🌹•TWENTY TWO XXII•🌹
— Si yo fuera él, ya te hubiera dicho quién quedó como el tonto aquí.
— ¿Puedes cerrar tu boca al menos un minuto?
— No, no puedo, Weil. —dijo dejando de beber de aquella famosa leche de fresa—. Además, exijo mis fotografías ahora mismo. —aclaró su garganta—. Perdiste, acéptalo.
Suspiré apretando levemente con mi dedo índice y pulgar el puente de mi naríz con mi mano derecha, cerrando mis ojos unos segundos tratando de no decir alguna estupidez.
— Cuenta hasta tres, JeWeil, cuenta hasta tres.
— Mejor cuenta hasta diez. —propuso sin descaro alguno—. No creo que tres segundos sean suficientes para que no quieras golpearme. —aseveró, encogiéndose de hombros.
— ¿Por qué sigo siendo tu amiga? —pregunté frunciendo mis cejas.
— ¿Y yo qué voy a saber? No soy tú. —dijo colocándose lentes de Sol haciéndose la digna.
— Agh. —puse mis ojos en blanco sintiendo pena ajena ante su tonto "intento" de verse genial—. Si Jung te viera ahora definitivamente diría que no eres su novia.
— Ay, arruinas mi actuación. —musitó retirando los lentes de su rostro mientras formaba un mohín con sus labios.
— Toma. —le extendí una pequeña bolsa transparente donde dentro de ésta se hallaban las fotografías por las cuales estuvo jodiéndome tanto—. Ya deja de estar molestándome con esto.
— ¡Sí, al fin!
Recibió lo que le di con emoción, y con una sonrisa me abrazó fuertemente hasta el punto en el que casi me lastima.
— ¡Agh, aléjate ya! —ordené incómoda.
— ¿Ya te dije que se te ama, Weil?
— Sí, sí, ya lo has dicho.
— Por cierto, ¿qué ocurrió con el concurso ese? —inquirió arrugando su frente.
— Sigue en curso, aún están evaluando.
— Oh... —formó una 'O' con sus labios como si de verdad le interesara—. Qué aburrido.
Bufé cruzándome de brazos, dándole la espalda mientras recargaba mi mentón sobre la palma de mi mano izquierda, mirando el suelo sin algo interesante qué ver, qué hacer y sobretodo qué pensar.
— Hoy estás muy callada, Weil. ¿Por qué, mmh? ¿Ocurre algo? —interrogó, tratando de encontrar mi mirada.
Suspiré con pesadez, jugando con mis manos antes de observarla mirando las fotografías en sus manos como si fuese una niña pequeña encontrando algo realmente valioso.
— Nada. —respondí pensando en que su vida es mucho más emocionante que la mía—. ¿Y Jung?
— ¿Umh? Oh, él está con sus amigos, eso implica a JungKook por si te interesa saber de él.
— ¿Por qué diablos piensas que mi mundo gira en torno a él?
— Porque lo es, amiga mía. —me miró pícara sonriendo desvergonzada—. Sé que soy tonta, pero no en esto.
— Ojalá fueras buena para cosas más productivas que estás. —comenté negando con mi cabeza como si aquello me decepcionara, aunque no fuera así.
— Soy buena sacándote de quicio, ¿eso cuenta? —cuestionó con la pajita de su bebida rosada rozando sus labios.
— Mejor cállate.
— ¡De acuerdo! —sonrió mostrando su blanca dentadura antes de darme una mirada resentida y formar una mueca, cambiando de expresión en un solo segundo.
Cubrí mi rostro con mis manos. Ante el silencio de Hanhi el ambiente se sentía relajado, más de lo normal, y lo digo literalmente porque casi me quedo dormida de no ser por el grandioso grito de Lim unos minutos después.
— ¡Hola, JungKook!
Ese pedazo de superfluo de apellido Lim.
Ni siquiera me tomé la molestia de mirar al frente, ni loca, estoy demasiado cómoda en está posición como para moverme por su culpa.
— ¡Hola, Hanhi!
Espera, ¿desde cuándo sabe su nombre?
— ¿Por qué tan solo, mmh? ¿Y los demás?
¿Desde cuándo tan amigos?
— Oh, bueno. —carraspeó—. Fui a comprar algunas cosas a la cafetería. —contestó amigable.
¿De qué putas me perdí?
— ¿Quieres? —escuché como Jeon le ofreció a Lim no sé qué cosa.
— Oh no, gracias. No me gusta la de plátano.
— ¿En serio? Pero si es la mejor de todas, ¿lo sabes?
— ¿Qué? —resopló indignada—. Por supuesto que no, esa es la de fresa.
— Creo que estás equivocada, es obvio que es mejor la de plátano. La de fresa es muy usual. —opinó con firmeza.
— Es usual porque la mayoría la prefiere antes que la de plátano. —defendió hábilmente.
— La de plátano no necesita tanta azúcar como la de fresa. La fresa es más ácida que el plátano.
— Pero el colorante amarillo es más dañino que el rosa... Al menos eso fue lo que leí. —susurró no muy convencida de su argumento.
