dinero que ella no disfrutaba. En tanto caminar, llegó a un parque y cuando iba a sentarse escuchó a unas personas discutiendo.

—Ay JungKook, no seas tan tonto. Nunca me gustaste, eres muy baboso. Ash ¿Estás llorando?

JiAh curiosa, se asomó por entre los arbustos y distinguió a un chico sollozar con la mirada en el suelo mientras era empujado por la mujer aquella. JiAh se puso de pie y caminó hacia la pareja.

—Hola, disculpe señorita. —Llamó la atención de la desgraciada, quién se cruzó de brazos y miró a la recién llegada que se colocó frente al muchacho—. Me parece que está siendo demasiado cruel, con este chico.

—¿Y usted quién se cree? Es una metida.

JiAh la miró de arriba a abajo.

—Ni vestir sabes. —La miró a la cara y se cruzó de brazos—. Todo lo que estás usando son copias baratas.

Aquello provocó que la desconocida contuviese la respiración.

—Al menos él usa Calvin Klein, pero tú, mugrosa, usas copias ¿Qué es esto? —Tomó el bolso de mano que llevaba— ¿Celine dices? Ja, no me hagas reír.

—¿Quién te crees estúpida? —Levantó su mano dispuesta a golpear a JiAh, pero ella sostuvo la muñeca de la más joven y negó.

—Incluso tu arreglo es tan barato como tu botox. —Al mirarla a los ojos notó lágrimas—. ¿Qué? ¿Lloras? ¿Por qué lloras? ¿Por ser superficial y creerte superior? Déjame darte un consejo, si sigues así morirás sola, perra. Ahora desaparece de mi vista, que me hace alergia tanto maquillaje.

Soltó la muñeca de la chica de forma brusca y ella se alejó llorando y muerta de vergüenza. JiAh se sacudía las manos como si estuviera quitándose el polvo de éstas y se volvió encontrando los ojos oscuros del joven. Sonrió y le extendió la mano esperando a que él la tomase, y cuando él estrechó su mano con la de ella, hizo una reverencia.

—Gracias.

—¿Cuál gracias? Invitame unos tragos y me agradeces.

Sonrió y se encaminó al lado por el que venía guardando sus manos en los bolsillos traseros de sus vaqueros.

—Hey. —La llamó él, JiAh se volvió—. Es por este lado. —Señaló con su pulgar hacia sus espaldas.

Ella se sintió avergonzada por no saber los sitios, pero no dijo ese dato, solo asintió y comenzó a caminar.

──────────────────𝐆𝐄𝐍𝐈𝐔𝐒

—¿Y bien? —Dijo, llamando la atención del muchacho—. ¿Cómo conociste a ese bicho y por qué te dejaste humillar?

El muchacho había comprado pollo frito, Soju y algunas cervezas para mezclar. Una mezcla que para JiAh resultó ser más excitante que cualquier vino fino y costoso y que el champán. No habían mediado palabra hasta el momento en el que se sentaron en aquel parque frente al río Han.

—Es... —Se detuvo, inseguro de si hablar con una desconocida.

—Hey, tranquilo, somos dos desconocidos pasando un buen rato, mañana no sabremos nada del otro, no tienes de qué preocuparte. Es más —Se metió los dedos a la boca y chupó de ellos la grasa del pollo—, nunca he hecho esto. No puedo contarte mucho, pero no he hecho muchas cosas que cualquier persona normal haría, y meter los dedos a mi boca para limpiar los residuos de alimento es una de las cosas que nunca he hecho, ah! —Levantó su vaso con cerveza y Soju—, créeme cuando te digo que esto es lo mejor que he bebido en toda, absolutamente toda mi vida. —Ella sonrió y levantó más su trago y sus cejas haciendo que el chico riera, para luego brindar con él y darse un trago de su bebida—. Ahora cuéntame, no voy a juzgarte.

Se sentó mirando al frente mientras comía más muslitos de pollo, cosa que le parecía deliciosa.

—JiEun es... la conocí en una fiesta, mis amigos me invitaron a un pub y allí nos conocimos, ella es... mi primera novia.... —Bajó la mirada.

—Oh, entiendo —Asintió—. Y por ser la primera, le aguantabas todo eso. —Concluyó ella y él asintió, pero ella no lo vio porque sabía que estaba en lo correcto—. Ay amigo, a veces... debemos aguantar algunas cosas sin rechistar, pero déjame decirte que no la amabas —Ambos se miraron—. Solo estabas atado a ella por ser la primera mujer con la que estabas.

—Creo que... tienes razón.

—Obvio que la tengo —Dijo ella dándole un pequeño golpe en el brazo con el puño y se rieron.

