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𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙤𝙘𝙝𝙤

—¿Alguna vez haz pensado en el futuro?.— preguntó

Ambos nos habíamos recostado en el piso a ver el atardecer, habíamos pasado la mayor parte del día en aquel campo, realmente era acogedor

—Nunca pensé que viviría más de los 20.— bromeé y reímos

—Tomaré esa respuesta como un "jamás he pensado en el futuro".— dijo

—Realmente nunca tuve la necesidad de pensar en el futuro, pienso que es mejor vivir cada día como si fuera el último.— exclamé

—¿No piensas que es mejor planear las cosas?.— preguntó y negué —Las cosas que no se planean pueden salir mal.—

—La vida es demasiado corta para detenerse a analizar las opciones.— dije y él me miró

—¿Por eso eres así de espontánea?.— preguntó y asentí —Aveces es mejor detenerse a pensar en tus decisiones.—

—La única vez que me detuve a pensar en algo fué cuando me negaba a ir contigo.— dije riendo —Y al final no me arrepiento de mi decisión.—

—Fué una buena idea arrastrarte hasta mi auto.— dijo y rió también

—Pudiste ser un poco sutil.— hablé —Ahora no puedo ir a la ciudad porque soy la chica secuestrada.—

—¿No piensas que sería mejor ir con tu madre y explicarle las cosas?.— preguntó y negué

—Eso pondría todo aún peor, creo que la mejor manera de vivir tranquila es está.— respondí

—¿No la extrañas?.— preguntó ahora

—Si la extraño, a pesar de todo es mi madre y sé que ella me quiere, a su manera.— respondí con un suspiro

Él sacó su celular y puso un poco de música, yo seguí mirando el atardecer mientras escuchaba, realmente era relajante estar así

—Quizás puedas considerar verla cuando te sientas totalmente segura.— aconsejó —Si la extrañas no debes cerrar la posibilidad de volver a verla.—

Sabía que él tenía razón pero no era el momento aún, ya me había desaparecido por algunos meses y no sabía que reacción podría tener ella al verme de nuevo

—Tengo una última cosa que darte hoy.— dije cambiando de tema y él me miró —Esperame.—

Me levanté del suelo y fuí a donde habíamos dejado el auto, saqué una pequeña caja con algunos agujeros y volví a dónde estaba Barca

—¿Qué es eso?.— preguntó viendo la caja y se acomodó para tomarla

—Abrela.— pedí con una sonrisa

Él abrió la caja y sacó un pequeño gatito, lo cargó mientras lo abrazaba

—¿Y esto?.— preguntó —Es muy lindo.—

—Investigué un poco y supe que te gustan los gatos pero que nunca habías tenido uno.— respondí con una sonrisa

—¿Lo tuviste en el auto todo este tiempo?.— preguntó acariciándolo y yo asentí

—Pero no te preocupes, le dejé suficiente espacio para que pudiera tomar aire, le dejé comida en su caja y una cobijita para que se recostara.— respondí y él sonrió

—Gracias por esto, me encanta.— dijo sin borrar su sonrisa

Seguimos ahí mientras jugábamos un poco con aquél gatito, decidimos llamarle Leo, era muy lindo. Las horas pasaban y ya empezaba a anochecer, debíamos volver a casa

Nos levantamos, recogimos nuestras cosas y subimos al auto, él conducía mientras yo iba de copiloto cargando al pequeño Leo.

El viaje empezó con un silencio agradable hasta que su celular empezó a sonar

—¿Puedes responder?.— preguntó y yo tomé su celular —No me gusta responder mientras manejo.—

—Eres muy responsable.— reí y ví la pantalla, era Ded —Lo pondré en altavoz.— avisé

Respondí y apreté el botón de altavoz para que ambos pudiéramos escucharlo

—¿Hola Barca?.— se escuchó la voz de nuestro amigo

—Hola Ded, ya vamos en camino.— avisó Barca

—Está bien, los estamos esperando para partir el pastel.— dijo —Pero antes de que lleguen pasen a comprar leche.— ordenó

Ambos reímos al escuchar la manera en que lo pidió

—No se rían, nos vemos en la casa.— dijo y colgó

Fué la llamada más corta del universo, bloqueé la pantalla del celular de Barca y lo dejé dónde estaba. El camino seguía con música de fondo y una hermosa vista en las ventanas, el silencio era tan grande que los ronroneos de Leo se escuchaban fuertemente

Llegamos a un supermercado, Barca estacionó el auto mientras yo dejaba a Leo en su cajita de nuevo y me aseguraba de que no tuviera problemas mientras nos íbamos a comprar cosas. Bajamos del auto y entramos al supermercado

—Voy a buscar un carrito para poner las compras.— avisó y yo asentí

—Me iré adelantando.— dije con una sonrisa y él se acercó a mí para besar mi frente antes de alejarse

Empecé a caminar en busca del pasillo de la leche, cuando llegué agarré la que generalmente comprabamos y esperé a que llegara Barca

—¿Por qué tan solita?.— preguntó un chico a mis espaldas, me giré a verlo y tenía sus ojos sobre mí

Lo ignoré y empecé a caminar lejos de ahí pero él me había empezado a seguir

—¿No te han dicho que es de mala educación ignorar a los demás?.— su voz retumbó en mis oídos pero seguía ignorandolo mientras caminaba por los pasillos —No corras hermosa, solo te quiero decir unas cosas.—

Llegué a un pasillo que al parecer no tenía salida, solo veía como él se acercaba

—No entiendo como una chica tan bonita no deja que le digan cosas hermosas.— exclamó acercándose demasiado, yo solamente puse mis manos para intentar alejarlo pero parecía ser imposible

Sentí su mano en mi cintura y su respiración en mi cara, olía claramente a alcohol, estúpidos borrachos

—Cierra los ojos, esto te gustará.— susurró mientras yo sentía su mano bajar, yo trataba de empujarlo pero era imposible

—¡Ayuda!.— grité tratando de quitar su mano de mi cuerpo

Sentí que golpeó mi mejilla así que puse mis manos sobre el golpe, me había dolido demasiado

—No debes gritar.— susurró molesto mientras apretaba mi cuerpo contra el suyo

Cerré mis ojos con fuerza y sentí como besaba mi cuello, esto era realmente asqueroso y empezaba a querer vomitar

De un momento a otro ya no sentía nada, abrí mis ojos y ví como estaba Barca ahí con aquel enfermo en el piso

—¿Estas bien?.— preguntó y yo lo abracé —Perdón, fuí a buscarte al pasillo de la leche y no estabas, te seguí buscando hasta que escuché tu grito.—

—Ya todo está bien, estás conmigo.— respondí mientras lo soltaba

Él me dió su suéter, había estado usando un vestido algo corto porque mi único plan había sido ir con él al campo, no que alguien quisiera propasarse conmigo

Lo dejamos tirado en el suelo y caminamos de nuevo al pasillo de la leche, la que había tomado estaba desparramada en el piso después de tanta persecución

Mientras caminábamos por el supermercado yo tomé su mano, no quería soltarlo de ahora en adelante, sabía que con él estaría segura

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