Alcé mi rostro de golpe mirando a ambos estultos con rareza ante su repentino debate por saber qué sabor de leche es la mejor junto con todos sus puntos a favor y en contra.
¿Qué se supone que soy yo? ¿El moderador, acaso?
— Y es por eso que el país no avanza. —musité formando una línea recta con mis labios—. Suerte con su debate.
— ¿Eh? —dijeron al unísono observándome incorporándome y pasarlos de largo.
— ¿A dónde vas, Weil? —inquirió confundida.
— A un lugar donde no pueda escuchar un absurdo debate sobre qué leche es mejor que otra.
Cuando menos me di cuenta ya tenía a Jeon caminando a mi lado, siguiendo el ritmo de mis pasos, mirándome de reojo en silencio.
— ¿Y? ¿No vas a hablar? —articulé primero, observando su perfecto perfil con una mirada rápida—. Estoy casi segura de que vienes a joderme.
— Claro que no... —soltó una pequeña risita—. Bueno sí. —borrándola de inmediato.
— Qué molesto eres.
— Estoy seguro de que muy en el fondo me quieres, chica extraña.
Rodé mis ojos parando mi andar, por ende el de él también.
— Ya, dime qué quieres. Un tipo como tú no viene así de la nada, Jeon.
— En realidad no quiero nada, chica extraña.
— ¿Entonces qué haces aquí? —interrogué de vuelta.
— Espera, déjame pensar una excusa que tenga bastante sentido para ti.
Reí un poco, más por nerviosismo que por otra cosa.
— ¿Excusa de qué? Sólo dime qué es lo que quieres y ya veré si es necesario insultarte o no.
— Hablo en serio, no quiero nada, sólo vine contigo sin ninguna razón... o al menos eso creo. —miró el suelo con duda.
— ¿OhYeon hizo algo? —cuestioné de la nada ante su mirada perdida.
—No. ¿Qué haría ella?
—La pregunta sería, ¿qué no haría ella, Jeon? —me encogí de hombros buscando a la susodicha con la mirada—. En fin, sea lo qué sea que tenga que ver con ella no te diré nada al respecto porque no te haré cambiar de opinión.
— No discutiré eso. —musitó con diversión.
— Claro que no, a menos que sea para defenderla.
— Bueno, entonces será menos absurdo que discutir qué sabor de leche es mejor. —reí un poco, vacilando de vez en cuando al mirarlo.
— Estoy dispuesta a herir tus sentimientos, Jeon.
— Lo tengo muy claro, chica extraña, me lo has demostrado ya varias veces.
— Iluso. —murmuré.
— Pensándolo bien, sí tenía una buena razón para venir a buscarte. —continuó ignorando lo anterior.
— ¿A buscarme? Creí que sólo habías ido a la cafetería a comprar algo.
— Y no mentí sobre eso. —aclaró con un puchero—. Pero bueno, si no quieres jugo de uva, yo no tengo problema con tomármelo.
Busqué entre sus manos aquella botella llena de esa bebida oscura que tanto amo.
— ¡Joder, Jeon! —exclamé con mis comisuras arriba—. Hubieras dicho eso desde un principio, ¿sabes? No te hubiera tratado tan mal si me hubieras avisado.
— Pero como puedes ver, lo hiciste, entonces no lo mereces.
— ¿Y tú sí? —coloqué mis manos sobre mi cintura—. Si me lo das te daré un poco. —propuse sin dejar de mirar la botella sostenida entre su dedo índice y medio—. Además, ¡me lo debías, Jeon! —le recordé señalándolo con acusación
— ¡Ya me disculpé!
— ¡Eso no es suficiente y lo sabes muy bien!
— ¡Bien, bien! —me lo extendió de mala gana, formando una mueca—. Al menos dame las gracias.
— ¿Por qué? Tú fuiste quien me jodió el día esa vez. —dejó de extenderme la botella antes de continuar.
— Te dije que lamentaba haber arruinado tu cita con JoongGuk. —reiteró cerrando sus ojos unos segundos antes de mirarme casi arrepentido.
— ¡Qué no era una cita, joder! —refuté—. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo?
— ¿Segura? Porque él incluso te tomó de la mano y te llevó de vuelta a tu casa sobre su espalda. —aclaró su garganta antes de continuar, diciendo—: Hablando de eso, ¿que no se cansó? —negó frunciendo sus labios.
— ¡Oye! No te metas con mi peso.
— Aunque quién sabe, tal vez no seas tan pesada. —ignorando mis palabras acarició su mentón arrugando sus cejas como si de verdad pensara con profundidad—. ¿Puedo probar?
— ¿Probar qué, idiota? —mascullé con molestia.
— Si me dejas cargarte me iré y te daré tu jugo de uva.
— Sí, claro, ¿cómo no? —sarcástica lo miré de arriba hacia abajo—. En ese caso mejor me compro uno yo misma. —me crucé de brazos—. No es como si fueras el único en el mundo con ese jugo.
— No en el mundo, pero sí el de esa cafetería. —señaló detrás mío con su mirada.
Estaba dispuesta a seguir discutiendo con él sólo porque estaba aburrida y esto parecía ser de alguna forma "divertido" por así decirlo, pero creo que eso no está destinado para ambos.