Un rato en silencio y cuando JiAh miró su reloj casi se atraganta con su saliva.

—Oh Dios mío, son las 03:47. —Miró a su acompañante—. Debo irme, fue un placer conocerte.

Se puso de pie a toda prisa y recogió su chaqueta de mezclilla para luego colocarsela, cuando se iba a ir el muchacho sostuvo la mano de ella tomándola por sorpresa. Ella lo miró con los ojos abiertos demás ya que no esperaba el toque de él.

—¿Nos volveremos a ver?

──────────────────𝐆𝐄𝐍𝐈𝐔𝐒

Esas palabras la iban a volver loca, nos se concentraba en su trabajo ni en aquella aburrida reunión. Solo esperaba a que fuese de noche para volver a ver a aquel muchacho.

Y así fue, cada noche, la famosa JiAh Park dejaba de ser la hija del magnate JungShi Park para pasar a ser solo la bonita desconocida del río Han. Así la llamaba él, pues habían acordado no decir sus nombres ya que según ellos, no era necesario, él le decía señorita Han y ella lo llamaba tierno conejo.

Pasaron las semanas, semanas donde ellos cada vez se sentían más apegados, aún no se decían el nombre del otro, pero para ellos seguía siendo innecesario.

Un día en la noche, ambos jóvenes se encontraron como todas las anteriores, frente al río Han.

—¡Conejo! Por aquí. —Dijo ella llamando la atención de él con su mano alzada agitandola provocando una sonrisa en el chico.

Él caminó hasta ella y al estar cerca se saludaron con un beso de mejilla a mejilla.

—¿Cómo estuvo tu día bonita Han?

—Oye.. eso es nuevo. —Dijo ella al tiempo que le pegaba en el brazo riendo—. Mi día estuvo agotado conejito ¿El tuyo?

—Muy agobiado. —Dijo mirando al suelo.

—¿Y... me quieres contar? —Quiso saber ella con cautela, él levantó la mirada hasta encontrar los ojos de ella.

Él guardó silencio por unos segundos y luego sus ojos comenzaron a llenarse lentamente de lágrimas a penas perceptible a la vista.

—No nos podremos ver más... en un tiempo. —Bajó la mirada.

—¿Por qué? —Quiso saber fingiendo que aquello no le había dolido.

—Estaré.. ocupado...

—Ok, lo entiendo. —Rió nerviosa porque no quería demostrar que le afectaba y solo se ponía más nerviosa—. Me.. me voy entonces —Dijo secándose el sudor de sus manos con el short, esperó unos segundos y al ver que él no le decía nada más, se dió la vuelta y comenzó a caminar.

—¡Han! —Ella se volvió—. Te llamaré, lo prometo.

Ella asintió y se alejó lentamente con el corazón roto.

──────────────────𝐆𝐄𝐍𝐈𝐔𝐒

El señor Park notaba un cambio en su hija que comenzaba a crecer y no sabía a qué se debía aquello, ya no era radical con los empleados, ya no prestaba atención en las reuniones y aunque los números crecían cada vez más gracias a ella, él quería de vuelta la chica que había criado, por ello aquella mañana la había llamado a su oficina.

—Padre. —Dijo ella llegando a la oficina luego de pedir permiso, parada en el centro de la oficina haciendo reverencia.

Su padre se volvió para mirarla, haciendo girar su silla para quedar frente a ella. JiAh tragó en seco cuando vió a su padre, sabía que si él la había llamado a ese lugar donde entraba pocas veces, veces en las que únicamente era para reclamarle algo, era porque había hecho algo mal, pero que ella recordase todo, absolutamente todo, iba bien en el trabajo por su parte.

—Hija mía ¿Cómo estás? —Aquella introducción desconcertó a JiAh.

—¿Perdona?

—Te he preguntado que cómo te encuentras, JiAh.

—Ahh.. —Pronunció dudosa—. Bien padre.

—Me alegra mucho eso. Iré directo al grano entonces. —Ella asintió y se colocó más recta—. Te he preparado varias citas a ciegas ya que debes conseguir marido pronto. —JiAh contuvo la respiración.

—¿Qué?

—Eres mi heredera, pero debes casarte. Ya está decidido, al menos te doy la oportunidad de elegir a tu futuro esposo.

—Pero padre-

—Nada de peros JiAh ¿Desde cuándo me cuestionas?

Ella bajó la mirada.

—Retírate por favor.

—Sí padre, con permiso.

En la mente y corazón de JiAh, lo único que dolía era el recuerdo del chico del Río Han, el único hombre que había sido capaz de entenderla y el único que había sabido manejar todas sus etapas de bipolaridad. Y ella, estaba enamorada de él.

