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࣪ ٬ 𝟬𝟭. U.ACADEMY. ❄


・*。𝐅𝐑𝐎𝐒𝐓 𝐁𝐈𝐓𝐄 。˚
001.┊ U.ACADEMY.
❪ BOKU NO HERO ACADEMIA ❫ ೃ

EL DÍA HABÍA AMANECIDO BRILLANTE CUANDO Shōto y Tomomi se enteraron de que asistirían a la U.A. Una academia para héroes prometedores. Una prestigiosa academia, sin embargo.

Albergaba a algunos de los héroes más famosos del mundo. Como All Might, el héroe número uno en la actualidad. Y Endeavor, el segundo más famoso. Lo cual no era lo suficientemente bueno para él, haciendo que despreciara a All Might.

El único propósito de la existencia de los gemelos era asistir a la academia y vencer a All Might para convertirse en los mejores. Y eso era exactamente lo que querían. Pero Shōto, rebelándose contra él, decidió que no usaría su lado de fuego para ganar. Porque sabe lo egoísta que es su padre y lo enfadado que se pondría si se negara a hacerlo.

Tomomi, sin embargo, quería ser la mejor, pero también sentía curiosidad por la experiencia del instituto. Al crecer sin una infancia apropiada, nunca tuvo amigos. Nunca llegó a ser una niña. Todo lo que tenía eran Shōto, Fuyumi y su hermano mayor, Natsuo. Si las circunstancias fueran distintas, estaría mucho más entusiasmada con la idea de ir al instituto.

Tal vez podría hacer amigos a lo largo del camino. ¿Quién sabe?

Los gemelos llegaron a su nuevo instituto. Tomomi miró a los diferentes estudiantes mientras caminaban entre la multitud. Cada uno tenía cualidades diferentes y únicas. Incluso en lo físico.

Tomomi estaba pasmada por lo todo que veía, pero nadie lo sabría nunca porque tiende a mantener su cara sin emociones o tranquila. Lo que hace que Shōto y ella sean más idénticos de lo que cree.

Podía oír los susurros de los alumnos que sabían quiénes eran.

—¡Son los hijos de Endeavor!

—¡Vaya, qué guapa es!

—Me pregunto cuáles son sus quirks.

—Son gemelos, de acuerdo. Hacen las mismas caras, es un poco espeluznante.

Shōto, cansado ya de los susurros, agarró la mano de su hermana y aceleró un poco el paso.

—¿Qué pasa, Shōto? —preguntó Tomomi, tan serena como siempre.

—Todo ese parloteo me estaba molestando —se limitó a decir mientras entraban en la escuela.

Shōto y Tomomi llegaron a su aula designada. Clase 1-A. Y ya, algunos estudiantes miraban directamente hacia ellos. Pero los gemelos no les hicieron caso y buscaron sus respectivos asignados.

Tomomi vio que le había tocado sentarse al lado de un tal Bakugō Katsuki. Encogiéndose de hombros, se dirigió a su asiento, soltándose de la mano de su hermano.

Tomomi se mantuvo callada mientras abría su cuaderno y empezaba a dibujar. Quería unos minutos de paz antes de que empezara la clase, así que se encerró en sí misma y terminó un dibujo a medio hacer de un gato muy detallado.

De repente, un gran portazo la devolvió a la realidad y, al levantar la vista, vio a un chico rubio, alto y con cara de enfado.

Tomomi observó cómo se acercaba a grandes zancadas al escritorio vacío que había junto a ella, ignorando por completo a todos los demás presentes. En cuanto se sentó, apoyó los pies en el escritorio y se recostó en la silla.

No se dio cuenta de que se le quedó mirando hasta que él le dijo algo. Bueno, más bien gruñó como un toro enfurecido.

—¿Qué miras, rarita? —El tono de su voz la hizo sobresaltarse ligeramente, pero recuperó su estoicismo.

—Sólo estoy observando —dijo ella, volviendo a su cuaderno de bocetos.

Él se burló, sonriendo con orgullo propio. Su ego era lo suficientemente grande como para cubrir toda la academia. Más que táctico, parecía un bocazas y un agresor. Su quirk debía de coincidir con su personalidad.

—Observando, ¿eh? Estarás pensando que ya soy el más grande, ¿eh?