— ¡Kookie!
La voz de OhYeon captó nuestra atención, una sonrisa se formó en el rostro de Jeon al mirarla, sus ojos parecían brillar aún más de lo normal en cuanto ella le sonrió de vuelta. Sin embargo, sólo la observó un par de segundos antes de mirar hacia otro lugar tímido sin bajar sus comisuras.
¿Qué sentirá OhYeon al tener a un chico como lo es él detrás de ella?
¿Qué sentirá OhYeon cuando Jeon la mira así? ¿Satisfacción de tenerlo de está forma?
Sólo sé que estoy estorbando justo ahora.
— Existen muchas más tiendas donde se vende lo mismo, Jeon. —terminé de decir dejando de ver a OhYeon caminar hacia acá. Di leves palmaditas sobre su hombro un par de veces sacándolo de su burbuja; antes de seguir mi camino y dejarlo atrás—. Suerte con ella.
A pesar de que estaba un tanto desorientado —debido a que su atención estaba posada sobre Song—, se despidió de mí.
— ¡Adiós, chica extraña! —exclamó con una risa nasal de por medio.
— ¡Sí, sí, lo que sea! —grité de vuelta sin mirar atrás.
Después de eso el timbre sonó, anunciando que el pequeño receso se había terminado y que era hora de regresar a esa cárcel denominada también como salón de clases o escuela en general.
Y aunque faltaba poco para salir e irnos a casa, el tiempo parecía ir demasiado lento, haciendo tortuosas esas últimas horas.
Sólo sé que quiero dormir y hacerme tonta un momento en cuanto llegue a casa.
— Bien, pueden retirarse.
Esas palabras bastaron para que todos salieran, importando muy poco si entre ellos se empujaban o no, el punto era salir e irse de ahí.
El profesor Lee no se quedó atrás, pues fue el primero en irse. No lo culpo, él está tan harto de nosotros como nosotros de él.
— ¡Al fin, Dios, gracias!
Nada más faltaba que se pusiera de rodillas y quedaría el drama perfecto.
— ¿Qué me vas invitar de comer, Weil?
Resoplé caminando hacia los casilleros sin prisa con Hanhi a mi lado.
— ¿Disculpa? —alcé mis cejas, ella de verdad no tiene vergüenza—. ¿Invitarte a comer yo?
— Sí, tú. ¿Quién más?
— Sí, claro. —esbozó una sonrisa—. Yo invito y tú pagas. —la cual no duró mucho tiempo.
— ¡Agh, ¿te gusta jugar con mis sentimientos, verdad?!
Ignorando sus palabras, abrí mi casillero, el cual no tenía clave alguna porque siendo sincera soy pésima memorizado las claves de los candados, pero aparentemente alguien vino a dejar algo dentro de éste.
— ¿Fue Jeon, cierto? —dije leyendo mentalmente con detenimiento la nota escrita a mano pegada en uno de los libros.
— ¿Qué? ¿De qué?
— No te hagas la confundida, tú debiste haberle dicho cuál era mi casillero.
— Ya sabes que yo sólo quería ayudar. —admitió como si fuese inocente evitando mirarme.
Pero ahora sí que voy poner un candado, y no sólo uno, sino dos.
— Tú sólo quieres joder.
— ¿Para qué te digo que no, si sí?
— Aish, cínica.
— Sí soy. —aceptó con orgullo—. En conclusión, no sé qué rayos metió en tu casillero, pero dijo que era un regalo.
— ¿Un regalo? —solté una carcajada—. Esto no es un regalo, me lo debía.
— ¿Un jugo, es en serio? —puedo ver la decepción en sus ojos.
— Ah... —suspiré con una mueca que después se convirtió en una sonrisa irónica—. Ese tonto. ¿Qué sigue después, mmh?
— Tal vez lo mismo que OhYeon. —inquirió indagando con su mirada lo que se encontraba en mí casillero.
— Agh, tenías que mencionarla. —hablé entre dientes con una mueca amarga.
— Lo siento. —alzó sus comisuras apenada—. Era un decir.
— ¿Y si te mando con Boung a Australia?
— No gracias, estoy bien aquí.
— Pero yo no te quiero aquí.
— Ni yo a ti.
Los sentimientos son mutuos, eso es lo que cuenta, ¿no?
— Te detesto, Lim Hanhi.
— Aw, pero qué linda eres, Min JeWeil... Yo también.
¿Lo ven?
¡Holaaaaa!
¿Cómo están bellezas?
Espero que bien. ^^
No tengo algo que comentar acerca del capítulo de hoy, sólo espero que haya sido de su agrado. <3
Ahora sí, prosigo a alterarme:
¡Muchas gracias por los más de 1K de votos y más de 4K de vistas! De verdad, no tienen idea de lo agradecida que estoy con todas/os ustedes. Gracias por dejar su estrellita, comentario, y sobretodo darle tanto amor a está
desastrosa y rebelde historia.
🥺💜✨
✨¡SE LES AMAAAAAAA
UN MONTÓN! ♡✨
MJ☁️
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¡Gracias por leer!💙
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