Había tenido que pasar por citas que apestaban, ninguno de ellos era la mitad de lo que era él, no eran divertidos, no eran humildes, no sabían manejarla y sólo querían sexo y fortuna.

Entonces, su teléfono sonó al tiempo que se reproducía Genius de Sia, Labrinth y Dipolo, en el restaurante donde cenaba con uno de los hombres que su padre había seleccionado.

Do you think I'm stupid?
Do you think I'm batshit crazy, having you on my mind?
Do you think I'm helpless?
My algebra gon' equal you every time.

Do you think I'm calling?
Do you think I'm calling out your name every night?
Girl, I have fallen for you.

Ella levantó la mirada al hombre frente a ella que parloteaba como un estúpido. Lo estaba haciendo otra vez, estaba siguiendo las reglas, estaba siendo sometida y eso no le gustaba, él era su refugio.

Se puso de pie haciendo ruido con la silla, acto que resonó por todo el glamuroso lugar captando la atención de los presentes. Dejó su servilleta con un golpe en la mesa callando el parloteo de su aburrido acompañante.

Comenzó a alejarse sin mediar palabra, haciendo oídos sordos al llamado de aquel hombre. Salió del local y comenzó a correr mientras sostenía una punta de su vestido, se detuvo unos segundos y se sacó los zapatos para correr mejor, dejándolos tirados en la calle.

Su rumbo, el Río Han.

Al llegar, buscó con la mirada al hombre que hacía latir su corazón verdaderamente y cuando lo vió corrió hasta él y se abalanzó a los brazos del chico quien la recibió con los brazos abiertos.

Él se separó unos segundos dejándola en el suelo.

—Debo decirte algo.

—Yo también. —Dijo agitada.

—Dilo tu primero.

—Bueno... —No sabía cómo iniciar, entonces se transportó en la canción que sonó justo cuando él la estaba llamando. Lo miró a los ojos— ¿No lo ves? Tengo todo lo que necesitas. —Él la observaba con confusión—. Solo un genio puede amar a una mujer como yo.

—Entonces yo... Entonces yo soy un genio. —Dijo él haciendo que el corazón de JiAh bombeara sangre más fuerte. Él se acercó y le acarició el cabello.

Eres un genio.

Porque amo a una mujer como tú.

Dicho aquello, sus labios se unieron en un desesperado beso, un beso que ambos deseaban darse desde hacía un tiempo ya, un beso que hubiera continuado gustoso de no ser por un pitido que se volvía constante y cercano. Ambos se separaron y se volvieron a la dirección de donde provenía el pitido y notaron que un policía se acercaba con enojo, ambos se miraron y él tomó la mano de ella para comenzar a correr mientras reían, escapando del oficial quien les gritaba que se detuvieran.

Ambos cómplices corrían bajo risas imparables, escapando de aquel hombre de ley que los había interrumpido. Se detuvieron en un parque donde habían juegos para niños y JiAh no esperó ni recuperarse del maratón que había corrido para comenzar a montar aquellos juegos bajo la atenta mirada enamorada de su acompañante, hasta que él mismo se unió a ella.

Hubo un momento en el que algo pasó por la cabeza y el cuerpo de JiAh, algo que pocas veces había sentido y se trataba de un deseo más allá de un beso.

—Oye conejo —Lo llamó y cuando la miró sonrió—. Vamos a un lugar más privado.

Y así fue, el muchacho la llevó a una casa que estaba deshabitada pero no por completo y JiAh se preguntaba ¿Cómo era que él tenía esa llave? Pero no le dio tiempo a preguntar cuando, luego de cerrar la puerta él la tomó de la cintura interrumpiendo el escaneo que ella le estaba haciendo a la casa y la besó en los labios con una necesidad intensa, el cual ella le respondió gustosa.

Él la empujó contra una pared cercana provocando que JiAh gimiera y ella misma se levantó, un poco, el vestido y permitió que el chico colocara una de sus piernas al rededor de su cintura. El muchacho le deslizó el tirante del vestido de forma lenta mientras aún se besaban y luego llevó sus labios al hombro de ella donde dejó besos suaves y cuando fue a su cuello ella le dió más espacio al girar su cabeza.

Él succionaba su delicada piel haciéndola gemir y mojarse cada vez más. Llegó un momento en el que la ropa estorbaba, por lo que él se deshizo del vestido de ella, deslizando de forma lenta y desesperante el Zipper de este, cuando la prenda tocó el suelo él se separó para admirar el cuerpo de su cómplice y cuando la miró a los ojos notó un fuego que no quería apagar, al contrario, quería avivarlo más y quemarse en él.