—No —dijo ella, sombreando su dibujo—. Sólo observo la competencia. De la cuál veo poquita cosa.

Esa frase le enfureció. Ella podía decirlo. Podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo, lo que significaba que su teoría era correcta. Era un agresor bocazas cabreado.

—¡¿Qué has dicho, imbécil?! —le gruñó Bakugō, ya sin caerle bien— ¡¿Te crees mejor que yo?!

—Creo que deberías relajarte alguna vez —dijo Tomomi, fríamente—. No es bueno llevar tanta rabia dentro.

—No sabes nada de mí, ¡así que cierra la puñetera boca! —volvió a gruñir, esta vez sonando más enfadado.

Pero como Tomomi a veces no capta el concepto de las emociones humanas básicas, continuó tranquilamente con su siguiente dibujo y volvió a hablar:

—Nunca he pretendido saber de ti. Digo lo que dejas ver.

—¿Por qué, tú─

—¡Señor, esa no es forma de hablarle a una dama! —Alguien interrumpió sus ataques burlones. Tomomi levantó la vista para ver a un estudiante alto, con el pelo azul marino y un par de gafas en el puente de la nariz.

«Desde luego le gusta agitar las manos, ¿eh? Qué interesante y. . . . . ¿raro?»

—Y, por favor, ¡baja los pies del pupitre! ¿No te parece que es una falta de respeto a todos los veteranos de esta escuela y a quien hiciera esta hermosa mesa?

Hablaba más rápido de lo que ella podía escuchar. Sin embargo, lo miró inexpresiva y con cierta curiosidad.

—¡Pues no! Tch, ¿tu antiguo instituto de secundaria te metió un palo por el culo o naciste así? —dijo Bakugō groseramente, ignorando sus deseos y manteniendo sus pies allí.

—¡QUÉ MALEDUCADO! ME LLAMO TENYA IIDA Y VENGO DE LA ACADEMIA PRIVADA SOUMEI.

Su nombre despertó aún más su curiosidad. Ella había oído hablar antes de su nombre. O su apellido. Su padre los ha mencionado sólo unas pocas veces.

—¿De la familia Iida? —preguntó, llamando la atención de ambos.

Iida se subió las gafas con una sonrisa orgullosa.

—Pues sí. ¿Y puedo saber su nombre?

—Mi nombre es Tomomi Todoroki, encantada de conocerte —se presentó Tomomi cortésmente con una sonrisa. Un gesto que pilló desprevenidos a ambos estudiantes. Dada el aura fría que irradia, nadie espera que sonría.

—E-Encantado de conocerte, Todoroki —Iida tropezó un poco en sus palabras, ocultando su cara sonrosada.

«Todoroki, ¿eh? Así que es la hija de Endeavor», pensó Bakugō, mirándola con los ojos entrecerrados. «Tch, no importa, eso lo hace todo mejor cuando venza a todos. Incluyendo a ese mitad y mitad del gemelo de la rarita».

Tomomi saltó una vez que Iida desvió su atención hacia un muchacho de pelo verde, que era absolutamente adorable a sus ojos. Pero ella simplemente volvió a su dibujo, perdiendo ya el interés.

—Si habéis venido a hacer amigos, marchaos.

Tomomi levantó la vista, pensando que el profesor estaba ahí. Pero todo lo que vio fue un plátano en el escritorio. Eso era todo. . . sólo un plátano. ¿Acaso esa fruta llena de potasio acaba de hablar?

Entrecerró los ojos mientras toda la clase miraba con expresión de extrañeza. El plátano se abrió como un saco de dormir y reveló a un hombre alto, de pelo negro, con el cuello envuelto en una gruesa bufanda. Parecía no haber dormido en años y tenía la cara desaliñada.

También parecía muy desinteresado por todos los que se encontraban frente a él. Llevaba en la mano una pila de lo que parecía ser el uniforme deportivo de la escuela.

—Daos prisa en poneros esto, y salid al campo.

Tomomi, muy confundida por el profesor, se volvió hacia su hermano, que la miró con la misma expresión. Ambos estaban de acuerdo en que este profesor es muy raro. Y ligeramente espeluznante.

«Qué lugar tan interesante es este».

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