A las 05:10 JiAh se despertó, había creído que todo había sido parte de un sueño, pero se dio cuenta de que había sido real, cuando vió el pecho desnudo de él sirviéndole de almohada. Dejó un beso allí y otro en los labios de él, para luego levantarse lentamente, buscar su ropa y retirarse de la casa, debía llegar a su casa y luego alistarse para ir a la última cita que su padre había arreglado para ella.

Luego de alistarse y volverse a retocar el labial rojo, salió de su casa dispuesta a acabar con aquella cita sin siquiera haberla iniciado y también quería acabar con cualquier relación con su padre, pues había decidido que quería ser feliz junto al chico que había conocido en el río Han hacía ya tres meses.

Al llegar al lugar miró en su teléfono el número de mesa que le reservaron y cuando le preguntó a una de las empleadas por ello resultó estar junto a las ventanas y su acompañante ya estaba allí.

No le vió el frente ya que estaba sentado de espaldas pero sentía que ese hombre tenía un parecido con alguien... se acercó a paso lento pero se irguió más cuando recordó que debía terminar con aquello ya que no estaba dispuesta a pasar una mañana aburrida.

Se sentó en el lugar que le correspondía y sin mirarlo, mientras guardaba su celular en su bolso, comenzó a hablar de forma inmediata.

—Mira, voy a ser sincera, si vas a decir algo que sea rápido porque no tengo tiempo y no estoy interesada en ti. —Concluyó y se estaba enojando porque su bolso no quería funcionar.

—Que raro —Dijo él provocando que ella detuviera su lucha con el bolso—, anoche tenías todo el tiempo del mundo y sí estabas interesada en mi. —Ella levantó la mirada de forma lenta y se encontró con los bonitos ojos estrellados del chico—. Mi nombre es Jeon JungKook, y es un placer desayunar con usted Milady.

Pasaron unos segundos en silencio en los que ambos se observaban de forma interminable, ella no podía creer que él estuviese allí realmente.

—¿Qué... qué haces aquí?

—Soy tu cita. —Dijo obvio y se cruzó de brazos apoyando estos sobre la mesa mientras se mordía el labio disfrutando de la confusión de ella.

—¿Realmente...?

—Te explicaré. —Se enderezó y llamó a una chica del servicio para hacer los pedidos y cuando terminó con ello, le prestó atención a su acompañante—. Seré directo ¿Está bien? —Ella asintió—. Aquella noche, esa chica JiEun era la primera de mis citas porque debo contraer matrimonio —Aquello ya no le iba gustando a JiAh—, me hice pasar por estúpido para que me dejara —Ella se rió—, pero no funcionaba hasta que llegaste de repente y me gustaste desde el primer segundo —Ambos se observaron con seriedad y algo más—, por ello decidí dejar las citas y comenzar a conocerte. Mi padre no sabía por qué había dejado las citas así que decidió investigar y descubrió nuestras visitas nocturnas. —Aquello escandalizó a JiAh—. Ese día él estaba como un loco y me dijo que debía dejarte y continuar con las citas...

—¿Por eso estabas triste? —Quiso saber ella. Él asintió.

—Exacto, pero yo no quería dejar morir lo que habíamos pasado juntos —Tomó la mano de ella—, por eso pensé en buscar más información sobre ti y descubrí que eres la hija del señor Park, lo hablé con papá y él le comento a tu padre sobre las citas y aquí estamos.

—¿Entonces... —Ella comenzó a sacar cuentas en su cabeza y atar cabos—.. eso significa que pasé malos ratos por tu culpa?

Quiso saber ella y él asintió sin darse cuenta realmente de lo que ella había dicho hasta sintió un golpe en el brazo más fuerte de los que había recibido por parte de ella alguna vez.

—¡Auch!

—Eres un..

—¿Genio? ¿El amor de tu vida? ¿Tu futuro marido? —Ella se mordió el labio conteniendo la risa.

Entonces él se puso de pie bajo la atenta mirada de JiAh y se hincó de rodillas frente a ella sorprendiéndola.

—Park JiAh, ¿me concederías el honor de convertirme en tu esposo?

Ella, sin palabras, asintió. Entonces él se puso de pié y tomó la mano de ella para levantarla y colocarle el anillo, le dió un beso en la frente y otro en los labios, pero JiAh se separó un momento para preguntar.

—Pero espera —Él la miró confundido mientras la abrazaba por la cintura— ¿Cómo era que te llamabas?

—Soy Jeon JungKook —Sonrió—. Pero puedes llamarme Genio, porque solo un genio puede amar a una mujer como tú.

Gracias por leer.

⌗SRMDJ

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